El trabajo del maestro italiano Aldo Rossi influyó enormemente al desarrollo de la arquitectura del último tercio del siglo XX, especialmente, en la década de los años 70 y 80. Desterrado desde entonces de los principales debates en arquitectura, su trabajo parece haber recibido ahora un renovado interés por parte de nuevas generaciones de arquitectos.
El volumenAldo Rossi, hoy. Conversaciones y aproximaciones trata de condensar estas distintas visiones sobre el legado del arquitecto milanés desde los intereses de una generación de arquitectos que, pertenecientes a una de las regiones donde su obra tuvo mayor influencia, como es la ibérica, se formó al mismo tiempo en los años en los que su trabajo parecía ya olvidado. Se trata por tanto de una generación que, por un lado, no estuvo directamente expuesta ni a la influencia, ni a la magnética personalidad del arquitecto italiano, pero que, por otro, posee también la distancia histórica suficiente para que se pueda realizar una reevaluación efectiva de su legado.
Editado por Francisco González de Canales, catedrático de la Universidad de Sevilla, contribuyen a este volumen un conjunto de arquitectos y críticos que han participado ya de uno u otro modo en esta nueva puesta en valor de Rossi desde una perspectiva de presente, incluyendo a Marta Caldeira, Jacobo García-Germán, Carolina García-Estévez, Joaquim Moreno y Diogo Seixas Lopes.
Francisco González de Canales (ed.)
(Sevilla, 1976) estudió arquitectura en la ETSA Sevilla, la ETSA Barcelona y la Universidad de Harvard y trabajó para Foster + Partners y Rafael Moneo. Ha sido durante un largo periodo profesor en la Architectural Association de Londres (AA) y la Universidad de Sevilla, de la que es actualmente catedrático de Composición Arquitectónica.
Ha sido también codirector de la revista del Colegio de Arquitectos de Sevilla (2002-2006) y coordinador cultural (AACP) en la AA (2008-2012).
Después de visitar varias parcelas en la Sierra de Guadarrama, con Lucía y Pablo, buenos amigos y promotores del encargo, lo tuvimos claro al entrar en aquella parcela en Navacerrada.
Detrás de la puerta de la Casa V, encontramos una pequeña vivienda de mediados del siglo pasado, envuelta en un revoco a la tirolesa y protegida por una cubierta de tejas a dos aguas en muy mal estado.
Alrededor de la Casa V, una impresionante parcela con gran vegetación autóctona y riqueza arbórea donde dos pequeñas construcciones, una piscina y numerosos muros de mampostería de granito madrileño ordenaban con buen criterio los más de 1800 metros cuadrados y sus casi 15 metros de desnivel.
La propiedad nos dio la opción entre demoler y proyectar desde cero, o aprovechar parte de las construcciones existentes. Tras realizar unas calas y descubrir que bajo el revoco había una mampostería de granito de buen aspecto, decidimos conservar la antigua vivienda y aprovechar este volumen principal para albergar los usos públicos del programa.
Para la zona más privativa de la vivienda, proyectamos dos volúmenes de hormigón, que apoyaríamos en uno de los muros de granito existentes. Esta decisión nos permitía articular
volumétricamente la vivienda para reducir su impacto visual y poder adaptarnos con más facilidad a los elementos existentes en la parcela.
Con la pendiente hacia las mejores vistas, decidimos orientar la ampliación hacia el sureste, encuadrando el pantano de Navacerrada dentro de unas grandes cristaleras en los frentes volados de las cabañas. Con este gesto, conseguimos, gracias al reflejo de la vegetación, aligerar el conjunto y mimetizarnos con el entorno.
A la hora de decidir los acabados, queríamos diferenciar la vivienda original de la zona ampliada.
En esta última, los cubos se realizaron de hormigón entablillado con una cubierta ajardinada. En el volumen existente, una vez retirada la cubierta y descubierto el granito, la resolvimos con una cercha de madera apoyada en los grandes muros laterales. Esto nos permitía generar un gran porche, sin apoyo alguno que pudiera interrumpir las vistas. Para aumentar la sensación de ligereza, se utilizó un zinc de color grafito para rematarla.
Finalmente, para unir la vivienda original con la zona ampliada, utilizamos un espacio acristalado en la fachada norte, desde el que se realiza el acceso. Dejando los materiales desnudos, desde la entrada de la vivienda se perciben las diferentes zonas y actuaciones del conjunto. Con el granito existente a la derecha, y el hormigón entablillado en la zona de las habitaciones.
Confiamos en haber conseguido una actuación amable con el paisaje. Una actuación que permite a las personas que habitan la vivienda interactuar con la naturaleza que les rodea y ser conscientes desde cada una de las estancias, del entorno tan privilegiado que los acompaña.
Obra: Casa V
Autores: G34 arquitectos (Ignacio Marqués Martínez, Israel Belloso Garrido, Javier Mochales Soto y Carmen Hernández Sánchez)
Colaboradores: Javier Cortinas, Ismael Calatayud, Susana Gómez Gómez, Elena Barjola Esteban, Ana Arévalo Lobato
Año: 2019-2023
Emplazamiento: Navacerrada (Madrid, España)
Superficie Actuación: 275 m2
Fotografía: Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán + Rocio Romero) + g34.es
La percepción del territorio rural de Galicia como un espacio construido persistentemente por la acción humana, se hace patente para cualquiera que lo haya mirado con algo de atención alguna vez. Esa construcción paulatina de lo natural -que se hace modélica en la materialidad de la arquitectura tradicional: en la unidad entre la casa y las labores agrícolas o en la concepción de los espacios de comunidad, los campos de fiesta o las carballeiras-, se convirtió en una expansión brutal y descontrolada en la segunda mitad del siglo XX.
La transformación de gran parte del territorio en una especie de ciudad jardín dispersa, continua y a gran escala, transcurre de forma paralela al abandono de la lógica tradicional casa-agro-aldea (hogar-trabajo-comunidad) sobre la que se estructuraba la forma de vida en la sociedad rural.
A esa nueva ocupación del campo, reconocida tantas veces en el llamado “feismo”, responde el planeamiento territorial con normas que la intentan restringir con una preocupación excesiva por el mantenimiento de las formas, apariencias y materiales mal llamados tradicionales y con una insistente regulación sobre el qué (se puede hacer) que no deja lugar a pensar sobre el cómo (hacerlo).
Para pensar sobre la globalidad de ese territorio social, y sobre aspectos del mismo que de los que ha de ocuparse la arquitectura como la escala, la actividad, el planeamiento, el paisaje, el espacio público, la movilidad, la energía, la casa, etc. surge este encuentro de “arquitectura y territorio rural”.
