La experiencia de escribir acerca de la arquitectura es siempre ambivalente. Quiero decir que cuando se escribe de arquitectura en abstracto, como aquí se intenta, se gana el placer de manejar los conceptos sin los prejuicios de una forma arquitectónica específica, y se pierde la capacidad de elaborar y comunicar relatos asumibles por una gran masa de co-ciudadanos, debido a la aspereza y complejidad misma de los conceptos que se manejan en arquitectura.
Hace ya muchos años que no nos sorprenden expresiones como un plano virtual, una secuencia de vacíos, o una articulación urbana. Y francamente, estas expresiones son difíciles de comprender por aquellos que no son arquitectos.
Aún más.
Estas expresiones normalmente se relacionan con el desarrollo de la explicación de una forma arquitectónica dada, y que viene acompañada por dibujos, maquetas o imágenes de síntesis que de una manera u otra aclaran las esencia compositiva de las expresiones precedentes. Ahora bien, sin la compañía amable de un proyecto específico sobre el que hablar, se requiere todavía más, de una cierta capacidad de lectura de conceptos ligados a la filosofía, la geografía, la composición, la historia del arte, etc.
Es por eso que hay que encontrar las claves especificas de escribir acerca de la arquitectura, que evidentemente no es lo mismo que escribir de arte, de música o de literatura.
En todo caso me gusta la idea de que existe una manera acertada, correcta, precisa y coherente de escribir arquitectura en su vertiente teórica, sin caer en una retórica alambicada y complicada pero carente de conceptos claros. Una cosa es lo complejo y otra es lo complicado.
Para mayor desgracia, aquellos que sentimos la necesidad de escribir teoría de la arquitectura en forma de reflexiones abiertas, tenemos muy pocos maestros en los que reflejarnos en nuestra propia lengua. Acaso Ignasi de Solà-Morales,1 que escribió tanto como crítico de arquitectura, como y sobre todo teórico. Su claridad en la manera de estructurar contenidos, su pedagogía conceptual y la pertinencia de los temas sobre los que reflexionaba, hicieron de él, el reflejo brillante sobre el que palidecer.
Quizás pueda significarse también a Rafael Moneo en esta categoría, si bien su triple faceta, como profesional, como docente y como teórico, da una dimensión más global tanto a su obra construida, como a la escrita, pero también menos punzante.
De todas formas, sobre el tema del oficio de escribir, recuerdo una de esas pequeñas joyas del filósofo alemán Arthur Shopenhauer, llamada El oficio de escribir y el Estilo,2 que publicó en 1851 como capítulos XXIII y XXIV, en una de sus obras más reconocidas Paraliponema.
Como comenta su traductor, Esteve Serra, (…)
«Schopenhauer ataca con vehemencia lo que él considera un sabotaje a la lengua alemana, sobre todo en lo que respecta a los escritos filosóficos, por parte de aquellos que confunden ininteligibilidad y profundidad y desdeñan el sentido común y la claridad a la hora de expresarse».
Y es que precisamente ese es el gran reto que surge cuando se decide escribir acerca de los conceptos de la arquitectura, prescindiendo de la obra arquitectónica. La complejidad y dificultad de afrontar ciertas ideas parece necesitar de una expresión igualmente compleja y obscura.
No creo que tenga que forzosamente ser así.
Por un lado, ciertas ideas de arquitectura son ásperas en su expresión y requieren de matices, de paralelismos y referencias para que queden bien fijados. Eso puede hacer el relato algo difícil de comprender, pero si está bien escrito, dejará los cultismos justos para perfilar y matizar los conceptos y acabará por crear más luz, que no sombra.
Por otro lado, si que es cierto , especialmente en la cultura anglosajona, que la teoría de la arquitectura se ha trufado de conceptos rimbombantes pero en muchas ocasiones, vacíos. Conceptos que más que mostrar una idea, la dejan en suspenso, a medio camino entre la intuición y el cultismo y por falta de rigor o por falta de espacio físico en el espacio editorial donde se lanza el texto, se deja una especie de zona brumosa, algo pedante y sin duda, obscura. Esta manera de escribir, a la postmoderna por decirlo así, ha conformado prácticamente un estilo propio, donde el juego consiste en provocar una nube de ideas, sin dejar ninguna clara ni cimentada. En este sentido esta manera de escribir me recuerda sarcásticamente el web economy bullshit generator, que de forma automática es capaz de crear supuestos conceptos para la jerga de la economía global que surge de las redes, o la adaptación al Landscape Urbanism que bajo el evidente nombre de landscape urbanism bullshit generator, también se recrea en una falsamente compleja manera de operar con ideas, si bien algunas resultan de los más sugerentes.
Sea como sea, me quedo con algunas de las perlas que Schopenhauer deja ir en el texto antes citado del que comparto dos reflexiones para alguien se anime a leer la totalidad.
«272 En primer lugar se puede decir que hay dos clases de escritores: los que escriben por el tema mismo, y los que escriben por escribir.
273 Se puede decir también que hay tres clases de autores: en primer lugar, los que escriben sin pensar. Escriben de memoria, a partir de reminiscencias, o bien directamente a partir de libros escritos por otros (…)
En segundo lugar, los que piensan mientras escriben. Piensan para escribir.
En tercer lugar, los que han pensado antes de ponerse a escribir. Si escriben, es sólo porque han pensado. Caso muy raro».
Hay evidentemente una manera de escribir que se acerca a una manera de vivir y entender la arquitectura. Quizás esa sea la lección de Schopenhauer.
Miquel Lacasta Codorniu. Doctor arquitecto
Barcelona, Octubre 2014
Notas:
1 Ignasi de Solà-Morales escribió una serie de artículos en los diferentes números de Any que promovió Peter Eisenman durante los años noventa y que Cynthia Davidson como editora lideró. Los artículos del Any, es la colección de conferencias que Solà-Morales impartió en diferentes partes del mundo y que se publicaron en Anyone (1991), Anywhere (1992), Anyway (1993), Anyplace (1994), Anywise (1995), Anybody (1996), Anyhow (1997), Anymore (1999) y Anything (2000)
«La tradición supone un verdadero desafío para la innovación».
Lo dice Álvaro Siza. Bien conocida es la pasión del maestro portugués por la arquitectura vernácula, compleja y sencilla a un tiempo, construida a lo largo de generaciones en base a un territorio, una economía, un clima, una cultura…arquitectura sucesivamente inclusiva. Cuenta Juan Domingo Santos que una ocasión -en Río de Janeiro- coincidían Siza y Niemeyer, se encontraban por vez primera en persona no sin expectación. Ante la pregunta recurrente del periodista -qué es la arquitectura- solo contestó el segundo:
«La arquitectura es levedad».
Siza eligió guardar silencio, responder algo más tarde, a solas con Juan Domingo. Para Siza, nos dicen como quien desvela un secreto,
«La arquitectura es continuidad».1
Cuando se revisa alguno de los últimos proyectos de Ávaro Siza, el Atrio de la Alhambra por ejemplo, resulta sencillo identificar estrategias comunes, recursos presentes en el conjunto de su obra anterior. El dibujo de cada elemento se aborda desde una atención propia, específica, surgiendo la arquitectura lentamente como una exploración, como la suma de todas esas aproximaciones sucesivas:2
«Yo dibujo mucho. Dibujo sobre todo para DESPEJAR DUDAS. […] Dibujo y dibujo hasta que las ideas se van aclarando y encuentro por fin apoyos más sólidos».3
La arquitectura como una lenta formación de resina, silenciosa pero infatigable, ajena a la disruptiva y vertiginosa secuencia de la contemporaneidad.
«De alguna forma, todas mis obras son una sola obra».4
En el Atrio de Granada resuenan los patios de sus casas primeras cerca de Oporto, las geografías bien aprendidas en Machu Picchu o la vida entre los jardines y acequias de la propia Alhambra: fundamentos «contemporáneos«. Como si en el fondo la historia toda de la arquitectura fuera la Historia de una sola obra, la historia de un único rostro que vuelve desde el espejo una y otra vez a lo largo del tiempo en un incesante rehacer(se), un retorno semejante pero siempre distinto: como el desorden de la mesa tras el banquete o los bultos del naufragio en la orilla tras la marea. La arquitectura como ritual de aproximaciones sucesivas.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Abril 2016. Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas:
1 Juan Domingo Santos, Seminario Arquitectura Especulativa, Museo del Prado – Universidad Camilo José Cela, martes 19 de abril 2016.
Viajamos a Valencia para charlar con el arquitecto tarraconense Germán Valle (ETSA Barcelona), donde reside y ejerce desde 2016, y donde forma parte de enne estudio, un despacho multidisciplinar de arquitectura, diseño y comunicación del que, además, es socio desde finales del año 2021.
El día a día en el estudio se basa en la organización del equipo de arquitectura en el desarrollo de proyectos y también en la redacción y gestión de las memorias.
«Podríamos decir que soy el que se encarga de batallar con la administración para gestionar los proyectos».
Pero paralelamente Germán desarrolló su pasión por los videojuegos y el mundo que lo rodeo, y que lleva mucho tiempo investigando sobre la relación entre videojuegos y arquitectura.
«Ahora quiero llevarlo más allá».
Lo que empezó hace años con su blog personal sobre el tema, recientemente se ha traducido en el lanzamiento de Arquipartidas, su canal de youtube para hablar de todo esto.
«De todos modos, aunque ahora me dedique a ello a modo divulgativo, no descarto convertirlo en algo profesional, ya que considero que tengo los conocimientos necesarios para convertirme en un Consultor de arquitectura para videojuegos».
Sin más preámbulos os dejamos con la entrevista que hemos tenido la oportunidad de realizarle. Aprovechamos para darle las gracias de nuevo por su tiempo y predisposición.
¿Cómo se definiría Germán?
Me definiría como una persona que siempre tiene la mente ocupada, pensando en cosas que desarrollar o mejorar. A veces incluso tengo que luchar contra mi propia exigencia para saber disfrutar de las cosas que me gustan, para que no se conviertan en obligaciones que me impongo a mí mismo.
Pero dejando de lado ese punto más negativo, podríamos hablar de mi necesidad constante de crear, y de lo apasionado que soy de las cosas que me gustan.
¿Cómo, cuándo y por qué surge el interés hacia la relación entre el binomio arquitectura y videojuegos?
Siempre digo que sin las asignaturas de Historia de la Arquitectura que recibí en Barcelona de la mano de grandes profesores como Carolina B. Garcia, Pedro Azara y Josep Mª Rovira, no existiría ese Germán capaz de unir la arquitectura y los videojuegos. En sus clases empecé a amar la arquitectura y aprendí a ser crítico (y sin ellas, posiblemente habría abandonado la carrera).
Con el tiempo, mi afición por los videojuegos desde pequeño me llevó a pensar que también se podía aplicar la metodología de dichas clases en el medio, para sacar a la luz conexiones interesantes, referencias arquitectónicas, y otros temas de interés.
¿Te encontraste con muchas dificultades para iniciarte? ¿Cuáles fueron las más problemáticas?
Más que una dificultad en concreto, creo que lo que más me ha frenado ha sido mi propia necesidad de tantear la arquitectura desde muchos caminos diferentes. Al dividir la energía entre diferentes frentes creo que he invertido tiempo en ramas que no han acabado de desarrollarse, pero estoy contento con lo que llevo andado por ahora.
Creo que los primeros años en el mundo laboral, con más cambios y diferentes empleos, no ayudaban a hacerme sentir estable, y desde que he pasado a formar parte de los socios de enne estudio, siento que ahora sé dónde está mi lugar y que puedo invertir tiempo en esta otra vertiente con un gran apoyo.
¿Cuál ha sido tu formación y trayectoria profesional complementaria para desarrollarte en este campo? ¿Consideras que estudiar arquitectura ha sido importante para desarrollar tu trabajo actual?
Uno de los puntos más importantes de estos caminos que he ido explorando ha sido aprender a usar el motor de videojuegos Unreal Engine, que me permitió unir un entorno de trabajo proveniente de los videojuegos con la representación arquitectónica. Esto me ha permitido diseñar y generar algunos entornos para proyectos de realidad virtual y dar mis primeros pasos en el diseño de escenarios.
Sin duda alguna, haber estudiado arquitectura ha sido definitorio para estar donde estoy ahora, y para poder enfocar esta ayuda que espero brindar a los estudios de videojuegos con los conocimientos adquiridos en la carrera y durante los años de profesión.
¿Cómo consigues relacionar estos campos?
La relación entre arquitectura y videojuegos es inherente al medio, yo la saco a la luz, pero es algo implícito en los videojuegos el poder hablar de arquitectura. Quizá en los primeros compases de los videojuegos no se podía hablar de arquitectura, pero a la que la tecnología permitió generar escenarios, poco a poco los edificios cobraron importancia en el medio y nos han llevado al punto actual, en el que podemos recorrer grandes ciudades y escenarios de arriba a abajo.
¿Qué tipo de relaciones estudias? ¿Por qué esas y no otras?
Normalmente algo que suele llamarme la atención al jugar son las referencias arquitectónicas de los edificios que encontramos en los videojuegos. Dejando de lado aquellos entornos que cuentan con reproducciones de edificios reales, es muy fácil pararse a catalogar la arquitectura digital a partir de sus estilos arquitectónicos o sus inspiraciones más claras del mundo real.
¿Qué referencias manejas a la hora de preparar estos análisis?
A día de hoy, he hablado en los videojuegos de Tadao Ando, Kevin Lynch, y, cómo no, del trinomio Mies-Corbu-Wright. Pero en general, creo que las referencias más importantes que uso son los propios estilos arquitectónicos que inspiraron al estudio en la creación de su videojuego.
Creo que ante la generación de un mundo de ficción y la petición del estudio que quiera desarrollar su mundo en una ambientación concreta (por ejemplo, gótica o futurista), será necesario conocer referencias de estilos y edificios que encajen con esa idea imaginada, para definir a partir de ellas el ambiente y aspecto de sus edificios.
¿Cómo enfocarías el trabajo de un consultor de arquitectura para videojuegos?
Considero que mi labor en un estudio de videojuegos sería la de dar apoyo al equipo de diseño desde la arquitectura y el urbanismo. Ofrecer las herramientas para que el videojuego tenga una correcta construcción de su universo (world-building) desde el punto de vista de sus edificios y ciudades.
¿Cómo y cuáles son los objetivos que te marcarías?
El primer objetivo sería definir la ambientación y las referencias necesarias para el proyecto, para poder encajar el tiempo y espacio en el que se desarrollará el videojuego. A continuación, con los primeros conceptos claros podríamos pasar a diseñar todos los aspectos de los edificios y ciudades que el juego necesitara, como los materiales, la estética, el estado de conservación…
¿A qué segmento de público/cliente te diriges?
Mi público objetivo son estudios de videojuegos que quieran dotar de realismo a los edificios y entornos que están generando, pero que no cuentan en su equipo con alguien que les brinde los conocimientos de un arquitecto, en cuanto al realismo que pueden transmitir a sus entornos.
¿Estableces sinergias con otros campos?
Creo que para poder desarrollar entornos de ficción es necesario beber de todas las fuentes posibles, como el cine (incluyo series), la música y la literatura, así como la historia y la historia del arte.
Además, me apoyo en las redes sociales y la comunicación para estar al día tanto en el sector videojuegos como en el de la arquitectura.
¿Cómo y para qué utilizas las “nuevas tecnologías”? ¿La “red” ha facilitado tu labor? ¿En qué sentido?
Por supuesto, la red facilitó las primeras relaciones que hice online para poder hablar de este tema, cuando a través del contacto con el blog Metaspace y sus creadores, Manu Saga y Enrique Parra, me inspiraron y motivaron para lanzar mi propio proyecto.
Posteriormente, el poder mover mi blog y las conversaciones que se generaban con mis artículos me llevaron a encontrar contactos interesantes online, cosa que a día de hoy, twitter favorece enormemente, ya que me permite contactar con desarrolladores de videojuegos y divulgadores del sector.
¿Compaginas o complementas esta actividad con otras labores o en otros campos?
A día de hoy mi actividad principal es ser el jefe de proyectos de enne estudio, y la divulgación de la arquitectura de videojuegos es complementario. Creo que siempre va a ser necesario tener un pie en cada uno de los mundos, para no dejar de lado la formación en ninguno de ellos.
La arquitectura, tiene abiertos muchos frentes de batalla (LSP, Bolonia, paro, precariedad laboral, COAs, ETSAs, emigración, comunicación, etc), ¿no serán demasiados para la polarización existente dentro de la misma?
La verdad es que el mundo laboral de la arquitectura, en muchos casos, es tan malo como lo pintaban los profesores de la universidad. Muchas veces en el estudio bromeamos (o quizá no) sobre la necesidad de que los arquitectos salgamos a la calle para conseguir dignificar la profesión.
¿Cómo ves el futuro de la arquitectura? ¿Y el de la profesión?
Creo que la arquitectura está evolucionando e introduciéndose de forma más activa en la sociedad gracias a la labor de personas como Pedro Torrijos, Anatxu Zabalbeascoa, Lope de Toledo, Ter y Pau M. Just. Creo que gracias a figuras como ellos la gente ajena a la profesión siente cada vez más interés por la arquitectura y es maravilloso cómo internet favorece que todo el mundo pueda formar parte de la evolución de ésta.
