Ya puedes registrarte a REBUILD2020 (29 sept – 1 de oct | CCIB, Barcelona), el evento boutique de innovación para transformar el sector de la edificación a través de la industrialización, la sostenibilidad de los nuevos materiales, la digitalización y el diseño.
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Más de 280 expertos en 4 auditorios presentando sus casos de éxito y proyectos más disruptivos para cada segmento de la industria (vivienda, hotel, retail, sociosanitario, oficinas e institucional) y con una agenda específica para cada perfil profesional (arquitecto, promotor, constructor, aparejador, ingeniero, instalador y diseñador de interior).
La situación actual está obligando a muchos sectores a reinventarse, y por eso, más que nunca,REBUILD2020 premiará la innovación en la edificación con los Advanced Architecture Awards 2020.
Durante nuestra formación los proyectos que generamos son cuestionados, atacados y embestidos por un sinfín de ayudantes, jefes de cátedra, titulares, compañeros, amigos y familiares, logrando así proyectos que cumplen con los estándares requeridos.
Desde las primeras semanas en la facultad de arquitectura, el alumno se ve sometido a un incesante cuestionamiento de sus primigenias presentaciones y entregas, pasaran muchos meses y probablemente años hasta que el alumno compatibilice con esta metodología y haga el «click» que necesita para pasar al siguiente nivel. El hecho de volver a su hogar con maquetas destrozadas luego de una corrección y planos tan rayados que casi no recuerde a que se deba cada una de las observaciones, es difícil de afrontar ya que nos encuentra de cara con el fracaso continuamente.
Con el correr de los años el alumno va adquiriendo en su formación nuevas herramientas que le permiten generar proyectos que nacen correctos desde su concepción, esto no hace que deje de ser participe de correcciones y embestidas por parte del claustro de profesores de la facultad, pero ahora el alumno espera con ansias estas embestidas ya que sabe que luego, su proyecto lograra pulirse hasta cumplir con los estándares de una obra realizada por un profesional, y al fin y al cabo obtener una buena nota que es el objetivo en este momento.
Una vez que este alumno se transforma en profesional, debe convertirse en todas esas personas que lo asistían y corregir a conciencia sus proyectos, tratando de abstraerse para poder pulirlo lo mas posible. Esto toma tiempo y es la parte más importante, la inspiración son destellos que duran segundos, el trabajo es lo que realmente forma al proyecto. Según Thomas Edison
«la genialidad se compone 1% inspiración 99% transpiración»,
si no logramos hacer este ejercicio, perdemos el oficio adquirido en nuestra formación y esto es inconcebible. No podemos culpar a la falta de tiempo, a las exigencias de la vida profesional, o a un cliente indeciso, todos nuestros proyectos deben contar con su debido proceso de maduración y correcciones antes de llegar a concretarse.
Si no embestimos y cuestionamos el proyecto solo lograremos resolver las solicitudes básicas del comitente (no todas). En este punto, el proyecto se encuentra en vías de desarrollo en todos los demás aspectos, los cuales son el valor agregado que un Arquitecto debe ofrecer en sus trabajos: estudios de implantación, estudios de suelo, asoleamiento, variedad espacial en corte, relación con el entorno, ahorro energético, adaptabilidad de plantas según los usos, fachadas… la quinta fachada!, materialidad, etc, etc.
Es muy común que los anteproyectos generen expectativa y hasta admiración por parte de nuestros clientes, ya que van vislumbrando como será su proyecto, su ansiedad aumenta y en esa etapa todo lo ven espléndido, pero claro, nosotros somos profesionales, no debemos encandilarnos con esas luces, nuestro anteproyecto aun tiene mucho por progresar hasta ser una obra consolidada y digna de ejecutar… y no justamente por linda o fea, sino porque (el cliente no lo sabe) aún no sabemos dónde colocar el tanque de reserva, no sabemos si el municipio va a aprobar ese retiro de frente, quién fabricará tamaña carpintería e inclusive cómo se sostiene la planta alta… el anteproyecto ni siquiera tiene estructura!
En fin… si somos conscientes, y sabemos todo esto, no hay problema, ahora si queremos transformar ese anteproyecto rápidamente en proyecto y ejecutarlo, simplemente aportaremos una obra mediocre más a la ciudad, la cual tendrá una infinidad de problemas que ira encontrando el usuario en su vida diaria dentro de nuestro encandilado anteproyecto. Así que pongámonos lentes de sol, y por el bien de la profesión, sigamos tachando, rompiendo y frustrándonos con nuestros proyectos hasta hallar la mejor versión.
Germán Campagnolo. Arquitecto
Junio 2020, Argentina
Hay en EL PAÍS un artículo [Historias de la arquitectura ‘mileurista‘] cuya lectura recomiendo encarecidamente. Trata de la fuerza con la que unos arquitectos jóvenes y creativos luchan contra… Iba a escribir «luchan contra la crisis», pero en realidad contra lo que luchan es contra la inercia y el pesimismo. En cierto sentido «luchan a favor de la crisis».
A ver si sé aclararme las ideas y explicar lo que quiero decir. Me he negado siempre, por principio, a hablar en este espacio de la crisis que nos está matando. Arquitectos sin dinero, sin trabajo, sin presente y sin futuro. Bancos (esos mismos bancos que hace cuatro días no sabían ya que regalarnos, qué ofrecernos: cavas de ébano para conservar vino, relojes termonucleares, cafeteras anaeróbicas…) que nos cierran cuentas de crédito.
Demandas de «listos» que buscan arañar lo que pueden… No sé dónde vamos a llegar. No sé qué va a ser de nosotros.
La crisis económica ha reducido un promedio de un 5% los sueldos de los funcionarios, ha reducido un no sé cuántos por ciento las ventas de coches, un tanto más la de zapatos… Pero a nosotros no nos ha reducido la actividad un tanto por ciento. No. Nos ha multiplicado por cero, como diría el filósofo americano Bart J. Simpson.
Nos han laminado, nos han aplanado, nos han dejado exhaustos. Y ahora que nos hemos quedado boquerones, la compañía de seguros de responsabilidad civil nos sube la prima una barbaridad porque no da abasto, y el colegio de arquitectos nos sube la cuota, y ya no sabemos qué hacer, ni a quién recurrir.
Leo un aviso de un arquitecto que se ha ido a currar a Sydney y proclama su aventura, pero en seguida dice que apenas puede trabajar como delineante en un estudio, diez horas diarias, en régimen de semiesclavitud.
A todo esto, el colegio de Madrid celebra un curso de dos mañanas sobre cómo dejar de ser imbécil y empezar a reconvertirse de una puñetera vez. Y resulta que el curso cuesta doscientos euros (¡por dos mañanas! ¡precio especial para colegiados!) para que te digan que aprendas inglés (para irte a Sydney, ¿no te digo?) y que diseñes páginas web.
Y la conclusión que saco es que la mejor reconversión consiste en ponerse a dar cursillos de dos mañanas sobre reconversión, a doscientos euros. (Porque, si no, nos vamos a pasar la vida haciendo páginas web, y en inglés).
Y todo es gris, y todo se hunde, y estamos como colgados de las puntas de los dedos, a punto de caer en el abismo. Los dedos ya no pueden más. Ya no tienen fuerza. A nuestro lado cae un compañero. Después, un poco más allá, cae otro. Ya nos toca. Ya nos toca.
Pero dejemos esa porquería y congratulémonos.
La crisis tiene algo bueno para la arquitectura (la poca arquitectura que se hace) y para los arquitectos: Una revolución de la dignidad.
En estos años pasados podíamos asistir consternados a las cenas anuales de los colegios de arquitectos. ¡Qué parque móvil! ¡Qué abrigos! ¡Qué sombreros! ¡Qué conversaciones! Éramos estupendos, nos sabíamos tocados por el dedo de los dioses, pero nuestro único mérito era tener una churrería de chalés adosados, una cinta sin fin de metros cuadrados de forjados.
Eran años poceriles. Todo el mundo entendía de vinos, todos tenían yate, todos jugaban al golf (incluso en plena Sagra toledana).
Fue un empacho y una orgía cutre. (Una especie de pesadilla en la que queríamos creer que gozábamos de placeres sublimes entre huríes y valquirias, pero en realidad eran los regüeldos pedorros de la zafiedad. Huríes ni una).
Cada promotor quería distinguir su producto con elementos decorativos más singulares y llamativos que el de al lado, pero todo se reducía a salón comedor, cocina y aseo en planta baja y tres dormitorios arriba. Con un patio de tres metros de fondo -retranqueo mínimo exigido- y seis de ancho -el ancho del chalet-. Ese era el paraíso, y si el vecino de la derecha hacía barbacoas y el de la izquierda tenía perro ladrador, ya me dirás tú dónde se escondían las jodías valquirias de las turmas, porque yo te juro que no las vi.
En el artículo que os digo se habla de arquitectos que trabajan, que piensan, que sueñan. Que luchan contra todo, en condiciones precarias, que abaratan la construcción (y sus honorarios) hasta lo inimaginable, para que la ridícula financiación del maldito banco valga para hacer la casa de su cliente.
Ya no se despliegan por doquier los insufribles sofás tapizados con escroto de búfalo. Ya no se ven los suelos de madera de sequoya viudo del Canadá. Ya no se sonoriza el salón de la casa con Dolby Surround 3D Megasound Reflection (para ver Aquí no hay quien viva).
(Fuera de coña. Conocí a un alcalde que tenía en el coche un equipo de música que costaba varios miles de euros, y solo ponía el torito bravo que tiene botines y no va descalzo).
Pues toda esa tontería se ha ido a la mierda. ¡Bien! ¡Tres hurras!
¡Estos chicos de los que habla ese artículo solo hacen arquitectura. Arquitectura heroica!
Algunos dicen que tienen que hacérselo todo, hasta fregar el estudio. Perfecto.
¿No hacían eso y más los alegres discípulos de Taliesin?
No se nos caen los anillos. Porque ya no nos quedan. Los hemos empeñado.
Pero la arquitectura, la poquísima arquitectura que se hace, está más viva que nunca, y está más lista y más despabilada que antes. Por la cuenta que le tiene.
José Ramón Hernández Correa
Doctor Arquitecto y autor de Arquitectamos locos?
Toledo · noviembre 2011
Hace ya 20 años que el profesor Carlos Sambricio propuso la idea de la recuperación en el panorama español de lo que nosotros queremos llamar “los secundarios”, aquellos arquitectos que por diferentes motivos no disfrutaron de excesiva fortuna crítica durante su ejercicio profesional pero cuya obra, revisitada a la luz de los años transcurridos, plantea temas de interés a nuestros ojos.
Ciertamente la memoria de aquellos trabajos –esta vez abierto el foco dentro y fuera de nuestro país– se hace necesaria para entender en toda su extensión la urdimbre profesional necesaria para alumbrar las obras maestras de la arquitectura moderna,
“de modo que a través de ese conjunto pudiese entenderse de un modo distinto –tal vez más continuo y uniforme, más anónimo pero no menos interesante– lo sucedido en el ámbito de la arquitectura”.
Pero es que además, la obra de esos profesionales, adecuadamente diseccionada, descubre nuevas capas de interés y complejidad en aquella urdimbre. Serían secundarios de lujo sin cuya participación no solo no se entiende lo ocurrido en aquellos años de brillantez, es que sin ellos sencillamente no se hubieran dado.
Además sucede que la mirada contemporánea descubre obras de aquella época que resplandecen con luz propia y cuyo análisis está todavía pendiente.
Es por todo ello, por la necesidad de recuperar arquitectos y arquitecturas que se han filtrado en los sucesivos tamices de la crítica, que este nuevo número de VAD. veredes, arquitectura y divulgación plantea este tema de los llamados secundarios.
Así pues, se abre la veda para este redescubrimiento. O más bien, para el pasado a limpio de tantas investigaciones recientes que han abierto cajones-planeros, desempolvado vegetales y recuperado memorias con una mente análoga: la de la escritura de un nueva capa en el palimpsesto de la historia reciente de la arquitectura.
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Ubicada en el barrio valenciano de El Cabañal, la casa de los gigantes aparece como una obra singular dentro de este histórico distrito de pescadores. Su innovación, más allá de estar basada en el empleo de tecnologías de vanguardia fuera de todo contexto y situación, radica en la profunda actualización histórica que en ella se produce. Sin caer en estilos ni simplificaciones, la tarea era la de dotar de una sensibilidad contemporánea a todos esos materiales y técnicas constructivas mediterráneas, propiamente locales, eficientes y responsables, que tan bien han soportado el paso y el peso del tiempo. De este modo se utilizan por toda la vivienda materiales como la piedra natural extraída localmente, los enfoscados tradicionales de cal, la madera recuperada de la propia vivienda, y otros materiales y técnicas tradicionales que se emplean sin embargo, con una comprensión contemporánea de los mismos.
En definitiva, se trata de crear una suerte de precedente que permita actualizar el patrimonio construido del barrio y prepararlo así para su futuro; sin sobrescribir, insultar o pervertir ninguno de los aspectos de su majestuoso pasado.
Desde el punto de vista espacial, la escalera interior que comunica cada uno de los niveles es, sin lugar a dudas, el elemento más importante de la casa. Recorrerla supone una auténtica experiencia sensorial, pues se trata de un espacio enteramente construido en piedra natural -casi simulando una gruta donde los reflejos, las luces y las sombras, acompañan a lo largo de su singular recorrido.
En fachada, el dueño de la casa, artista de profesión, le dará nombre a esta obra mediante toda una serie de gigantes que, grabados en piedra y vidrio, permiten relacionar la obra con aquellas viviendas del pasado cuya simbología no era sino la cristalización del particular carácter de sus propietarios.
Obra: Proyecto de consolidación estructural y rehabilitación integral de vivienda entre medianeras en calle Barraca 135. La casa de los gigantes.
Autor: Iterare arquitectos. Rubén Gutiérrez + Pedro Ponce
Colaboradores: Ciro Vidal
Año: 2016-2019
Emplazamiento: Calle Barraca 135, Valencia, España
Fotografías: David Zarzoso + iterarearquitectos.com
Construido en el año 1850, este palacete de estilo italiano se encuentra ubicado en Azuqueca de Henares en Guadalajara (Castilla-La Mancha), rodeado por una parcela de aproximadamente 20.000 m2.
¿Qué problemáticas ser afrontaron?
La estructura de cubierta del palacete estaba formada por vigas y correas de madera, sobre las que se apoyaba una ripia de madera, generando una superficie continua sobre la que se asentaban directamente tejas cerámicas tomadas con mortero.
El paso de los años provocó movimiento en las tejas, lo que hizo que se despegasen del mortero y acabasen desplazándose de su posición original, lo que, unido a la inexistencia de una capa de impermeabilización inferior, provocó la filtración de agua hacia la estructura de madera originando graves humedades en el interior de la edificación, así como su deterioro prematuro.
¿Qué solución técnica se propuso?
Teniendo en cuenta el mal estado de toda la estructura de madera se opta por una intervención total en la cubierta, sustituyendo la estructura original por un sistema de cubierta ligera, formada por vigas y correas metálicas, que sirvieron de base para la colocación de placa ondulada de fibrocemento, sobre la que se instalaron tejas cerámicas curvas de dimensiones 50×21 acabado Jacobeo siguiendo el DIT de instalación número 622/16 deTejas Verea.
Se puede apreciar la estructura metálica, cuyas vigas tienen un canto considerable dado que la distancia entre apoyos era importante. Sobre estas vigas se colocaron unos perfiles tipo omega 50×40 metálicos, con una separación entre ellos de 1,15 metros, distancia máxima permitida para la colocación de placas onduladas de fibrocemento de 2,50 metros de longitud para un solape de 20 cm, tal y como indica el DIT de Tejas Verea.