Lo hace además desde dentro de ese territorio, en la aldea de Callobre, en A Estrada, para conformarse como un lugar desde que emplazar año a año, durante el verano, en una idea también de fiesta y comunidad, a la reflexión, a la interpretación de todo ese mundo, abierto a quien tenga algo que decir y a quien tenga tiempo también para escuchar y ver lo que otros, dentro y fuera de Galicia, dentro y fuera de la arquitectura, puedan contarnos.
Lugar
verano 2024 arquitectura y resistencia
Lugar: Pousada 3, Callobre, A Estrada (Galicia, España)
19 de julio de 2024
Asistencia por invitación | contacto: josevalladares@rvr-arquitectos.es
Programa
Mañana, 12.30 h: conferencia 1 | João Mendes Ribeiro/ «O resgate do tempo»
Tarde, 17.00 h: conferencia 2 | Solano Benitez, Jopoi de Arquitectura/ «El lugar de la arquitectura».
Ponentes
João Mendes Ribeiro. Coimbra, 1960.
Arquitecto por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Porto (1986), donde enseñó entre 1989 e 1991. Doctorado en Arquitectura, especialidad Teoría e Historia, por la Universidad de Coimbra, en 2009. Profesor Asociado en el Departamento de Arquitectura de la Facultad de Ciencias y Tecnologia de la Universidad de Coimbra. En el mismo Departamento, entre 1991 y 1998, fue asistente del Profesor Arquitecto Fernando Távora.
Reconocido con diversos premios, a nivel nacional e internacional, entre los que destacan: Premio Diogo de Castilho 2003, 2007, 2011, 2017 e 2021; Premio FAD 2004 (categoría Interiorismo), 2016 (categoría Arquitectura) y 2022 (premio opinión, categoría Interiorismo); Gold Medal for Best Stage Design, 11th International Exhibition of Scenography and Theatre Architecture – Prague Quadrennial 2007; Premio Enor 2009, categoria Portugal (ex-aequo); Premio BIAU, Bienal Ibero-Americana de Arquitectura y Urbanismo 2012 y 2016; RIBA Award for International Excellence 2016; BigMat Award 2017, categoría Restoration; Premio Nacional de Rehabilitación Urbana 2017 e 2021, categoría Impacto Social; Premio Secil de Arquitectura 2020 (ex-aequo); Premio Nacional de Arquitectura en Madera – PNAM 2021; Premio João Almada 2022, categoría No Residencial; Dezeen Awards 2022, public vote, categoria Small Buildings.
Ha recibido varias distinciones, entre las que se destacan el Highly Commended AR Awards AR Emerging Architecture awards 2000 y las Menciones de Honor en los siguientes premios: Premio Nacional de Arquitectura en Madera – PNAM 2013; Premio IHRU 2015; Premio Nuno Teotónio Pereira 2017; Premio Internazionale di Restauro Architettonico Domus Restauro e Conservazione Fassa Bortolo 2021 y Premio Nacional de Rehabilitación Urbana 2021 y 2022.
Solano Benitez. Asunción, 1963.
Arquitecto por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Asunción en 1986. Desde entonces ha conformados distintos colectivos desde donde ha desarrollado su actividad profesional. En la actualidad ejerce la arquitectura desde la oficina Jopoi de Arquitectura.
Ha recibido numerosos premios y distinciones nacionales e internacionales, individual y colectivamente:
1999 Premio “Década 89/99”, Colegio de Arquitectos del Paraguay.
2000 Finalista del “2do. Premio Mies van de Rohe para América Latina”.
2008 Premio “BSI Swiss Architectural Award”, al arquitecto menor de 50 años con mayor aporte a la disciplina.
2011 “Arquitecto del Bicentenario” premio a la trayectoria otorgado por la Asociación Paraguaya de Arquitectos.
2012 HFAIA Honorary Fellow American Institute of Architects. USA.
2016 León de Oro de la Bienal de Venecia. Venecia Italia.
2021 Global Award for Sustainable Architecture. UNESCO, Paris Francia.
2021 DHC Doctorado por Honoris Causa de la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay.
2023 Condecoración en grado de “Oficial de la Orden do Rio Branco”. Gobierno de Brasil.
2024 DHC Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina.
2024 Medalla de Oro de la FCARM, Federación de Colegios de Arquitectos de México
Siempre hay algo del drama que nos rodea en los hoteles, y más aún en los moteles. Ahuecar la almohada que otro ahuecó ayer; o pisar con pies descalzos y desprevenidos la ducha que antes ha sido pisada. Tal vez, hacer una llamada con un teléfono desde el que alguien llamó furtivamente a su amante, o desde el que cerró un negocio poco lícito la noche anterior. Los hoteles, y más aún los moteles, son un extraño archivo de sucesos que desearíamos conservar en la zona umbría.
En ese sentido, los hoteles -qué decir de los moteles-, representan lo opuesto a la arquitectura doméstica: si ésta surge para crear hogares donde no se conciben los secretos, y donde la vida sólo tiene el tacto tierno de las nubes de algodón, los hoteles aparecen para dar una apariencia de lo que no se es, o de lo que no se tiene, como el trampantojo de una vida decente.
En un hotel uno finge ser alguien respetable ante el recepcionista, y en el momento en que traspasa el umbral de la habitación, vuelve a ser quien era, ya sea un amante clandestino o ya sea un huésped que comercia con secretos ajenos y bienes ilícitos. En el umbral de los hoteles -más aún en el de los moteles-, hay más arquitectura que en todo Vitrubio, porque ese umbral tiene la capacidad de edificar personalidades, de construir coartadas y de demoler vidas.
Es esta una perspectiva que nos ha llegado, sobre todo, de los moteles de carretera que hemos ido viendo en el cine norteamericano. Nadie necesitaría alojarse en un motel si no fuera porque oculta confidencias que no pueden ser desveladas, pensamos guiados por la narrativa cinematográfica. Así, tener un secreto es estar a mitad de camino entre el tormento y la confesión, sin saber muy bien a dónde ir, porque de ninguno se puede volver.
Del mismo modo, de esa situación intermedia entre dos lugares, surge el proyecto que se encarga a Antonio Lamela para construir un motel de carretera, que debía servir como alojamiento para el trayecto Madrid-Andalucía, por la N-IV. Con la misma premeditación que tienen las mentiras y los secretos, se fijó como punto intermedio de esa ruta el kilómetro 193 de la N-IV, en Valdepeñas, y se estableció allí el lugar donde construir un motel de carretera, quebrando la ruta en dos mitades, que se recorrerían a lo largo de dos días, reservando la noche intermedia entre ellos para reposar -y fingir lo que no se es- en ese motel.