En cuanto a la profesión, me cuesta no caer en pesimismos, por todo lo que comentabas en tu pregunta anterior, pero creo que es necesario que los propios arquitectos evolucionen su forma de entender la arquitectura y se abran a nuevas formas de tratarla. Sin ir más lejos, muchos arquitectos me mirarían raro si les hablara de videojuegos, y quizá lo que se necesita es precisamente romper barreras entre la profesión y los medios donde no es habitual hablar de ella.
¿Qué mejoras crees que son fundamentales y que deberían ser puestas en marcha de forma inmediata?
Por lo que respecta a mi día a día, con la gestión de los proyectos en las entidades públicas, creo que se hace necesaria una regulación distinta de los proyectos, partiendo de la base de que el funcionariado y los técnicos municipales, en la mayoría de casos, no están ahí para ayudarte sino que solo eres un mero trámite en el montón de expedientes que deben resolver.
De forma generalizada hay un retraso considerable a la hora de tramitar licencias urbanísticas y proyectos de actividad. Una posible solución sería fomentar un cambio en el funcionariado, con el que no se permitiera que las plazas fueran fijas, sino que se debiera cumplir con unos objetivos para mantenerlas. Desde enne lo vemos muy claro: el funcionamiento debería ser similar a que si no tramitas x expedientes al mes, hay alguien más válido fuera que debe ocupar tu lugar. Si no, seguiremos estancados en bucles y retrasos absurdos en la tramitación.
También podríamos entrar a cuestionar la normativa en general, tan densa y con diferencias bastante importantes entre municipios. Creo que no hay labor tan difícil como entender la tramitación necesaria para cada proyecto y la normativa que aplica o no en cada caso. Creo que deberían replantearse estas y otras cuestiones y regularizar de algún modo todo lo que hay que saber para poder proyectar, así como darle un lavado de cara a aquellos puntos más arcaicos que rigidizan el diseño de muchos proyectos.
Como “emprendedor”, ¿qué opinas de los arquitectos que “abren y/o recuperan” nuevos campos y/o enfoques de la profesión?
Como parte de estos enfoques paralelos de la profesión, no puedo estar más encantado con proyectos interesantes y tangenciales a la arquitectura, como es el caso de la neuroarquitectura, que he conocido recientemente. Cualquier forma de ver la arquitectura que se desvía de aquella más rígida que algunos profesores aún a día de hoy inculcan, es motivo de aplauso y de apoyo, puesto que, como comentaba, la arquitectura es una profesión que debe seguir evolucionando y dejar atrás algunos lastres que todavía lleva consigo.
¿Estas contento con la trayectoria realizada hasta ahora? ¿Qué proyectos de futuro te esperan tanto personal como profesionalmente?
Estoy encantado con el punto en el que estoy ahora, en el que puedo desarrollar proyectos de arquitectura, podríamos decir, tradicionales, y a la vez estar enfrascado en la investigación y divulgación de la arquitectura de los videojuegos. Como os comentaba, hace un mes estrené mi canal de youtube Arquipartidas donde estoy preparando nuevo contenido que ir publicando, y también espero poder colaborar tarde o temprano con algún estudio de videojuegos que quiera contar con mi ayuda para diseñar sus entornos, como os explicaba.
Para acabar, ¿qué le aconsejarías a los actuales estudiantes y futuros profesionales de arquitectura?
Les aconsejaría que se especializaran, que expriman las asignaturas que les hacen sentir que la carrera que han elegido es la correcta y las lleven al límite (incluso fuera del tiempo de estudio), porque creo que los arquitectos debemos dejar atrás esa formación tan heterogénea, para dejar de salir de la carrera con la sensación de haber visto muchas cosas pero no estar preparados para nada. Que se aferren a lo que les apasiona de la arquitectura.
Germán Valle · Divulgador de arquitectura de videojuegos
Septiembre 2022
Entrevista realizada por Ana Barreiro Blanco y Alberto Alonso Oro. Agradecer a Germán su tiempo y predisposición con este pequeño espacio.
Nombrar al edificio como pabellón va más allá del común uso para todo inmueble aislado. Se apela a una forma de habitar que se experimenta como idilio con la naturaleza, desmaterializando la construcción hasta reducirla a puro control atmosférico, alcanzando la ilusión de exterior retenido.
La pérgola como propileo, sirve como tránsito de preparación, permitiendo en pocos metros pasar a unas condiciones ambientales opuestas a las de la trama urbana que deja atrás. También es un procedimiento para cercar protectoramente el jardín, como misterio escondido por una celosía. La tangencia entre el límite del pabellón y el espacio de espera en la parada de transporte público (autobuses), mejora el confort de los periodos de estancia.
El proyecto gira en torno al espacio público, como un vestíbulo urbano, como un pasaje social. Se enriquece la relación con su entorno, trabajando con la misma intensidad el edificio que la pérgola, la marquesina o el jardín. Se pretende introducir visualmente la vegetación en el interior y crear pequeñas estancias exteriores vinculadas entre sí.
A mediados de los 70, la plaza José Toubes Pego se remataba con una pérgola (proyectada por Andrés Fernández-Albalat) que servía de transición con el bullicio urbano. En los 80 Xosé Manuel Casabella construye una cubierta de vidrio que alberga un local de hostelería, al tiempo que permite el despacho directo hacia ámbito cubierto del pasaje. La nueva intervención requiere una máxima reutilización de lo existente, a la vez que una mínima intervención material propicie un cambio en la percepción y utilización del inmueble en sus alrededores. El criterio de eficiencia energética será uno de los mayores retos a resolver, ya que la dominante superficie acristalada mostraba la riqueza de posibilidades de una intensa relación visual de los usos con el parque, pero ofrecía un inaceptable rendimiento ambiental, con problemas de control climático y de escala para las nuevas actividades a incorporar. La construcción se concibe a partir de una materialidad natural y sostenible, utilizando cedro, linóleo y tableros de fibras o virutas de madera.
El proyecto tiene vocación urbana y, por ello, se desarrolla en tres bandas paralelas relacionadas entre sí pero que pueden funcionar independientemente: la del parque con su vegetación, la de la pérgola con su pasaje y la de la calle con la marquesina. Con todo, hay una intención clara por casi hacer desaparecer el pabellón.
Los espacios toman como referencia el tipo escénico (teatro-estudio) con una actitud que trasciende a la división entre productor y usuario. El tamaño posibilita prestar idéntico rendimiento tanto para representaciones como para el proceso de creación de las mismas (seminarios, residencias, talleres…). La condición escénica contiene también la cualidad de mostrar la actividad social interior como linterna que puede alimentar y reforzar la percepción de los jardines como espacio habitable. Si bien las dos salas tienen similares prestaciones técnicas, la diferente posición con respecto al terreno permite enriquecer su idoneidad en cuanto a los accesos, al esparcimiento de la actividad en el exterior o al control de la iluminación natural.
Este espacio juvenil es a la ciudad del estado de bienestar lo que la calle y la plaza fueron a la ciudad comunal y supone dar reconocimiento a esa dimensión informal de la socialización.
El papel social de un centro cívico debe ofrecer herramientas que faciliten la autonomía y la libertad del tejido social de la ciudad. Cuando hablamos de los jóvenes se observa que, en numerosas ocasiones, la vida urbana se orienta en franjas de edad (pequeños, mayores y, por supuesto, adultos) que marginan u olvidan ese período entre los 12 y los 30 años.
Existe la necesidad de escuchar las ideas de la juventud para impulsar sus capacidades y talento. El objetivo es promover hábitos saludables en el tiempo libre y fomentar la participación activa en la vida diaria de la ciudad.
De este modo se hacen más permeables las condiciones de uso para que puedan atender a necesidades colectivas más líquidas, expandiendo la concepción de equipamiento, al desenvolver fórmulas híbridas en donde un equipo de dinamización gestiona los espacios o acompaña a los grupos para organizar actividades por iniciativa propia. En palabras de Pierre Dardot y Christian Laval, “lo común” será lo que garantice la universalidad del acceso a los servicios mediante la participación directa de los usuarios en su gestión.
Así, el parque dispone de un equipamiento abierto todos los días del año en donde desarrollar actividades lúdicas, deportivas o culturales, tanto en el interior del pabellón, como en el espacio público exterior. Además, la incorporación en el proyecto de la zona de espera del bus urbano en uno de los nodos mejor comunicados de la ciudad, resuelve el problema de la movilidad y permite que su influencia trascienda a otros barrios.
Obra: Espacio juvenil en la plaza José Toubes Pego
Autores: LCG arquitectura (Fernando Eiroa Lorenzo, Jorge García Anta)
Ubicación de la obra: Plaza José Toubes Pego 15006 A Coruña (España)
Año: 2021
Superficie: 358,29 m2 (edificación) + 292,14 m2 (urbanización)
Construcción: DESARROLLA OBRAS Y SERVICIOS, S.L.
Colaborador: Rafael Calvo Ruso
Arquitecto Técnico: Antonio Blanco Alzueta
Cálculo estructural: Juan Manuel Ferreiro Oliva
Cálculo instalaciones: Laura Rey Rico
Fotografía: Héctor Santos-Díez + lcgarquitectura.com
Nuevo ciclo, comisariado por la profesora Eva Hurtado, en el que habrá ponencias y mesas redondas sobre el papel de la mujer en la arquitectura y conversaciones entre las arquitectaspionerasy otras más jóvenes, enlazando sus experiencias profesionales.
Conferencia inaugural del Ciclo Arquitectas: Arquitectas en la Bauhaus: Un nuevo arquetipo, por Josenia Hervás y Heras, y posterior mesa redonda bajo el Pioneras de la Arquitectura Española. Las ausentes.
Paseando por mi pueblo he caído en la cuenta de que prácticamente todos los promotores inmobiliarios que han pasado por aquí han dejado calles, plazas y avenidas a nombre de sus padres, de sus hijos, de sus esposas…
Parece mentira que sean esos nombres los que acaben configurando los callejeros de nuestros pueblos y los que vayan a forjar nuestra memoria urbana y la de nuestros hijos.
En mi pueblo ha habido, de siempre, una Plaza de la Fuente porque en ella está la fuente; una Calle de la Vega porque por ella se sale del pueblo y se va hacia la vega; una Calle del Cristo que sube desde la plaza hasta la hoy desaparecida ermita del Cristo; una Calle Ancha porque era la más ancha; una Calle de la Botica porque… Así de simple y de sencillo era mi pueblo.
Después se pusieron nombres a algunas calles nuevas: A una el de un cura que estuvo muchísimos años y a quien la gente recordaba con cariño; a otra el de un médico muy querido que pasó aquí casi toda la vida; a otra el de un secretario por lo mismo… Hay un parque a nombre de un vecino (tío abuelo mío), y así algún otro lugar del pueblo. Me parece muy bien: Los nombres de vecinos queridos y respetados, de personas a las que el pueblo quiere recordar para siempre; gente insignificante para el mundo pero muy importante para sus vecinos, y de la que éstos quieren guardar memoria.
Sin embargo, en estos últimos años un promotor nos ha dejado una avenida a nombre de su madre, otra a nombre de su padre, un parque a nombre de su mujer y yo qué se qué más. Otro nos ha dejado una avenida a nombre de su empresa (que a su vez contiene las iniciales de sus hijos) y una plaza a su propio nombre. Otro más nos ha dejado una plaza a nombre de su padre. Otro una calle a nombre de su esposa. Etcétera.
¿Quiénes son estos personajes que pueblan nuestros callejeros?
Pues gente que no pisaron jamás el pueblo, que no lo conocen de nada y a quienes nadie del pueblo conoce. Y cuyos nombres quedan grabados sin fundamento, sin necesidad, sin reconocimiento y sin justicia.
Es un ejemplo más del disparate que se ha adueñado de nuestras vidas.
En una época de enorme crecimiento, los administrativos del ayuntamiento se las veían y se las deseaban para buscar nombres de flores para nombrar las calles de una urbanización, de pájaros para otra, de escritores para otra, de minerales para otra, de islas para otra más, etcétera.
Es una consecuencia, tal vez tonta e insignificante, de este urbanismo de PAUs, de zonificación brutal y expeditiva, de creación de tejido urbano de la nada que hemos padecido: De este «Hurbanismo».
En los proyectos de urbanización las calles se llamaban A, B, C, D…, y cuando se terminaban y la gente empezaba a vivir en las casas resultantes el ayuntamiento tenía que poner deprisa y corriendo «Calle de Pío Baroja», «Calle de Miguel de Unamuno», «Calle de Valle-Inclán», «Calle de Ramiro de Maeztu»… o «Calle de la Oropéndola», «Calle del Jilguero», «Calle del Gorrión», «Calle de la Paloma»… Etcétera. Así, porque sí y a capón.
Así que si el promotor de turno ya les daba resuelto el asunto y les presentaba un plano con los nombres de las calles ya puestos -Avenida de Antonia Motilla Sánchez (su esposa), Calle de Luis Alberto Pérez Motilla, Calle de Juan José Pérez Motilla, Calle de María Teresa Pérez Motilla y Calle de Leonardo da Vinci (es que no tenía más hijos)-, el ayuntamiento le daba el okey y se quedaba tan contento.
La verdad es que para esto yo habría preferido dejar los nombres fríos de los planes parciales: «Calle A de la Primera Fase del SAU 24«; como los asteroides que se van descubriendo ahora, que ya no tienen nombres de dioses romanos, sino de conservantes.
Una variante divertida de este fenómeno se ha dado en más de un lugar (esta vez no en mi pueblo) cuando el promotor, una vez saciado su amor filial, conyugal y paternal, delegaba en el arquitecto la tarea de nominar las demás calles, y éste decidía convocar y concitar a todos sus héroes. Y así nos encontramos alguna urbanización con las calles Alvar Aalto, Frank Lloyd Wright, Miguel Fisac, Santiago Calatrava y Rafael Moneo. Y lo más impresionante es que en ellas hay unas casas que no tienen nada que ver con ellos, porque las casas ya sí las diseñaba el promotor a su gusto. («Es que esto es lo que vende»).
En la imagen superior se ve un fragmento de plano del callejero de un pueblo en el que podemos ver las calles de Alvar Aalto, de Miguel Fisac, de Sainz [sic] de Oiza, de Álvaro Siza, de Norman Foster, de Santiago Calatrava y de Rodrigo Carrasco (que ya estaba allí antes y viene de otra historia). (Las que no aparecen rotuladas en este plano son las calles de Rafael Moneo, de Frank Gehry y de Pablo Palazuelo (¿?). Y fuera del fragmento seleccionado, por el sur, siguen la de Walter Gropius y la de Alonso de Covarruvias. (Menudo cacao).
Fuera de este fragmento, por el este, nos encontramos con las calles de Bramante, Juan de Villanueva, Ventura Rodríguez, Andrea Palladio, Francisco Sabatini…
Veamos ahora unas casas en la Calle de Alvar Aalto.
Otras en la Calle de Sainz de Oíza [repito el sic].
Y otras en la Calle de Norman Foster.
Pienso que todo forma parte del mismo caótico y estúpido mundo en el que todo lo confundimos y revolvemos.
Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos.
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor; ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
Todo es igual. Nada es mejor. Lo mismo un burro que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón los inmorales nos han igualao.
Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón.
¡Pero qué falta de respeto! ¡Qué atropello a la razón!
Iba a poner un par de versos de Cambalache, ¿pero qué versos elegir? ¿Cuándo parar?
(Perdón por la digresión. En cuanto se me va la pinza un poquito me voy a Cambalache. No tengo arreglo).
Todo es igual. Nada es mejor. Lo mismo el cura que la madre del urbanizador.
Salgo a pasear y me veo como un zombie, vagando por calles con nombres extraños, de personas que no sé quienes son, o de personas famosas que no tienen nada que ver con mi pueblo, o de ciudades europeas, o de razas de perros, o de juegos de mesa, o de árboles, o de lo que sea, a modo de catálogos incompletos e incoherentes (¿por qué Walter Gropius hace esquina con Alonso de Covarrubias?; ¿por qué el ornitorrinco?; ¿a santo de qué el níspero?; ¿qué pinta la Calle de la Isla de Alborán en un pueblo de la Sagra toledana?), entre los que me pierdo como en una ciudad extraña, que ya no tiene nada que ver conmigo y en la que naufrago huérfano de mi propia memoria, en unas calles hostiles que tienen nombres de mentira y donde hay casas de mentira y vive gente de mentira. Gente como yo, que ya ni sé dónde estoy ni de dónde soy.
José Ramón Hernández Correa · Doctor Arquitecto
Toledo · Diciembre 2015
Yo era como un niño de pan, así me llamaban, pedía -a mis padres- ir a comprarlo; demostrar que podía hacerlo era para mí era una gran responsabilidad. Desde llevar la bolsa de tela con bordados hechos por mi madre, el dinero empuñado en la mano, contar con los dedos que me entregaran la cantidad exacta, escogerlos de la vitrina, señalándolos uno a uno (ante la mirada atenta del despachador) eligiendo siempre los más tostados, hasta contar el vuelto –ya con la mano estirada- antes de salir raudamente de la panadería e ir corriendo a casa para que no se enfríen.