En la zona de alero se instaló un canalón de recogida de aguas, cuyas patillas se fijaron directamente a la placa de fibrocemento al permitir este material realizar fijaciones directas sobre el mismo, impermeabilizando la zona de fijación para evitar posibles filtraciones de agua, tal y como se aprecia en la siguiente fotografía.
Una vez fijado el soporte para el canalón, se procedió a la colocación de la teja de alero, una pieza especial contemplada en el sistema que consiste en una pieza precortada y pretaladrada, permitiendo de este modo que la teja cobija del alero sea más corta que las del resto del faldón y sirviendo de tope para las mismas. Por ello es de vital importancia que esta teja se fije con un tornillo a la onda alta del fibrocemento, aprovechando el agujero pretaladrado que trae de fábrica, lo que además de asegurar que no se desplazará de su posición, permite la entrada de aire por la zona de alero lo que garantiza la microventilación bajo teja, que ayuda a la conservación del material cerámico y aumenta el confort térmico de la vivienda.
Una vez colocadas todas las tejas de alero, el resto de piezas del faldón se instalan en seco mediante gancho de acero inoxidable de longitud 7,5 cm, así como espuma de poliuretano en la zona de solape entre tejas cobijas.
Por último, la cumbrera se ejecuta igualmente mediante el sistema ventilado contemplado en el DIT, formado por una lámina impermeable-transpirable y por un perfil metálico que se fija y nivela mediante un conjunto pletina metálico, que a su vez va atornillado directamente a la onda alta de la placa ondulada de fibrocemento.
De esta forma, se garantiza que el aire que entra por la zona se alero se evacua correctamente por la zona de cumbrera, asegurando de este modo el correcto funcionamiento de la cubierta.
Principales datos de la rehabilitación
Inicio de las obras: marzo 2019
Superficie rehabilitada: 600 m2
Empresa responsable de la cubierta: Sotecur SL
«Por fortuna, está demostrado que el tiempo no es absoluto».
Dr. House en el capítulo «Tres historias» (2005)
Uno de los protagonistas de la serie House, sin tanto carisma como el doctor que le da nombre, pero posiblemente con más minutos de pantalla, es el Princeton Plainsboro Teaching Hospital. Esta institución es un hospital universitario ficticio, creado expresamente para la serie, aunque con algunos matices. Realidad y ficción se entrecruzan para disfrute del espectador curioso.
Las imágenes del exterior pertenecen a una auténtica escuela universitaria: se trata de un edificio proyectado en 1908 por el arquitecto Henry Hardenbergh para albergar los laboratorios de física del nuevo campus de Princeton (New Jersey), originariamente con una planta en forma de H siguiendo los trazados académicos habituales y en un lenguaje neogótico de piedra y ladrillo como otros muchos edificios docentes de la época.
En el año 2000, los arquitectos Robert Venturi y Denise Scott Brown —posiblemente más conocidos en el ámbito de la teoría de la arquitectura que por sus obras construidas— diseñaron la ampliación del edificio, cerrando los extremos de la H con dos construcciones: un pórtico y un nuevo frente edificado, que es el ámbito que más se puede observar en la serie.
Siguiendo sus ideas acerca de la complejidad y la contradicción en la arquitectura quisieron relacionarse con el edificio existente a través del material y del lenguaje: empleando el mismo tipo de ladrillo en las fachadas y hormigón pulido en el zócalo del edificio, manteniendo las líneas fundamentales de composición del edificio existente y ocultando bajo la cota del terreno los espacios demandados por el programa que podían tener una presencia contundente, como un auditorio. Desde entonces se emplea como centro de usos múltiples dentro del campus y los ambientes interiores que vemos en la serie no se corresponden con los reales, aunque muchos de ellos han sido inspirados por el edificio de Venturi, como la cafetería o los despachos del doctor Wilson y del doctor House. De nuevo, complejidad y ficción para el observador atento.
Una primera versión de este texto se publicó en el blog El tiempo del Lobo en agosto de 2006 y está incluido en el libro Textos compartidos. Apuntes y artículos breves 2004-2019 (2020)
El espacio y el ojo mantienen una fascinante relación de interclusión. Por un lado el ojo se encuentra sumergido en el espacio, sostenido en una posición flotante que construye nuestra percepción del afuera; al mismo tiempo, el espacio se despliega en la habitación interior del ojo, resolviendo una de las formas más elementales y efímeras de la conquista. Tal vez este procedimiento intangible (podríamos decir biológico) de posesión, pudiera explicar por sí solo el enorme valor de la arquitectura como instrumento para la apropiación del mundo.
Pocas obras representan de manera tan literal este modelo de usufructo intraocular como el grabado de Ledoux “Coup d’Oeil du Theatre de Besonçon”.1 Aquí el espacio arquitectónico pierde su condición exterior y es representado como un paisaje en miniatura alojado en el interior del ojo. La altura total del teatro es sugerida mediante la presencia de un foco cenital que se dirige hacia el espectador, una exhalación luminosa que atraviesa el propio ojo y se prolonga hacia el afuera. Espacio exterior, luz interior o el hombre como una suerte de centro de claridades.
El ejercicio de inmersión del ojo en el espacio exterior no resulta en absoluto menos excitante. Le Corbusier dibuja ojos fuera del cuerpo (y fuera de la arquitectura) en la conocida sección de la Unidad de Habitación de Marsella, situando un desproporcionado órgano para la visión sobre el vacío.2 La poderosa infraestructura queda detrás del ojo, como el andamiaje necesario para la construcción de la mirada y la recuperación de los placeres esenciales: el sol, la naturaleza, las nubes, la feliz agitación del mundo en nuestro interior.
Paisaje conquistado:
¿acaso se le puede pedir más a la arquitectura?
Mirar es poseer.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Abril 2015. Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas:
1 Fine Arts Museum of San Francisco, Claude Nicolas Ledoux, 1804. 2 Unidad de Habitación de Marsella, Le Corbusier, 1952.
Se cuenta, puede que más cerca del mito que de la realidad, que cuando Mies van der Rohe entrevistaba a un candidato para formar parte de la plantilla del estudio le sometía a una extraña prueba. Le acompañaba hasta una de las mesas de dibujo, le hacía entrega de todo tipo de instrumental, reglas, compases, escuadras, cartabones, lápices, gomas de borrar etc., y le pedía que ordenase aquellos elementos en el acotado campo de juego del tablero de dibujo. Nada más, y nada menos que ordenarlos.
Orden es un término polisémico que explica cómo se colocan las cosas, cual es el sitio que les corresponde y las reglas que establecen, sus composiciones; hace referencia a como se construyen las series, sucesiones o taxonomías; puede ser también un mandato que se debe obedecer; también alude a una agrupación religiosa, o incluso puede referirse al lenguaje clásico de la arquitectura.
Puede por tanto hacerse referencia al orden público, a una real orden, al orden establecido, a un orden del día, al orden cerrado, a una orden religiosa, al orden natural de las cosas o por supuesto a los órdenes toscano, dórico, jónico o corintio. Incluso uno puede colocarse en posición de a la orden, a sus órdenes, puede llamar a alguien al orden, o simplemente situarse en orden o poner algo en orden. Todo ello sin aludir al desorden, por no acabar sin orden ni concierto.
El orden, o su ausencia, es un campo fecundo para la arquitectura, un espacio abierto y versátil en el que pueden fluir múltiples investigaciones, múltiples visiones que superpuestas pueden abrir nuevos recorridos sobre este término fundamental para la arquitectura.
El propio Mies había expresado con vehemencia
“Espero que nadie se figure que la arquitectura tiene nada que ver con eso de la creación de formas, lo propio de los arquitectos es el orden”.
Una afirmación visible por ejemplo, en aquella obsesión geométrica de la rejilla de 24 x 24 pies que organizaba su campus para el Illinois Institute of Technology. Un papel milimetrado que instauraba un orden abstracto, una medición de la tierra, un tablero acotado en el que colocar los edificios.
¿Qué otra cosa puede ser la arquitectura sino honrar el orden?
– Laboratorios del vacío. El orden no construido de José Luis Fernández del Amo en Vegaviana. Sete Álvarez
– Complejidad, Caos y Entropía. O cómo entender el orden evolutivo de las ciudades. Francisco Javier Parada Pino
– La habitación india de Pierre Jeanneret en Chandigarh. Oljer Cárdenas Niño
– Cano Lasso y Elviña. Poniendo en orden la ciudad sobre el paisaje. Francisco Dinís Díaz Gallego
– La ordenación del espacio en la planta baja de la Casa de Suecia. Ismael Amarouch García
– Preciso, ampliado, redibujado, recordado. Una revisión del proyecto de Pym y Lawson para el Ulster Museum. Cecilia López Prego | Antonio S. Río Vázquez.
– Rethinking the concept of Order from a Systemic and Expanded vision of Architecture. Foundations and strategies for a new framework. Jon Arteta Grisaleña
Artículos de crítica
– Coyuntura. ¿De qué estamos hablando los arquitectos en Chile? Nicolás Valencia
– Prêt-à-porter y el orden del proyecto arquitectónico en la segunda era de la máquina. Juan Diego López-Arquillo
– De un cuerpo a otro. Joaquín Ibáñez Montoya
– El orden en Arquitectura. Myriam Goluboff Scheps
– El caos necesario. Las ratas de Pruitt-Igo. David V. Martínez Villaescusa
Reseñas
– La obra conjunta de la Universidad Laboral de Zamora. Arquitectura civil y religiosa de la Fundación San José. Rafael Ángel García-Lozano. Alberto García-Samaniego Rey.
– Arquitectura, Diseño y Sociedad en la Temprana Edad Moderna (Guido Cimadomo, ed.). María Jesús García Granja.
– Wayfinding. The Art and Science of How We Find and Lose Our Way. Michael Bond. Ana Mombriedo.
– Salvador Pérez Arroyo. Escritos de un arquitecto (Eduardo Delgado Orusco, ed.) Alegría Colón Mur
Una de las acciones más recientes del ministerio de educación de Burkina Faso en la lucha contra el abandono escolar ha sido la de unificar los centros educativos aislados en complejos escolares donde se imparta la formación desde Preescolar hasta la Secundaria.
El proyecto contempla la ordenación del nuevo Complejo Escolar Bangre Veenem a partir de la existente escuela de primaria del poblado de Youlou (Koudougou), así como la realización de la Escuela de Secundaria y las edificaciones auxiliares (cantina escolar, vestuarios de personal, garita, depósito de agua y otros espacios de servicio). En el futuro, la ONG y el Ayuntamiento de la ciudad deberán completar la intervención con la construcción de la Guardería y la Administración central del complejo.
La alcaldía y los vecinos han puesto a disposición del proyecto más de 8ha de terreno para poder completar la infraestructura, dado que las escuelas en los poblados de Burkina Faso usualmente se formalizan como múltiples pabellones en planta baja desperdigados en importantes extensiones de terreno.
La primera decisión ha sido compactar la propuesta a fin de reducir el ámbito de intervención en un 40% (5ha) con tal de afectar lo menos posible a los núcleos habitacionales existentes y a sus terrenos de cultivo. Además se ha optado por disgregar la propiedad en dos zonas, Norte y Sur, con un área “exterior” intermedia, una gran plaza pública de acceso pero también de tránsito, para evitar que el cierre perimetral convirtiera la escuela en una barrera de hasta 500 ml de costado.
El grueso de la intervención se concentra en la zona central del terreno, disponiéndose en tres franjas horizontales, donde la intermedia es el gran vacío de acceso, en la Norte se ubica la Secundaria, la administración central y sus espacios de aparcamiento, y en la Sur las construcciones para la Guardería, la Cantina y sus cuerpos auxiliares y de estacionamiento. Estas divisiones y el lugar en el que en ellas se disponen las edificaciones responde también a la presencia de unos Néré (Parkia biglobosa) majestuosos, a los que el programa pretende referenciarse.
La propuesta prevé la construcción de los edificios principales -Liceo, Guardería y Administración- con muros y bóvedas de ladrillos de tierra comprimida (BTC) y con una doble cubierta superior de protección, y los edificios auxiliares, junto con los muros de cierre que conforman la plaza central de acceso, en gruesos muros de piedra resistentes a la intemperie.
El Instituto de Secundaria se concibe como un único edificio. Los diferentes cuerpos que lo componen se sitúan bajo una gran carpa protectora, la cual se perfora en su cumbrera para iluminar y ventilar naturalmente la terraza interior de acceso a las aulas, y se deforma e interrumpe en su tramo central para proteger la construcción inferior y para dar lugar a la gran pérgola vegetal que cubre el acceso principal a sur.
La secuencia de aulas se dispone en dos alineaciones paralelas, orientadas a N-S, con una simple asimetría dimensional provocada por el número de clases que las componen. El volumen central de la pieza de despachos de dirección abandona dicha alineación, se avanza marcando las entradas a los diferentes ámbitos desde el acceso sur, se erige como tercera fachada de cada terraza interior (la cuarta sería el paisaje a Esto u Oeste) y genera un área posterior de profesores a norte.
Se plantarán numerosos árboles alrededor de las construcciones que permitirán crear amplias zonas de sombra natural y atenuar la temperatura y la presencia de polvo en el aire. De la misma manera, la gran pérgola de entrada al Instituto o las de las zonas de aparcamiento quedarán sombreadas gracias a las decenas de enredaderas plantadas a tal efecto. Pero eso ya será la próxima estación de lluvias. Mientras, estudiantes y bicicletas encuentran cobijo bajo los grandes Néré.
Obra: Escuela de secundaria y edificaciones auxiliares del complejo escolar Bangre Veenem
Emplazamiento: Koudougou, Burkina Faso
Autor: Albert Faus Architecture
Equipo: Albert Faus, Anton Pena, Giovanni Quattrocolo, Cecilia Martínez, María Lindón de Miguel, Aziz Ilboudo, Teresa Cruz, Alienor Goffart, Camie Deramaux, David Demange (Le Soleil dans la Main)
Estructura: otherstructures
Proyecto: 2018
Construcción: 2019
Client: ONG-D Le Soleil dans la Main (LUX)
Propietario: Ayuntamiento Koudougou
Funding: ONG-D ASDM + Ministère des Affaires Etrangères et Européennes (MAEE) du Luxembourg
Contratista: Concept Sarl (LYCEE) / EWK (Edificios auxiliares)
Superficie:
Secundaria_ Superficie construida 940,00 m2
Terraza exterior 435,00 m2.
Bajo techo 2.200,00 m2
Cantina_ Superficie construida 80,50 m2
Bajo techo 170,00 m2
Vestuarios _ Superficie construida 28,25 m2
Gatehouse _ Área construida 28,25 m2
Áreas de estacionamiento _ Área construida 610,00 m2
Edificio tanque de agua _ Superficie construida 60,00 m2
Este libro presenta veintiséis espacios para el culto realizados en España durante los primeros años del siglo XXI. Su selección responde a una elección personal del autor, cuyo criterio se ha apoyado en valores estrictamente arquitectónicos.
Este libro presenta veintiséis espacios para el culto realizados en España durante los primeros años del siglo XXI. Entre las obras seleccionadas se encuentran veinticuatros iglesias católicas, una iglesia evangélica y otra levemente interconfesional.