Su programa remite de manera irrefutable al modelo de motel difundido por la cultura americana. E incluso el entorno de Valdepeñas, mesetario y yermo, replica minuciosamente el paisaje árido de los desiertos americanos.1
Las fotografías de la época fueron hábilmente tomadas con coches recién salidos de las fábricas de Detroit, aparcados o circulando frente al motel, lo que aumenta el efecto ilusorio y quimérico. Todo ello contribuye a esa idea de trampantojo que hemos dicho que habita en todo hotel. El conjunto constaba de varias fases, de las cuales sólo llegó a ejecutarse la primera.
Así, el proyecto ocupa casi siete hectáreas,2 y se articula a través de un volumen central donde se encuentran la administración y las áreas comunes, complementado con el cuerpo que aloja las habitaciones, que se diseñan con una gran sencillez,3 una piscina de formas quebradas y la zona de aparcamientos. Esta última se compone de estructura metálica en combinación con muros de fábrica, y recubierta con paja de junco, mimetizándose con el entorno de la meseta.
A su vez, el programa total comprendía 3 fases más: una segunda fase, compuesta por más módulos de habitaciones, y una tercera fase al lado opuesto del bloque central. Finalmente, se preveía, al otro lado de la carretera, una cuarta fase, donde los módulos de habitaciones se organizan en torno a una planta circular, con una sola altura y albergando dieciséis habitaciones; a éstas se accede desde el perímetro exterior de dicho círculo, con un vestíbulo que comunica con el dormitorio, y el aseo al fondo, abriendo a un patio central.
El motel habla el lenguaje del Movimiento Moderno, acentuando la proporción horizontal, que se ve reforzada por el diseño de las barandillas y las celosías de las ventanas. Para la definición estética se confía en la propia expresividad de los materiales,
procurando dejarlos en la mayor parte de los casos en su textura natural, tanto los metálicos como los elementos de carpintería o los paramentos de ladrillo. Sólo en algunos casos se cubrirán con una simple piel de pintura.4
E idéntico criterio se sigue en la definición interior, con el mismo espíritu de sencillez y claridad, dejando multitud de paramentos de ladrillo visto, conjugados con la carpintería en madera. El resultado es un conjunto de espacios que podrían hacernos creer que estamos en una de las viviendas de Richard Neutra en Los Ángeles, como si en medio de La Mancha y a finales de la década de los años ’50 se hubieran enlazado unas coordenadas espacio-temporales, y así, creyendo viajar de Madrid a Jerez, uno parase a descansar durante la noche, y se encontrara, de forma taumatúrgica, en Palm Springs. Es la arquitectura de los viajeros fugaces.
La primera fase del motel se construye en 1959, cuando en España hay un manifiesto desacompasamiento cultural respecto de los países occidentales. Pero la arquitectura siempre encuentra la forma de relacionarse con el tiempo, de plegarlo y jugar con él, para adelantarse al propio tiempo de la sociedad en la que surge.
De este modo, ese mismo año se estrena Con la muerte en los talones (North by Northwest, Alfred Hitchcock), donde para la vivienda del antagonista -Philip Vandamm- se recurre a una arquitectura vanguardista a base de planos perpendiculares de piedra y ladrillo, en combinación con carpinterías de madera5,6,7 que recuerdan de manera patente a la arquitectura que propone Antonio Lamela en Valdepeñas. Una vez más, el motel queda emparentado con la cultura norteamericana, como un anacronismo en La Mancha de posguerra.
Con todo, el esfuerzo de Antonio Lamela para dotar de carácter netamente cinematográfico al motel El Hidalgo, resultó baldío y se convirtió en un modelo que no llegó a implantarse con éxito en España. Todos desearíamos creer que eso dice algo de nosotros y de la candidez dócil de nuestros secretos.
Desgraciadamente, la causa no es lo doméstico e inofensivo de nuestros secretos, sino el aumento de la velocidad de los automóviles, que en pocos años permitió que la ruta Madrid-Andalucía pudiera realizarse en apenas unas horas, sin necesitar de un lugar donde pasar la noche y poder planear el programa del día siguiente. A menudo, la velocidad derriba barreras y arruina vidas.
Los viajeros siguen pasando por el motel El Hidalgo, pero ya nadie para en él, porque la urgencia es llegar a algún destino, sea cual sea éste. Y en ese camino acelerado, ante la falta de peregrinos, el motel tuvo que cerrar, dejando atrapado dentro de él los secretos de los viajeros que allí pasaban la noche, en el más bello acto poético que pueda darse, porque -ahora sí- todos aquellos secretos permanecerán silenciosos e inmutables, en el punto intermedio exacto entre el tormento y la confesión.
Notas:
1“Asimismo, es de notar que el paisaje presenta escasos atractivos próximos, siendo tan sólo interesantes los fondos montañosos de mediodía y levante. Con objeto de crear vistas inmediatas se construyen a poniente unas pantallas edificadas y de vegetación, representadas por los cinco bloques de dos alturas que sirven de fondo agradable. En otros puntos se completan estos cerramientos con aparcamientos de coches y plantaciones arbóreas”.
Lamela, Antonio. Informes de la Construcción, Vol. 13, nº 126. Diciembre 1960
3“Puesto que el programa planteado se refería específicamente a un “motel de pernoctación” y no a un motel de residencia o estancia, el proyecto se ha orientado a una significación marcadamente dirigida. Ha de pensarse que el cliente que ha de ocupar la habitación, viene en automóvil y pasará tan sólo unas horas de reposo, reanudando después su viaje. En consonancia con esta importante circunstancia se han proyectado las habitaciones, dependencias e incluso el mobiliario.
Por eso, en este caso, no tendría sentido una gran capacidad de armarios -ya que para una noche se utiliza lo preciso-, ni siquiera la creación de un auténtico vestidor independiente, ni tampoco la faceta de convertibilidad en los muebles, ya que estas piezas se utilizan única y exclusivamente como dormitorios.”
Lamela, Antonio. Informes de la Construcción, Vol. 13, nº 126. Diciembre 1960.
4 Ibídem.
5 “Al final, de North by Northwest, presentamos la guarida de James Mason, que es una casa de Frank Lloyd Wright reproducida en maqueta cuando se la ve desde lejos y parcialmente construida cuando Cary Grant se acerca y merodea a su alrededor.”
TRUFFAUT, François. El cine según Hitchcock. Alianza Editorial, Madrid, 1974, p. 241.
6“Su aspecto exterior es fruto de un trucaje de matte painting, y sus interiores y algunos detalles exteriores fueron construidos en estudio. Lo que no quita que el diseñador de producción, Robert F. Boyle, la ideara en unos bocetos que demuestran su gran comprensión del movimiento moderno. No es difícil, de hecho, percibir la influencia de Frank Lloyd Wright en general y su Casa de la Cascada en particular. Algunas fuentes afirman que Hitchcock, gran admirador de su obra, intentó contratar al propio Wright para que diseñara la Casa Vandamm, pero que sus elevados honorarios lo hicieron inviable. Lo que sí es bien sabido es que el cineasta británico renunció siquiera a intentar localizar una casa real donde filmar. En su mente había una imagen muy clara de cómo debía ser la mansión del villano, y viendo el resultado podemos entender por qué.”