Llegar a casa, poner la mesa, centrar la panera, y entregar el vuelto, que era contado -inadvertidamente- por mi madre; era todo para mí. Pero, no iba y venía solamente, estando en la calle observaba muchas cosas.
Siempre -de niño- había procurado aventurarme a la calle, andar sin pisar las líneas de la calzada, sentir la grama húmeda en mis piernas -aun de tez suave-, había días que cuando salía de casa sentía -ya en la calle- que un hada madrina me llegaba a alcanzar y tocar con su varita mágica sobre mi cabeza. Lo curioso es que desde que lo he sentido no ha dejado de hacerlo. Pienso que son muchas hadas -de todo tamaño y velo- las que me han llegado a tocar la cabeza al vuelo con su varita mágica.
Confieso que desde pequeño quizás le he corrido asustadizamente -para que no logre alcanzarme- pensando que me caería una maldición o una llamada de atención por desobedecer a mis padres. Pero, igualmente, escabullándome me llegaba a tocar, y lo más curioso es que a penas lo hacía su figura se esfumaba rápidamente. Luego casi a penas la podía sentir. Esa sensación ingresaba a mi morada y luego al alma, algo así como a la casa y luego al hogar de uno.
Con el pasar del tiempo ya no corro cuando la veo, me calmo, la aguardo, la miro, intento tocarle su mano con el índice estirado, pero sin lograr alcanzarla: eso si siento poco a poco como su energía se vacía desde lejos hasta agotarse en mí.
A medida que uno crece cada vez se siente más sutilmente, algún día quizás ya no la vea porque vivirá en mí.
Tu propia vida te aclama por donde vas y pisas, solo tienes que levantar la mirada y estar atento por si un hada madrina te escoge o elige, solo tienes que andar sin sendero, solo andar. Así, hasta hacerte adulto y volar.
La Fundación Arquitectura y Sociedad presenta «Después de todo, la ciudad», un podcast sobre el presente y el futuro de nuestras urbes, y sobre cómo cambian cada día.
«Después de todo, la ciudad» es un podcast sobre cómo habitamos las ciudades, pero no hablamos solo de arquitectura. Cada episodio, un tema: economía, movilidad, alimentación o tecnología son actores esenciales en el difícil arte de vivir juntos.
«Después de todo, la ciudad» es un programa promovido por la Fundación Arquitectura y Sociedad, dirigido y presentado por Inmaculada Maluenda y Enrique Encabo, y con diseño sonoro de Pedro Portellano. Cuenta, además, con la colaboración de El Cultural y el apoyo del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
Episodio 1/6. Del campo a la ciudad
Con Sergio del Molino, Ana Iris Simón y Manuel Campo Vidal. España manifiesta un preocupante desequilibrio: mientras las grandes urbes no paran de crecer, las poblaciones pequeñas y medianas, así como el campo, sufren una pérdida incesante de capital humano, particularmente acentuado en el sector de la población más joven. Este primer episodio, «Del campo a la ciudad» aborda, durante 70 minutos, un problema que no solo es socioeconómico y territorial, sino de simples derechos ciudadanos.
A principios de la década de 1980, el periodista Avelino Hernández viajó por los pueblos de la provincia de Soria. En uno de ellos, encontró a un hombre solo, sentado, y le preguntó cuántos vecinos eran:
— Está hablando usted con la mitad.
Han pasado 40 años, pero continúa siendo una escena reconocible.
Las ciudades afrontan en España un problema dual: por un lado, las capitales, las grandes urbes, no paran de crecer; por otro, las poblaciones pequeñas y medianas, sobre todo las situadas entre Madrid y la costa, sufren un goteo incesante de su capital humano que se acentúa particularmente en el sector de la población más joven.
Se trata de un fenómeno que los medios han recogido bajo distintos titulares. La España vacía, el afortunado sintagma acuñado por Sergio del Molino, ha dado lugar a todo tipo de variantes: la España vaciada, la España despoblada, la España en la que nunca pasa nada… Son matices de un problema que no solo es socioeconómico y territorial, sino de simples derechos ciudadanos. ¿Es la emigración a las grandes ciudades de nuestro país la única salida para disponer de oportunidades? ¿Cómo ha cambiado la vida de las personas fuera de las grandes concentraciones urbanas? ¿Qué futuro ofrece la vida rural? ¿Debemos aferrarnos a la tecnología como solución?
«Del campo a la ciudad», el primer episodio de esta serie de podcast, aborda precisamente esas relaciones entre las grandes urbes y los pequeños pueblos de España con tres invitados que han reflexionado, investigado y escrito sobre este problema: Ana Iris Simón con Feria, unas memorias costumbristas de ciudad y pueblo; Sergio del Molino con su fundacional La España vacía, la obra que abrió el debate; y, por último, el periodista Manuel Campo Vidal quien, con su manifiesto y libro La España despoblada, se ha erigido como una de las voces más reivindicativas frente al desequilibro territorial y demográfico de nuestro país.
Los invitados
Sergio del Molino (Madrid, 1979) es autor, entre otros, del ensayo ‘La España vacía’ (2016). Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por ‘La hora violeta’ (2013) y el premio Espasa por ‘Lugares fuera de sitio’ (2018). Entre sus novelas destacan ‘La piel’ (2020) o ‘Lo que a nadie le importa’ (2014). Su último libro es ‘Contra la España vacía’ (2021).
Ana Iris Simón (Campo de Criptana, 1991) estudió en el CP Vicente Aleixandre y en el IES Alpajés, ambos de Aranjuez, para terminar cursando Periodismo y Comunicación Audiovisual en la URJC. Ha trabajado como periodista en TELVA y VICE España y actualmente es columnista en El País. En 2020 publicó su primer libro, ‘Feria’ (Círculo de Tiza).
Manuel Campo Vidal es Doctor en Sociología y Licenciado en Periodismo. Es Presidente y profesor de comunicación en Next Educación. Dirige y es profesor del Instituto de Comunicación Empresarial. Es Presidente Emérito de la Academia de las Artes y las Ciencias de la Televisión en España.
Episodio 2/6. Alimentar la ciudad
Con Carolyn Steel, Marcela Villarreal y Martín Caparrós. En 2030, habrá 40 ciudades con más de 10 millones de habitantes y, para 2050, dos tercios de la población mundial en áreas urbanas. ¿Cómo vamos a alimentar a esas megalópolis? En este programa especial, «Alimentar la ciudad» se aborda, durante 90 minutos, las distintas ramificaciones de la cadena alimentaria, desde los cultivos a los desperdicios.
El programa
Hay cierto consenso en que la calidad de nuestra dieta es directamente proporcional al PIB. Así, la deseable mejora en nuestro nivel de vida debe ir acompañada de una calidad y una seguridad alimentaria que no están, ni mucho menos, garantizadas. Conforme a esa incertidumbre, el futuro solo parece tener un sentido: para dar de comer a los diez mil millones de seres humanos que seremos en 2050, habrá que cultivar nuevas tierras, pagar más por la energía, afrontar la demanda de la nueva clase media de dos gigantes, la India y China, y, sobre todo, hacerlo de manera medioambiental y económicamente sostenible.
Se trata de un reto en el que las ciudades, las grandes consumidoras, habrán de tener un papel protagonista. ¿Pueden alimentarse sin tener en cuenta al campo? ¿Deben ser los alimentos un activo económico? ¿Cómo podemos afrontar las dos grandes deficiencias alimentarias de nuestro mundo, el hambre y la obesidad? ¿Qué papel tienen las nuevas iniciativas, de la carne sintética a los cultivos urbanos?
«Alimentar la ciudad», el segundo episodio de esta serie de podcasts, es un programa que aborda precisamente esas relaciones entre casa y comida, desde la antigüedad al futuro, con tres invitados que se han aproximado al tema de maneras muy diferentes: Carolyn Steel con Ciudades hambrientas, un completo estado de la cuestión; Marcela Villarreal, como representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); y, por último, el periodista y escritor Martín Caparrós, autor de El hambre.
Los invitados
Carolyn Steel es arquitecta por la Universidad de Cambridge y reflexiona, en su trabajo, sobre las consecuencias urbanas de la alimentación. Tras un periodo de docencia en la London School of Economics, elaboró para su alma mater una serie de conferencias sobre comida y ciudad entre 2002 y 2012, las primeras en su género. Autora de Ciudades Hambrientas (Capitán Swing, 2020; edición original, 2008), ha publicado recientemente Sitopia: How food can save the world (Vintage, 2020), aún no traducida a nuestro idioma.
Marcela Villarreal es Dra. en Sociología Rural (Universidad de Cornell) y posee licenciatura y máster en Ingeniería de Sistemas y Computación (Universidad de los Andes, Bogotá). Coordina el programa marco de la FAO de apoyo a la Inversión Responsable en Agricultura y Sistemas Alimentarios. Ha trabajado para varias agencias de las ONU y el Gobierno de Colombia. Ha liderado misiones en 40 países y ha publicado numerosos artículos sobre seguridad alimentaria, género, pobreza, equidad, empleo y tenencia de la tierra.
Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) se licenció en historia en París, vivió en Madrid, Nueva York y Barcelona, hizo periodismo en gráfica, radio y televisión, dirigió revistas de libros y revistas de cocina, tradujo a Voltaire, a Shakespeare y a Quevedo, recibió la beca Guggenheim, los premios Planeta y Herralde de novela, los premios Tiziano Terzani y Caballero Bonald de ensayo, los premios Rey de España y Moors Cabot de periodismo. Ha publicado más de treinta libros en más de treinta países. Los últimos –libros, no países– son las novelas Sinfín y Todo por la patria y el ensayo Ñamérica.
Episodio 3/6. La ciudad en movimiento
Con Jan Gehl, Carlos Moreno e Inma Martínez. Enrique Peñalosa ha sido alcalde de Bogotá en dos ocasiones. En una ciudad dominada por los trancones o atascos, supo ver que la solución no estaba en dar más espacio al coche, sino en fomentar que la gente con menos recursos se moviese mejor. Y dejó una frase memorable:
«Una ciudad avanzada no es aquella en la que los pobres tienen auto, sino en la que hasta los ricos utilizan transporte público».
El programa
Aunque suena muy bien, refleja solo una parte del camino necesario. En las grandes ciudades hemos creado parques donde antes teníamos autovías, pero también nos las hemos arreglado para expulsar a la población de los centros, con lo que muchas personas se ven obligadas a tomar su coche cada mañana para acudir al trabajo. Las situación conduce a un problema medioambiental de primer orden —más o menos, un 30 % de las emisiones de CO2 en el mundo provienen de medios de transporte— que afecta, además, a nuestra salud y a la consistencia del tejido social.
¿Cómo convertir la movilidad en un derecho? ¿De verdad podremos prescindir en algún momento del automóvil? En este programa del podcast, «La ciudad en movimiento», se abordan las distintas soluciones y modelos que atañen a la movilidad urbana de las grandes urbes, desde el peatón hasta el coche autónomo. Se hace a partir de las aportaciones realizadas a través de la investigación y práctica de tres invitados que han abordado el tema y su problemática desde facetas muy distintas. Primero, el arquitecto Jan Gehl, una referencia mundial en la condición humana del espacio público. Después, Carlos Moreno, investigador en la Sorbona y asesor de la ciudad de París para la implantación del modelo ‘La ciudad de los quince minutos’. Por último, Inma Martínez, experta en Inteligencia Artificial y en la industria del automóvil autónomo.
Los invitados
Jan Gehl (Copenhague, 1936) es arquitecto y catedrático de Diseño Urbano en la Escuela de Arquitectura de la Real Academia danesa de Bellas Artes. Su estudio, Gehl Architects, cuenta con sedes en Copenhague, San Francisco y Nueva York. Ha sido asesor de estrategia y diseño urbano de diversas ciudades de Europa, América del Norte, Australia y Lejano Oriente. Con su enfoque en el peatón y las relaciones sociales, su libro La humanización del espacio urbano (Reverté, 2006; reed. 2009), publicado por vez primera en 1971, se considera un clásico de del diseño de ciudades. Ha sido reconocido con el Premio de investigación Edra/Places y el Sir Patrick Abercrombie, concedido por la Unión Internacional de Arquitectos, por sus aportaciones al urbanismo y la ciudad. Es doctor honoris causa por la Universidad Heriot-Watt de Edimburgo.
Carlos Moreno (Tunja, Colombia, 1959) es director científico de la cátedra ETI ‘Emprendimiento-Territorio-Innovación’ en la Universidad de París IAE-Panteón Sorbona (Francia). Investigador especializado en el estudio de sistemas complejos, su actividad se ha desarrollado en el ecosistema de innovación en torno a la transferencia de tecnología a la industria, pymes, start-ups y la divulgación científica, con aportaciones como la ‘Ciudad digital y sostenible’ en 2006, la ‘Smart City Humana’ en 2012, la ‘Ciudad viva’ en 2014, y la aclamada ‘Ciudad de los 15 minutos’ en 2016, que desarrolla para la ciudad de París, en calidad de asesor de su alcaldesa, Anne Hidalgo.
Inma Martínez (Valencia, 1964) es ingeniera y experta en Inteligencia Artificial (AI). Además de trabajar como asesora de modelos de emprendimiento de negocio para más de 250 empresas y consorcios internacionales. Ha colaborado con los gobiernos de Reino Unido, España y Malasia en el análisis y desarrollo de modelos competitivos para el fomento de la transformación digital y el progreso social, sector pionero que le ha llevado a ser reconocida a nivel internacional por medios como la revista Times. En su condición de tecnóloga digital, ha desarrollado una investigación pormenorizada sobre el el coche autónomo y su potencial e impacto en la movilidad del presente y futuro de nuestras ciudades, que ha publicado en The future of the Automotive Industry (Apress, 2021), su último libro.
Episodio 4/6. Economía y ciudad
Con Edward Glaeser, Milena Almagro y Jorge Dioni López. La economía suele pensarse como un asunto abstracto, de índices y déficits, y que parece conectar el gobierno de los países con el bolsillo propio. Sin embargo, existen ciertos estados intermedios que nos afectan a todos y tienen su reflejo en el entorno más inmediato. En España, por ejemplo, el sector de servicios —también denominado sector terciario— representa más del 70% del empleo y del Producto Interior Bruto. Y esos servicios dependen del contacto cara a cara, de nuestra tendencia a agruparnos: son, en su inmensa mayoría, urbanos.
El programa
Las ciudades son nuestros centros de actividad económica, pero ¿cuáles, las de los ricos o las de los pobres, como distinguía Platón en su República? Todo cuenta. Mantener o demoler un edificio no es un asunto estético, sino que afecta al bolsillo de todos, y tampoco otras recetas que considerábamos seguras, como la construcción de grandes equipamientos, parecen ser la solución. Por otro lado, el progresivo encarecimiento de la vida urbana ha desplazado a la población a las periferias, con desastrosas consecuencias económicas y ambientales. La pregunta quizá sea otra. ¿Qué significa, hoy por hoy, crecer?
En este programa dedicado a «Economía y ciudad» se abordan las distintas vertientes del intercambio urbano, de la creación de grandes atractores de capital a los cambios en el sistema productivo, a través de tres invitados que han abordado el tema desde facetas complementarias: Edward Glaeser, profesor en Harvard y autor de El triunfo de las ciudades; Milena Almagro, economista urbana y docente en la Escuela Booth de Chicago; y, por último, Jorge Dioni López, autor de uno de los ensayos de mayor impacto en el último año, La España de las piscinas, una crónica sobre cómo el urbanismo neoliberal ha alterado el mapa político y económico de nuestro país.
Los invitados
Edward Glaeser (Nueva York, 1967) es economista y docente en Harvard desde 1992, donde ostenta la cátedra Fred and Eleanor Glimp de Economía. Asimismo, es el codirector del Programa de Investigación de Ciudades en el International Growth Center, afiliado a la London School of Economics y a la Universidad de Oxford, y miembro del Manhattan Institute. Entre sus libros, figuran El triunfo de las ciudades (Taurus, 2011; reed 2020) y el reciente Survival of the city: Living and thriving in an age of isolation (Basic books, 2021), escrito en colaboración con David Cutler.
Milena Almagro (Madrid, 1988) es graduada en Matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid, máster en Econometría y Matemáticas Económicas por la London School of Economics, graduada en Economía por la Universidad de Cambridge y doctorada en Economía por la New York University. Sus trabajos se han publicado en revistas académicas como Theoretical Economicsy Journal of Urban Economics: Insight. En la actualidad, es profesora en la Chicago Booth School of Business y en el Departamento de Economía de la Universidad de Chicago. Su trabajo aborda la economía urbana desde un punto de vista estructural.
Jorge Dioni López (Benavente, Zamora, 1974) es licenciado en periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona. Ha trabajado en diarios (Sport, Marca y Metro), radio (Cadena SER, RNE y Ràdio Gràcia), revistas (Vanity Fair, GQ y El estado mental) y comunicación institucional (Alcatel-Lucent y Asociación de Clubes de Baloncesto). En la actualidad, es profesor de lectura y escritura en la Escuela de Escritores, realiza tareas de comunicación corporativa para la agencia Dobleh y colabora con la revista La Marea. En 2021 publicó La España de las piscinas (Arpa), que se encuentra ya en su quinta edición.