Es difícil saber si estos edificios son realmente significativos de la reciente arquitectura religiosa española; en cualquier caso, su selección responde a una elección personal del autor, cuyo criterio se ha apoyado en valores estrictamente arquitectónicos. Y aunque no se hayan incluido mezquitas, sinagogas o templos de religiones orientales, podemos pensar que este conjunto de iglesias nos dice algo acerca de la situación actual de las religiones en España.
La arquitectura religiosa permite tomar el pulso de la sociedad en general, ya que condensa en sí misma una serie de valores que la hacen especialmente sensible para captar las sinergias de cualquier tejido social. Y esto por varios motivos: por su escala singular, porque apenas tiene programa y porque para mantenerla a lo largo del tiempo es necesaria la confluencia de muchas voluntades; porque trabaja con grandes vacíos, porque para formalizarla se requieren recursos constructivos no habituales y porque en ella la luz es el tema; porque comunica; y porque —en definitiva— aspira a ser sagrada.
Se recogen obras de AGi architects, Alejandro Beautell, Chérrez y Cantera, Eduardo Delgado Orusco y Javier Viver, Elesio Gatón, Elisa Valero, Erithacus arquitectos, Fernando Menis, Funcionable, Gimeno-Guitart, IMB arquitectos, OAB/Office of Architecture in Barcelona, Otxotorena arquitectos, Pablo Guillén, Pablo López Aguado, Pablo M. Millán, Rafael Moneo, Rubén Labiano y Jesús Bazal, T113 arquitectos, Tabuenca y Leache, Vicens + Ramos, VZ arquitectos.
El autor
Esteban Fernández-Cobián (Vigo, 1969). Doctor arquitecto, Premio Extraordinario de Doctorado de la Universidade da Coruña y Premio de Humanidades del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (2001).
Es Profesor Titular en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidade da Coruña (España), ha sido profesor visitante en el Alma Mater Studiorum-Università di Bologna y en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y desde 2014 forma parte del cuerpo académico de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (México).
Miembro del comité científico de la Fondazione Frate Sole (Pavia, Italia) y de los congresos internacionales Arte, Architettura e Liturgia nel Novecento (Venecia, Italia), desde el año 2007 organiza los Congresos Internacionales de Arquitectura Religiosa Contemporánea y edita el journal «AARC – Actas de Arquitectura Religiosa Contemporánea».
Ficha técnica
Arquitectura religiosa del siglo XXI en España
Esteban Fernández-Cobián
Editor Universidade da Coruña. Servizo de Publicacións
Colección Monografías, núm. 164
N.º de páginas 248
Formato 22 x 22 cm.
Imágenes 300 aprox. Color y bn.
Encuadernación Rústica con solapas
Depósito legal C 2377-2019
ISBN 978-84-9749-759-6
Fecha de edición Mayo 2020
La arquitectura es un tipo especifico de imaginación.
Así lo afirma Michael Hays en el texto Afterword que cierra el libro Constructing a New Agenda, Architectural Theory 1993-2009.1
Este tipo de imaginación es una combinación de sensibilidad, proyección y conceptualización, que organiza el mundo en categorías interrelacionadas de tiempo y espacio. Toda arquitectura surge de un substrato eminentemente complejo capaz de negociar con lo objetivo y lo subjetivo, capaz de construir una afirmación que involucra percepciones, imágenes, sistemas y códigos.
La disciplina de la arquitectura debe moverse con extrema rapidez entre la ética, la jurisprudencia, la gravedad y el clima.
Un determinado contexto de un simple ejemplo de arquitectura está envuelto por todas las fuerzas tecnológicas, estéticas, económicas, jurídicas y psicológicas que conducen la producción social de significados y que de hecho, de una cierta manera, articulan la historia. No solamente la historia de la arquitectura, sino que diría, la historia sin más.
La forma de la arquitectura, más allá de su geometría, viene determinada por las demandas y los reclamos de una sociedad, por sus patrones, sus productores, por sus usuarios y por el público, de una manera inclusiva y represiva a la vez. La arquitectura, al menos la buena arquitectura, es un deseo colectivo que se impone. Por tanto, por un lado es un aspiración social estructurada, con raíces y derivadas muy profundas, y por otro, siempre acaba excluyendo a un número importante de individuos, que lejos de haber aspirado o reclamado nada, se encuentran que de un día para otro, la realidad ha sido brutalmente transformada. Incluso en aquellos casos donde se desarrollan rigurosos procesos de interacción social, de dialogo vecinal o de políticas de inclusión en la toma de decisiones, la arquitectura siempre se impone, como una especie de mazo implacable que transforma una calle, hace emerger una plaza o destapa un edificio.
En el contrato ciudadano que de forma implícita todos los individuos firmamos en el instante que tomamos la decisión de formar parte de una sociedad urbana, esa doble cara de la arquitectura, la inclusiva y la impositiva se suscribe también.
Visto así, la arquitectura tiene infinitos puntos de contacto con la realidad, ese sujeto dúctil y maleable de las mil caras, y posiblemente por eso mismo, existe la pulsión de escribir sobre arquitectura, para la arquitectura. Escribir de arquitectura la hace pensalbe, la ordena de forma compleja, la jerarquiza de manera dinámica, la posiciona cerca de sus estímulos, de sus fuentes de alimentación. Puede decirse también que escribir sobre arquitectura organiza una constelación de vectores que la identifican y determinan escenarios perceptibles.
Desde la década de los 60’s, y especialmente en los 70’s y 80’s, la arquitectura intenta hacerse escritura. Al principio reclama ser un lenguaje. Pero un lenguaje es un sistema compartido de preconcepciones y asociaciones construidas. Si aceptamos que cualquier caso individual de un sistema general usa partes de ese sistema para su configuración, sean estos códigos, tipos o estilos, la significación de cada parte, de cada fragmento, está cargada de una cierta ideología. Por tanto cada ejemplo individual de arquitectura es inescapablemente ideológico. Otra discusión es si la condición ideológica ha mutado de ser antiguamente un recipiente cerrado de conceptos y relaciones a contemporáneamente convertirse en una red maleable y abierta de nodos interconectados.
Sea como sea, la arquitectura, y su relato, su traducción pensable en lo escrito, es una compleja madeja de ideas ideologizadas. El cometido de la arquitectura en tanto que escritura, viene a ser la tercera dimensión a medio camino entre el horizonte social de un lenguaje generalista, y la particular y personal profundidad de un código individual.
En cierto sentido la escritura de la arquitectura abre un espacio donde lo ideológico, producto de dentro hacia fuera, y lo lógico, producto de fuera hacia adentro, se encuentran. Sólo así la arquitectura puede aspirar a ser escrutada, reflejada, transgredida y transcender su propia y mera condición física.
Si estas afirmaciones, que voy traduciendo y ampliando libremente del texto antes referido, tienen alguna potencia, esta es la de activar los mecanismos de comprensión de lo que llamamos el acto de proyectar. Toda arquitectura es antes un proyecto de arquitectura. Es decir, toda construcción física en el espacio y en un tiempo determinado, ha sido antes proyectada, construida en la mente, dibujada con unos códigos de representación muy precisos y lanzados, por tanto proyectados, a un futuro próximo, con la esperanza de que se transformen en un cuerpo físico. La escritura de la arquitectura también es en cierta manera una forma de proyectar, de lanzar los porqués de la arquitectura hacia delante. Convertirlos en cabeza de puente hacia el siguiente hito, dirigirlos hacia el próximo reto. Avanzarlos hasta el siguiente muro conceptual infranqueable.
Quizás por eso, un escrito de arquitectura debería marcar antes un camino y situarse en forma de epílogo, o de afterword, que situarse al principio, en forma de prólogo.
Miquel Lacasta. Doctor arquitecto
Barcelona, octubre 2013
Notas:
1 SYKES, Krista A. Ed, Constructing a New Agenda, Architectural Theory 1993-2009, Princeton Architectural Press, Nueva York, 2010
Las cosas no siempre son lo que parecen. Una cafetera, por ejemplo, puede ser la puerta de entrada a un hombre y a una época1. En los dibujos de Aldo Rossi aparecen de manera recurrente anónimas cafeteras como fantasmas de un pasado recordado entre la niebla del Po. Del mismo modo que sus bocetos de maniquíes aluden a esa Clase Muerta de Kantor2– intuimos, a lo lejos, la Europa convulsa y dadaísta de los albores del siglo XX-, del mismo modo que las sombras largas de sus bocetos remiten a óleos de De Chirico3 o a esa Siena vista a través de los ojos de Louis Kahn4, las cafeteras dibujadas por Rossi son un retazo más del mapa de su pensamiento, tal vez un simple objet trouvé5. Cuando Alessi encargó a Aldo Rossi el diseño de una cafetera, el terreno estaba abonado.
La primera cafetera diseñada por Aldo Rossi no suponía un avance en el mecanismo del aparato, no tenía un diseño ergonómico ni optimizaba el uso del material. Era casi una relectura de esa Crítica al Funcionalismo Ingenuo6 postulada por el milanés en su Arquitectura de la Ciudad. Ni Alessi ni Rossi pretendían lograr con ella nada más que aquello que consiguieron; el primero, transformar instrumentos cotidianos en obras de arte o, al menos, en objetos codiciados por coleccionistas.
Rossi, por su parte, logró convertir una cafetera en un manifiesto.
En 1984, el arquitecto diseñóLa Conica, un diseño elemental en acero inoxidable con fondo de cobre. Su geometría pura –un cono que descansa sobre un cilindro- parece aludir al corbusieriano
‘juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes reunidos bajo la luz’7,
aunque tal vez su génesis haya que buscarla más lejos, en esa generación perdida del Dieciocho francés que imaginó cenotafios y bibliotecas; en su autobiografía, Rossi se defiende: sólo había sido ‘traductor de Boullée’8. La Conicadespertaba recuerdos; su figura era familiar, como si hubiese flotado lánguida sobre las aguas del Gran Canal cinco años antes9. La mente de Rossi no estaba formada por compartimentos estancos, sus formas viajaban de un lado a otro con una promiscua voluntad transdisciplinar.
Hacia el final de la década de 1980, Alessi encargó un nuevo diseño al arquitecto italiano. Rossi no defraudó; diseñó una pequeña cafetera de acero10 con cuerpo cilíndrico que sostenía una pieza ovoide, y la llamó La Cupola. El nombre es, como el título de una obra surrealista11, parte del juego: se trata de la misma cúpula que destaca en el perfil de esas ciudades italianas en las que Rossi encontró sus ogetti d’afezione12, tal vez incluso la misma a la que Taut alude en su Stadtkrone13.
Esa imagen alimentó durante décadas sus proyectos, junto a casetas de playa, chimeneas fabriles a orillas de la carretera o casas abandonadas en el llano de Padania. Y como La Conica, también La Cupola se filtró hasta los proyectos de Rossi14 a través de unas manos que dibujaban una y otra vez las mismas obsesiones:
‘En los ratos que pasaba en la gran cocina de S., junto al lago de Como, dibujaba durante horas y horas, de un modo absolutamente espontáneo, cafeteras, pucheros, botellas. Me gustaban especialmente, por sus extrañas formas, las cafeteras esmaltadas en azul, verde, rojo; eran una especie de miniatura de las fantásticas arquitecturas con las que me iba a encontrar después. Hoy todavía me gusta dibujar esas grandes cafeteras que se convierten, en mi imaginación, en estructuras de ladrillo por cuyo interior se puede caminar’15.
Pero, al fin y al cabo, una cafetera es una cafetera. O quizá no sea siquiera eso, quizá sea sólo una disculpa para alimentar nuestra imaginación, para cerrar los ojos y entrever a Rossi sentado en un extremo de la mesa, enfrentado -como Don Juan y el comendador en el acto final del drama16– a Kantor y Le Corbusier, a Boullée y De Chirico.
Con La Conica en medio para servir café a los comensales, echando a suertes quién arrastrará a quién a los infiernos.
Borja López Cotelo. Doctor arquitecto
A Coruña. Diciembre 2012
La revista L’Architecture Vivante fue una publicación de vanguardia que se desarrollo desde 1923 hasta 1932 y que consta 21 volúmenes dobles (42 números). Las publicaciones especializadas de arquitectura facilitan la difusión de ideas, métodos y técnicas del período concreto de su existencia. Sus contenidos, analizados al cabo del tiempo, conforman un atlas de pensamiento capaz de enmarcar la interpretación social de un contexto espacio-temporal bajo el prisma de lo constructivo.
Jean Badovicifunda en 1923, junto al periodista Christian Zervos, la revista L’Architecture Vivante (1923-1933) editada por Albert Morancé. La aparición en sus páginas de una arquitectura técnicamente bien definida, acompañada de reseñas redactadas con rigor crítico por su director, o por los propios autores de las obras, hicieron de ella un instrumento prestigioso de propagación de las nuevas ideas entre el público profesional. Una relectura contemporánea de los textos y proyectos publicados, permite detectar el itinerario intelectual llevado a cabo por sus responsables respecto al convulso y cambiante entorno arquitectónico europeo en el que fijaron su mirada. En esa evolución, manifestada en apenas el período de una década, hay que subrayar el protagonismo adquirido por la obra de Le Corbusier que, a partir del cierre de L’Esprit Nouveauen 1925, no dudó en considerarla una excelente herramienta de exposición al debate de sus ideas, incluyendo en ella los proyectos y escritos realizados en pro de una arquitectura moderna.
Badovici mantuvo contactos con revistas europeas de vanguardia como Wendingen (Países Bajos) y Cahiers d’art (Francia, fundada en 1926) a través de su amigo y cofundador Christian Zervos.
La información ha sido recopilada por Eduardo Almalé Artal tras rastrearla a través principalmente de bibliotecas y archivos. Los siguientes repositorios son solo algunos de ellos:
El proyecto realizado consiste en la reforma de una vivienda unifamiliar situada en un barrio periférico de la ciudad de Valencia.
La vivienda se ubica en una de las esquinas de una agrupación de casas en hilera, que conforman parte de un complejo residencial creado a principios de este siglo.
La nueva distribución de la planta baja dibuja un espacio continuo en el que la cocina y el salón están separados únicamente por elementos de mobiliario, que se disponen en el centro del espacio, junto con una chimenea a dos caras.
La materialidad seleccionada para el proyecto busca crear una atmósfera serena y pulcra sobre la que destacan distintos elementos singulares, que se presentan como piezas de arte.
Obra: Vivienda en San Vicente de Paul
Autor: Balzar Arquitectos
Ubicación: Valencia | España
Año Proyecto: 2019
Año Construcción: 2019 | 2020
Superficie Construida: 270 m2
Colaboradores: Project Manager, Israel Pérez | Tesela Gestión, Carpintería Miguel Garrido, Mobiliario: Andreu World
Fotografía: David Zarzoso + balzararquitectos.com
Open House Madrid anuncia la II Edición de los Premios Ciudad que reconocen las propuestas más innovadoras, sociales y comprometidas que marcarán el futuro de las ciudades.
Las ciudades, más que nunca, se enfrentan a una serie de desafíos. La globalización y la revolución tecnológica, entre otros factores, están generando cambios económicos y sociales que exigen nuevas respuestas. Para atender a estas nuevas necesidades aparecen iniciativas emprendedoras que ponen el foco en solucionar problemas concretos, principalmente a través de la innovación.
Los Premios Ciudad reconocen la creatividad, el diseño y la sostenibilidad como factores esenciales para aportar calidad de vida a los ciudadanos. Con ellos se trata asimismo de fomentar la cultura del diseño y de la innovación en España, tanto en el ámbito profesional como en el conjunto de la sociedad en general.