7 “A finales de los 50 Frank Lloyd Wright era el centro de todas las miradas a nivel internacional. Cada una de sus obras marcaba un nuevo paso para la arquitectura moderna y su estilo era totalmente reconocible para el gran público. Por este motivo contar con sus servicios para la producción de la película fue imposible debido a la tarifa de Mr. Wright. Ni siquiera la Metro fue capaz de pagarlo. Por ese motivo el director decidió que se construiría una casa que se pareciese a la que el arquitecto hubiese diseñado. Y lo consiguieron.”
Mateos, Nina. (01 de noviembre de 2018).»‘Con la muerte en los talones’ de Hitchcock y el secreto de la mansión Vandamm». Revista Architectural Digest. (Recuperado el 14 de junio de 2024)
En ocasiones el espacio de trabajo resulta de premisas bien definidas como la luz, el orden o la propia capacidad de producción. No es el caso del taller de pintura, cuyo esquema depende fundamentalmente de las conexiones entre el modo de hacer del propio pintor y su estilo de vida. En cualquier caso, parece que luz y espacio deben ser los dos ingredientes básicos para la creación, categorías cuidadosamente calculadas por el propio autor como marco y estímulo necesario para su propia creatividad.
Sin embargo ¿qué ocurre cuando la acción productiva supera el espacio y la luz, cuando el orden desaparece por completo, cuando la acción es de tal intensidad que puede producir el borrado de la arquitectura?1
En la imagen Picasso juega a la comba con sus hijos en un espacio inundado por su propia obra omnipresente. Habitar, jugar y trabajar se producen simultáneamente en el espacio doméstico, ya que Picasso evita la construcción de un estudio propio separado de la casa a la manera de Miró (Sert) o Tàpies (Coderch). Picasso trabaja en el comedor, en la terraza o en el baño: la casa será playground y taller, el lugar donde comer, dormir o recibir en bañador a visitas distinguidas. Sin embargo, esta imagen de tiempo detenido tomada en la “Villa California” (Cannes) en 1957, representa un corto periodo comprendido entre 1955 y 1961.
Picasso basa su producción y estilo de vida en un nomadismo cuyo origen tal vez pueda encontrarse, precisamente, en los procesos de saturación del espacio doméstico.
El malagueño convierte sus casas en talleres de producción continuada, sin medida y sobre cualquier soporte, acumulando lienzos y vasijas, dibujos y esculturas en un interesante ejercicio de borrado interior: desaparecen primero los muros, después las ventanas y suelos, hasta que su trabajo inunda el espacio interior y éste se reduce al límite de lo habitable. Después, la casa es abandonada y con ella toda la producción artística acumulada en el interior: Picasso se marcha tan solo con su bañador y con sus perros. Lo importante no es la luz, ni tampoco el espacio, ni tan siquiera su propia obra. Lo verdaderamente valioso será la acción, el momento de la producción, la excitación del trabajo creativo en esa atmósfera vacacional de sus palacios rurales en la Costa Azul. Acción y borrado:
“Todo acto de creación es en primer lugar un acto de destrucción”.2
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Abril 2014
Autor de Parráfos de arquitectura #arquiParrafos
Notas:
1 El uso de la palabra “borrado” hace referencia no a la desaparición, sino al momento de la creación que plantea nuevas posibilidades desde el re-aparecer: “Borrar es acto entre actos”. Ver Tesis de Uriel Seguí “Borrar: acción espaciadora”, ETSAM 2005.
2 Pablo Picasso. En 1961 abandona la “Villa California” (en la imagen) y toda su obra producida en el interior para instalarse primero en el Château de Vauvenargues, y después en Mougins hasta su muerte en 1973. Unos meses después se procede a la apertura de la villa: llevó más de tres años catalogar e inventariar el enorme tesoro que la casa guardaba; el Museo Picasso de París fue fundado específicamente para recoger la totalidad de sus fondos.
A través del cruce de la normativa vigente, el proyecto habitaTU ha elaborado una guía que busca mejorar el diseño de espacios residenciales. Se trata de un documento que resulta de gran utilidad tanto para los agentes que promueven, gestionan, proyectan y construyen espacios para ser habitados por las personas, como para aquellos que crean productos y servicios destinados a estos entornos.
La guía busca que técnicos proyectistas, promotores y gestores tomen conciencia de las condiciones mínimas y óptimas que en un espacio deben requerirse para que sea considerado habitable. Para ello se ha cruzando el Decreto de Habitabilidad de Euskadi con otras normas que afectan directamente al diseño de los espacios que habitamos para desgranar el significado y el impacto de la palabra «habitabilidad» de la manera más amplia posible, teniendo en cuenta el ciclo completo de la vida de las personas.
Y es que la Guía para cruzar los límites de la normativa, creada por el proyecto habitaTU con ayuda del Programa Eraikal del Departamento de Planificación Territorial, Vivienda y Transporte del Gobierno Vasco, amplía la mirada sobre el significado de “habitar”, contribuyendo al desarrollo de estrategias y propuestas que abordan el diseño de espacios desde una aproximación amplia e innovadora.
Matxalen Acasuso Atutxa, arquitecta y coordinadora de este proyecto, destaca que esta guía
“sirve para manejar en un solo documento la normativa exigible en cuanto a habitabilidad y permite reflexionar sobre su alcance, sus carencias y su capacidad de inspiración en el proceso de diseño y promoción de espacios habitados”.
Para ello, el proyecto habitaTU ha puesto el foco en la normativa como herramienta que permite garantizar las mejores condiciones de habitabilidad y ahonda en sus áreas de mejora, carencias y fortalezas. En este sentido, esta Guía aspira a ser referente en la aplicación de la normativa que afecta al diseño de espacios habitados por todas las personas (viviendas, residencias y alojamientos hoteleros) y servir de “hoja de ruta” en proyectos de diseño de soluciones para dichos espacios.
Tal y como señala en el prólogo de esta publicación Teresa Táboas Veleiro, Vicepresidenta de la Región I de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA),
“la guía busca enriquecer los espacios para vivir, al incorporar indicadores complementarios, como aspectos turísticos, sociológicos, sanitarios y geriátricos. Estos matices adicionales contribuyen a crear hogares donde las personas puedan disfrutar de la vida en su máximo potencial. En resumen, la guía promueve una aproximación amplia e innovadora al diseño de espacios, centrándose en el bienestar y la calidad de vida de las personas a lo largo de su ciclo de vida”.