Episodio 5/6. Economía y ciudad
Con José Carlos Arnal / Daniel Sarasa, Kate Crawford y Carlos Barrabés
«La tecnología es la respuesta, pero ¿cuál era la pregunta?» Pronunciada hace más de medio siglo, la frase de Cedric Price resuena con más fuerza que nunca en las ciudades contemporáneas, cada vez más entregadas a las tecnologías de la información. Desde el tráfico o la logística a la gestión energética, conforman una red invisible cuyo impacto se deja sentir en todos los procesos que conforman nuestro día a día.
Sin embargo, este mundo de apps e intangibles despierta casi tantas expectativas como interrogantes. Por un lado, la digitalización podría contribuir al equilibrio territorial, pero uno de sus activos principales, el de los datos, no solo privilegia a las concentraciones urbanas, sino que también se ofrece como el nuevo escenario de la pugna entre las empresas privadas y los poderes públicos. Eso por no hablar de las incertidumbres respecto al empleo, tanto en calidad como en cantidad, que parecen caracterizar a esta nueva era.
El programa
Sin embargo, este mundo de apps e intangibles despierta casi tantas expectativas como interrogantes. Por un lado, la digitalización podría contribuir al equilibrio territorial, pero uno de sus activos principales, el de los datos, no solo privilegia a las concentraciones urbanas, sino que también se ofrece como el nuevo escenario de la pugna entre las empresas privadas y los poderes públicos. Eso por no hablar de las incertidumbres respecto al empleo, tanto en calidad como en cantidad, que parecen caracterizar a esta nueva era.
En este programa«La ciudad de los intangibles» dedicado a la tecnología en la ciudad se abordan las distintas fricciones de la innovación, desde quién decide sobre lo digital a las consecuencias terrenales de la ‘nube’ a través de tres conversaciones con expertos de muy distinto calado: José Carlos Arnal y Daniel Sarasa, autores de Ciudad abierta, ciudad digital; la académica australiana Kate Crawford, quien acaba de publicar en español Atlas de la Inteligencia artificial y Carlos Barrabés, uno de los pioneros del comercio electrónico en España.
Los invitados
José Carlos Arnal (Zaragoza, 1958) es periodista. Ha dirigido el Parque Científico Tecnológico Aula Dei y la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento. Impulsó proyectos como el Centro de Arte y Tecnología Etopia y el Comité Internacional de Expertos en Innovación Urbana. Daniel Sarasa (Zaragoza, 1972) es ingeniero de Telecomunicaciones. Contribuyó a poner en marcha la red wifi municipal, el sistema público de incubadoras y la Estrategia de Gobierno Abierto de Zaragoza. Dirige la fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento y es editor del blog de innovación urbanaUrbequity.com.
Kate Crawford (Australia, 1976) investiga sobre las consecuencias sociales, políticas y económicas de la inteligencia artificial. Ejerce de profesora investigadora en la Universidad del Sur de California (USC Annenberg), así como en el laboratorio de investigación de Microsoft en Nueva York. Ha sido docente invitada en la École Normale Superieure. En la actualidad, lidera el Knowing Machines Project, una investigación colaborativa de carácter internacional sobre las bases y principios del aprendizaje automático. Otras facetas de su trayectoria son las investigaciones en el ámbito de las artes visuales. Su Anatomy of an AI System, en colaboración con Vladan Joler, se exhibe en la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Su último libro es Atlas de la inteligencia artificial (Fondo de Cultura Económica, 2022).
Carlos Barrabés (Benasque, 1970) es presidente y fundador del Grupo Barrabés. A lo largo de su carrera profesional ha colaborado y colabora con instituciones de todo el mundo en diversos ámbitos, destacando su compromiso con el emprendimiento como movimiento capaz de ayudar a transformar el mundo. La capacidad del emprendimiento para convertirse en un elemento dinamizador de ecosistemas es uno de sus principales focos de interés y, por ello, trabaja intensamente en desarrollar ecosistemas complejos que contribuyan al desarrollo de su entorno. Entre sus pasiones se encuentran en las causas de carácter social, la educación y el mundo rural, ámbitos en los que ha desarrollado su actividad y que considera imprescindibles para lograr un equilibrio como sociedad.
Episodio 6/6. Energía para la ciudad: crisis y cambio climático
Con Timothy Mitchell, Antonio Turiel y Hélène Chartier
Las ciudades son hijas de la energía. La explosión de los combustibles fósiles a lo largo del siglo XIX facilitó la expansión urbana, un crecimiento que, desde entonces, no se ha detenido. Queremos cada vez más y, cada vez, más barato: la electricidad, energía lista para el consumo, costaba a principios de este siglo poco más que la centésima parte que cien años atrás, en 1900.
El programa
El problema es que ese precio no tiene en cuenta el auténtico coste: la salud del planeta. Los combustibles fósiles han ido llegando, poco a poco, a su pico de producción, y ni las previsiones más optimistas sueñan con una sustitución por las llamadas renovables. Hace ya casi cuarenta años que se habla de sostenibilidad, pero las emisiones de carbono de la industria de la construcción han crecido, en la última década, al menos un 1% cada año. Probablemente, la respuesta no esté en mantener nuestros hábitos de consumo, por muy verdes que sean, sino en reducirlos.
En este programa dedicado a la energía y sostenibilidad de nuestras urbes se abordan tres momentos de esta historia. El pasado, con la explosión de los combustibles fósiles y su incidencia sobre la organización del mundo, queda a cargo de Timothy Mitchell, catedrático en Columbia y autor de Carbon democracy, una historia política de la energía. El actual momento de transición energética, con todas sus incertidumbres, se detalla a través de una conversación con Antonio Turiel, científico del CSIC y autor de Petrocalipsis y Sin energía. Y el futuro se aborda con Hélène Chartier, directora de la sección de planeamiento urbano del c40, la alianza de ciudades contra el cambio climático.
Los invitados de «Energía para la ciudad»
Timothy Mitchell (Londres, Inglaterra; 1955) ocupa el cargo de William B. Ransford Professor para estudios de Oriente Medio, África y Sur de Asia en la Universidad de Columbia (Nueva York). Antes de 2008, año de incorporación a esta universidad, enseñó durante 25 años en la New York University. Mitchell se formó en Cambridge y Princeton en derecho, historia y teoría política, y su trabajo aborda las conexiones entre la historia y las ciencias sociales.
Gran parte de sus escritos tratan sobre la historia y la política contemporánea de Egipto, un tema sobre el que ha investigado a lo largo de cuadro décadas. Sus textos —traducidos al árabe y otros quince idiomas— examinan la historia del colonialismo, la componente política de la energía y la economía política del capitalismo, así como la creación del conocimiento experto. Entre sus libros se cuentan Colonising Egypt, Rule of Experts, and Carbon Democracy: Political Power in the Age of Oil, volumen que se reeditará a lo largo de 2023.
Antonio Turiel (León; 1970) es científico y divulgador. Licenciado en Físicas, en Matemáticas y doctor en Física Teórica, es investigador científico en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (CSIC). Su investigación se ha centrado en la turbulencia y la oceanografía por satélite, aunque también es experto en el ámbito de los recursos naturales. Su blog, The Oil Crash, es una de las grandes referencias en castellano sobre el problema del cénit del petróleo. En los últimos años ha publicado Petrocalipsis (2020) y Sin energía: pequeña guía para el Gran Descenso (2022), ambos en editorial Alfabeto.
Hélène Chartier (Bondy, Francia; 1978) es la directora del departamento de Planeamiento Urbano y Proyectos en c40 Cities. Su trabajo consiste en ayudar a las ciudades a acelerar la puesta en marcha de políticas urbanas y de proyecto que sean resilientes y sostenibles. Con este cometido, lidera la Land Use Planning Network del c40 —una red de planeamiento de la que, en España, forman parte Madrid y Barcelona—, el programa Green & Thriving Neighborhoods el concurso Reiventing Cities, que promueve proyectos de regeneración urbana resilientes y libres de carbono en ciudades de todo el mundo.
Antes de su incorporación al c40, trabajó como asesora de la alcaldesa de París Anne Hidalgo. También ha trabajado en el departamento de urbanismo de esa ciudad, así como para la consultora internacional Arup. Hélène posee un master en ciencia e ingeniería de la École Centrale, y está especializada en edificación e ingeniería civil. En los últimos 15 años ha vivido en París, Londres y Nueva York.
El proyecto se ubica al borde de un bosque, entre el núcleo tradicional y una nueva área de desarrollo en un pequeño pueblo de la cuenca de Pamplona.
La singularidad tipológica reside en la inclusión de viviendas “apiladas”, -6 por planta en 3 alturas-, resueltas aparentemente dentro la sección de vivienda unifamiliar. Ello proporciona una imagen cercana a la tradicional sección de “casa”, acorde con la volumetría de las viviendas del núcleo urbano.
La distorsión de la escala, se provoca mediante la extrusión de la sección, y se acentúa mediante taludes en contacto con el terreno, así como con la sombra generada por la gran profundidad de las terrazas.
La adaptación topográfica se resuelve mediante taludes vegetados, -evitando cierres y muros-, imponiendo un desbordamiento del suelo acortando visualmente la sección construida.
El caparazón que conforma la sección gestualiza también su postura respecto de la orientación cerrándose a norte y abriéndose a sur. La fachada norte se resuelve mediante ventanas “saeteras”, rasgadas y aleatorias, buscando una relación rítmica con los troncos de los árboles del bosque al cual se orientan. La fachada sur se resuelve mediante profundas terrazas corridas.
La envolvente del caparazón se resuelve mediante la utilización de un único material -fachadas y cubierta-, confeccionada mediante acero perfilado grecado alistonado. El color bronce proporciona una imagen y una textura cambiante en función del soleamiento, la nubosidad, la estación o la hora del día.
Obra: 18 Viviendas en el bosque
Ubicación: Zizur Mayor, Navarra, España
Autor: Vaillo + Irigaray Architects
Equipo de Proyecto: Yago Fernández, Javier Oyanarte, Amaia Lumbreras
Colaboradores asociados: Eduardo Ozoidi – Estructura, Naven ingenieros – Ingeniería, Javier Escuchuri – Aparejador, Goyo Larumbe – Lineal – Metalistería, Obramas – Constructora
Año: 2022
Superficie Construida: 2500 m2
Fotografía: Rubén Pérez Bescós + vailloirigaray.com
Conferencia dedicada al arquitecto madrileño Luis Moya Blanco (1904-1990) como parte del ciclo Maestros Modernos de la Fundación Arquitectura COAM.
Con este ciclo se quiere poner de manifiesto la importancia que el patrimonio arquitectónico contemporáneo tiene para la sociedad del siglo XXI, la necesidad de su reconocimiento social y de su mantenimiento y conservación.
Catedrático de las escuelas de Madrid, de la que fue director, y Navarra, fue maestro de algunos de los principales arquitectos españoles del siglo XX.
Se distinguió por su maestría en el uso del ladrillo y por sus arriesgadas cubiertas en las que mostró un variado repertorio formal y un interesante tratamiento del espacio, muchas veces basado en las posibilidades de la bóveda tabicada técnica sobre la que escribió varios tratados. Sus proyectos denominados «sueños arquitectónicos» y su participación en algunos de los principales movimientos del arte contemporáneo europeo, entre los que destaca el del grupo surrealista, le convirtieron en referencia obligada para varias generaciones de arquitectos.
Intervendrán Antón Capitel y Javier García-Gutiérrez Mosteiro.
Los siglos no comienzan cada cien años. Lo recuerda el libro Lo viral (2020), cuando explica que los grandes acontecimientos que transforman el mundo trasladan ese inicio a otras fechas más significativas, aquellas que realmente suponen un cambio de época. El siglo de Xosé Bar Bóo (Vigo, 1922 – Santiago de Compostela, 1994), que se conmemora este año, empezó mientras un joven arquitecto austriaco se encontraba en Berlín, trabajando en el estudio de un arquitecto prusiano algo más mayor. Unas décadas después, las mismas manos que descubrían el oficio en Alemania sostienen una maqueta en la Escuela de Arquitectura de Madrid, señalando el inicio simbólico de otra biografía. De algún modo, se trataba de un nuevo comienzo.
La fotografía que recoge ese momento no es un simple registro de un visitante extranjero que acude a la Escuela, es el retrato de un nombre consagrado avalando el trabajo de un estudiante de cuarto curso. Y resulta todavía más relevante cuando descubrimos que el proyecto que se muestra es una vivienda pensada para la ciudad natal del estudiante. En la maqueta destacan los potentes muros de piedra y una ligera estructura de hormigón, cerrada hacia los vientos y abierta hacia el horizonte. Ambos, maestro y discípulo, se reconocen en una misma arquitectura. El primero, debido a las casas que ha proyectado al otro lado del Atlántico, en la costa este de los Estados Unidos. El segundo, por las que desea proyectar a lo largo de la costa gallega.
A ese reconocimiento inicial siguieron otros, que marcaron los sucesivos comienzos de su biografía, como el primer encargo, aun siendo estudiante, para la casa familiar en Vigo, que convierte en un manifiesto construido. La promesa de la maqueta de la Escuela se fue haciendo realidad proyecto a proyecto y, a comienzos de los sesenta, su nombre aparecía en las publicaciones especializadas del momento, como Arquitectura Española Contemporánea o la edición española de la Historia de la Arquitectura Moderna. Estos dos libros lo situaban como uno de los representantes fundamentales de la tercera generación moderna, una tarea que refrendó enseguida, con sus primeras obras, recogidas a finales de la década en los números dedicados a Galicia de las revistas Arquitectura y Hogar y Arquitectura.
El arquitecto nos dejó a finales del siglo veinte, convertido en maestro. Se iniciaron entonces otros reconocimientos editoriales a título póstumo. El Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia, institución de la que había sido decano entre 1977 y 1979, le dedicó una gran monografía, Xosé Bar Bóo Arquitecto (1996), hoy agotada. La Fundación Barrié publicó otra monografía titulada La obra de Xosé Bar Bóo. Una arquitectura a la medida del hombre (2000), con un exhaustivo estudio sobre su vida y obra, derivado de una tesis doctoral. En fechas más recientes, otra tesis doctoral, La obra de Xosé Bar Bóo: objetividad y dimensión colectiva (2016), sigue demostrando el interés por su arquitectura en el siglo XXI, y cómo esta tiene la capacidad de ofrecer múltiples lecturas y aproximaciones.
Cuando celebramos el siglo de Bar Bóo nos sumamos a todas esas aportaciones que nos han precedido desde ámbitos y lugares diferentes, conmemorando ese siglo propio que se construye a partir de relaciones y de momentos significativos, más allá de unas fechas que acotan un inicio y un final. Elogiamos a un autor que, con su arquitectura, quiso convertirse en un hombre de su tiempo, como había sucedido con aquel que, durante un instante eterno, sostuvo su maqueta en la Escuela de Madrid. Hoy, como entonces, siempre queda algo por escribir, siempre es posible un nuevo comienzo.
Actualmente el edificio está iniciando un proceso de intervención para brindarle seguridad sísmica.
Contexto Histórico
La Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) se funda a inicios de la tumultuosa década de los años cuarenta, época de fuertes crisis económicas relacionadas a las problemáticas de la Segunda Guerra Mundial y al cierre de los mercados europeos para los productos nacionales. También en ese momento en el país había una fuerte efervescencia social vinculada a las reformas impulsadas por el presidente Rafael Ángel Calderón Guardia (1900-1970) médico de profesión, la Iglesia Católica en la figura de Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez (1898 – 1952) y el sacerdote Benjamín Núñez Vargas (1915 – 1994) influenciados por la Encíclica “Rerum Novarum”1 (1891) del Papa León XIII. Estas reformas fueron puntos clave que alimentaron la revolución de 1948 y los inicios de lo que en Costa Rica se llamó la Segunda República.
Ese Seguro Social en los años cuarenta tenía una modesta sede en la calle 4 entre las avenidas tercera y central, también atendió pacientes en una construcción frente al almacén Uribe y Pages en avenida tercera cerca del parque Morazán y para hospitalización se alquilaba a la Junta de Protección Social la pensión Arrea ubicada en el Hospital San Juan de Dios. Hay que tener en cuenta que para esa época apenas una minoría de trabajadores estaba cubierta para atención médica, de hecho, para finales de los años cincuenta, se estimaba que la institución solo cubría al 24% de los trabajadores asalariados y apenas al 11% de sus familias. Las reformas y modificaciones hasta ahora no habían logrado un impacto significativo en la atención de salud por parte de la institución.
Hasta que el 16 de mayo de 1959 el diputado de oposición Enrique Obregón Valverde (1924-2022) del partido Liberación Nacional presentó una reforma para que el Estado aportara del Presupuesto Estatal una partida para el pago de las cuotas al Seguro Social en su calidad de empleador. La propuesta de Obregón quien era profesor y periodista de profesión buscaba por fin la tan ansiada universalización de los beneficios de la cobertura de salud que hoy son un ejemplo a escala mundial. El edificio de oficinas Centrales de la CCSS es un resultante directo de esta modificación a la Ley propuesta en el año en que la institución celebraría sus 18 años, y de los fundamentos de la Ley No 17 del 1 de noviembre de 1941 que crea a la CCSS.