Los galardones se dividen en cinco categorías:
Mejor diseño urbano,
Mejores propuestas de movilidad,
Mejor solución innovadora,
Mejor compromiso ciudadano
y Mejor uso de las redes sociales.
El premio consistirá en un galardón que se entregará en un acto que tendrá lugar durante la celebración de la Edición Especial de Open House Madrid, lo que contribuirá a poner de relieve la labor de los premiados.
Podrán participar estudiantes, ciudadanos, colectivos, empresas o profesionales que trabajen, investiguen o desarrollen iniciativas urbanas.
Aquellos que cumplan con las condiciones fijadas en las bases, disponibles en openhousemadrid.org, podrán presentar sus pAquellos que cumplan con las condiciones fijadas en las bases, disponibles en openhousemadrid.org, podrán presentar sus propuestas antes del 20 de julio de 2020 en el email hello@openhousemadrid.org.
Durante los días 4 y 10 de octubre de 2019 fue posible compartir en Argentina con el arquitecto Carlos Jiménez1, y asistir a tres de sus charlas2, primero en la ciudad de Mendoza y posteriormente en Buenos Aires. Es con base en esta experiencia que se extraen las principales reflexiones que sirven de hilo conductor en la obra de este arquitecto costarricense radicado en Texas. Jiménez fue jurado del premio Pritzker por diez años, es arquitecto en Houston desde 1982, y profesor de la universidad de Rice3 en los Estados Unidos.
COSTA RICA
Carlos Jiménez vivió sus primeros 15 años en Costa Rica, su estadía se dividió entre su temprana infancia en el campo en medio de cafetales y los años posteriores en la ciudad de San José, pero fue su prematura relación con la naturaleza la que lo marcó en su ideario arquitectónico hasta la actualidad. De manera muy simple Jiménez explica como ese mágico lugar de su infancia vive aun en su memoria:
“Siempre digo que a mi país es difícil regresar, pero nunca se puede partir de él, y a pesar de como digo que no puedo regresar nunca a él, no me he marchado tampoco”.
Él considera que en Costa Rica la naturaleza se entiende como un regalo, pero también como algo imborrable, destaca que para los ticos4
“la naturaleza abundante se vierte casi dentro de la sangre, existe entre los poros, entre toda vivencia y memoria”.
Por eso no es de extrañar que uno de sus más arraigados recuerdos sea que a pesar de la contundencia de la lluvia que inundaba todo a su paso, la arquitectura parecía renacer cada día, hecho que recuerda muy poéticamente al decir:
“Como si la arquitectura se tratase de una historia de Sherezade5 donde de pronto empieza todo de nuevo, porque para sobrevivir se debe continuar una y otra vez esa historia magnífica”.
Posteriormente se traslada a la ciudad de San José después de la muerte de su padre, de aquella ciudad recuerda que le encantaba, pero por la fuerza de la ciudad, no tanto por su belleza, la capital costarricense nunca ha sido una ciudad particularmente bella, y de hecho no da signos de mejoría para Jiménez, pues cuando se refiere a la ciudad actual sus palabras parecen estar a medio camino entre la nostalgia y la desilusión:
“Ahora no la reconozco porque es una ciudad del capitalismo y del turismo desenfrenado, pero ésta era la ciudad que me fascinaba”.
HOUSTON
Por las circunstancias de la vida en 1977 llega a Huston cuando aún es joven, y encuentra una ciudad que rechaza, que no entiende, que le parece: escalofriante, sin referentes, y sumamente áspera. Para él esta ciudad es capaz de reflejar por si sola a un capitalismo sin restricciones y cómo el mundo ha llegado a ser insostenible. En este sentido considera que la ciudad de Houston se puede definir como
“una ciudad del mercado, creada por el mercado, por la voluntad del mercado”,
y desde su punto de vista es sin duda la ciudad más proto-capitalista que hay, y es también el fiel reflejo de todo lo malo que tiene el capitalismo.
Para Jiménez esta idealización del sueño americano en la ciudad de Houston se terminó convirtiendo más bien en una pesadilla, de la que no se pueden despertar, y esto queda en evidencia al advertir que allí:
“las personas pasan dos o tres horas en el tormento del automóvil moviéndose de un garaje hacia otro garaje, eso y las hipotecas son el precio que pagan por el sueño americano”.
En una ciudad que consume todo de una forma tan voraz e incontrolable los edificios también son víctimas que caen derribados simplemente para hacer más espacio para los automóviles o para nuevos edificios, generando una especie de amnesia urbana, una pérdida de memoria colectiva y de olvido de referentes urbanos. Agrega a esta idea –
“que los edificios que se ven en las fotos antiguas no existen más, han sido borrados completamente”.
Esta era la imagen preponderante de la ciudad que se encontró Jiménez al llegar a Houston, y esa condición de desperdicio le causó gran impacto, principalmente porque era contraria al respeto por la naturaleza que aprendió en Costa Rica. Para él, este capitalismo sin regulaciones que se vivía en Houston terminó creando una fórmula muy peligrosa que se podría definir como:
“memoria corta igual a ganancia inmediata”.
Y es esta falta de memoria es imperdonable para Jiménez, quien considera que la memoria es indispensable,
“pero hoy en día somos víctimas de la amnesia debido a que vivimos sólo en el presente”.
Este sería un mundo de presente eterno, sin pensar en el futuro, ni recordar el pasado.
ESTUDIOS
Carlos Jiménez estudió en la Universidad de Houston principalmente durante los convulsos años setenta, sobre este clima intelectual se refiere al decir:
“Cuando fui estudiante, me acuerdo muy bien del clima cataclísmico de la arquitectura, por un lado, un rechazo de la arquitectura moderna, pero también existía una búsqueda en el pasado, pero sin entender el pasado, con un futuro, pero sin comprender el futuro, simplemente eran imágenes que se proyectaban con esa audacia del momento”.
Durante sus años de estudiante no se sentía muy cercano a estas tendencias, a esos fuegos artificiales como él los llama, se interesaba más bien en una arquitectura con mayor profundidad y alejada de lo que consideraba una búsqueda superficial de imágenes que saturaba al mercado. Por lo que decide alejarse de las preferencias de sus maestros y gracias a su propia curiosidad descubre a tres arquitectos que marcaron su obra desde entonces: Luis Barragán (1902 – 1988), John Hejduk (1929 – 2000) y Aldo Rossi (1931 – 1997).
“Estos tres arquitectos me enseñaron cada uno algo que nunca me ha abandonado: Luis Barragán nos demostraba que es posible con la arquitectura encontrar un santuario, un santuario dentro de la metrópolis, encontrar un lugar donde se puede apreciar el tiempo. Aldo Rossi permite que la arquitectura no se convierta en un objeto principal o protagónico (…) para él la arquitectura es básicamente el fondo para la vida. Y John Hejduk me enseñó a ver la capacidad de la arquitectura para desatar una línea poética de la cual muchas veces no se puede hablar, sino simplemente hay que vivirla”.
Jiménez afirma que fue gracias estos maestros que aprendió a sobrevivir en la ciudad de Houston, proceso que fue alimentado por sus memorias de la infancia en Costa Rica. En retrospectiva recuerda que en un punto de su vida pudo entender a su ciudad adoptiva:
“vi de pronto que Houston tenía esta belleza incontenible, pero que no se podía ver de inmediato, que necesitaba tiempo”.
Es precisamente al encontrar esta nueva cara de la ciudad que decide emprender la aventura que se convertiría en la semilla germinal de toda su carrera: su propio estudio – casa.
FILOSOFÍA ARQUITECTÓNICA
Tal como se mencionó antes, entre los recuerdos de Jiménez en Costa Rica estaba la lluvia inundando todo, estas imágenes de alguna manera parecen inspirar constantemente su obra bajo un simple concepto:
“lo que me fascina de la relación entre el paisaje y lo construido, es precisamente ese renacimiento propio cada día (después de la lluvia), de esa posibilidad que brindan la arquitectura de resurgir”.
Este pensamiento del resurgir de un lugar, sumado al enfrentar la condición de desperdicio de Houston, llevan a Carlos Jiménez a plantear su arquitectura desde la idea de preservar la memoria de los lugares a través de su arquitectura, lo que quiere decir que apuesta por condiciones espaciales del lugar que no son visibles a simple vista, y concibe a los edificios como los instrumentos ideales para hacer visibles esas condiciones.
Es así como el propio terreno abandonado se convierte de nuevo en esa célula que hace crecer la obra, para él la arquitectura es un instrumento para renacer los lugares, para darles una segunda vida. En sus propias palabras lo sintetiza de esta manera:
“lo que hacemos es transformar esa condición de un lugar que no tiene casi huellas, encontrar sus huellas desde la memoria hacia el futuro. Hemos diseñado todo tipo de proyectos en que respetamos esa idea del futuro, pero no armados por una propuesta estilística del futuro vanamente proyectada”, -tal como él la percibió en su época de estudiante, sino que invierte, por así decirlo, en el futuro a través del pasado”.
Sobre su profesión el arquitecto opina:
“Para mí en arquitectura la reflexión es tan importante como la construcción, por eso la arquitectura siempre ha sido una forma de mirar el mundo, de entender el mundo, para mí, la arquitectura es una forma de apreciar, de investigar, de descifrar, de enfocar y de descubrir el mundo y en esa situación es importantísima la reflexión constante”.
En relación con esto recuerda que Rossi escribió lo siguiente:
“Tal vez la observación de las cosas, ha sido mi más importante educación formal, porque esa observación se transforma después en memoria, y ahora al pasar los años parece ser que veo todas estas cosas y las observo alineadas nítidamente como si fueran un diagrama, o un catálogo botánico, tal vez un diccionario, pero este catálogo que existe entre la imaginación y la memoria no es neutral, siempre reaparece en varios objetos y constituye su deformación y de cierta forma su evolución”.
Finalmente, es evidente que su casa – estudio es la semilla de su teoría arquitectónica, la cual ha ido reproduciéndose en toda su obra construida, pero continua como obra abierta, como un vínculo constante con su memoria y sus raíces, a este respecto comenta lo siguiente:
“Mi casa continúa creciendo, los espacios se transforman o se añaden, este proyecto tiene ya 36 años y nunca se termina, me imagino que algún día llegará la oportunidad de concluirla”.
Este rescate de la memoria es una posición muy importante viviendo en una ciudad como Houston con amnesia, en donde todo se destruye y nada se recuerda, para esto Jiménez plantea algo que suena más como una proclama, pero que sirve para resumir sus ideales de su arquitectura:
“mi posición es la de invertir en el tiempo, por esta fascinación del tiempo mismo, memoria por encima de la ganancia inmediata”.
Notas: 1Carlos Jiménez nació en San José, Costa Rica en 1959 y se trasladó a los Estados Unidos en los setenta. Es docente de grado y de postgrado, inició su carrera docente en RICE como crítico invitado en 1987 y desde 1997 es Profesor Titular. Es el arquitecto principal en Carlos Jiménez Studio una firma de arquitectura de Houston fundada en 1983, internacionalmente reconocida y ganadora de premios. Jiménez también fue jurado de los afamados premios Pritzker de arquitectura (2001-2011). 2Mundaneum Mendoza (4 de octubre), Universidad de Belgrano (7 de octubre), y Universidad de Buenos Aires (9 de octubre). 3 La Universidad William Marsh Rice, conocida como Universidad Rice, es una universidad privada ubicada en Houston, Texas. 4Tico es un gentilicio coloquial sinónimo de costarricense, originario de Costa Rica. 5Sherezade es el personaje y la narradora principal de la recopilación de cuentos en farsi titulada Las mil y una noches.
He tenido que enterarme últimamente de algunos datos acerca de Leopoldo Torres Balbás, que fue antes de la guerra restaurador de la Alhambra, catedrático de «Historia de la Arquitectura y de las Artes Plásticas» de la Escuela de Arquitectura de Madrid e inspirador de la parte doctrinal de la Ley del Tesoro Histórico Artístico de 1933. Además de excelente historiador y restaurador, era un gran crítico y defendía la práctica de la arquitectura moderna, como queda patente en algunos de sus escritos en la revista «Arquitectura», varios recogidos en su libro de la colección de «Textos Dispersos», publicada hace algunos años por el Colegio de Arquitectos de Madrid.
En la Escuela se conserva un oficio, firmado por Eugenio D´Ors como Jefe del Servicio de Monumentos (luego fue Director General de Bellas Artes, pero se ve que empezó más abajo), y fechado el 12 de septiembre de 1938, en el que acepta la dimisión de D. Leopoldo como Arquitecto Conservador de la Alhambra y le nombra conservador de la catedral de Siguenza. Elogia su labor en la Alhambra, con las siguientes palabras:
«haciendo constar en esta aceptación, la consideración debida a toda su labor de investigación y técnica realizada con el máximo celo y acreedora al mayor reconocimiento».
D. Eugenio D´Ors, aunque era franquista, se ve que respetaba a D. Leopoldo, un republicano, aunque sin actividad política.
Pero, ¿qué significaba todo esto? Parece un pacto propuesto por D´Ors:
«Dimita usted de la Alhambra, que va a ser mejor, y yo le doy alguna cosa. Y procuro que no pase nada con la cátedra.»
Esto es una suposición mía, pero, de hecho, le confirmaron como catedrático por oficio de 21 de agosto de 1939.
No obstante, le iniciaron después 3 expedientes de depuración. Uno en Granada, por causa de lo de la Alhambra, que naturalmente terminó en nada. Otro en la Escuela, que estuvo a punto de salir mal, pero que también acabó en nada, esta vez gracias a la intervención a su favor de Emilio Canosa, que era miembro del comité de depuración, falangista y director de la Escuela. Hizo de valedor suyo y la cátedra se volvió a confirmar. Otro tercer expediente fue por parte del Colegio de Arquitectos de Madrid, que acabó en «reprensión pública».
¿Cuáles eran los crimenes de D. Leopoldo?
¡Ahí es nada!
Había sido educado y era persona cercana a la Institución Libre de Enseñanza. Como se ve, un verdadero criminal. Como he dicho, no pasó gran cosa con ninguno de los 3 expedientes, pero D. Leopoldo, a pesar de la inicial protección de D´Ors, no volvió a tener ningún encargo más de restauración, siendo como era uno de los poquísimos profesionales realmente preparados, si no el que más.
Pretendió acceder por concurso a la dirección de la revista «Arquitectura», pero se la dieron a Carlos de Miguel, que era franquista. Cierto es que le hicieron Académico de la Historia en 1951; con su erudición y publicaciones no era para menos. Nunca fue, sin embargo, Académico de Bellas Artes de San Fernando.
Una expresiva mezcla de su amargura y de su humor queda muy bien reflejada en un oficio, también conservado en la Escuela, que él mismo escribe al director del centro, y que dice así:
«Pongo en conocimiento de V.I. que en el día de hoy no ha asistido alumno alguno a mis dos clases. Dios guarde a V.I. muchos años. Madrid, 4 de noviembre de 1953».
Los estudiantes de entonces, futuros participantes de la especulación franquista, no tenían ningún interés por la historia de la arquitectura, y probablemente ni siquiera sabían que tenían un gran profesor. Era lógico, la arquitectura moderna estaba pendiente. Sobre todo la que ellos pensaban hacer.
Sirva esto de recuerdo de D. Leopoldo, uno de los verdaderos sabios y profesores eximios que la Escuela ha tenido.
Antonio González-Capitel Martínez · Doctor arquitecto · catedrático en ETSAM
Madrid · enero 2012
AC. Documentos de Actividad Contemporánea es la revista del movimiento racionalista español GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) y cuyo acrónimo del título se corresponde a “Arquitectura Contemporánea”. Se publicaron 25 números entre 1931 y 1937.