Tres ejes de trabajo para generar espacios más habitables
En concreto, para la elaboración de este estudio se han identificado y analizado textos, principalmente normativos, que contienen referencias a exigencias en cuanto al diseño de espacios residenciales, estableciendo una selección de tres ejes de trabajo que en el contexto actual se han considerado prioritarios puesto que permiten invitar a generar espacios más y mejor habitables:
– Accesibilidad universal
– Dignidad y desarrollo vital de la persona
– Participación e intimidad
“Son tres ejes de reflexión que se han considerado relevantes por su alto impacto en la mejora de los espacios que habitamos. Actualmente, en Euskadi, la accesibilidad universal requiere de una normativa actualizada, y en cuanto a los otros dos ejes, se sugiere profundizar con una mirada centrada en la persona que permita innovar en el diseño y la promoción y gestión de viviendas, residencias y espacios hoteleros, teniendo a las personas en el centro”,
indica la coordinadora del proyecto habitaTU.
Accesibilidad universal
La regulación de los aspectos que tienen que ver con la accesibilidad tiene una amplia área de mejora especialmente en cuatro aspectos: recoger en profundidad las discapacidades sensorial, cognitiva, orgánica; abogar por que todos los espacios habitados sean aptos para todas las personas, implementar lenguaje inclusivo y velar por el cumplimiento de la normativa.
Y es que todos los espacios residenciales son más habitables si están preparados para que lo hagan todas las personas, tengan discapacidad o no. Así, esta guía invita a ser, actuar y regular de forma inclusiva, desterrando términos como viviendas “destinadas” a un colectivo determinado.
Desarrollo de las personas a lo largo de la vida
El proyecto habitaTU ha reflexionado sobre las necesidades y limitaciones de los espacios para las personas teniendo en cuenta el ciclo completo de la vida, partiendo de la premisa de que “qué y cómo” habitar cambia su significado a lo largo de toda una vida.
En este sentido, este trabajo invita a pensar, no solamente en la idea de un envejecimiento evolutivo desde que se nace, sino también en la idea de desarrollo evolutivo de los gustos, necesidades, deseos, relaciones, maneras de compartir, de todas las personas y todo lo que conlleva una vida dentro de un espacio que necesita ser flexible para acoplarse a un continuo cambio. La guía ofrece una propuesta real para que este desafío se convierta en una oportunidad en el diseño y planificación del futuro.
Participación e intimidad
La configuración de los espacios compartidos, los nuevos modos de habitar, el hecho de generar comunidades de cuidados y de apoyo y compatibilizarlo con la necesidad de intimidad y privacidad, son otros de los desafíos que se abordan en este documento. Y es que el gran reto que supone ya el cambio demográfico afecta directamente los espacios de cuidado, que moldean las formas afectivas, materiales y sociales de relacionarse, desde la escala más íntima del cuerpo hasta el yo público y son determinantes para la calidad de vida de las personas. El hecho de ser cuidado y cuidar transforma completamente la percepción y la valoración de los espacios.
La guía también recalca la necesidad de implementar mejoras en los edificios para combatir la soledad no deseada, creando espacios que se sientan accesibles a nivel individual y que al mismo tiempo fomenten las conexiones personales.
Mejorar la calidad más allá de los mínimos establecidos
Desde estos tres enfoques, y con el objetivo de abordar de manera práctica el reto planteado, esta guía desglosa en 10 capítulos las acciones que se producen cuando se habita y recoge en cada uno de ellos las exigencias básicas de la norma y las presenta junto a prestaciones que permiten mejorar la calidad más allá de los mínimos legalmente establecidos.
Además de esta decena de funcionalidades del habitar, también se analizan tres aspectos difícilmente vinculables a una única acción concreta del habitar al ser dimensiones transversales y complementarias a las anteriores: el disfrute del espacio exterior, las maneras de compartir espacio y usar estancias comunes y la habitabilidad de la vivienda a rasgos generales como una unidad que aglutina las anteriores.
“El hecho de ordenar y estructurar las exigencias de la normativa en base a las acciones que se producen a la hora de habitar permite identificar sus propias ‘incoherencias’ pues introduce una mirada mucho más abierta sobre el texto regulatorio, ya que compara, por ejemplo, superficies mínimas de los espacios en función de la tipología. Pero a la vez aporta inspiraciones, dado que de esta manera se puede aprender de regulaciones ‘hermanas’. Así, la parte de la norma sobre espacios compartidos en el sector turístico puede aportar ideas para espacios coliving o regulaciones en los espacios para los cuidados pueden inspirar para diseñar viviendas donde poder envejecer”,
apunta Matxalen Acasuso.
De este pormenorizado cruce de normativas se extraen conclusiones como que todos los espacios para asearse, a excepción de los de las viviendas adaptadas, son equiparables a la categoría de hotel apartamento de 1 y 2 estrellas; que solo la normativa sobre viviendas de acogida y del sector turístico contemplan la existencia de una cuna en los espacios para dormir; o que las personas mayores de 70 años pueden exigir los mismos derechos que se reconocen a las personas con minusvalía física.
Descarga
La Guía para cruzar los límites de la normativade habitaTU se completa con el apartado de «Aprendizajes», que incluye una serie de referencias a buenas prácticas, y con la extensa bibliografía.
Este documento está disponible para su consulta y descarga gratuita en este enlace:
Coordinado por Matxalen Acasuso Atutxa, Arquitecta por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Navarra y Decana del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro (2014-2020), el equipo del proyecto habitaTU está integrado por:
Eleonora Barone
Doctora en Arquitectura por la Universidad de Nápoles y Máster en International Project Management por ESCP Europe Business School. Es consultora experta en planificación estratégica e innovación intergeneracional.
Paz Martín Rodríguez
Arquitecta por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Navarra ETSAUN y Máster en Arquitectura por el Berlage Institute de Ámsterdam. Es codirectora de la oficina de arquitectura FÜNDC y directora de envejezANDO.
Carlota Cazalla Llantada
Graduada en Turismo por la Universidad de Deusto e investigadora en IN2destination desde 2017. Ha participado en proyectos como el Plan Territorial de Recursos Turísticos de Euskadi.
Nagore Uresandi Espinosa
Doctora en Competitividad Empresarial y Desarrollo Territorial por el Instituto Vasco de Competitividad Orkestra y directora y fundadora de la firma de investigación y consultoría en turismo IN2destination. Es consultora experta de la Organización Mundial del Turismo de Naciones Unidas y profesora de la Universidad de Deusto.
Y ha contado con la colaboración de los arquitectos Itziar Ruiz Zanguitu y Jesús Mª Baranda González, de Atelier80 Arquitectos.
El principal problema que presenta la parcela es que sólo dispone de una fachada estrecha en relación a la profundidad que tiene: unos 5 x 19 metros aproximadamente. Por otro lado, las diferentes alturas de los edificios colindantes hacían obligatorio el estudio minucioso del volumen resultante con el objetivo de lograr introducir la luz natural e intentar conseguir una ventilación natural a todas las dependencias principales de la vivienda.