El presidente de corte liberal Mario José Echandi Jiménez (1915 – 2011) del Partido Unión Nacional con el apoyo del Calderonismo perteneciente al Partido Republicano Nacional, se hizo con la presidencia de Costa Rica de 1958 a 1962. Es en este contexto político que la propuesta de Obregón en la Asamblea Legislativa le brindó el apoyo que la institución requería para crecer exponencialmente, porque, además de la universalización del Seguro Social en la Ley 27832 se incluía un plazo de diez años para que la CCSS asumiera la administración de todos los centros de salud del país. El impulso político de la Ley se les acredita junto a Obregón a los demás diputados liberacionistas como: Daniel Oduber Quirós, Luis Alberto Monge Álvarez, Alfonso Carro Zúñiga, Fernando Volio Jiménez, Rafael Ángel Arroyo Quesada y otros, así como al diputado independiente Juan Guillermo Brenes Castillo.
La nueva casa de la Seguridad Social
En ese momento esto significó que la renovada institución se debía embarcar en dos grandes frentes uno era la construcción el Hospital Central (Hospital México) y el otro la construcción de la nueva sede administrativa de la institución (Edificio Laureano Echandi). Para su ubicación se encontró el predio conocido como la cuadra del Museo Nacional en avenida Segunda y calles 5 y 7, pues allí de 1904 a 1949 funcionó esa institución, en esa cuadra destacaba la altura de la torre del Observatorio Nacional, en esa misma cuadra entre 1987 y 1902 funcionó el Liceo de Costa Rica también.
Llama la atención que para el 17 de enero de 1959 en la prensa nacional aparece que la Junta Directiva de la CCSS nombró para el diseño del edificio a una comisión de funcionarios propios, y otros funcionarios de diferentes instituciones autónomas que alquilarían parte del edificio. La función de esta comisión era definir las comodidades y conveniencias del nuevo edificio, discusión que se da en paralelo con los debates de la Asamblea Legislativa sobre el futuro de la institución.
En junio de 1962 salió publicado el cartel de licitación para las empresas constructivas, por lo que la Junta Directiva nombra al arquitecto Rafael Sotela Pacheco (1920-2004) quien era un funcionario institucional como Director de proyecto, el primer director de obra institucional del que se tiene referencia y como jefe del grupo consultor y supervisor general se nombra al también arquitecto Carlos Vinocour Granados (1932-2000) que era miembro de la firma Barzuna & Vinocour Ltda. Empresa que aportó además a los ingenieros: Eddy Hernández y José Luis Barzuna en la parte civil y estructural, a Rodolfo Sequeira a cargo del diseño eléctrico, a Armando Gutiérrez y Álvaro Nieto en la ingeniería mecánica y aires acondicionados, así como a los residentes de construcción el arquitecto Rolando Moya y el ingeniero Claudio Donato. Con un costo de unos 7 millones de colones, con 15 pisos y 10.318 m2 se inauguró el 10 de diciembre de 1966 el que fuera en ese momento el edificio más alto de Costa Rica y el más moderno de Centroamérica según lo promovía la institución.
Es desde esta torre blanca que la CCSS afronta en 1973 el traspaso de hospitales por medio de la Ley N.º 5349, proceso que en tres años y medio fue resuelto por la institución. Este edificio representa mucho más que las oficinas administrativas de la Caja Costarricense de Seguro Social marca un evento histórico en la Seguridad Social costarricense. Años después gracias al constante crecimiento de las funciones ya un solo edificio no era suficiente y la institución se ve obligada a construir una nueva torre que se llamó Edificio Jenaro Valverde conocido como edificio anexo, diseñado por el más prolífico arquitecto institucional Alberto Linner Díaz (1923).
La arquitectura de la esbelta torre
Entre finales de los años cuarenta y a lo largo de la década de los cincuenta regresan a Costa Rica desde México y Estados Unidos los primeros arquitectos nacionales formados en escuelas de arquitectura moderna, entre ellos el arquitecto institucional Rafael Sotela graduado de la Universidad Autónoma de México en 1952. Las nuevas corrientes arquitectónicas impulsadas en otros países se empiezan a observar en Costa Rica gracias a esta migración de profesionales y a las revistas y libros de arquitectura que traen consigo.
Una de esas corrientes sería el Estilo Internacional una de las arquitecturas impulsadas en la posguerra, que es la versión más estandarizada y arquetípica de la arquitectura del movimiento Moderno. El referente del edificio Lever House de New York (1952) sería el prototipo de todos los edificios placa torre del mundo y es más que evidente en el edificio Laureano Echandi.
El edificio, además es un juego de volúmenes puros presentados casi sintéticamente como planos producto de la abstracción plástica heredada del Movimiento Moderno. La configuración de la torre favorece la iluminación y ventilación natural por medio de ubicar las fachadas largas de muro cortina en la dirección este – oeste, recibiendo el viento desde el noreste; mientras que de norte a sur se muestran fachadas más cortas y protegidas del soleamiento con mármol travertino rústico cuya colocación fue supervisada por el ingeniero y arquitecto italiano de fama mundial Pier Luigi Nervi(1891-1979) autor de reconocidas obras como: el estadio Artemio Franchi (1931), el Palazzetto dello Sport, (1957) y el Estadio Olímpico de Roma (1960), además el aluminio anodizado del muro cortina fue importado desde Venezuela.
A nivel urbano se presenta un generoso retiro en la calle 5 y hacia Avenida Segunda también lo que mejora la perspectiva del conjunto, destacan la monumentalidad de la propuesta y muestra empatía con el contexto. La plaza de acceso crea una tensión espacial entre la apertura hacia el exterior y la doble altura interna del lobby, en el que las losas de la plaza por medio de comprimir el espacio invitan a ingresar al edificio, claro, antes de incluir las rejas exteriores. Construido sobre cimientos de placas aisladas se elevan los 12 pisos que componen la esbelta torre y los dos del volumen horizontal, más un semisótano que alberga los estacionamientos logrado gracias a la pendiente del eje este-oeste de Avenida Segunda. El semisótano fue cubierto con piedra para dar la sensación de un basamento sólido, y las fachadas de vidrio muestran otro valor institucional: la transparencia. La torre cuenta con plantas libres soportadas por columnas circulares y en la sección superior sobresale el volumen destinado a la Junta Directiva.
Desde 2013, la Junta Directiva había aprobado el proyecto de reforzamiento estructural y su readecuación electromecánica y arquitectónica, pero es a partir del 2017 que se inicia un proceso para reforzar el edificio estructuralmente, todo en atención a las recomendaciones de estudios técnicos. Los expertos consideran que la edificación sufre de fatiga estructural, y eso la hace vulnerable ante los sismos, además que existen riesgos de incendios al incumplir códigos eléctricos y de incendios, inexistentes en 1966 cuando se construyó. Debido a esto es que la torre estará siendo intervenida durante todo este año 2022, pero será hasta finalizar los trabajos que será posible dimensionar el impacto de las modificaciones.
Notas:
1 Es la primera encíclica social de la Iglesia católica su nombre viene del latín: “De las cosas nuevas” o “De los cambios políticos”.
2 La Ley N.º 2738 fue Publicada en la Gaceta el 12 de mayo de 1961.
Bibliografía:
Fernández Ramírez, Andrés (2016) “Un edificio Emblemático, un patrimonio histórico” en Metamorfosis 2041: Hacia una Caja centenaria. San José Costa Rica: CCSS.
Obregón Valverde, Enrique (2010) “La Universalización de los Seguros Sociales” en Miranda, Guido y Zamora, Carlos: La Construcción de la Seguridad Social. San José, Costa Rica: Editorial UNED.
Vives Iuque, Ileana (2018). Pioneros de la Arquitectura Moderna en Costa Rica. San José, Costa Rica: Colegio de Arquitectos de Costa Rica.
Conferencia dedicada al arquitecto Fernando García Mercadal(1896-1985) como parte del ciclo Maestros Modernos de la Fundación Arquitectura COAM. Participan Rafael Hernando de la Cuerda y Ana Rodríguez García.
Con este ciclo se quiere poner de manifiesto la importancia que el patrimonio arquitectónico contemporáneo tiene para la sociedad del siglo XXI, la necesidad de su reconocimiento social y de su mantenimiento y conservación.
Participan Rafael Hernando de la Cuerda y Ana Rodríguez García.
El Hospital de Sant Blai. Una superposición de historias
El lugar del antiguo hospital ha sido testimonio de distintos periodos históricos, la ciudad amurallada andalusí, el hospital medieval en época cristiana, hasta su reconstrucción como Iglesia-Hospital en los siglos posteriores que permaneció en funcionamiento hasta finales de los 70 cuando una comunidad de monjas lo abandonó. Unas décadas de degradación que culminaron en 2010 con la demolición del edificio y el borrado de su memoria. Con la demolición fachada, el solar se transformó en un aparcamiento informal de medianeras abiertas.
Urbanismo en proceso
El urbanismo descontrolado de los años 70 provocó un conflicto urbanístico, con algunas edificaciones fuera de ordenación que se adosaron al campanario de la Iglesia, y medianeras abiertas que dificultaban la percepción del conjunto.
Para encontrar una solución urbana para el conjunto se proyectó un proceso en el tiempo, capaz de reordenar las volumetrías de vivienda, equipamientos y zonas verdes en el entorno, y permitir la mejora del espacio público en el mientras tanto.
El Jardín arqueológico. La recuperación del pasado
Tras las excavaciones arqueológicas donde se descubrieron el cementerio medieval y los restos de construcciones de época medieval, el Jardín se proyecta como un nuevo lugar, para la recuperación de la historia y de la memoria de ese espacio.
Esta relectura del lugar permitiría recomponer en el futuro las volumetrías perdidas y prever usos futuros como un equipamiento sociocultural o una unidad de vivienda social, sin alterar lo esencial del diseño urbano del Jardín arqueológico.
Los suelos cerámicos, el verde y el agua, las estructuras de la fachada y de la pérgola
La materialidad del proyecto utiliza el simbolismo y las referencias al pasado para permitir la interpretación: los suelos cerámicos ayudan a la lectura de los estratos con cambios de formatos de piezas y disposiciones. El verde y el agua que envuelven el espacio recuperan los antiguos espacios de huertos y el patio de las palmeras del antiguo hospital.
La reconstrucción de la fachada a la calle, funciona ahora como espacio umbral al jardín, donde el visitante atraviesa un forjado de estructura metálica inacabada, que alude al antiguo hospital.
La pérgola, que ocupa el espacio de la antigua nave y delimita el patio de palmeras, es un espacio de la memoria abierto que recupera los usos sociales y de encuentro cívico.
Obra: Acondicionamiento del entorno de la Ermita de Sant Blai en Burriana
Autor: el fabricante de espheras, coop. v. (Pasqual Herrero Vicent, Fernando Navarro Carmona, Mª Amparo Sebastiá Esteve, Eduardo J. Solaz Fuster, Víctor Muñoz Macián, Anna Morro Peña, María Pitarch Roig, Yasmina Juan Osa, Francisco Piñó Alcaide, Sara Juanes Herrera, Jorge Roy Pérez, Ana Vargas Núñez, Elisa García Capilla, Sergio Estruch González)
Año finalización: 2020
Superficie Construida: Interior Torre: 48,51 m2. Ámbito exterior: 98,52 m2
Ubicación: Calle Sant Blai s/n. CP 12530. Borriana, Castellón. España.
Cliente: Ajuntament de Borriana
Arquitecto/a técnico: José Jesús Domínguez Talamantes
Arqueólogo: Jose Manuel Melchor (Arqueólogo Director del Museo)
Constructor: BLUEDEC S.L
Fotografía: Milena Villalba + elfabricantedeespheras.com
Con este ciclo se quiere poner de manifiesto la importancia que el patrimonio arquitectónico contemporáneo tiene para la sociedad del siglo XXI, la necesidad de su reconocimiento social y de su mantenimiento y conservación.
Participan Carlos Gómez Agusti y Daniel Rincón de la Vega.
Maestros Modernos. Juan Manuel Ruiz de la Prada Sanchiz, arquitecto
Juan Manuel Ruiz de la Prada y Sanchiz, hijo del también arquitecto Manuel Ruiz de la Prada y Muñoz de Baena, trabajó en sus comienzos con José Carlos Álvarez de Toledo. Más tarde colaboró, entre otros, con Aurelio Botella, Julio Cavestany, Javier Carvajal (con el que firmó el edificio de oficinas de la calle Caracas c/v Fernández de la Hoz en Madrid) y con Fernando Higueras (con el que proyectó para OTASA una obra en la calle Miguel Ángel c/v Rafael Calvo, también de la capital).
Fue promotor y trabajó para su entorno familiar tanto en Madrid como en la costa mediterránea. Además, construyó interesantes obras en Canarias, como la urbanización de La Santa, en Lanzarote. Quizá su trabajo en Madrid destaca especialmente ya que las numerosas viviendas colectivas del ensanche que edificó (General Martínez Campos 51, José Abascal 50, José Ortega y Gasset c/v Lagasca, Velázquez 89 y Zurbano 73) son una referencia de la arquitectura residencial madrileña.
A veces vivimos en mundos y ciudades, a veces pienso en los libros como si fueran ciudades, que cuando los tomas emprendes un viaje y luego al tomarlo entre las manos haces el tuyo, viviendo entre las paginas, también pestañeando a entre dos apóstrofes y sujetándote entre corchetes como si el Modulorquisiera rectificar medidas.
Cuando retornas el libro al librero ocupa otro lugar, nunca es el mismo y quien lo retorna tampoco.
Cuando los regresas al estante a veces con nostalgia -por el tiempo que habitó fuera-, es como despedir a un visitante en la puerta de casa, no lo dejas ir, solo alargas esa estadía.
Los libros se hacen compañía cuando tú no estás, y cuando regresa a su “otro lugar” se contagia de sus nuevos vecinos, a veces contemporáneos a veces no, ellos no siempre escogen su vecino, lo escoge uno al hallar un espacio, a veces encima y otras veces entre libros medianeros.
Los libros son ciudades, tienen plazas, tienen rincones y espacios donde quedarse, esculturas desde donde esconderse, calles en perspectiva, cornisas, zaguanes.
Los libros nos miran curiosos y cuando pasamos delante de ellos, son ellos los que nos eligen, y no nosotros como pensamos, nos toman de la mano y juntan nuestro índice con el suyo, nos toman y nos leen.
Toca hablar de ellos, contarles a sus vecinos de ellos, dejarlos de ver un tiempo, despedirse, abordar otro viaje y luego visitarlos y encontrarlos más maduros, toca leer, hoy toca ser uno de ellos.
Si quieres que alguien preste atención a lo que dices no debes alzar la voz, sino bajarla: es lo que realmente atrae la atención.
Así lo dice Julian Barnes en “El sentido de un final”, y se intuye una máxima sugerente en estos tiempos de hipérboles y baladros. Cuando todos levantamos la voz el resultado es un ruido blanco, apenas el zumbido de un moscardón molesto e incómodo, pero en el que acabas por no reparar.
El 09 de junio se celebró en Ciudad Real el acto de entrega de los primeros Premios de Arquitectura y Urbanismo del COACM, en un ambiente festivo entre los propios arquitectos, pero quizá con menos repercusión en la sociedad de la que un acto así parecería sugerir. La arquitectura lo envuelve todo, conforma nuestro lugar de trabajo, determina el entorno de nuestra familia y condiciona nuestros momentos de ocio; y aun así, parece que no terminemos de entender su importancia. Por otra parte, el arquitecto debe ser como el traductor: alguien que trabaja sin que nadie lo note, que hace visible lo que no estaba a la vista de todos, pero de un modo invisible, sin protagonismo, sin hacer ruido. Sin alzar la voz.
Y entendiendo así la disciplina de la arquitectura, como un trabajo constante de servicio público, pero alejado de los artificios sociales, es enteramente comprensible que el premio Distinción de honor a la trayectoria profesional haya sido para Rafael Moneo, que -en persona- es así; sereno, humilde y siempre dispuesto a escuchar, aunque eso implique renunciar a la propia voz y al protagonismo.
Moneo es un arquitecto extremadamente culto, y con un manejo poderoso del lenguaje arquitectónico, que selecciona las palabras arquitectónicas adecuadas con el rigor y discreción de un entomólogo. Pero no utiliza esos recursos al servicio de su propia imagen de marca, de manera que toda su arquitectura tenga una unidad compositiva reconocible. Al contrario, es Moneo el que se pone al servicio del proyecto, dejando a éste expresarse por sí mismo. Porque a menudo, dejar hablar es tan importante como no elevar la voz propia.
Por eso, no debe sorprender que su obra sea tan heterogénea. Desde el neoclasicismo de la sede de Previsión Española en Sevilla, hasta el formalismo de las rocas varadas en la playa del Kursaal en San Sebastián. Desde la luz filtrada y serosa de la Iglesia del Iesu, otra vez en San Sebastián, hasta la luz casi pétrea de la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles. O desde el contraste entre el ritmo asíncrono de la fachada del Ayuntamiento de Murcia, hasta la cadencia serena y constante de las arquerías del Museo de Arte Romano de Mérida. Moneo parece renunciar siempre a su propia voz, dejando que sean los edificios los que hablen –en voz baja- con sus propios idiomas, siendo quizá tan sólo un traductor que nos expone lo que de alguna manera ya estaba en el lugar pero no sabíamos leer.