El GATEAC, fundado en Zaragoza en 1930, que sirve de medio de expresión del movimiento racionalista en la arquitectura que representa Le Corbusier y las vanguardias plásticas y artísticas durante la década de los treinta del siglo veinte y en el marco de la II República Española.
La revista A. C., dirigida por Josep Lluis Sert y Josep Torres i Clavé, fue producida en Barcelona entre 1931 y 1937 con periodicidad trimestral, por lo que sumó un total de 25 números. Su diseño innovador y contenido desafiante constituyen uno de los mejores legados de la vanguardia del siglo XX en España, truncado con la llegada de la guerra. Las experiencias plásticas modernas proporcionaban un discurso radical con el que incidir en la realidad del momento. Sus creadores eran jóvenes arquitectos atraídos por el estilo racionalista, la simplificación de las formas o la intervención en los espacios verdes, con especial interés en la consecución de una ciudad funcional que superara las carencias en materia de transportes, vivienda, sanidad y ocio. Sus páginas constituyeron un cuerpo de conocimiento comprometido en actualizar el arte español de la época. En A.C. tenía cabida el arte, la arquitectura, el cine, la fotografía, la ciudad, el diseño de mobiliario y la técnica, al tiempo que difundía la obra de los miembros del GATEPAC, que la utilizaron para organizar debates y divulgar noticias de libros y revistas de arte y arquitectura del momento.
AC. Documentos de Actividad Contemporánea, de periodicidad trimestral, contiene artículos, crónicas, informaciones y noticias sobre arquitectura, urbanismo, materiales constructivos, diseño interior y gráfico, mobiliario, arte, pintura, exposiciones y congresos, además de una sección bibliográfica, otra de cine y fotografía y publicidad comercial relativa a esta temática. Profusamente ilustrada con dibujos, planos, bocetos, y fotografías. Dedicó monográficos, como el dedicado a la arquitectura popular.
El GATEAC, vinculada a Picasso, Dalí o Miró, representó a España en el Comité International pour la realisatión d’Architecture contemporaine (CIRPAC), y tuvo grupos en Barcelona, Madrid y San Sebastián, llevando a cabo numerosos estudios y actividades. En la revista da conocer los proyectos y obras arquitectónicas de los miembros del grupo y difunde obras de los más destacados arquitectos vanguardistas internacionales de entre guerras.
La BNE dispone de los primeros 18 números de los 25 que fueron editados hasta junio de 1937. En 2008, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se realizó una exposición sobre esta revista, que fue editada en facsímil en 1975.
La información ha sido recopilada por Eduardo Almalé Artal tras rastrearla a través principalmente de bibliotecas y archivos. Los siguientes repositorios son solo algunos de ellos:
Tres casas dentro de una, como en una especie de “juego de muñecas rusas”. Construidas en una parcela complicada, tratan de aprovechar la sección y la orientación para solventa los condicionantes geométricos. Con el objetivo de que todas disfruten de buena iluminación, ventilación y espacios exteriores generosos y soleados.
Tras la demolición de una casa sin valor histórico, situada en el centro de Guadalajara, se proyecta una vivienda que se alza entre medianeras, adaptada a un escenario urbano complejo y diverso.
La propuesta debía dar respuesta al programa doméstico de una familia, integrada por una pareja de mediana edad y sus dos hijos. El punto de partida, que en la misma casa se reconocieran tres casas diferentes, cada una con sus particularidades funcionales, estableciendo una relación de convivencia, pero conservando cada una un cierto grado de independencia.
Se consideró como la solución más natural el asignar a cada unidad un nivel del edificio, tratando de aprovechar las ventajas que cada altura ofrecía. Sin dejar de relacionar las partes de la intervención con el conjunto, con el propósito de no perder la unidad de la propuesta. Algo similar al sentido del juego de las “muñecas rusas”, en el que cada elemento es independiente, pero conserva una íntima relación geométrica con el conjunto.
La orientación con respecto al sol y la limitación urbana de tener un frente de fachada reducido, supusieron ingredientes de partida determinantes. Por un lado, la parcela presenta dos caras muy diferenciadas: al noreste se encuentra la calle de acceso, de carácter tranquilo, y al suroeste los patios abiertos de la manzana en la que se incluye la parcela. En cuanto al condicionante dimensional de un solar relativamente estrecho, fue aprovechado para caracterizar la distribución de las estancias interiores.
La primera decisión estructurante de la casa, teniendo en cuenta el soleamiento y el carácter de la calle de acceso, pasó por orientar las zonas de día al sur y los dormitorios a la fachada norte. Las zonas de estar y cocinas se nutren del sol y de las vistas interiores, disfrutando además cada nivel de un amplio espacio exterior soleado: un patio en planta baja y dos amplias terrazas en planta primera y tercera. Con el propósito de poder utilizar estos espacios exteriores como una estancia más de la casa, se proyectaron una sucesión de estructuras ligeras a modo de pérgolas, soporte de superficies textiles que ofrezcan sombra durante el verano. La casa se podría explicar sintéticamente atendiendo a su sección: una sucesión en cascada de espacios exteriores abiertos al sur, relacionados visualmente entre sí y que disfrutan del soleamiento, a los que se abren las zonas de día, y una espalda que mira al norte, a la calle de acceso, donde se sitúan las zonas de noche.
La fachada norte se define geométricamente atendiendo a los ritmos y tipo de huecos propios de la escena urbana, tratando de armonizarse con los alzados de las casas vecinas. Un zócalo pautado por puertas de paso y superficies lisas de chapa de acero y vidrio, define los accesos a la casa y a un local comercial proyectado en planta baja. Los balcones de planta primera y segunda se protegen de las vistas y del sol de la mañana mediante unas persianas alicantinas de madera, respondiendo igualmente al carácter urbano del entorno. Al sur la casa se abre de modo muy diferente. La heterogeneidad de las fachadas traseras del resto de la manzana y la posibilidad de aprovechar el soleamiento, son razones para que se proyecten ventanas corridas, aprovechando todo el frente de fachada, y posibilitando una relación más permeable entre interior y exterior.
El color blanco del revoco exterior, la elección de materiales interiores y el sistema de acondicionamiento, responden al requerimiento de que la casa fuera fresca durante el verano y cálida en invierno. El pavimento interior cerámico, bajo el que discurre un circuito de suelo refrescante y radiante, y la búsqueda de un equilibrio entre paramentos revestidos de yesos blancos y de madera de roble, tratan de lograr un ambiente interior confortable durante todo el año.
La condición de sostenibilidad energética está muy presente en las decisiones de proyecto. Se optó por luces estructurales reducidas y por el uso de un tipo de materiales que fueran habituales para la constructora, facilitando así el proceso de obra. El sistema de producción de energía se basa en la aerotermia, optimizando el gasto en calefacción y refrigeración. Igualmente, la orientación de las estancias y el carácter pasante de la planta garantizan una iluminación y ventilación cruzada que contribuyen al control energético. La elección de revestimientos continuos de color blanco, confiados a materiales de composición natural, sumada a la protección que ofrece la familia de pérgolas exteriores, hacen que el control del sol y de la sombra se convierta en parámetro de proyecto, tanto en el interior como en el exterior de la casa. Hay por tanto una familia de “herramientas” de proyecto, no materiales, que desde el principio ayudaron a conseguir la sostenibilidad y el buen funcionamiento de una casa familiar en el centro de una pequeña ciudad. Nos gusta pensar que las cualidades espaciales que hayan podido resultar en esta propuesta fueran el resultado de adecuar una secuencia de espacios en sección a las condiciones del entorno y a las necesidades de sus propietarios.
obra: Casa Henche
autores: Daniel Martínez Díaz, Nacho Román Santiago, Julio Rodríguez Pareja (taller abierto. estudio de arquitectura)
colaboradores: Jorge López Sacristán (arquitecto). Etesa (ingeniería de estructuras).
arquitectas técnicas: Elena Marián Picazo y Natalia Plaza Parra
año: 2018
emplazamiento: Guadalajara
fotografías: Eduardo Mascagni Valero + tallerabierto.es
Después de que el Gobierno de España decretara el estado de alarma el pasado sábado 14 de marzo de 2020 nos hemos visto confinados en nuestros domicilios convirtiéndolo en el epicentro de nuestras vidas. Dos semanas más tarde, el 3 de Abril, el asesor en envolventes arquitectónicas Marcos Ruiz Julià, lanzaba el primer sondeo destinado a arquitectos para medir el impacto del confinamiento en el diseño de viviendas.
El sondeo ha contado con la participación de 314 arquitectos de distintos países arrojando interesantes conclusiones. La principal conclusión es que el impacto ha sido notable y redefinirá el concepto de vivienda desde este mismo año.
La encuesta se compone de 6 preguntas que obligan a los arquitectos a reflexionar sobre el futuro del diseño de la edificación residencial.
1. ¿CREES QUE EL ACTUAL CÓDIGO TÉCNICO DE LA EDIFICACIÓN CUBRE SUFICIENTES ASPECTOS QUE PERMITAN VIVIENDAS ADAPTADAS A CONFINAMIENTOS?
Casi el 70% de los encuestados cree que el actual CTE no cubre suficientes aspectos que permitan viviendas adaptadas a confinamientos. También llama la atención que casi el 18% contesta que no lo sabe y por tanto denota un desconocimiento del mismo.
2. ¿EN QUE PLAZO CREES QUE EL CONFINAMIENTO PUEDE IMPACTAR EN LOS DISEÑOS CONSTRUCTIVOS?
Casi el 45% cree que el impacto del confinamiento en el diseño de las viviendas se notará a medio plazo entre 1 y 3 años, esto es en 2021-2024. Cabe destacar que casi el 28% entiende que el impacto será a corto plazo, correspondiente al año en curso. Prácticamente con el mismo porcentaje con el 27,2% piensa que el impacto se verá a largo plazo, esto es a partir de 2023.
3. ¿TIENES PREVISTO REDISEÑAR TUS PROYECTOS RESIDENCIALES ACTUALES PARA ADAPTARLOS A PERIODOS DE CONFINAMIENTO?
Como no cabría esperar con más del 56% de respuestas, dependerá de la propiedad que se rediseñen los proyectos residenciales en curso. Cabe destacar que el 22,5% si rediseñará sus proyectos independientemente de la propiedad.
4. ¿CONSIDERAS NECESARIO QUE SE CREE UN SELLO O ETIQUETA QUE IDENTIFIQUE EL NIVEL DE ADAPTABILIDAD DE UNA VIVIENDA PARA EL CONFINAMIENTO?
Con un rotundo 71,6%, no se considera necesario que se cree un sello o etiqueta que ayude a identificar el nivel de adaptabilidad de una vivienda para el confinamiento. No obstante, el restante 28,4%, apostaría por su creación.
5. ¿QUÉ ASPECTOS CREES QUE SE DEBERÍAN EVALUAR O PUNTURA EN DICHO SELLO?
Para los que han considerado que el sello o etiqueta tendría cierto interés, se les ha permitido contestar para que expusieran todos los aspectos que considerarían que dicho sello pudiese evaluar. Se exponen una relación de los aspectos más repetidos en las respuestas. Se han agrupado en 3 categorías: relación con el exterior, flexibilidad espacial y confort & bioseguridad.
6. ¿CREES QUE EN UN FUTURO SE DESARROLLARÁN PROMOCIONES INMOBILIARIAS SOLO PENSADAS PARA PERIODOS DE CONFINAMIENTO?
Más del 60% los arquitectos consultados creen que NO se desarrollaran promociones inmobiliarias solo pensadas para periodos de confinamiento. Tan solo 3,2 % creen que se desarrollaran este tipo de proyectos, pero aumenta al 35% los que creen posible su viabilidad, por tanto el 38% no lo descarta en absoluto.
Quizás este sería el momento de preguntar a los promotores.
El discurso que Nikita Khruchev pronunció en diciembre de 1954 en la Conferencia Nacional de los Trabajadores en Construcción, fue decisivo no sólo para el cambio de la forma de la arquitectura en la URSS y por extensión en el resto del mundo socialista, sino también tuvo un reflejo importante en la ordenación de la forma urbana. Un año tras la muerte de Stalin y dos años antes de formular la famosa crítica a su autoritaria forma de gobernar, Kruschev formuló pautas, o más bien exigencias, para la industrialización masiva de la construcción que llegaría a cambiar la estructura de la ciudad socialista desde Pyongyang hasta Ljubljana.
Se pedía la eliminación de todo lo superfluo del diseño arquitectónico, el aumento de la productividad, del uso de nuevos materiales y de la investigación aplicada. Con el objetivo de paliar la falta de vivienda, se optaba –desde los más alto niveles políticos- por el desarrollo de tipologías óptimas susceptibles a ser construidas mediante elementos prefabricados. Se sustituía la construcción tradicional con ladrillo por paneles prefabricados de hormigón armado, elementos estructurales pretensados, carpintería modular con premarcos ya incorporados y, paralelamente se buscaba la sistematización y unificación de modelos y tipos de la infinidad de componentes constructivas.
Uno de los grandes nombres de la prefabricación soviética fue Vitaly Lagutenko, autor de los primeros bloques de “Khruschevki”. Su sistema K-7 eran edificios sencillos de viviendas de 1 o 2 habitaciones, de hasta 5 plantas sin ascensor, con cubierta inclinada, sin elementos decorativos más allá de los pequeños balcones para cada vivienda. A diferencia de las grandiosas construcciones del realismo socialista, se insistía en la economía de la construcción, en la funcionalidad del espacio interior y en el reparto igualitario del espacio. Los bloques de viviendas que criticaba Khruschev no siempre tenían las mismas oberturas o espacios exteriores que en vez de obedecer a la funcionalidad, muchas veces se proyectaban según la composición de la fachada.
El espacio urbano creado por estos bloques era radicalmente diferente de las formas existentes o del urbanismo pensado en la etapa del realismo socialista que todavía obedecía a la composición visual y a una marcada jerarquía espacial y organizativa. La repetición de los mismos elementos formales pedía una nueva formulación de la relación calle-edificio-zona verde. Las soluciones se inclinaban hacia las ideas del movimiento moderno, o como toda la arquitectura post-estalinista, resonaban modelos de las nuevas ciudades soviéticas de los años 20 y 30. La unidad organizativa de los nuevos barrios era llamada mikrorayono microdistrito en relación a la unidad política y territorial más grande del distrito urbano.
Mikrorayon ampliaba los límites del bloque urbano y desarrollaba las ideas del conjunto residencial o de la unidad vecinal. El modelo occidental más conocido con el que se suele relacionar el mikrorayon es el de la Unidad Vecinal de Clarence Perry. Pensado inicialmente como consecuencia del desarrollo del plan para la organización de patios de juegos en Nueva York a principios de los años 20, el concepto –definido hacía el final de la década- identificaba una serie de necesidades sociales inherentes en la organización del espacio urbano. Se trataba de dar respuesta a la forma y tamaño de la unidad en función de las proximidades de centros de abastecimiento y educación primaria. El punto importante era la estricta separación de las vías del tránsito rodado –en auge en los años 20- que por la falta de organización y señalización viaria presentaban un peligro en las grandes ciudades, y de los accesos a las viviendas y centros de la comunidad.