Partiendo de un patio central como elemento clave que configura toda la casa y de la posición exacta del elemento de comunicación vertical, se consigue solucionar en gran medida el reto que nos encontrábamos: dotar a la vivienda de estancias amplias y confortables, hacer llegar la luz a las zonas que se ubican al final de la parcela y conseguir la privacidad necesaria a las piezas del programa que el cliente requería.
A nivel programático, se estratifica la planta por usos en función de las horas de luz natural que penetra en la vivienda y la intimidad requerida, dando como resultando una inversión del programa que comúnmente suele ir en cada altura: en planta primera se ubican los dormitorios y las estancias más privadas, y en la planta segunda la zona de día.
Siguiendo principios básicos de la termodinámica, logramos de manera pasiva beneficios en el comportamiento energético de la vivienda: nos apoyamos en este patio para usarlo como fuente de iluminación y radiación abriéndolo a sur, y de ventilación natural inducida creando un desplazamiento del aire al comunicar la fachada en planta baja, mediante un cerramiento permeable, con el patio interior abierto sólo en su cota más alta; y junto con el núcleo de comunicación vertical, a modo de chimenea, se genera el desplazamiento del aire por la diferencia de densidades de éste y la depresión que sucede.
En definitiva, se pretende que estos dos elementos sirvan como catalizadores naturales del confort.
Obra: Casa en Guardamar del Segura
Autor: Bernardo Cerrato
Arquitecto/a técnico: Francisco Javier Fructuoso Hernández
Año: julio 2020 / diciembre 2022
Superficie Construida: 295
Ubicación: 03140 Guardamar del Segura, Alicante
Fotografía: Milena Villalba + bernardocerrato.com
Créditos adicionales:
– Finalista. Premios de arquitectura de la Comunidad Valenciana 2023. Colegio de Arquitectos de la Comunidad Valenciana
– Muestra de Arquitectura Reciente en Alicante 2022-2023. Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante
La nueva edición de BIAU se celebrará a inicios de diciembre de 2024 en Lima, un lugar excepcional para el intercambio acerca de las condiciones climáticas extremas y su impacto en el medio construido
El plazo para la presentación de candidaturas se cerrará en septiembre en cada una de las seis categorías y el fallo de los jurados se publicará de forma conjunta a finales de octubre de 2024
Bajo el lema CLIMAS: Acciones para vivir bien, esta XIII edición de la Bienal reflexiona e invita a tomar acción sobre la producción de futuros más sostenibles, justos y plurales a través de la arquitectura y el urbanismo
La Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU) ha lanzado su convocatoria abierta y pública para la XIII edición, que se celebrará en Lima la primera semana de diciembre. Bajo el lema CLIMAS: Acciones para el buen vivir, esta llamada busca dar reconocimiento a los trabajos que desde la arquitectura, el urbanismo y disciplinas afines aportan soluciones alternativas e innovadoras en las formas de habitar y cuidar el planeta.
Las inscripciones quedan abiertas desde el primero de julio y se cerrarán en la primera semana de septiembre de 2024. A las categorías habituales de la Bienal —Obras, Trayectoria, Publicaciones, y Pedagogías— esta nueva edición le suma otras dos de nueva creación: Nuevas Reglas y Otras Coordenadas.
Convocada por el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana (MIVAU) a través de la Secretaría General de Agenda Urbana, Vivienda y Arquitectura en colaboración con el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) y la Fundación Arquia, la XIII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU) se consolida bajo el lema general de las Bienales, ‘Somos la arquitectura que vivimos’ como una de las referencias fundamentales para conocer la situación actual y prospectiva de la arquitectura y el urbanismo en la comunidad iberoamericana.
Acciones para el buen vivir
La XIII edición de la BIAU bajo el lema CLIMAS: Acciones para el buen vivir busca ser un espacio donde se interpelen las prácticas contemporáneas de la arquitectura, el urbanismo y el territorio, buscando extender y difundir la capacidad de acción y el impacto de nuestra profesión ante las diversas crisis que afrontamos. Esto implica una revisión de los límites y las posibilidades del proyecto, enfocada en la búsqueda de nuevos sentidos, nuevos procesos y nuevas reglas de convivencia, de producción y de difusión del conocimiento.
La celebración en la capital peruana cuenta con el apoyo de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), el Colegio de Arquitectos del Perú (CAP), el Museo de Arte de Lima (MALI), el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM), TEDxTukuy, la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC), el Centro Terwilliger de Innovación en Vivienda de Hábitat para la Humanidad, la Plataforma de Prácticas del Hábitat Urbano y Vivienda (UHPH), el Grupo de Investigación CONURB, la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo (PROMPERÚ), el Programa para la Recuperación del Centro Histórico de Lima (PROLIMA) y otras plataformas culturales como Proyecto AMIL. Y con organizaciones como la Red de Ollas Comunes de Lima Metropolitana, la Junta Directiva Central de Cruz de Armatambo y la asociación “Mano a Mano” de mujeres constructoras. Con ello, el panorama de obras y publicaciones de Iberoamérica podrá presentarse en diversos lugares y formatos en la ciudad, incluyendo exposiciones, mesas de diálogo, talleres de producción, recorridos urbanos, y acciones en espacios públicos.
Asimismo, la edición está comisariada por un equipo de arquitectos de Perú y España con diversos perfiles: Elizabeth Añaños Vega, María Arquero de Alarcón, Emilio Ontiveros de la Fuente, Gary Leggett Cahuas, José Luis Villanueva Castañeda y Luis Rodríguez Rivero. En línea con los objetivos del concurso público de la Bienal de explorar estrategias de adaptación para habitar un planeta cada vez más dañado por la actividad del ser humano, el proyecto ha elegido como sede a Lima, un lugar excepcional para reflexionar sobre las condiciones climáticas extremas y su impacto en el medio construido.
Convocatoria XIII BIAU
Con plazos de inscripción y presentación adaptados a cada una de las categorías, la BIAU arranca el proceso para la presentación y selección de proyectos que formarán parte de esta XIII edición. Un jurado integrado por especialistas en cada categoría seleccionará los trabajos por su calidad y ajuste a los criterios de las bases. Los premios serán de carácter honorífico y se incluirán en la publicación de la bienal.
Categorías y plazos de inscripción:
>>Obras: Panorama de Obras de la XIII BIAU
Busca reconocer proyectos de arquitectura y urbanismo de diversas escalas que aborden los desafíos actuales de la sociedad, sirviendo como referencia de soluciones para la región. Se valorarán especialmente los proyectos que tengan un impacto positivo en el territorio mediante mejoras e innovaciones en infraestructuras, espacios públicos, integración y movilización social y sostenibilidad ambiental. Las propuestas deben dar respuesta a la situación de crisis, contribuyendo a un futuro más habitable que permita la convivencia en equidad.