Y así, en su arquitectura busca siempre imbuirse del espíritu del lugar y del uso del edificio. Por eso no hay en Moneo un lenguaje propio y reconocible, casi caricaturizable, como sí lo hay en otros arquitectos; porque para Moneo, el edificio no es una extensión de sí mismo, sino que debe estar al servicio del lugar y de los lugareños.
El porfolio de Moneo es como una biblioteca, donde cada edificio narra su propia historia, utilizando un lenguaje propio y distinto –prosa o verso, realismo mágico o realismo sucio-, pero donde nadie levanta la voz, y todo se narra entre susurros encendidos y respetuosos.
Estamos cada vez más acostumbrados a ver en televisión a histriones que fingen ser presentadores a voz en grito, a periodistas que debaten elevando la voz y bajando los argumentos, e incluso a políticos vociferantes dispuestos a cualquier extravagancia a cambio de atención. Elevar la voz como modo de ocultar la nadería del discurso. E incluso esos alaridos están llegando a la arquitectura y a nuestras ciudades, con edificios que sólo buscan epatar al visitante, que parecen agarrarlo del cuello para gritarle improperios en el tímpano, y todo con el único propósito de hacerse visibles, de ser reconocibles y de chillar más que el edificio de al lado. Como respuesta a esta corriente, Moneo lleva 60 años bajando la voz y exigiendo la atención de su interlocutor. Porque se proyecta como se es.
El programa de arquitectura de La 2, ‘Escala Humana‘, estrena cuarta temporada para seguir mostrando algunas de las estructuras arquitectónicas y urbanísticas de nuestro alrededor.
1. Sal al balcón Los balcones son un elemento importante de la vivienda. Son la conexión con el exterior de cualquier estancia y nos sitúa en un espacio intermedio entre el cielo y la tierra con todo el simbolismo que ello conlleva. La pandemia ha devuelto a los balcones el protagonismo perdido durante unos años. Veremos ejemplos de balcones que son algo más que una simple extensión de la vivienda: un edificio donde los balcones agujerean el edificio en lugar de sobresalir de la fachada, una construcción donde sus balcones miran hacia el patio interior para potenciar las relaciones entre vecinos o un edificio con una fachada con balcones que se convierten en auténticas macetas para la vegetación que colorea de vida dicha construcción. Hablaremos de balcones con Ramón Bosch, un arquitecto que nos aportará claves sobre su importancia, su funcionalidad y su simbolismo.
Imaginar el futuro, ha sido una constante para los arquitectos a lo largo de la historia. El arquitecto Norman Foster decía que diseñamos en el presente, con una mirada en el pasado, para un futuro completamente desconocido. Todo lo que nos rodea, es una fuente de inspiración para diseñar las casas del futuro. El investigador José Luis de Vicente nos aportará su mirada disruptiva sobre el futuro de la vivienda. Tendremos un recuerdo para el arquitecto Buckminster Fuller, un nombre imprescindible en el ámbito de la mirada futurista de la arquitectura. Visitaremos tres proyectos arquitectónicos que entienden el futuro desde miradas muy distintas: en Aiguablava, visitaremos una casa que cuida la estética hasta el último detalle. En Murcia, entraremos en una vivienda particular que se ha preocupado principalmente en su aportación a la sostenibilidad medioambiental. Y muy cerca de Olot comprobaremos que la tecnología digital puede convivir perfectamente con el entorno natural.
La distribución de los espacios en una escuela nos aportan mucha información sobre el método pedagógico en el que se basa dicho centro escolar. Por eso la arquitectura puede ser una gran aliada en los procesos de aprendizaje. ¿Está ayudando la arquitectura a renovar la educación?
En este capítulo no veremos obras terminadas. Entramos en las entrañas de la construcción. Nos adentramos en un mundo tan caótico y sucio como intenso y apasionante. Hablamos con las personas que materializan las ideas y descubriremos algunos secretos que se esconden tras los andamios. Vemos cómo avanzan las obras de rehabilitación de la superficie y el subsuelo de la Plaza de España en Madrid, posiblemente una de las obras más complejas y ambiciosas que se han hecho en los últimos años en nuestro país. Descubrimos con el antropólogo Xavier García Curado algunas de las claves de su trabajo de campo sobre el colectivo de trabajadores de la construcción. Conocemos un trabajo de rehabilitación que se acerca mucho a la artesanía. Y finalmente nos sumergimos en una gran obra de 136 viviendas de promoción pública que está en pleno proceso de construcción.
Normalmente, caminamos por la calle mirando lo que nos rodea a la altura de nuestros ojos. Pero un simple gesto puede cambiar por completo la fisonomía de una ciudad. Ese gesto es, sencillamente, mirar hacia arriba. La ciudad cambia radicalmente con hacer un simple gesto: mirar hacia arriba. Quizá sea por eso que nos fascinan los rascacielos y la silueta que configuran allá donde se encuentren. Pero también conocemos de primera mano cómo se ven las ciudades desde lo alto del cielo. Lo hacemos con Jon Tugores, arquitecto y piloto. Pedro Torrijos nos habla de dos edificios monumentales y emblemáticos por su método constructivo en Madrid: las Torres Colón y el Edificio Castellana 81. Paseamos por las calles de Benidorm con Iago Carro para aprender a mirar desde abajo una ciudad de grandes rascacielos. Y las fotografías de Roberto Alcaraz también nos ayudan a mirar Benidorm con otros ojos.
El brutalismo es una corriente arquitectónica que muestra sin complejos el lado desnudo de los edificios: sus materiales. Y en esa corriente, el hormigón es el material por excelencia. Su apariencia tosca contrasta con su versatilidad para crear formas que alimentan la creatividad arquitectónica. Pasearemos con Santos Bacana, un cineasta que ama como nadie la arquitectura brutalista. Visitaremos con él algunos de los edificios que han sido escenarios de los videoclips de algunas canciones de C. Tangana. Entrevistamos a Celia Marín, arquitecta especializada en historia de la arquitectura, que nos aportará su mirada irónica y certera sobre el movimiento brutalista. Entraremos en la Casa Carvajal con Cristina Rodríguez de Acuña, fotógrafa y residente durante muchos años de la vivienda. Entraremos en la Corona de Espinas de Fernando Higueras para admirar la estructura de un edificio que tardó muchos años en acabar de construirse. Acabaremos con las fotografías de la obra Brutalismus de Carlos Traspaderne.
Al principio, los materiales con los que se construía eran los que se podían encontrar a pocos kilómetros a la redonda. Con los años, la tecnología nos permitió experimentar con materiales más sofisticados, pero la crisis medioambiental y el exceso de consumo de recursos naturales nos ha devuelto a la realidad. Por eso cada vez se trabaja más con elementos como la tierra, la piedra o la madera. Profundizaremos en ello con Àngels Castellarnau, una arquitecta experta en bioconstrucción. Visitaremos en Mallorca las obras de unas viviendas sociales hechas con la piedra autóctona de Marés. Conoceremos un exfutbolista que convirtió una masía en ruinas en su proyecto de vida convirtiéndola en un buen ejemplo de arquitectura vernácula. Nos iremos a las piscinas de Castromonte, en Valladolid, para descubrir lo que puede llegar a hacerse cuando se cuenta con el apoyo de la gente del pueblo. Y veremos cómo se construye una casa impresa en 3D con arcilla extraída desde el propio lugar de emplazamiento..
Los refugios son mucho más que un lugar donde protegerse del frío o la lluvia. Son un respiro para la mente. Espacios para la introspección. Pequeños oasis que nos ayudan a romper nuestras rutinas y relativizar lo que nos preocupa. Por mucho que evolucione la arquitectura, al final el ser humano busca el camino de vuelta a la Naturaleza. Contamos con Carme Pigem, poseedora del premio Pritzker junto a sus socios de RCR Arquitectes, para reflexionar sobre los refugios. Estaremos en el Matarranya para adentrarnos en Solo Pezo. Un refugio de una belleza tan especial como el entorno que lo rodea. Nos trasladamos a la Sierra Oeste de Madrid para comprobar que se necesita muy poco para encontrar el bienestar en nuestra vivienda. En el parque natural Collserola, en Barcelona, descubrimos un refugio en medio de los árboles, construido por estudiantes de arquitectura para aislarse de la pandemia. Y también vemos cómo se construye, en un solo día, una cabaña en lo alto de una montaña de difícil acceso.
La historia de la arquitectura española les debe un espacio a mujeres como Matile Ucelay, Rita Fernández Queimadelos o Milagros Rey, arquitectas pioneras. Aunque en la actualidad ya son muchas las mujeres que ejercen esta profesión, todavía queda un largo camino por recorrer hasta llegar a su reconocimiento social y laboral. En este capítulo hablaremos con mujeres arquitectas. Cada una de ellas con perfiles distintos, pero todas destacables por sus trabajos. La arquitecta Atxu Amann nos hablará desde su conciencia social y feminista. Las jóvenes arquitectas de Cierto Estudio nos explicarán sus proyectos de futuro. Meritxell Inaraja y Olímpia Solà, madre e hija, nos acercarán a la experiencia de vivir la arquitectura en el seno familiar. Imma Jansana, una de las paisajistas más reconocidas, nos aportará su experiencia personal y también entrevistamos a Lucía C. Pérez Moreno para entender mejor las claves del papel de las mujeres en el mundo de la arquitectura.
Excavar la piedra para habitar dentro de ella es una de las prácticas constructivas más ancestrales en la historia de la humanidad. Las piedras han sido nuestras aliadas en el acto creativo de dar forma a nuestros pensamientos. La escultura y la arquitectura, en el fondo, tienen muchas cosas en común. Iremos hasta Ciutadella donde la arquitecta Laetitia Lara ha dedicado casi toda su vida en convertir una cantera de Marés abandonada en un espacio idílico donde se combina la arquitectura con el arte. Hablaremos con Marta Cervelló, arquitecta y escultora. Pasearemos por los espacios de La Pedrera de Barcelona, una de las obras más representativas del genial Antoni Gaudí, y acabaremos nuestro recorrido por la arquitectura española en Toledo, donde las escaleras mecánicas de La Granja son un ejemplo de integración de la tecnología en el paisaje..
El mar tiene un magnetismo especial que nos atrae. Quizás sea por eso que hemos tenido tendencia a construir en primera línea de costa. Algo que puede satisfacer nuestro bienestar pero con unas consecuencias medioambientales nefastas. Pero no todo son malas prácticas en la arquitectura que mira al mar. Este capítulo lo dedicaremos a la relación que la humanidad tiene con el mar y cómo lo ha interpretado la arquitectura. Entrevistaremos a Francisco Cifuentes, un arquitecto que trabaja principalmente en Mallorca y que conoce como nadie las claves de la construcción y la rehabilitación de edificios cerca del mar. Pasearemos por Cadaqués para comprobar como una población marinera que vivía de espaldas al mar se convirtió en un ejemplo de arquitectura adaptada al entorno. Estaremos en Calpe para hablar del edificio Xanadú de Ricardo Bofill y acabaremos en Caldes d’Estrac para admirar la Casa Ugalde, una vivienda que es algo más que un lugar de veraneo.
Los modelos sociales están cambiando y con ellos, inevitablemente, los modelos arquitectónicos. Se generan nuevas perspectivas, nuevos proyectos. Es un buen momento para reflexionar sobre la práctica de la profesión para intentar evitar errores del pasado. Hemos querido conocer la mirada de cuatro estudiantes sobre sus futuros profesionales y sus inquietudes. Conocemos a Albert Valencia, un joven arquitecto que decidió dedicar su vida al activismo para la promoción de vivienda cooperativa en cesión de uso. Nos entrevistamos con los dos miembros de Bartlebooth, que con sus publicaciones contribuyen al estudio de nuevas tendencias en el uso de los espacios. Estamos con los arquitectos de la cooperativa un grupo de profesionales con una manera muy particular de entender los proyectos arquitectónicos. Y paseamos por la Barcelona Olímpica de la mano de Erik Harley para que nos explique sus teorías provocadoras sobre el mundo de la construcción.
El Palacete Burgos, también conocido como Casa del Médico, es uno de los edificios más emblemáticos que el arquitecto Javier Goerlich Lleó proyectó en la ciudad de Valencia.
Se trata de un edificio de estilo historicista de corte romántico, al gusto de la burguesía valenciana de las primeras décadas del siglo XX. Fue concluido en 1922.
El edificio consta de cuatro plantas. La cubierta principal es plana y se resuelve mediante una amplia terraza de la que emergen en sendas esquinas de su fachada principal una torre mirador de planta hexagonal y cubierta apuntada revestida con tejas escama de reflejo dorado, y un volumen de planta cuadrada con cubierta a cuatro aguas de tejas esmaltadas de color verde.
El zaguán del acceso principal, ricamente decorado, es un espacio de doble altura y techo abovedado que organiza la planta con una amplia escalera en una de las fachadas laterales y miradores de madera en la otra. En la fachada posterior presenta una galería de madera acristalada, soportada por columnas de fundición, generando un pequeño porche en planta baja.
El principal objetivo de la rehabilitación del Palacete Burgos ha consistido en dar una respuesta satisfactoria a la voluntad de una familia de convertir uno de los edificios más icónicos de la ciudad de Valencia en su vivienda particular, y todo ello sin transformar su carácter y recuperando además algunos de sus valores históricos y artísticos que se habían perdido en reformas llevadas a cabo en las últimas décadas.
La eliminación de elementos y añadidos impropios y la recuperación de otros muy degradados e incluso desaparecidos, nos permitió descubrir muchos aspectos del edificio original proyectado por el arquitecto Javier Goerlich: la riqueza cromática de su exterior, los espectaculares pavimentos de mosaicos Nolla, los espacios a doble altura, los magníficos techos decorados de algunas de sus estancias, etc. y demostrar que la conservación de estos elementos es compatible con las necesidades y exigencias de los nuevos propietarios de habitar un edificio histórico sin renunciar a las necesidades de confort y habitabilidad de una vivienda actual.
Obra: Palacete Burgos
Ubicación: Avenida del Puerto (Valencia)
Autor: Hidalgo Mora Arquitectura
Año: 2021
Superficie Construida: 574 m2
Fotografía: Milena Villalba + hidalgomora.com
Conferencia dedicada al arquitecto Miguel Fisac Serna (1913-2006) como parte del ciclo Maestros Modernos de la Fundación Arquitectura COAM. Participan Andrés Cánovas y Silvia Colmenares.
Con este ciclo se quiere poner de manifiesto la importancia que el patrimonio arquitectónico contemporáneo tiene para la sociedad del siglo XXI, la necesidad de su reconocimiento social y de su mantenimiento y conservación.
Quizás hoy día tengamos totalmente asumida la idea de diversidad en todas sus facetas y escalas, como factor de éxito de las ciudades. Sin embargo no era tan evidente hablar de diversidad en 1961, en Estados Unidos y en boca de una mujer. Estamos hablando de Jane Jacobs otra vez.
Según Jacobs, para entender la ciudad, tenemos que manejar adecuadamente la combinatoria de diferentes usos como esencia del fenómeno urbano y huir totalmente de la separación de usos, de la partición de la ciudad en tipologías y programaciones diferenciadas y segregadas. Esto es lo que permite un tejido urbano cuando están pensadas las condiciones para una ciudad diversa.
Para conseguir la diversidad Jacobs establece una serie de premisas generales. Una de ellas es la idea evidente de usos mixtos en la ciudad como ya se ha comentado. El distrito y tantas partes internas del mismo como sea posible, deben de servir a más de un servicio básico, preferiblemente más de dos, dice Jacobs. Esto asegura la presencia de gente de diferentes partes del distrito, e incluso de otros distritos o vecindarios, con propósitos similares, usando conjuntamente los múltiples medios puestos a su alcance. Otra condición para la diversidad es la necesidad de disponer de pequeñas manzanas. La mayoría de las manzanas, blocks en inglés, deben ser pequeñas para que sus calles también lo sean y se multipliquen las oportunidades de girar las esquinas, Jacobs tiene identificadas las esquinas de las manzanas como lugares especialmente vivos de las ciudades. También es necesaria la existencia de edificios antiguos para crear las condiciones de diversidad necesarias en una ciudad. Los edificios antiguos suelen tener rentas más bajas y favorecen la implantación de agentes creativos, artistas, pequeños talleres, etc., y estratos sociales diferentes con lo que se favorece una diversidad de orígenes sociales en el vecindario.
Por último Jacobs se pronuncia por la necesidad de concentración, de densidad, para favorecer la presencia de gente en las calles con todo tipo de propósitos. Evidentemente podemos situar esta idea de densidad como precursora de ideas como sostenibilidad social, medioambiental y económica de una ciudad, y finalmente como condición sine qua non de la noción de ciudad, tal y como se ha ido demostrando y estudiando en estas últimas décadas.