La comunidad se preveía restringida a 5-9.000 habitantes y unas 65ha, de densidad de aproximadamente 10 viviendas familiares por cada acre (4000m2) que permitirían el acceso a los equipamientos básicos en unos 20 minutos a pie, sin necesidad de cruzar las calles transitadas por coches. El modelo apuntaba la necesidad de jerarquizar las conexiones viarias entre las exteriores y las interiores, situando los contenidos comerciales en las vías de transito exterior. Un mínimo de 10% de la superficie de las unidades se destinaría a un parque de uso público. Hacia los años 60 los nuevos barrios residenciales construidos en las ciudades socialistas llegarían a compartir la mayoría de estas premisas, aunque el desarrollo del modelo partía de diferentes bases.
En los países socialistas –que estaban encaminados hacia el comunismo- la arquitectura y el urbanismo se vinculaban abiertamente al programa político y eran agentes activos en la transformación de la sociedad. La forma urbana, por tanto, se pensaba en términos de eliminación de la división entre las clases sociales, estructura que es tradicionalmente inscrita en la distribución de las funciones urbanas, tipologías o materialidades de los edificios. El acceso a las comodidades urbanas tenía que ser igual para todos los ciudadanos o para todos los obreros, extendiendo el concepto de urbanidad a todo el territorio. En referencia a las palabras de Lenin:
“Tenemos que poner el objetivo en la fusión de la industria y la agricultura, basándonos en la rigurosa aplicación de la ciencia, combinando el uso del trabajo colectivo y un patrón más difuso del asentamientos para la población. Tenemos que acabar con la soledad, desmoralización y el aislamiento de las áreas rurales, al igual que con la antinatural concentración de las grandes masas populares en las ciudades.”
Esta era la base ideológica del movimiento desurbanista que en los años 20 y 30 buscaban la solución para imprimir las ideas socialistas en la organización de la ciudad. El economista Mikhail Okhitovich y el arquitecto Moisei Guinsburg fueron los ideólogos del movimiento en el que colaboraron, en diferentes proyectos Mikhail Bartsch o Ivan Leonidov. Los desurbanistas veían la ciudad como red de conexiones, desprovista de un núcleo más importante que otros; con el desarrollo ilimitado, el asentamiento desurbanizado aspiraba igualarse con la categoría de territorio.
Los proyectos más conocidos que seguían estas ideas eran el proyecto para Magnitogorsk de Leonidov o de Guinsburg, o para la Ciudad Verde de Moscú de Guinsburg y Bartsch. En sus colaboraciones y contactos con la URSS, Le Corbusier criticaba abiertamente a las ideas desurbanistas, esencialmente por la poca relación que sus ciudades teóricas tenían con los núcleos existentes, por su carácter territorial, falta de límites de crecimiento y relativamente alta ocupación del suelo.
El modelo de mikrorayon de la posguerra combinaba las dos ideas: seguía la premisa ideológica leninista –o desurbanista- de aproximar la calidad del espacio en los entornos urbano y rural, de entender a la ciudad como parte de la planificación territorial y a eliminar la incidencia clasista en la organización de los usos urbanos. Al mismo tiempo incorporaba las ideas de la Ciudad Radiante con su tránsito limitado y especializado según los contenidos, construcción en altura para liberar al terreno y a la planta baja de las construcciones y asegurar el máximo asoleamiento y ventilación para todas las viviendas. La naturaleza ha llegado a ser la parte fundamental del espacio urbano sin variar esencialmente la densidad de la población respecto a los centros históricos. En consecuencia, la manzana abierta y la desaparición de la alineación viaria se han convertido en determinantes formales.
El tamaño de la unidad de microdistrito variaba en función de la topografía y del masterplan, limitándose entre los 7.000 y 15.000 habitantes, con extensión de hasta 4 o 5 manzanas urbanas. De hecho, los microdistritos desdibujaban los límites precisos de las manzanas, dejándoles una funcionalidad más ilustrativa u orientativa que organizativa. La distancia máxima para llegar a los servicios públicos como escuela, ambulatorio o centro comercial era de 500m o de unos 20 minutos a pie, similar al modelo de Perry.
Para cumplir con estos parámetros y garantizar un servicio más eficiente, los equipamientos como guarderías, tiendas de alimentación, restaurantes o centros sociales, se desdoblaban en varios establecimientos, mientras que los ambulatorios, mercados, ambulatorios, centros culturales o deportivos daban servicio a 2 o más microdistritos, atendiendo un mayor número de usuarios. Aunque respetaba una organización en red, cada microdistrito contaba con un centro con equipamientos, servicios y plaza pública generalmente posicionado en contacto con una de las avenidas de tránsito intenso que bordeaban el distrito para facilitar la comunicación con los microdistritos vecinos.
Lejos de funcionar como barrios dormitorio, los microdistritos promovían una vida comunitaria alrededor de los centros educativos, deportivos y culturales, en las zonas verdes que ocupaban casi todo el espacio de las manzanas. La distribución de la vivienda en función del lugar de trabajo garantizaba una población relativamente homogénea en términos económicos, aunque no siempre culturales o étnicos. Esta ha sido una de las características más criticadas de los conjuntos residenciales socialistas, una vez desaparecido el sistema como tal. La otra, de hecho una crítica relativa pero muy presente y potente, se refería a la baja calidad de las construcciones, falta de mantenimiento o de diversidad de los contenidos en los centros terciarios.
Especialmente a partir de los años 70 los conjuntos residenciales que configuraban los microdistritos partían de importantes pretensiones formales, fueron objetos de amplios concursos nacionales y una vez construidos ganaban premios de arquitectura. A pesar de ser unidades fundamentales en la construcción de las ciudades, los microdistritos, como tampoco sus edificios han sido objeto de protección o rehabilitación conjunta. La construcción y planificación urbanística de los tiempos socialistas ha sufrido una crítica generalizada y quizás precipitada en el tiempo, vinculada más al imaginario de los nuevos poderes fácticos que a las diferentes realidades urbanas.
Nos hemos caído del guindo de la arquitectura espectáculo, de la arquitectura de carnaval, de opereta y de cachondeo, y de golpe todo el mundo está rasgándose las vestiduras, entonando el mea culpa y arrancándose EL CROQUIS (que es casi como decir arrancándose los ojos). Ahora todo el mundo despotrica del carnaval y abraza con fervor la cuaresma. Pues hombre, tampoco era eso. Llevo años criticando a los «arquitectos estrella», a su desfachatez arquitectónica, a su despilfarro, y a la desvergüenza de los políticos que les encargaban obras saltándose los procedimientos y la legalidad, y conchabándose en turbias operaciones.
Pero, sobre todo, llevo años criticando la pésima arquitectura que salía de todo eso. Y era pésima porque solo tenía forma. Pero ahora, con el acostumbrado movimiento pendular, se nos intenta convencer de que la forma es mala. O, mejor dicho, de que lo malo era la forma, e incluso hay quien dice que la arquitectura debería perder la forma y ser solo función, programa, economía, construcción.
Aquí pasamos siempre del blanco al negro sin fases intermedias. La forma no es mala. Es malo que la arquitectura solo tenga en cuenta una forma espectacular, pero también es malo que la arquitectura reniegue de la forma, ¿no?
En fin,
¿para qué seguir insistiendo?
Nos hemos caído del guindo,
¿pero qué culpa tenía el guindo?
En EL PAÍS SEMANAL del 2012, salía un reportaje sobre el arquitecto chileno Alejandro Aravena. Reconozco humildemente que no lo conocía (tengo una vastísima incultura), y lo primero que me llama la atención, antes de leerlo completo, son las frases destacadas del reportaje, las de tipo gordo para resaltar. Todas van en la misma (desoladora) dirección:
(Las numeraré para después referirme a ellas).
1.- «Si tienes talento, no lo uses para llegar mas lejos, úsalo para llegar más acompañado«.
2.- «El arquitecto chileno defiende el trabajo desde la escasez. Frente a los proyectos de relumbrón, su prioridad es identificar los problemas de la gente y ayudar al bienestar de los barrios«.
3.- «No se necesita mucho para vivir, solo estar satisfecho de lo que haces«.
4.- «Mi infancia de escasez me marcó. Me da placer viajar con muy poco«.
Con estas cuatro frases destacadas me dan muy pocas ganas de leer la entrevista entera. Me gustan las novelas de Charles Dickens, el genial escritor que siempre andaba por el filo cursi y sensiblero de la navaja, pero que sabía como agarrarte del gaznate y de las gónadas. Sin embargo, sus imitadores tienen un papelón, porque es muy difícil salir airoso de entre tanta salsa agridulce. La primera frase es de ese aire neo-zen y chill-out que ahora está tan de moda y que no significa absolutamente nada. (Pero Aravena es muy guapo). «Sé tú mismo». «Be water». Vamos, que ya somos mayorcitos para que nos vengan con monsergas de ese calibre.
La segunda frase refleja una postura ética. Pero un arquitecto no es un santo, ni un héroe, ni un salvador social. Debería hablar en términos de arquitectura. Si no, no nos entendemos.
¿Cuál es el papel del arquitecto? ¿En qué consiste su profesión?
La tercera es una solemne idiotez. El Pocero está muy satisfecho con lo que hace. Y Francisco Camps, y Cristiano Ronaldo. Refleja una forma de ser, de estar uno encantado de haberse conocido, pero no indica nada. Ah, sí: que nunca se prostituirá, ni hará arquitectura especuladora ni abusona, ni se hinchará a ganar pasta… a no ser que haciendo eso esté satisfecho. En ese caso sí. La cuarta es la más charlesdickens de todas. Ahora da conferencias en Harward, pero, eso sí, viaja a Boston en burra, y se aloja en un motel de película de terror, con bichos mutantes y todo. Me parece muy bien, si está satisfecho con lo que hace.
En ningún sitio se da una referencia arquitectónica, una intención arquitectónica pura. El respeto por el ambiente, por la sociedad, por la economía, por la energía… Sí, claro, por supuesto,
¿pero hay arquitecto?
Como no me quedo satisfecho con esa entrevista busco información en internet, y veo que sí, que hay arquitecto, y aprecio muchas cosas interesantes en su obra. Pero le da vergüenza decirlas en la entrevista. (O no conviene señalarlas en esta parte de EL PAÍS SEMANAL). Se pone los harapos, se marca la frente con ceniza y se dispone a atravesar esta inacabable cuaresma flagelándose, y animándonos a todos a que nos flagelemos. (Pero los demás no somos tan guapos ni de lejos).
Centremos el tema. La arquitectura es economía, función, sensatez, lógica, técnica, respeto… lo que queráis. Pero es todo eso plasmado en forma. Tan deplorable es construir formas caprichosas porque sí, que no contienen nada, como hacer áridos diagramas informes, matrices numéricas sin intención formal ni espacial. Nos hemos caído del guindo. Nuestra obligación y nuestra necesidad es buscar en seguida otro guindo, un guindo mejor que el que teníamos, para subirnos a él. Un guindo con todo eso (honradez, economía, sensatez, racionalidad, intención, programa, respeto, etc), por supuesto que sí, estaría bueno, pero con vocación formal y espacial.
Es decir: el guindo de la arquitectura.
José Ramón Hernández Correa · Doctor Arquitecto
Toledo · Abril 2012 Autor del blog arquitectamoslocos?
PD.- El cuaresmal suplemento semanal sigue, por otra parte, erre que erre con su tradicional vocación confundidora. ¿Carnaval o cuaresma? ¿En qué quedamos? Tras la dickensiana entrevista a Aravena hay un reportaje sobre Rihanna de cuya glosa me siento incapaz, y luego una magnífica crónica gráfica de la crisis, por Paco Roca. Va dando una de cal y una de arena. Una para ciudadanos concienciados y otra para hedonistas. Y termina (como siempre) con su consabido despliegue de tontadas: industria del lujo en Brasil, renovación capilar, cirugía escultórica, decoración guay, y un especial de chuminadas de corcho: lámparas de corcho, sacacorchos de corcho, hielera de corcho, mesita-papelera de corcho y tapones de corcho de corcho. ¡Corcho!
Estamos en el mismo guindo de antes. Yo ya no sé ni qué pensar.
Cuando hablamos de aislamiento, muchas veces enfocamos nuestros mensajes en las grandes ventajas que aporta a las viviendas y sus habitantes: confort térmico y acústico, salubridad, bienestar, seguridad frente al fuego, prevención de condensaciones o humedades, etc.
1. Gracias al aislamiento los edificios pueden reducir sus emisiones contaminantes
Seguramente ya sabrás que los edificios son responsables de algo más del 35% de las emisiones contaminantes globales (además de un 40% del consumo de energía). Con el uso de materiales aislantes los edificios tienen mucha menor necesidad de climatización, tanto de calefacción como de aire acondicionado, la actividad de nuestros hogares que más energía consume y emisiones produce.
2. Reciclado y reciclable
Materiales de aislamiento como los que URSA fabrica están compuestos (tanto el XPS como la lana mineral de vidrio) por hasta un 85% de material reciclado. Además, las mermas o recortes que se producen durante su fabricación, se vuelven a incorporar a la línea de producción. De esta forma se evita la extracción de materias primas (y las emisiones producidas durante este proceso) y se ayuda a que los recursos naturales no se agoten.
3. Se da una segunda vida a materiales creados para otros usos
Una caja de XPS que sirvió para transportar unos tulipanes de Holanda o gambas de Huelva puede ser completamente reutilizada para fabricar planchas de URSAXPS. Es un material plástico, sí, pero con cientos de vidas y miles de usos, tantos como días pasa proporcionando confort térmico a los edificios. Lo mismo pasa con las lanas minerales de vidrio que URSA fabrica y que están compuestas con vidrio reciclado (la mayoría proviene de la industria automovilística) hasta en un 85%.
4. Los materiales aislantes ayudan al cierre de la economía circular
Los productos que arrojas al contenedor o las lunas de coche rotas no mueren. Entran de nuevo en el ciclo productivo. Se transforman en materiales aislantes que permanecen en el interior de los edificios durante decenas y decenas de años. URSA cuenta con el análisis del ciclo de vida de todos sus materiales. La industria sigue trabajando en el reciclaje de los residuos de obra y se investiga cómo recuperarlos tras la demolición de los edificios para cerrar por completo su ciclo de vida. De la cuna a la cuna.
5. Son materiales idóneos para la rehabilitación de edificios
La rehabilitación de edificios está considerada como el futuro del sector de la edificación. Es la mejor manera de evitar toneladas de emisiones contaminantes y extracción de recursos naturales (como los que produce la obra nueva). Además, gracias a esta actividad se renueva el parque edificado que en gran medida es obsoleto e ineficiente y se da vida al centro de ciudades y barrios periféricos.
Objetivo 7, Energía asequible y no contaminante;
Objetivo 11, Ciudades y Comunidades Sostenibles;
Objetivo 13, Acción por el Clima;
Objetivo 15, Vida de Ecosistemas terrestres;
Objetivo 17, Alianzas para lograr los objetivos;
son solo algunos de ellos. El futuro no se entiende sin sostenibilidad y la sostenibilidad en la edificación no se entiende sin aislamiento.
7. Una industria plenamente concienciada
“Cuidamos de la tierra, cuidamos de ti”,
es uno de los principales eslóganes de URSA. Formamos parte de una industria que está centrando sus esfuerzos en mejorar sus procesos de fabricación, utilizar cada vez menos tintas en los envasados, optimizar los transportes y facilitar la puesta en obra de los materiales aislantes
Estos siete beneficios son solo una pequeña parte de las ventajas que aportan los aislantes a las personas y al entorno en el que habitan. Concluimos con un dato impactante. A lo largo de su vida útil, los materiales aislantes de URSA son capaces de ahorrar más de 500 veces la energía empleada en su fabricación, transporte e instalación.