Fecha límite de inscripción y envío de obras: 3 de septiembre de 2024.
Premio: formarán parte del Panorama Iberoamericano de Obras de Arquitectura y Urbanismo de la XIII Bienal, recibiendo un diploma acreditativo. Estarán incluidos en la publicación de la BIAU XIII y podrán formar parte de la exposición de la Bienal.
Deliberación fase 1 y 2: septiembre de 2024.
Resolución: octubre 2024
Jurado: la evaluación estará compuesta por el presidente de la BIAU, un representante de la CSCAE, un representante de ARQUIA, representantes del comisariado y un equipo de curadores y jurados. La primera fase será evaluada por un equipo de curadores distribuidos de forma equitativa entre 5 regiones iberoamericanas: David García Asenjo, Cristina Verissimo y Diogo Burnay para la región Norte; Sol Camacho, Alfonso Garduño y Michael Smith Masis, para la región Centro; Alejandro Celedón, Jean Pierre Crousse y Camilo Restrepo para la región Andes y Solano Benitez, Nicolás Campodónico y Loreto Lyon para la región Sur. La segunda fase será evaluada por un equipo de jurados compuestos por la coordinadora del Jurado, Almudena Ribot, Gines Garrido (España), Patricia Llosa (Perú) y Angelo Bucci (Brasil). La Secretaría Permanente de la BIAU (CSCAE) actuará como secretaria del Jurado, sin voto.
>>Trayectoria
Premio honorífico a la trayectoria profesional por importantes aportes en el campo de la arquitectura y el urbanismo iberoamericano, centrado en dar respuesta y compromiso a los retos que plantean las crisis y condiciones climáticas actuales.
Fecha límite de inscripción y envío de postulaciones: 6 de septiembre de 2024.
Premio: el Premio Iberoamericano de Arquitectura y Urbanismo consistirá en un diploma y un objeto conmemorativo que se entregará durante la celebración de un acto público convocado con este fin.
Deliberación: septiembre de 2024.
Resolución: octubre de 2024.
Evaluadores: la evaluación estará compuesta por el presidente de la BIAU, un representante de la CSCAE, un representante de ARQUIA, representantes del comisariado, y las miembras del jurado Almudena Ribot (España) y Sandra Barclay (Perú). La Secretaría Permanente de la BIAU (CSCAE) actuará como secretaria del Jurado, sin voto.
>>Publicaciones
Premiará a las publicaciones que en los últimos dos años hayan divulgado nuevos conocimientos en los campos de la arquitectura, el urbanismo y el territorio en relación a los retos medioambientales, socioeconómicos y políticos.
Fecha límite de inscripción y envío de publicaciones: 4 de septiembre de 2024.
Premio: los premios consistirán en un diploma, la inclusión de una reseña sobre dichos trabajos en la publicación de la BIAU XIII y podrán formar parte de la exposición de la bienal.
Deliberación: septiembre de 2024
Resolución: octubre de 2024
Evaluadores: la evaluación estará compuesta por el presidente de la BIAU, un representante de la CSCAE, un representante de ARQUIA, representantes del comisariado, la coordinadora de los jurados Almudena Ribot (España) y las jurados María Auxiliadora (España), Surella Segú (México) y Ana María Durán (Ecuador). La Secretaría Permanente de la BIAU (CSCAE) actuará como secretaria del Jurado, sin voto.
>>Pedagogías
Se invita la participación de equipos docentes de escuelas y facultades de arquitectura y se valorarán propuestas pedagógicas que sitúen a la ciudadanía como agente clave de los procesos de transformación del hábitat, las nuevas alianzas entre la academia, el sector público, el sector privado y la sociedad civil, y la capacidad de poner en discusión las fuerzas que han dado forma al hábitat contemporáneo.
Fecha límite de inscripción y envío de postulaciones: 5 de septiembre de 2024.
Premio: los premios consistirán en un diploma, la inclusión del curso en la publicación de la BIAU XII y en la exposición de la bienal.
Deliberación: septiembre de 2024
Resolución: octubre de 2024
Evaluadores: la evaluación estará compuesta por el presidente de la BIAU, un representante de la CSCAE, un representante de ARQUIA, representantes del comisariado, la coordinadora de los jurados Almudena Ribot (España) y los jurados Germán Valenzuela (Chile), Loreta Castro (México) y José Alfredo Ramírez (México). La Secretaría Permanente de la BIAU (CSCAE) actuará como secretaria del Jurado, sin voto.
>>Nuevas reglas
La categoría tiene como objetivo premiar nuevas formas de hacer, saber y convivir. Esta sección reconoce líneas de innovación y experimentación realizadas por arquitectos, profesionales de otras disciplinas, instituciones, asociaciones y organizaciones sociales, que expanden las alianzas entre arquitectos y urbanistas, y profesionales de otras disciplinas, instituciones, asociaciones y organizaciones sociales. Específicamente, la categoría se enfocará en cinco líneas temáticas: gestión, herramientas digitales, materiales y sistemas, comunidad y difusión.
Fecha límite de inscripción y envío de iniciativas: 6 de septiembre de 2024.
Premio: los premios consistirán en un diploma, la inclusión de una reseña en la publicación de la BIAU XIII y podrán formar parte de la exposición de la Bienal.
Deliberación: septiembre de 2024
Resolución: octubre de 2024
Evaluadores: La evaluación estará compuesta por el presidente de la BIAU, un representante de la CSCAE, un representante de ARQUIA, representantes del comisariado, miembros del comité consultivos, la coordinadora de los jurados Almudena Ribot (España) y los jurados Ana María León (Ecuador), Izaskun Chinchilla (España) y Manuel de Rivero (Perú). La Secretaría Permanente de la BIAU (CSCAE) actuará como secretaria del Jurado, sin voto.
>>Otras coordenadas
Tiene como objetivo ampliar el panorama de la práctica profesional de las arquitectas y arquitectos de Iberoamérica en un entorno global, reconociendo que los retos actuales del hábitat trascienden las fronteras territoriales.
Fecha límite de inscripción y envío de postulaciones: 6 de septiembre de 2024.
Premio: los premios consistirán en un diploma, la inclusión de una reseña de dichos trabajos en la publicación de la BIAU XIII y podrán formar parte de la exposición de la Bienal.
Deliberación: septiembre de 2024
Resolución: octubre de 2024
Evaluadores: la evaluación estará compuesta por el presidente de la BIAU, un representante de la CSCAE, un representante de ARQUIA, representantes del comisariado, miembros del comité consultivo, la coordinadora de los jurados Almudena Ribot (España) y los jurados Ana María Durán (Ecuador), Surella Segú (México) y María Auxiliadora Gálvez (España). La Secretaría Permanente de la BIAU (CSCAE) actuará como secretaria del Jurado, sin voto.