En resumen, Jacobs afirma que
«cuando tratamos con ciudades, estamos tratando con la vida en el sentido más intenso y complejo de la palabra. Como esto es así, existe una limitación estética básica en relación a lo que podemos realmente hacer en la ciudad: una ciudad no puede convertirse en una obra de arte».1
Es especialmente interesante el uso en esta cita por parte de Jacobs de la pareja de palabras clave intensidad y complejidad. Hay una interrelación constante entre ambas palabras en toda la obra de Jacobs, así como en toda la experiencia urbana vivida en ciudades que realmente son densas y por tanto intensas, o intensas y por tanto, con casi total seguridad, densas.
Pero hagamos una par de aclaraciones para saber de que estamos hablando.
La densidad es buena y necesaria, si viene acompañada de un alto grado de compacidad edificada. Es decir, tan importante es la densidad, como el hecho de que se libere suelo a pleine terre como dicen los franceses, es decir, sin estructuras construidas en el subsuelo para que haya también una alta densidad verde, especialmente arbórea. Para que nos entendamos, y gráficamente visualicemos un ejemplo. Una de las ciudades más densas del planeta es Hong-Kong. Esa hiperdensidad e hipercompacidad, no la hace en absoluto merecedora de ser una ciudad amable y gratificante a la hora de vivir. Es más, alguien podrá objetar que Hong-Kong es muy densa, muy compacta pero que no tiene ningún tipo de naturaleza urbana. Pues siento decir que es falso. De hecho el 75% de la superficie de Hong-Kong es un espacio natural protegido.
Entonces,
¿cual es el problema?
Añadiría la regularidad como tercer elemento fundamental para completar la tríada, conjuntamente con la idea de densidad y la de compacidad, como cómplices de la intensidad urbana que se pretende. En Hong-Kong el parque natural está totalmente segregado de la ciudad, de forma que se crean dos ecosistemas irreconciliables. Eso hace que la experiencia urbana sea asfixiante a escala humana, por mucho que a escala urbana y metropolitana haya un buen equilibrio entre lo construido y lo verde.
Pongamos el ejemplo, para contrarrestar el ejemplo anterior, de una ciudad muy densa, compacta y regular. Barcelona, con su grid implacable y una densidad de 15.000 habitantes por kilometro cuadrado, de hecho mayor que la ciudad de Tokio, por ejemplo, esta considerada como una buena ciudad para vivir en términos urbanos. Los vacíos están repartidos en cada manzana, con un número mayor de pequeños parques urbanos en su interior, las aceras son anchas, lo que favorece la plantación de árboles en pleine terre y el caminar fluido y la altura, sin ser excesiva, alrededor de unos 20 metros, si que es muy regular. Exagerando un poco, toda Barcelona es de planta baja más 5 plantas piso, lo que le permite ser muy densa sin ser asfixiante.
De esta manera, la ciudad se convierte en un artefacto capaz de asumir una alta densidad, estructurada desde una potente compacidad y distribuida muy regularmente. Incluso, y creo que no es una provocación, el ensanche de Cerdá, podría asumir sin demasiados problemas un par de niveles más en toda su extensión y acercar la ciudad a una densidad de 20.000 habitantes por kilometro cuadrado sin provocar demasiados problemas colaterales.
Habitar en la densidad urbana no significa por tanto habitar en la planta 50 de edificios en altura o de gran altura. Habitar en la densidad como principio fundamental de un equilibrio medioambiental de base, es decir, procurar agrupar de manera confortable a un máximo de personas en un mínimo de territorio, sigue siendo un reto, una visión y quizás una opción más que deseable, hoy día, me atrevería a decir que simplemente necesaria.
Miquel Lacasta Codorniu. Doctor arquitecto
Barcelona, Octubre 2014
Se pueden pasar horas contemplando algunos dibujos, en ocasiones algunas más de las invertidas en su gestación. En esta planta todo aparenta normalidad, son reconocibles los elementos que la componen y sin embargo, poco o nada opera en el ámbito convencional del emplazamiento, menos aún en el terreno de la impúdica fotografía aérea. Tal vez ayude el hecho de configurar un estadio intermedio, un intervalo, una propuesta inacabada que se explica desde una transparencia difusa, análoga al papel vegetal que la soporta: no hay masas, no hay sombras, no hay superficies. Todo en este dibujo son hilvanes.
En primer lugar, los surcos topográficos alertan sobre la presencia de una suave ladera a Norte. Pero las curvas de nivel no existen, no son el territorio, tal vez ni siquiera una de sus más elementales encarnaduras:
«Tienes razón, las curvas de nivel no existen. Pero su representación enseña que cualquier orografía tiene un orden y por lo tanto ofrece una oportunidad al pensamiento».1
Proyectar es ordenar. Sobre el terreno así organizado en contornos equidistantes al Mar, se superponen otras señales no menos abstractas e inmateriales,2 como las que trazan el azaroso movimiento giratorio de los coches o el Norte, dotado aquí de una singular religiosidad. En el centro, entre la vegetación temblorosa, debería aparecer al fin la arquitectura, en concreto, la casa Guzmán de Alejandro de la Sota.3
Una gran cubierta plana (y verde) se instala en el paisaje equipada con un voladizo en esquina, un patio de servicio y diez pequeñas perforaciones lucernario. A pesar del espesor de la plataforma y al margen de su materialidad, las curvas de nivel son dibujadas como ríos subterráneos, como fuerzas inquebrantables y emergentes sobre las que cualquier apoyo resultase verdaderamente insoportable. Como si el dibujo no operase en realidad en el campo de la representación de fenomenologías conocidas, sino como instrumento reactivo para la exploración abstracta, geométrica e inmaterial del mundo. El dibujo reconoce y registra, pero sobre todo el dibujo interroga, excita, estimula, multiplica el potencial que pueda existir en nosotros.4 Dibujar es explorar.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Abril 2015. Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas:
1 Luis Martínez Santa-María, Principios, 1990-2010 fines de carrera, Madrid, Lampreave, 2012, pág. 23.
2 Señal: indicio o muestra inmaterial de algo. Diccionario de la Lengua Española, RAE.
3 El dibujo pertenece a la versión tercera (1972) existiendo pues dos anteriores: en 1970 la primera origen común de las casas Guzmán y Domínguez, y en 1971 la segunda. La versión del 72 de una sola planta y realizada en bloque de hormigón será el proyecto visado que se conserva en la Fundación Alejandro de la Sota. Durante la obra se añadiría la biblioteca-estudio superior. Ver tesis MADC «La casa Domínguez. Alejandro de la Sota: construir – habitar«, Versiones de proyecto, págs. 40-68.
4 “While drawing, I’m always waiting for something to happen. I don’t want it to happen too quickliy, though.” Louis Kahn, Drawing to Find Out, Lars Müller Publishers, 2010.
Cosentino City Barcelona en colaboración con slowkind ha presentado recientemente diez ediciones de “Design Crush. Interiors, Arts & Cratfs”, una serie documental sobre la creatividad en Cataluña en la que arquitectos, interioristas, diseñadores, fotógrafos y artistas, comparten sus reflexiones y anécdotas, a partir de sus propios proyectos; consiguiendo trasladar a los espectadores sus vivencias fruto de la experiencia continua y complicidad, para convertirse en un auténtico reflejo de sus obras y de su visión sobre la creatividad y el entorno profesional.
In truss we trust. Reutilización de un espacio industrial
En una nave abandonada de reparación de motores, llena de roedores y basura industrial, se acondicionan unos espacios para su uso terciario. La propuesta confía en la estricta modulación de las cerchas existentes para la articulación de sus cuatro áreas.
Se recupera el altillo existente de las antiguas oficinas y el gran lucernario central de la cumbrera, que estaba tapado. La estrategia es “hacer lo mínimo”, potenciar la luz cenital y la presencia de la estructura, sin añadir materiales ni barnices.
En este limpiar y vaciar, se abre un patio en el último módulo entre cerchas, donde se planta un árbol y se inserta la escalera de mantenimiento de la cubierta, donde se plantará una huerta urbana.
La planta distribuye los espacios con la claridad de los palacios paladianos. La aparente simetría viene determinada por la propia estructura de las cerchas y la cubierta a dos aguas. Solo los espesores y la banda de servicios bajo la tercera cercha nos recuerdan que estamos en el siglo XXI, si bien para esta nave la reforma ha significado su Renacimiento.
Una estantería sirve de apoyo para la biblioteca de los creativos que trabajarán allí. La presencia de vegetación, ya sean los cítricos del patio de acceso como el liquidámbar del patio interior, las plantas trepadoras o los jazmines, sustituyen la antigua presencia de máquinas, humos y grasa.
El sol se filtra entre las cerchas, la vegetación y los libros, creando un espacio neutro pero bañado con una luz cenital que permite concentrarse en el aprendizaje y la creación. La climatización por aerotermia a través del suelo radiante de hormigón pulido ofrece confort las 24 horas. La belleza de la arquitectura motivada por la necesidad de la industria merece un voto de confianza.
Obra: Ruizesquiroz Arquitectos (Josean Ruiz Esquíroz)
Equipo: Enrique Morillo, Victor Gardyan
Ingeniería: Juan Carlos Salvá
Geotécnico: Isotech
Contratistas: Trazo Obras y Proyectos
Aerotermia: Intecser Clima
Cocina: Modula-Lino Alonso-Silestone
Carpinterías: Cortizo-Velux-Masteringenieros-Pepe Alonso
Cliente: Privado
Superficie construida: 287 M2
Presupuesto: 315.000 €
Localización: Madrid, España
Fecha: 2020
Fotografía: Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán + Rocío Romero) + ruizesquiroz.com
Con motivo del décimo aniversario del fallecimiento de Fernando Higueras, y el vigésimo aniversario del de Lucio Muñoz, trasladamos esta mesa redonda del ciclo «Maestros Modernos» a la vivienda que el arquitecto proyectó para el artista en Torrelodones.
Una ocasión única para homenajear a estos dos maestros del arte del siglo XX en un marco incomparable.
Participan Óscar Tusquets, Antonio López, Álvaro Martínez Novillo y Diego Muñoz Avia. Modera Enrique González.
Conferencia dedicada al arquitecto madrileño Fernando Higueras (1930-2008) y al pintor madrileño Lucio Muñoz (1929-1998) como parte del ciclo Maestros Modernos de la Fundación Arquitectura COAM.
Con este ciclo se quiere poner de manifiesto la importancia que el patrimonio arquitectónico contemporáneo tiene para la sociedad del siglo XXI, la necesidad de su reconocimiento social y de su mantenimiento y conservación.
· Mesa redonda con la participación de: Óscar Tusquets, Antonio López, Álvaro Martínez-Novillo y Diego Muñoz Avia. Modera Enrique González.
· Proyecciones y presencia de la obra original de ambos artistas.
Mi ya remota tesis doctoral trataba sobre la influencia de Frank Lloyd Wrighten Mies van der Rohe pasando por De Stijl. Hacía notar cómo el maestro americano descompuso la caja constructiva en planos que se proyectaban más allá, rompiendo el volumen y haciendo que el espacio fluyera. Esto influyó notablemente en los holandeses y de ahí a Mies y a su Pabellón en Barcelona.
Hasta ahí parece obvio. (Aparte de la comunión de ideas hay un documentado tráfico de aprendices y de arquitectos consagrados que lo demuestran).
Algo más aventurado era sostener que con ese espacio fluyente y esa caja descompuesta se termina componiendo otra nueva caja, pero vacía. (Museo Guggenheim, Neue Nationalgalerie…).
Una vez explicado eso, ahí va el rimbombante título de mi tesis:
El tramo final, la conclusión de todo, tenía como punto fuerte una interpretación del espacio vacío, y ahí eran imprescindibles los físicos del siglo XX y Jorge Oteiza. (Simplificando más de lo permisible, podríamos decir que los diversos puntos de vista confluyen en la idea de que el vacío no es algo previo al espacio, sino una cierta conclusión de este, una colección de referencias, y se produce como ausencia elocuente).
Para colmo, en la conclusión ponía en relación a Oteiza con Unamuno.
No quería contar esto, pero era necesario exponerlo brevemente para que entendáis que yo necesitaba enviarle la tesis a Oteiza. (Por otra parte, me parece mentira haber dedicado trescientas páginas y algunos años a exponer lo que queda contado ahí arriba en unas pocas líneas).
Jorge Oteiza: ese ser mitológico que se agarraba unos cabreos tremendos y rugía como un león.
Jorge Oteiza: el monstruo capaz de arrancarle los higadillos a cualquiera que osara molestarle, pero a la vez capaz de emocionarse hasta las lágrimas al ver a un niño jugando.
Jorge Oteiza: personaje de los Hermanos Grimm o de Oscar Wilde, encerrado en su casita, sin querer ver a nadie y, al mismo tiempo, deseoso de que los estudiantes fueran a verle, encantado siempre con la juventud y anfitrión legendario. Era el ogro y el príncipe, el gigante y el ruiseñor, todo en uno. (Dependía de cómo lo pillases).
Sé que es un rumor, pero yo llegué a escuchar que cuando su amada Itziar se moría sin remedio Oteiza salió al pasillo del hospital enarbolando una pistola para recabar la atención urgente de los médicos y de los enfermeros. Vale, será un rumor, pero todos lo creímos.1 También sé que alguna vez iba algún grupo de estudiantes a verle y les recibía alborozado, les trataba como un padre (o abuelo, o bisabuelo) amantísimo y se tiraba charlando y riendo con ellos hasta las tantas.
En todo caso, yo tenía muchas ganas de mandarle mi tesis, y al mismo tiempo me daba mucho apuro molestarle, importunarle, haber utilizado su obra, su nombre y su pensamiento para argumentar quién sabía cuántas idioteces. Se iba a enfadar.
Así estuve años. De verdad. Años. Tenía su dirección apuntada en una agenda, y de vez en cuando lo pensaba, pero no lo hacía.
De repente un buen día, sin pensarlo más, cogí el ejemplar que tenía destinado para él, le quité el polvo de los años, lo empaqueté junto con una nota respetuosa y se lo mandé.
A los pocos meses hubo una exposición en la Fundación COAM sobre Oteiza y la Arquitectura, y uno de los organizadores me dio noticias suyas. Me dijo que Oteiza le había encargado que me diera muchas gracias por el envío, que le había gustado mucho y que estaba entusiasmado con que le hubiera comparado con Unamuno. Pues si Oteiza estaba encantado con todo eso imaginaos cómo me quedé yo.
Bastantes años después fui con mi familia a ver el Museo Oteiza, en Alzuza (Navarra), al lado de Pamplona.
Tengo que decir que el edificio de Sáenz de Oiza, con ese volumen rosado y los lucernarios torcidos, me había parecido hasta entonces demasiado… demasiado «facilón», como una colección de tics. Hasta que lo vi en carne y hueso. Otro ejemplo de mis malas apreciaciones iniciales.
En su sitio, en su entorno y en su espacio interior me pareció una gran obra de arquitectura que servía de marco y de complemento excelente a las esculturas.
La Fundación-Museo es magnífica. A la gran arquitectura y a las geniales esculturas se une (y no es una circunstancia menor) el gran amor de todo el personal por el artista, por el museo, por la fundación, por el público; en definitiva, por su trabajo.
Tengo que decir y proclamar que jamás he estado en un museo en el que me atendieran mejor. Chapó. Es gente entregada a su trabajo y entusiasmada con lo que hace. A ver si eso no es la pura felicidad.
En la planta alta, en una sala más recoleta e íntima, están todos los libros que tenía Oteiza en su biblioteca personal. Muchos. Están todos perfectamente colocados en estanterías, y protegidos por un vidrio que impide sacarlos y hojearlos.
Con la secreta vanidad de que Oteiza hubiera conservado hasta su muerte el ejemplar que le envié, recorrí cuidadosamente las estanterías. Y lo vi. Allí estaba, alineado con todos los demás, infinitamente dignificado por haber sido tocado (¿tal vez manoseado?), mirado y conservado por el genio, enormemente elevado a las alturas de los demás libros con los que convivía. Alzado al enorme estatus de volumen inventariado, fichado, catalogado y respetado.
Como la vanidad no tiene límites pregunté al personal en recepción. Les expliqué el asunto y me atreví a preguntarles si podría saber si Oteiza había subrayado alguna frase de la tesis, o había hecho alguna señal, doblado alguna esquina de alguna página… lo que fuera.
Me dieron la tarjeta del responsable del Centro de Estudios, Borja González, con su correo electrónico, para que me pusiera en contacto con él. Y ya en casa le mandé un mensaje.
Me contestó en seguida, muy amablemente, diciéndome qué frases de qué páginas estaban subrayadas por la mano del maestro. Todas eran del apéndice
6.- APÉNDICE: ESQUEMA Y GLOSA DEL CICLO CONTEMPORÁNEO 6.1.- Unamuno y Oteiza: La Tragedia y el Cromlech
Ahí enfrento a Unamuno y su Sentimiento trágico de la vida, que tanto me sigue asustando, con Oteiza y su solución espiritual vacía. (Y, naturalmente, gana Oteiza).
Obviamente, Oteiza al recibir mi tesis miró el índice. Más o menos se hizo una idea de por dónde iban los tiros y se detuvo en ese apartado 6.1, que leyó entero y del que subrayó alguna frase. El resto de la tesis no tiene ningún rastro suyo. No lo miró. Pero tampoco tiró el tomo a la basura. Lo conservó con varios cientos (miles) de libros más hasta su muerte.