La casa LRPD se ubica en el corazón de la ciudad de Sevilla, un ático dúplex perteneciente a un inmueble plurifamiliar de los años 80, de amplia superficie y bien orientado, pero que en la primera visita que realizamos tras la adquisición por parte de sus actuales habitantes no lo parecía, pues arrastraba una configuración típica de aquella época con largos pasillos de distribución y estancias inconexas, sobre la que se había intervenido a lo largo del tiempo con reformas no muy afortunadas que habían dado como resultado una vivienda oscura, fragmentada, anodina y fría, de espacios olvidados y funcionalidad limitada.
El esquema original de la vivienda sobre el que se interviene polariza los espacios servidores (excesivos y mal aprovechados) y los espacios servidos (por lo general poco cualificados), distanciándolos tanto física como conceptualmente, constriñendo, imponiendo y limitando el modo en que este espacio doméstico puede ser vivido en su cotidianeidad. La parte positiva, que las cualidades y oportunidades de la vivienda estaban allí, ocultas, calladas y latentes, por lo que tan solo era necesario desenterrarlas y darles una nueva vida.
Así pues, parecía claro que la estrategia proyectual debía apoyarse en la recuperación de aquellas cualidades y ámbitos que habían sido ignorados y olvidados, propiciando y provocando al mismo tiempo el surgimiento de renovadas y en ocasiones diferentes relaciones entre ellos y el conjunto del ámbito doméstico.
Espacios carentes de uso o destinados a zonas de almacenamiento despojados de luz y de cualidades arquitectónicas son rehabitados, dignificados y reinsertados en el conjunto de la vivienda partiendo de una demolición estratégica, de manera que no existan en el nuevo espacio doméstico propuesto ámbitos secundarios menos cualificados y persiguiendo la consecución de un entorno desjerarquizado, homogéneo en cuanto a sus acabados, el cuidado de los materiales empleados y su calidez, rescatando y poniendo en valor al mismo tiempo aquellas pre-existencias valiosas del inmueble (cualidades espaciales de determinados espacios, variaciones en la orientación solar y el modo en que penetra la luz en las distintas zonas de la vivienda, texturas materiales y lumínicas que habían sido ocultadas) con la finalidad de caracterizar los diferentes ámbitos del nuevo hogar.
En atención a la búsqueda de esta desjerarquización, la intervención propuesta intenta difuminar los límites de las distintas habitaciones originales de la vivienda a través de la concatenación y entrelazado de sus estancias transformadas y la posibilidad de fusión ocasional de las mismas, tanto visual como programáticamente, generando una promenade que actúe como soporte para el acomodo de la vida actual de sus nuevos habitantes, dejando hueco y espacio entre las preexistencias para que su cotidianeidad pueda fluir, y ofreciendo un entorno doméstico abierto capaz de acoger en un futuro las variaciones y evoluciones que ésta, inevitablemente, experimentará con el paso del tiempo.
Obra: Casa LRPD
ubicación: Sevilla, España
arquitecto: Jorge Mingorance Alonso
Año: 2018-2019
Superficie: 260,00 m2
Emplazamiento: Sevilla
Constructoras: Quales construcciones integrales, Grupo Gubia, Cocinel-la
Fotografía: Joaquín Puga
Tras unas semanas de reclusión debido a la pandemia provocada por el COVID-19, hemos aprovechado para charlar con el arquitecto Moisés Puente, actualmente afincado en Barcelona, sobre su labor como editor y su proyecto editorial independiente Puente editores que publica libros de teoría y crítica de la arquitectura y del arte y que pretende servir de plataforma para proyectos independientes.
Sus publicaciones han recibido diversos premios y en 2010 se le concedió el premio FAD de Pensamiento y Crítica. Con toda la experiencia profesional acumulada a lo largo de estos años, en 2016 fundó su propio sello editorial, Puente editores, centrado en ensayos sobre arte y arquitectura.
Sin más preámbulos os dejamos con la entrevista que hemos tenido la oportunidad de realizarle.
¿Cómo, cuándo y por qué surgió Puente editores?
Después de varios años trabajando como editor en la Editorial Gustavo Gili, y a raíz de la reducción de títulos de arquitectura como consecuencia de la crisis económica de 2008, creí que había un sector que desgraciadamente se estaba descuidando por parte de las editoriales especializadas, el ensayo de arquitectura, un campo en el que siempre me he sentido muy cómodo. Fue así cómo en mayo de 2016 me lancé con este proyecto propio con el lanzamiento de un primer título, la traducción del clásico Los Ángeles. La arquitectura de cuatro ecologías, de Reyner Banham, con intención de sacar un par de títulos al año. La idea inicial era compaginar libros de autores contemporáneos con otros títulos olvidados más antiguos que no se habían traducido al castellano, pero con el tiempo me di cuenta que la velocidad de publicación debía ser otra, y que estas categorías podían revisarse.
¿Te has encontrado con muchas dificultades para ponerlo en marcha? ¿Cuáles han sido las más problemáticas?
La gran dificultad, además de la económica, fue pasar de ser editor a ser editorial. Hasta entonces había trabajado solo como editor para otras editoriales, pero montar una editorial significa muchas cosas más que ser editor, pues es necesario de hacerse cargo de cuestiones legales, de producción, de promoción y de venta que hasta entonces desconocía. Tenía la ventaja de que llevaba años en el mundo editorial, de modo que contaba con ciertas herramientas, pero he tenido que aprender muchas cosas sobre la marcha.
¿Cuál fue (o es o será) el momento más crítico una vez comenzado?
En una editorial, cada paso que se da, cada título que se lanza ya es en sí un momento crítico, pues con cada título reformulas o matizas la línea editorial. Mantener una congruencia de títulos es la parte más crítica de la labor editorial.
En otros términos, estos momentos de la crisis sanitaria del Covid-19 suponen un desafío a la resistencia, pues el parón en las ventas han golpeado tan fuerte el sector que hace difícil su ya de por si precaria existencia.
Combino mi trabajo diario como editor en la Gustavo Gili y como director de la revista 2G y de la colección de ensayos que publico en inglés para la editorial alemana Walther König, editorial que también publica la 2G, con mis labores ya no solo como editor de Puente editores, sino con traducciones o redacción de artículos. Por el resto, las labores de edición son un trabajo lento y paciente, de horas en soledad frente al ordenador, y también de mucho papeleo.
¿Cómo seleccionas los títulos a publicar?
La selección depende de muchos factores, y he de decir que tiene mucho que ver cómo a uno se acerca a la información, desde estar atento a los catálogos de editoriales internacionales (para el caso de libros traducidos) a saber qué es lo que está pasando en la academia española e internacional, pasando por sugerencias de amigos, información que ves pasar por la pantalla de tu ordenador e incluso con encuentros casuales. En otros casos, también depende de las ocasiones que a uno se le presentan (como las colaboraciones con museos o escuelas de arquitectura que he publicado), pero casi siempre la decisión final es bastante personal.
Querría dar una permanencia a los títulos que publico, libros que tengan vigencia por un tiempo, no material de consumo inmediato.
Una vez seleccionado el título que se quiere publicar, y en qué colección o formato se quiere hacer, se sigue un proceso bastante estándar en todas las editoriales: contrato con los autores o editores extranjeros, edición o traducción del texto, correcciones, diseño gráfico, más correcciones, hasta finalmente llegar a imprenta, y de ahí a las librerías.
¿Cómo es el proceso de diseño y desarrollo de una publicación de Puente editores?
En muchos de los libros de la editorial, así como en la colección principal de teoría e historia de la arquitectura, trabajo siempre con el diseñador, Rafa Mateo. En el caso de esta colección, lo difícil fue establecer una imagen clara, para lo que las ilustraciones de Rafa Mateo son claves, y un formato asequible, a la vez que se ajustaba mucho el precio de venta al público. Una vez decidida la línea de la colección, se repite a cada título, aunque existen pequeñas diferencias que siempre trato con el diseñador. La confianza con el diseñador es clave a la hora de plantear un diseño.
¿Cómo es el proceso de comercialización de una publicación de Puente editores?
En mi caso, la distribución tanto a librerías o plataformas on-line, de España y de Latinoamérica, la lleva la distribuidora Logilibros de la Editorial Gustavo Gili, quienes tienen una larga experiencia en edición y distribución de libros de arquitectura y arte.
¿Cuáles son tus referencias?
Hay muchas editoriales que me han servido de referencia, desde las míticas colecciones de la Editorial Gustavo Gili a la colección de textos de arquitectos de El Croquis Editorial o la magnífica colección de libros de arquitectura y arte que hace años publicaba el Colegio de Aparejadores de Murcia. De entre las editoriales independientes actuales, me gusta mucho la labor que están haciendo en estos momentos en España editoriales como Consoni, Caniche,Tenov o Bartlebooth, e internacionales como AA Publications, Sternberg Press, Black Square, Alias o Caja Negra, pero la lista es muy extensa.
¿A qué segmento de público/cliente te diriges?
Imagino que a todo aquel estudiante de arquitectura o arquitecto que tiene curiosidad por aquello que está sucediendo en el mundo de la arquitectura, y con la suficiente paciencia como para leerse un libro que no solo tenga imágenes. También a aquel lector de otros campos afines que se quieren aproximar a la arquitectura desde su vertiente de pensamiento más contemporánea.
¿Cómo y para qué utilizas las “nuevas tecnologías”? ¿La “red” ha facilitado vuestra labor? ¿En qué sentido?
En el caso de pequeñas editoriales como la mía, las redes sociales son claves para poder dar a conocer y visibilizar lo que estás haciendo, más aún si se piensa en el público latinoamericano. Es una buena manera de llegar al público interesado en tus libros, aunque la red de librerías desempeña una labor fundamental.
¿Compaginas o complementas esta actividad con otras labores o en otros campos?
Además de las labores editoriales, dedico buena parte de mi tiempo a la traducción de textos.
¿Cómo ves el futuro de la arquitectura? ¿Y el de la profesión?
Veo una muy buena salud en la arquitectura de las generaciones más jóvenes, aunque me temo que en nuestro país desgraciadamente pasa por la precariedad.
¿Qué mejoras crees que son fundamentales y que deberían ser puestas en marcha de forma inmediata?
Un aumento de la cultura arquitectónica en general para que los clientes puedan aceptar la buena arquitectura, y una política de concursos que de acceso a las nuevas generaciones.
Como “emprendedor” ¿qué opinas de los arquitectos que “abren y/o recuperan” nuevos campos y/o enfoques de la profesión?
Todo aquello que signifique ampliar los campos de acción del arquitecto siempre será una buena noticia.
¿Estás contento con la trayectoria realizada hasta ahora? ¿Qué proyectos de futuro te esperan?
Me gustaría poder salir algo de la precariedad y abordar proyectos más ambicioso, pero en general estoy satisfecho con los 17 títulos que he sacado hasta el momento. Los nuevos proyectos incluyen ensayos de autores como Beatriz Colomina, Kersten Geers, Alejandro de la Sota y Sigurd Lewerentz, pero saldrán un poco retrasados por la situación que ha dejado el coronavirus.
Para acabar, ¿qué le aconsejarías a los actuales estudiantes y futuros profesionales de arquitectura?
Que hay muchas maneras de ser arquitecto, y que escojan bien en cuál de ellas se sienten mejor.
Una de las enseñanzas más hermosas que guardo de mi madre y abuela es haber aprendido a hacer la compra en el mercado, ese maravilloso ritual que repetíamos cada semana, y que empezaba con el armado de la lista y la preparación del canasto. Ya en el mercado pasábamos por los puestos saludando a las “caseras” y “caseros”, y parábamos según la prioridad y presupuesto de la semana. Preguntábamos por los precios y por los productos de estación, y seleccionábamos las unidades que cumpliesen con el estricto escrutinio del tacto y olfato de mis mentoras. Allí fue mi primer encuentro con la muerte, al ver como sacrificaban pollos y gallinas para luego exhibirlos colgados de las patas, y en general con el maravilloso ciclo de la vida y de la naturaleza.
Allí también aprendí el arte del regateo que a mis hijos todavía sorprende, a esperar la “yapa” como atención por la compra, y a controlar la balanza y la cuenta sin ser demasiado evidente.
Como imaginarán, en mi casa yo soy el que hace el “mercado”. Me encanta repetir ese ritual de mi niñez, y elijo siempre a la verdulería y a la carnicería de barrio sobre las grandes cadenas de supermercados. No es cuestión de precio, sino de calidad, de frescura y, sobre todo, de confianza.
“Elijo siempre a la verdulería y a la carnicería de barrio sobre las grandes cadenas de supermercados. No es cuestión de precio, sino de calidad, de frescura y, sobre todo, de confianza.”
En la ciudad de La Plata (Argentina), donde vivo, tenemos la suerte de tener no sólo diversas verdulerías y carnicerías cerca de casa, sino de que existan ferias transitorias que van rotando entre diversos espacios públicos. Arrancan temprano por la mañana y se van hacia el mediodía, dejando todo limpio, o casi limpio. Gracias a ello comer sano es una decisión, ya que hay ofertas para los diversos bolsillos.
“Gracias a ello comer sano es una decisión, ya que hay ofertas para los diversos bolsillos.”
Uno de los soportes principales de estos mercados es el cinturón hortícola de la ciudad, que ha sido caracterizado y preservado en los dos últimos planes de desarrollo urbano, y que alberga diversos invernaderos y huertas. También se regula la apertura de hipermercados dentro del casco urbano, permitiéndose sucursales de menor tamaño. Como se puede apreciar, la municipalidad cumple un rol fundamental en el sostenimiento de esta oferta, dado que regula los usos del suelo para preservar las zonas agro-productivas, regula la apertura de grandes superficies comerciales que afectarían a los comercios locales, y organiza y reglamenta el uso de los espacios públicos para que se desarrollen las ferias.
“Como se puede apreciar, la municipalidad cumple un rol fundamental en el sostenimiento de esta oferta, dado que regula los usos del suelo para preservar las zonas agro-productivas, regula la apertura de grandes superficies comerciales que afectarían a los comercios locales, y organiza y reglamenta el uso de los espacios públicos para que se desarrollen las ferias.”
En Lima, con la “modernización” de la ciudad, y bajo la bandera del “libre mercado”, hemos permitido que estos maravillosos espacios desaparezcan o languidezcan en la sombra de las grandes cadenas, afectando no sólo nuestra dieta y calidad de vida, sino también el trabajo de nuestros vecinos, quienes administraban y atendían estos negocios. Se ha afectado también la sostenibilidad de los pequeños productores, que difícilmente pueden mantener los precios y soportar las condiciones comerciales que las cadenas comerciales imponen. La consecuencia de ello es que nos hemos distanciado más aún de la naturaleza, y que nuestros hijos tienen menos conciencia que nosotros sobre el verdadero origen de los insumos que componen sus alimentos.
“Se ha afectado también la sostenibilidad de los pequeños productores, que difícilmente pueden mantener los precios y soportar las condiciones comerciales que las cadenas comerciales imponen. La consecuencia de ello es que nos hemos distanciado más aún de la naturaleza, y que nuestros hijos tienen menos conciencia que nosotros sobre el verdadero origen de los insumos que componen sus alimentos.”
Pero no todo está perdido. Gracias al esfuerzo de algunos empresarios, cooperativas y emprendedores, podemos disfrutar de ferias de comercio justo como la Agroferia Campesina de la Avenida Brasil, donde son los mismos productores quienes comercializan sus mercancías, o de las diversas bioferias que se emplazan en los distintos distritos de la ciudad. También es importante destacar la labor de Gastón Acurio en hacer visibles estos espacios, “descubriéndolos” y valorándolos para la sociedad en general.