Ahora en el museo está muy bien colocada, pero supongo que en la casa de Oteiza la tesis estaría por ahí, en cualquier montón de papelotes. Cuando uno tiene sitio no tira nada.
Me llama la atención (y me llena de orgullo) que un hombre como él, tan lleno de premios y de honores, tan harto de ellos, fuera sensible a unas frases elogiosas escritas por un indocumentado como yo, hasta el punto de subrayarlas.
Mi amigo virtual Manuel Enríquez Jiménez me ha recordado que Oteiza rechazó una vez un premio diciendo:
«No voy a ensuciar mi currículum de fracasos con una victoria de mierda».
Sin embargo, aunque protestón y arisco, aceptó el Príncipe de Asturias. (No fue, pero mandó una carta educada al Príncipe justificando su ausencia. Siempre esas cosas).
Por otra parte, se pasaba la vida esperando que los jóvenes hicieran algo. Siempre confió en las universidades, en la enseñanza, en el futuro.
Por eso se emocionaba porque una tesis doctoral lo mencionara: No por su vanidad (que supongo que también), sino por que sus ideas germinaran y cuajaran en las nuevas generaciones. Por eso se tomaba tan en serio a todo el mundo, por insignificante que fuese. Y por eso se agarraba semejantes cabreos.
José Ramón Hernández Correa · Doctor Arquitecto
Toledo · Octubre 2015
Nota:
1 Me confirman lo de la pistola. Considerando Oteiza que el personal médico no estaba atendiendo bien a su mujer les amenazó con la pistola. La Ertzanza lo detuvo, y al final Juan Huarte, con mucha mano izquierda, consiguió que lo dejaran en libertad.
«Mad, bad and dangerous». El partido había sido tenso, como corresponde a unos cuartos de final de Copa de Europa. Pero solo en los últimos minutos, cuando Savic se encaró con Raheem Sterling y un fotógrafo disparó en el momento oportuno, esa noche londinense de abril se volvió memorable. La vocación literaria de un periodista del Mirror Sport hizo el resto: su Mad, bad and dangerours, en enormes letras blancas y amarillas, presidió la portada del rotativo al día siguiente. «Locos, malos y peligrosos». ¿Dónde había escuchado yo antes esa descripción? Bastó una breve consulta para confirmar que fue Lady Caroline Lamb quien definió así a Lord Byron tras su primer encuentro en 1812; aquel «mad, bad and dangerous to know» original marcó el inicio de una breve y volcánica relación que no acabó bien.
No sé por qué recordé todas estas cosas mientras me alejaba del grupo de arquitectos reunidos alrededor de un galpón en Callobre hace unos días. Quizá fue porque horas antes había conocido allí a Ricardo Flores -de Flores & Prats- pero en lugar de comentar su obra imponente, hablamos de fútbol. Resultó ser hincha de San Lorenzo, como el papa Bergoglio, aunque un inevitable proceso de asimilación cultural lo lleva semana tras semana al Camp Nou. Jamás será el Nuevo Gasómetro pero menos da una piedra.
Hacía tiempo que no visitaba Callobre. Durante seis años, allí se había celebrado la arquitectura religiosamente cada verano; pero cuando aquella fiesta bautizada Arquitectura y territorio rural se interrumpió, muchos temimos que el cese fuera definitivo. Porque solo el impulso personal, testarudo, de Pepe Valladares -secundado por su familia y sus compañeros de estudio, Marcial y Alberto- la sostenía. Era su llamada la que, con rigurosa periodicidad, desplazaba a un grupo variopinto de arquitectos esparcidos por todos los rincones de Galicia hasta su epicentro. Sonreí cuando, hace algo más de un mes, un correo electrónico nos convocó de nuevo en ese lugar ya familiar: a Pepe le quedaba una bala.
Lo de menos era quién contaría su obra esta vez. Nadie lo preguntó porque nunca ha habido duda acerca del nivel de los ponentes. En todo caso, abrió fuego a mediodía Carlos Pita con su recién inaugurado centro de interpretación de Castromaior. Quedó claro una vez más que Carlos, pese a su porte de rey godo y su frecuente empeño en disfrazarse de aborigen polinesio, es un arquitecto mediterráneo. Estoy convencido de que algún día se negará a contar esa obra porque, en realidad, lo que debe hacer es llevar allí mismo a quien quiera conocerla y, asomado a la gigantesca ventana de su fachada, extender el brazo y aseverar:
«Yo proyecté el paisaje».
Mientras pensaba en aquella anécdota de Malaparte, en sus fiestas con oficiales del ejército aliado y en su arrogante reclamación de autoría del acantilado de Matromania y la península de Sorrento, escuché que llegaba la comida a las mesas dispuestas en el exterior del galpón. Reconozco que para mí no hay acto más sagrado que comer, así que inmediatamente me olvidé de la costa amalfitana y recordé que Pepe siempre ofrece más empanada, pulpo, pan y vino del que una tropa de cosacos sería capaz de consumir durante una campaña entera.
Me di cuenta de que ese pulpo ayuda a mitigar la morriña a quienes, por un día, nos exiliamos lejos del mar; a quienes, como navegantes de cabotaje, nos desorientamos tan pronto como perdemos de vista la costa. Miré luego la botella de aquel vino amarillo chispeante. Distinguí en ella el escudo del castillo, el río, el sol y la luna: el emblema viejo de Ribadavia, nombre con el que Cervantes se refiere en sus Novelas Ejemplares al histórico vino de O Ribeiro.
Puntualizaré que beber es para mí, desde luego, un acto tan sagrado como comer. Cunqueiro aseguraba que
«sin vino no hay cocina, y sin cocina no hay salvación»;
añadía, católico mindoniense,
«ni en esta vida ni en la otra».
La sesión de tarde empezó con Flores & Prats, Ricardo y Eva, fulgurantes, que nos permitieron ver a través de su trabajo titánico, con solo entornar un poco los ojos, al mejor Van Eyck y se cerró con un César Portela que tocó grandes éxitos ante un público que ha crecido viéndolo construir, subido a hombros de gigantes, en las cuatro esquinas del mundo.
Pero lo que yo me preguntaba mientras escuchaba hablar a unos y otros era qué compartíamos los arquitectos a los que, año tras año, Pepe invita a la reunión anual de esa sociedad secreta. A los seleccionados para formar parte de ese club que, como aquel que imaginó el gran Chesterton, solo podría llamarse en rigor el Club de los negocios raros. Me dio por cuestionarme -en la séptima edición- por qué éramos precisamente esos los que formábamos aquella guardia suiza, aquella guardia pretoriana, aquella barra brava. A mi alrededor había, sentados uno junto a otro, arquitectos premiados en las dos últimas bienales españolas; había profesores y había maestros; había editores y libreros; pero estábamos también otros que con frecuencia miramos, como meros curiosos o tranquilos jubilados, desde fuera. Y, de pronto, caí en la cuenta: lo que allí se celebra no es tanto la arquitectura como la figura, casi extinta, del arquitecto. Allí se reivindica una manera de entender la profesión, la que pese al desamparo institucional se niega a aceptar al arquitecto como mero agente de obra, como ordenancista o leguleyo, como mal necesario impuesto al cliente o como víctima propiciatoria en sacrificios rituales de sádicos técnicos municipales. Callobre es trinchera, barricada y refugio. Es una reclamación del paraíso perdido. Es el día que afilamos los cuchillos.
Quizá debería proponer a Pepe que, a partir de ahora, en lugar de clausurar nuestras xuntanzas con una foto de grupo lo hagamos entonando el «No one likes us, we don’t care» que, mitad amenaza mitad consuelo, gritan los aficionados del Millwall allá por donde van.
Supongo que por eso me acordé de aquel grupo antipático que pelea con sus armas sin importar lo que otros piensen, de Savic intimidando a Sterling, de ese fútbol feo del Cholo que nunca creí llegar a comprender. Al subirme al coche, antes de arrancar, recordé la pancarta que ocupa semana tras semana un fondo del Cilindro, aquella que reza
«Racing y vino para todo el pueblo argentino».
Por la mañana no me había atrevido a confesar a Ricardo Flores que durante años fui lateral izquierdo de una peña de Racing de Avellaneda.
A medio camino entre la introspección y el deseo de entablar una conversación, los textos de este libro son el resultado de un viaje literal y algo forzado por las circunstancias al desierto arábico.
Ese recorrido implica dejar atrás los placeres de Madrid y enfrentarse a las muchas renuncias de un desierto sin oasis, en una singular travesía que recorre los gozos y las sombras de la profesión de arquitecto. Vista desde dentro, esta nueva realidad oscila entre la emoción y la ataraxia, si bien ocurre que la ilusión y el miedo inicial de una nueva vida en Arabia Saudí deviene hastío y un cierto aburguesamiento con el tiempo, donde la épica desaparece.
A la distancia física entre Madrid y Riad se superpone otra de carácter emocional, donde el desarraigo y la lucha por mantener la ilusión entran en conflicto permanente, tanto en la arquitectura como en la vida.
Beatriz Villanueva Cajide es Doctora y Máster en Proyectos Arquitectónicos Avanzados y Arquitecta (ETSAM), Master en Gestión de Espacios Virtuales (Fundación Antonio Camuñas). Su tesis “Estrategias para la producción de la Arquitectura en la Era Digital. Nueve manifiestos escritos entre 1992 y 2004” recibió el Premio COAM Tesis Doctoral 2020.
Francisco J. Casas Cobo es Doctor en Comunicación Arquitectónica con su tesis “La crisis de la arquitectura moderna en los debates de las revistas europeas de los años 50 y su repercusión en Estados Unidos”, Arquitecto y Master en Análisis, Teoría e Historia de la Arquitectura (ETSAM).
En 2003 fundan en MadridbRijUNi architects -estudio de crisis arquitectónica y especulación literaria- cuya obra se ha presentado y difundido nacional e internacionalmente, destacando la Ordine degli Architetti P.P.C. della Provincia di Milan (2013), “Towards Dubai 2020, architecture in a transient city» (2017), y “Arquitectura Dispuesta: preposiciones cotidianas” en Shanghai (2017), Madrid CentroCentro (2015-6), Mostra Espanha Evora (2015) y CAAC Sevilla (2014). Han publicado más de un centenar de textos en medios impresos y digitales, tanto generales como especializados y científicos.
El colegio y residencia de la Comunidad Religiosa Teresiana de Ganduxer es un recinto conformado por seis pabellones, con la singularidad e interés que el primero de ellos lo proyectó y construyó Antoni Gaudí.
El fundador de la comunidad teresiana, San Enrique de Ossó, encargó, en 1889, el proyecto a Antoni Gaudí con una triple misión: ubicar el colegio primario femenino de estudios, la sede principal del consejo General y un internado para niñas.
El colegio ha crecido mucho a lo largo de los años y se ha ido adaptando educativamente y constructivamente a las necesidades y exigencias de cualquier complejo educativo.
La particularidad del conjunto, con una clasificación de Bien Cultural de Interés Nacional, ha supuesto un cuidado especial tanto del edificio, como de su entorno.
En los últimos años la dirección de la escuela ha ido ordenando todos sus espacios, ampliando dotaciones y adaptándose a las exigencias actuales de su actividad. Entre las intervenciones necesarias del recinto educativo existía la necesidad básica de cumplimentar la licencia ambiental del conjunto. El proyecto de licencia ambiental llevaba muchos años desarrollándose y la dificultad de intervenir en el pabellón Gaudí hacia prácticamente inviable su cumplimiento, finalmente se estudió la opción de liberar el edificio Gaudí de actividades escolares para darle un uso de atención al público y residencia de la comunidad teresiana. La decisión permitió desencallar y acotar mucho las acciones necesarias para dotar al conjunto escolar de las exigencias de seguridad que una actividad de este tipo necesita. La mayor intervención era la construcción de una escalera de evacuación en uno de los pabellones, que colindaba con el edificio Gaudí, “Pabellón Santa Teresa” (edificio construido en 1946, que se adhiere discretamente al edificio Gaudí).
El “Pabellón Santa Teresa” se compone de planta sótano, planta baja más altillo y 3 plantas tipo
El proyecto supuso un trabajo pormenorizado para explicar y acordar con patrimonio del Ayuntamiento de Barcelona su impacto, su fluidez con lo existente y su definición para integrarse con el pabellón proyectado y construido por Gaudí.
Tras analizar la estructura del Pabellón y estudiar las distintas posibilidades de ubicación de la escalera de evacuación, se propuso una escalera por el exterior, acotándola a la crujía central de la fachada lateral, con el interés de respetar la modulación existente. Su posición coincide con el final de un pasillo interior que da acceso a todas las aulas y conecta longitudinalmente con una segunda escalera
Se toma como referencia el volumen de acceso del edificio Gaudí y de algunas de sus celosías, sus ritmos, transparencia y textura.
El proyecto propone un volumen y cerramiento con una composición cerámica tradicional en celosía, con el expreso interés de que a través de ella se visualice la fachada del pabellón existente y pueda comprenderse los distintos periodos de intervención. La escalera está pensada con elementos metálicos prefabricados ensamblados en obra.
El proyecto estudia con todo cuidado la visión del “Edificio Gaudí”, tanto desde el exterior del recinto como desde el interior. La propuesta permitía el paso en todo su contorno, así como dignificar un espacio residual del colegio.
Obra: Escalera de evacuación en el recinto protegido “Teresianas Ganduxer”
Autores: PICH Architects
Equipo de Diseño: Felipe Pich-Aguilera. Teresa Batlle. Ute Müncheberg
Ubicación proyecto: calle Ganduxer, 85. Barcelona
Año término construcción: 2022
Superficie construida: 450m2
Project Manager: Umma
Construcción: Reconsa
Cálculo Estructural: Angel Sendarrubias. Picharchitects/pich-aguilera
Dirección de obra: Ute Müncheberg. Angel Sendarrubias
Fotografía: Simón García | arqfoto + picharchitects.com
Estructurado en 5 mesas, intervendrán 24 agentes procedentes de diferentes disciplinas, los cuales están desarrollando líneas de comunicación digital que consideramos de especial interés. Así, participarán desde analistas que realizan una comunicación orientada al gran público utilizando plataformas como Twitch, Twitter, Instagram o televisión, hasta fotógrafos y creadores de entornos 3D o del metaverso. Otras mesas se centrarán más en una comunicación específica, orientada a arquitectos y estudiantes, realizada por propios profesionales de la arquitectura o por revistas, instituciones, archivos. Asimismo, arquitectos en ejercicio debatirán sobre cuáles son sus estrategias de comunicación digital, problemas a los que se enfrentan, sus retos y focos de oportunidad.
Este seminario propone tratar desde el diálogo y el debate, partiendo de una mirada abierta, diferentes focos de la comunicación contemporánea de la arquitectura. Inmersos en un mundo digital, son numerosas las problemáticas que abordar y también las posibilidades para la creación de una comunicación de la arquitectura más abierta y dinámica.
SESIÓN 0
8.9.2022 | 09:30-10:00
JUAN CALATRAVA + DAVID ARREDONDO, Grupo Investigación HUM813
IPs del Proyecto de investigación: “Dinámicas Contemporáneas en la comunicación de arte y arquitectura. Creativos andaluces online 2008-2018”.
SESIÓN 1 8.9.2022 | 12:30-14:30
MANUEL SAGA, Politecnico di Torino @sagarq_
– Leonor Martín @leonormartin_arq
– David García Asenjo @dgllana
– Luis Lope de Toledo @lopedetoledo
– Ana Mombiedro @ana_mombiedro
SESIÓN 2 8.9.2022 | 12:30-14:30
DAVID ARREDONDO, UGR (Grupo Investigación HUM813)
– Rocío Romero – @imagensubliminal
– Marcela Grassi – @marcelagrassiphotography
– Lara Lesmes – Space Popular
– Diego Iglesias – HYPER STUDIO
SESIÓN 3 8.9.2022 | 16:30-18:30
ANA DEL CID, UGR- Grupo Investigación HUM813
– Silvia Blanco Agüeira + Alberto Alonso Oro – #revistaVAD de @veredes
– Manuel Saga – EAHN y Architectural Histories @eahn_journal
– Teresa Couceiro – @FundacionASota
– Ricardo Devesa – @actar_publisher / @urbannext_net
SESIÓN 4 9.9.2022 | 09:30-11:30
Modera: FRANCISCO GARCÍA TRIVIÑO, Universidad de Alcalá (@kuneoffice)
– Esperanza Campaña + Gustavo Rojas – @saltoproyectos
– Agustín Gor + Carlos Gor @grxarquitectos
– María Mallo Zurdo – @maria.mallo
– Miguel Ángel Díaz Camacho – @MADCARQUITECTOS
SESIÓN 5 9.9.2022 | 14:00-14:30
modera: ETHEL BARAONA @dpr_barcelona
– María Fernández – @edicionesasimetricas
– Santiago de Molina – @santidemolina
– Héctor Rivera Bajo + Alberto Martínez García – @hidden_architecture
– Lorenzo Barnó – @stepienybarno
El seminario se desarrollará en el salón de actos de la ETSAM de la UPM en Madrid (España), los días 8 y 9 de septiembre 2022. La asistencia es libre y gratuita. En estos momentos se está trabajando la posibilidad de emitir las jornadas en formato on line.
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