“Gracias al esfuerzo de algunos empresarios, cooperativas y emprendedores, podemos disfrutar de ferias de comercio justo como la Agroferia Campesina de la Avenida Brasil, donde son los mismos productores quienes comercializan sus mercancías, o de las diversas bioferias que se emplazan en los distintos distritos de la ciudad.”
Es evidente que los mercados deben evolucionar junto a la sociedad, y que la tecnología nos ofrece nuevas herramientas que debiéramos saber aprovechar para mejorar la conexión con los productores, mejorar la eficiencia de los puestos y reducir la merma por desperdicio. Un destacado ejemplo de ello es el proyecto “Fresh Park Karari” que se implementó en la ciudad de Uchiko, en Japón, para dar sostenibilidad al cinturón hortícola, y no perderlo por la presión del suelo urbano. Se diseñó un modelo comercial en base la habilitación de ciertos mercados de barrio y a la implementación de una plataforma digital que permitía una conexión directa de la góndola con el productor. De esa forma, el comprador sabía de dónde venía lo que estaba consumiendo, el productor llevaba la mercancía justa que se demandaba para la venta, y se generaba una sana competencia entre ellos por los productos mejor valorados. Este modelo es totalmente aplicable.
“Es evidente que los mercados deben evolucionar junto a la sociedad, y que la tecnología nos ofrece nuevas herramientas que debiéramos saber aprovechar para mejorar la conexión con los productores, mejorar la eficiencia de los puestos y reducir la merma por desperdicio.”
Existen diferentes formas de recuperar estos maravillosos espacios públicos que son los mercados. Pero lo que queda claro es que lo primero que debemos hacer es valorarlos en todas sus dimensiones, planificar la ciudad para que sean sostenibles, para que recuperen su rol en la economía doméstica y para volver a acercar a la comunidad con los productores promocionando estos formatos de ferias temporales en nuestros espacios públicos. Es también fundamental identificar y preservar el poco suelo con valor agrícola que se mantiene en los valles, estimulando la producción y aportándole sostenibilidad desde la reducción de la distancia con el consumidor final.
El momento es ahora. Asumamos el reto de organizar el crecimiento de la ciudad de forma estratégica y sostenible, protegiendo y estimulando la producción agrícola en nuestros valles, recuperando los lazos humanos que alguna vez tejieron nuestros barrios y flexibilizando el uso de nuestros espacios públicos para el fortalecimiento de nuestros intercambios.
Nota: El presente artículo ha sido motivado por los relatos de los ponentes y, en particular, por las palabras de destacado empresario nacional Gastón Acurio, en el panel “Ferias y Mercados en el Espacio Público” desarrollado durante el Foro Internacional de Intervenciones Urbanas (Lima, 08/2019), organizado por Lima Como Vamos.
A vueltas como estamos siempre bombardeados con rankings y parametrizaciones de dónde se vive mejor y en función de qué, el debate en nuestros país vuela de Madrid a Barcelona, pasa por Zaragoza, Valencia o Bilbao, alcanza Sevilla o directamente estalla en una liga más vertical en la que juegan nuestros pueblos contra las capitales de provincias con la manida calidad de vida en boca de todos a todas horas. A veces, un viajero inteligente viene a decirnos lo que no queremos saber de las ciudades donde vivimos, señalando las virtudes y defectos de la capital y la capital condal, la una envuelta en una obra eterna que la somete a pertinaz y constante observación por parte de sus habitantes, la otra tan pagada de sí misma que ha olvidado su reciente conversión en ciudad low cost destino erasmus, spring breakers, turistas, modernos, jóvenes y artistas, mercaderes, comerciantes y visitantes de alguna de sus cientos de ferias y festivales.
Al norte de nuestra península, Europa reparte sus brotes verdes entre Estocolmo, que fue capital verde europea en 2019 y Hamburgo, con idéntico galardón un año después. Resulta divertido -sino grotesco o descorazonador directamente- que Murcia o Valencia se presentaran candidatas -obviamente no estuvieron entre las ocho finalistas. Quizá Pamplona o Vitoria tenían bastantes más motivos, no tanto Zaragoza, y desconocemos si Sabedell. Por suerte Madrid andaba ocupada con la carrera olímpica y olvidó presentarse de tal forma que evitó a sus habitantes el bochorno de volver a defender las verdes cualidades de su metrópoli que como sabemos se basaban en una concejal de medioambiente cuyo único mérito, además de ser la señora del ex-presidente del gobierno era disimular disimular con gracia entre los árboles los medidores de polución en los dos pulmones urbanos -el Retiro y la Casa de Campo. y un tráfico infernal sólo aliviado por la futura desaparición de las series históricas de contaminación por obra y gracia de la persona antes citadas, una calle 30 que quiso ser gran circunvalación y cambios de nombre dejando perpleja a la Unión Europea, que quiso sancionarla, y alguna otra fruslería como la ausencia casi total de red de carriles bici en el interior de la ciudad.
La diferencia con las ciudades verdes salta a simple vista. Mientras unas crecen a costa de consumir suelo, las otras lo hacen del lado de sus árboles y lagos, integrando el medio urbano en lo rural o natural -que estaba antes, que estuvo siempre- reclamando para sí situaciones intermedias como el rurban (rural+urbano). Algo de ello hay también en la Sociópolis valenciana cuyos huertos urbanos recuperan las antiguas acequias y zonas agrarias para integrarlas en el un conjunto de viviendas sociales que proyectaban conocidos arquitectos internacionales. Lamentablemente su construcción avanza muy despacio y algunos proyectos quizá no han entendido aquello de que
Al otro lado del Atlántico ciudades como Portland hace que tiempo que apostaron por el smart growth (crecimiento inteligente) lo cual implica relegar al automóvil en su papel como actor urbano secundario principal para primar un modo de vida conocido como slow movement que se complementa con manifestaciones de velocidad lenta y distancias cortas en torno a las comida como slow food, lo cual no implica que retrocedamos sobre nuestros pasos y volvamos a vivir en aldeas y comunidades autosuficientes, ni siquiera que debamos perseguir el sueño de Disney en comunidades como Celebration, sino simplemente reflexionar sobre los dulces conceptos del new urbanism y entender desde lo melancólico o ñoño como posturas radicales, pueden surgir formas de habitar respetuosas y necesarias si no queremos sucumbir a la Macdonalizacióny la Disneylandificación de nuestro tiempo y nuestros espacio.
Más allá de nuestras fronteras, años después de entender que las bicicletas no son sólo para el verano sino que son un medio de transporte más, el debate ha girado hacia nuevas cuestiones como la de evitar accidentes por la segregación de los espacio de circulación. Así, las comunidades en las que shared space (espacio compartido) trata de abrirse paso, no discriminan los vehículos en calzadas diferentes, sino que buscan la convivencia libre y respetuosa, incluso peatones, en una sola vía de uso múltiple en la que los medios y las distancias se retan frente a las conciencias, dejando así por resolver la cuestión de si la ciudad, tal como la conocemos en el s. XXI, es un lugar que el hombre puede llegar a controlar en favor de una sociedad inquieta y múltiple, o simplemente sigue siendo el escenario actual de nuestra velocidad y avaricia, disfrazando de ser urbano nuestro yo depredador.
bRijUNi architects (Beatriz Villanueva y Francisco Javier Casas Cobo).
Riyadh (Arabia Saudí), junio 2009
La revista “L’Esprit Nouveau” fue una importante revista de arte francesa, publicada entre 1920 y 1925 que alcanzó los 28 ejemplares con un promedio de 100 páginas y con imágenes en color. Fue la revista del movimiento purista y su ámbito fue internacional, llegando a alcanzar bastante difusión en países como México.
La revista “L’Esprit Nouveau”, cuyo título es un homenaje a Apollinaire, y subtitulada Revue Internationale d’Esthétique. Editada en París, fue dirigida en sus tres primeros números por uno de sus tres fundadores, el poeta dadaístaPaul Dermée, (fue importante colaborador inicial, pero sólo participó durante los primeros siete números), Amédée Ozenfant y Charles-Edouard Jeanneret (Le Corbusier). Colaboraron poetas, artistas y músicos como Aragon, Bissière, Breton, Carrà, Cendrars, Cocteau, Éluard, Max Jacob, Lalo, Milhaud, Raynal, Satie, Tzara.
La colaboración entre los dos fundadores, que habían firmado juntos los artículos, terminó en el número 19. A partir de entonces cada uno firmó los suyos propios. De la revista y de su colaboración salieron textos tan famosos como Vers une architecture (números 1-3, 5, 8-10 y 13-16).
En 1925 Le Corbusier, que había publicado en la revista numerosos proyectos arquitectónicos teóricos, como la casa Citrohan, diseñó un pabellón con su nombre para la Exposición Internacional de París.
“Hay un espíritu nuevo; es un espíritu de construcción y de síntesis guiado por una concepción clara”.
Su temática abarcaba un gran número de campos, con el purismo como eje (en ella se publicó el manifiesto purista, razón y ser de la revista y su primer número apareció el 15 de octubre de 1920), desde la discusión estética general a la arquitectura, pasando por la literatura, el teatro, el cine, la pintura, la escultura, la moda y el mobiliario, entre otros. Aunque cambió varias veces de objetivo principal, aunque fue el órgano de difusión del “purismo”, un intento radical de culminar la “llamada al orden” en el arte de la posguerra. El purismo nace cuando Ozenfant y Le Corbusier publican el 15 de noviembre de 1918, cuatro días después de la firma del armisticio, Après le Cubisme y en sus escritos de 1918/1926 en la revista “L’Esprit Nouveau”, especialmente en Le purisme, del nº 4 (I-1921).
Lo presentan como un movimiento racionalista que se expresa en un “cerebralismo” extremo y riguroso, que el arte ha de desprenderse de los elementos imaginativos y fantásticos para decantarse hacia una perfección plástica lograda mediante reglas estrictas de composición. Por ello desprecian a los impresionistas y defienden a Ingres, Courbet, Cézanne, Seurat, Signac, Matisse… y Picasso y su cubismo, hasta el punto que serán llamados “cubo-puristas”.
La información ha sido recopilada por Eduardo Almalé Artal tras rastrearla a través principalmente de bibliotecas y archivos. Los siguientes repositorios son solo algunos de ellos:
Siendo conocedores de los retos sociales y educativos a los que los centros de aprendizaje se enfrentan en la actualidad, desde nuestra profesión vemos a los formadores y profesores como maestros de lo imposible, merecedores de todo nuestro respeto.
La propuesta del concurso en el Colegio Nuestra Señora del Pilar de Valladolid no era sencilla y supuso desde el principio un reto para nosotros.
Hemos entendido éste Proyecto, como una metáfora de las dificultades con las que nos encontramos en nuestras etapas de formación y a lo largo de la vida. De cómo en ocasiones podemos sentirnos perdidos y cómo una buena orientación y guía nos lleva a seguir nuestro camino.
La tarea educativa es compleja, casi un teorema imposible de descifrar; qué funciona, qué no, qué corrientes nuevas llegan, qué es de verdad importante, cuánto es conocimiento, cuánto es formación, cómo adaptarse a las nuevas tecnologías, cómo conectar con los alumnos y jóvenes…
La cuadratura del círculo es un teorema irresoluble, sólo se puede calcular por el método de repeticiones sucesivas.Y ése es un paralelismo más con la educación.
Seguramente no exista una única forma de entender las cosas y podríamos hablar de un método por educador y por alumno. Una educación 1×1, entenderse desde la cercanía, desde lo familiar. A partir de repeticiones sucesivas.
Con este proyecto devolvemos el reto, convertido en un ejercicio divertido e intelectual que representa el recorrido vital de cada uno de nosotros. Formar al ser humano perfecto no es un gesto de fe, es en realidad el fruto de un buen trabajo y la dedicación de unos buenos profesionales.
No presumiremos de haber resuelto el teorema, pero sí de poner en las manos del Colegio una solución actual, respetuosa con la historia del centro, versátil, capaz de adaptarse a todas las actividades que requiere el edificio e incluso a aquellas que no hemos podido imaginar.
Construir lo imposible.
El Ágora es el corazón del Colegio. Ubicado en el patio sur con una forma perfectamente circular insertada en un cuadrado perfecto. Es al mismo tiempo lugar de encuentro, espacio para eventos, distribuidor y foco de tantas acciones como alumnos lo recorran.
Es fruto de un ejercicio plástico, casi escultórico, en el que una nueva rampa accesible crece con una pendiente constante. Esta rampa es la metáfora de la vida, de los años de formación y de la búsqueda del conocimiento.
La misma rampa en su ascenso va generando un graderío en el que cada vez sumamos más espacios, sumar para crecer. Un ejercicio tectónico como un campo de juego donde la topografía no obliga al espacio, sino que libera la imaginación de los usuarios para conquistar y hacer suyo el lugar.
Un espacio cubierto, acristalado controlando los rigores climáticos y un Ágora en planta nos brindan mil oportunidades de uso.
El trabajo arquitectónico propuesto es un volumen de gran potencial, casi trabajado con las manos, casi un trabajo de artesanía que promete no dejar a nadie indiferente.
En esa búsqueda de lo versátil de nacer para estar preparados para el cambio, las esquinas del círculo del ágora se convierten en lugares de oportunidad: accesos directos a espacios clave, lugares para pequeñas reuniones, encuentros con familias, incluso presentaciones públicas y eventos culturales o de ocio.
Matrices de la intervención.
FUNCIONALIDAD
Un acceso fácil, rodeado de gradas para la relación, convierte la antigua planta sótano en una Planta de Acceso.
Un espacio excavado hasta esta cota, convierte un jardín en desuso en el nuevo CENTRO VITAL del colegio. Un espacio de acceso, de paso, de reunión, de trabajo, de juego, de relación, de estudio, de reflexión.
ILUMINACION
La cobertura del patio y su excavación hasta la cota baja, ordenan un espacio muy iluminado, que irradia luz a todos los ámbitos perimetrales y usos que la rodean.
Una trama de madera matemáticamente estructurada tamiza la luz, convirtiendo la cubierta del patio en UN RETABLO QUE MIRA AL CIELO.
ESPIRITUALIDAD
Una rampa circular ascendente conecta la planta de acceso con la antigua planta principal donde se desarrollan las tareas administrativas, de dirección y pastoral del centro.
TRANSPARENCIA
Hemos perseguido la consecución de un espacio abierto transversal mediante usos que bien visualmente o físicamente se comunican siempre entre sí. Desde el acceso se ve el Ágora. Desde el Ágora se ven todas las plantas del edificio, la Capilla, la Biblioteca. Desde la Biblioteca, se ve la Sala de Silencio, la Administración, el vestíbulo, la plataforma de acceso….espacios que se relacionan física y visualmente.
Unas miradas cruzadas que generan sinergias, relaciones, nunca indiferencia.
Obra: Espacio Ágora. Colegio Nuestra Señora del Pilar
Localización: Valladolid, España
Arquitectos: Pablo Moreno Mansilla – Julián Zapata Jiménez
Colaboradores: Elena López Oterino, Manuel Sánchez Hernández, Adriana Culla Leal, Iskra Sergeeva Martsenkova
Aparejador : Luis García Cebadera
Estructuras: José Ignacio Viñals. ISTEN
Instalaciones: PLENUM Ingenieros
Constructora: CONSTRUCCIONES Y OBRAS CASPEÑA S.L.
Promotor: Fundación Educación Marianista Domingo Lázaro
Fotografía: Álvaro Viera | Architectural Photography
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