Sobre los comisarios
El equipo curatorial de esta edición está formado por el proyecto CLIMAS, integrado por:
Elizabeth Añaños (Perú)
Arquitecta, docente y gestora pública. Vicepresidenta de la Comisión Consultiva para el Desarrollo de la Infraestructura Nacional del Ministerio de Economía y Finanzas del Perú, Ex Viceministra de Vivienda y Urbanismo del Perú, impulsó la Política Nacional de Vivienda y Urbanismo y la Ley de Desarrollo Urbano Sostenible. Se desempeñó como Directora Ejecutiva del Programa Nacional de Infraestructura Educativa, diseñando estrategias para reducir la brecha educativa. Recibió el Premio Nacional de Arquitectura en el 2016.
María Arquero de Alarcón (España)
María Arquero de Alarcón es profesora titular de arquitectura y urbanismo en la Universidad de Míchigan, donde también ha sido directora de la maestría de diseño urbano. Aporta al equipo experiencia en proyectos colaborativos de investigación, divulgación popular y docencia en las Américas.
Gary Leggett (Perú)
Gary Leggett es arquitecto y fundador de la oficina Leggett & Cahuas, basada en Lima. Es profesor de la Facultad de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde también ha sido subdirector del Centro de Investigación de la Arquitectura y la Ciudad (CIAC).
Emilio Ontiveros (España)
Emilio Ontiveros es arquitecto, máster en vivienda colectiva y en arquitectura del paisaje. Es profesor de urbanismo en las universidades de Alcalá y Rey Juan Carlos de Madrid. Ha impartido docencia en instituciones españolas, extranjeras y trabajado en arquitectura, paisaje y urbanismo. En la actualidad compagina la docencia universitaria con el ejercicio profesional.
Luis Rodríguez Rivero (Perú)
Profesor principal y Jefe del Departamento Académico de Arquitectura. Ha sido Director del Centro de Investigación de la Arquitectura y la Ciudad (CIAC). Consultor urbano en instituciones públicas y organismos multilaterales. Tiene publicaciones de teoría y crítica urbana y arquitectónica.
José Luis Villanueva (Perú)
Arquitecto, editor e investigador. Actual Director de Estudios de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo PUCP. Trabajó como Adjunct Associate Research Scholar por Columbia University y en Avery Drawings & Archives durante el 2019 y el 2021. En el 2016 recibió el premio nacional Hexágono de Oro del Colegio de Arquitectos del Perú. Obtuvo el grado de Arquitecto por la Pontificia Universidad Católica del Perú y es Master of Science in Critical, Curatorial, and Conceptual Practices in Architecture por Columbia University.
The geometry of art and life1 es un influyente libro en el arte y la arquitectura de la primera mitad del siglo XX. En él, el curioso príncipe rumano Matila Costiesco Ghyka explora lo que se podría llamar como las Matemáticas del Arte y de la Vida, usando simples fórmulas, como el teorema de Pitágoras y solamente requiriendo un limitado conocimiento de matemáticas. El libro busca las relaciones entre geometría, estética, naturaleza y cuerpo humano. En cierta medida el libro es un corolario de tres libros anteriores Esthétique des Proportions dans la Nature2de 1927, Le Nombre d’or3 de 1931 con prefacio de Paul Valéry y Essai sur le Rythme4 de 1938.
Como demostración de la influencia de la obra de Ghyka, alguien tan importante como Le Corbusier fue claramente influenciado por su trabajo. Si bien este se mostró inicialmente escéptico y negativo ante lo que consideraba la sustitución de la sensibilidad mística por la sección áurea, el investigador Roger Herz-Fischler investigó que anteriormente a 1927 Le Corbusier nunca había usado el número de oro.5 Esta situación cambió radicalmente tras la publicación sucesiva de los tres libros mencionados. Sin buscar una relación causa efecto tan primaria pues el origen de la fascinación de Le Corbusier por el número de oro tiene los orígenes en su educación musical por un lado, y por el interés en las estructuras geométricas y formas básicas que subyacen en los fenómenos naturales por otro, es evidente que antes de escribir el Modulor, Le Corbusier había leído a Ghika.
En cierto sentido The Geometry of art and life es un libro que hace el recorrido contrario a On Growth and Form de D’Arcy Thompson. Si en Thompson se llega a una cierta estructura teórica de la geometría y por tanto de la matemática subyacente en la realidad, a partir de la observación del mundo natural, en el libro de Ghyka se empieza por nociones básicas de matemáticas para llegar al capítulo seis. The Geometry of Life y acabar más adelante con un repaso histórico a los cánones de la proporción y a los sistemas de transmisión de símbolos desde Pitágoras hasta la edad media.
El objeto de la geometría
En el primer capítulo Proportion in Space and Time, se puede ya entender la metodología de Ghyka, de lo matemático a lo conceptual, al empezar a definir matemáticamente la idea de ratio y proporción, para pasar más adelante a una primera introducción a la formulación de la proporción áurea. Posteriormente describe la proliferación del concepto de proporción formulando la proporción aritmética, la proporción geométrica, la proporción armónica y finalmente describiendo las series de Fibonacci.
El final del capítulo es un primer posicionamiento del autor respecto al objetivo general de la geometría y la matemática.
En él aclara las nociones de ritmo, asociado a la poesía y la música como artes que trabajan en una dimensión temporal, y euritmia, más asociado a la noción de proporción en las artes del espacio, arquitectura, pintura y artes decorativas.
Sin embargo, como bien afirma,
the Greeks did not care for these distinctions.6
Para los griegos y especialmente para Platón, el concepto de ritmo era la idea dominante, no solamente en estética, sino en psicología y metafísica. El ritmo y el número eran la misma cosa. Todo está ordenado según el número podría ser la condensación de la doctrina pitagórica. Para Platón, que en la Estética de la Proporción desarrolló la pitagórica Estética del Número, escribió en Epinomis: And therefore there will be need of studies: the most important and first is of numbers in themselves.7
Para los griegos, de hecho, la arquitectura no era solamente música congelada sino música viva. Las nociones de periodicidad y proporción y la interacción entre ellas, pueden ser usadas como una sucesión en el tiempo y el espacio, creando asociaciones.
Al final del capítulo Ghyka desvela el objetivo del libro al comentar que si bien La Musique est au Temps ce que la Géomètrie est à l’Espace8 la idea es dejar de lado los números de la música y la poesía para elucidar como los griegos y los maestros constructores del gótico, aplicaron su conocimiento de la proporción y la simetría, y cómo y cuándo su Geometría del Arte se encontró con la Geometría de la Vida.
Miquel Lacasta Codorniu. Doctor arquitecto
Barcelona, Abril 2015
5 Herz-Fischler, Roger, “Le Corbusier’s ‘Regulating Lines’ for the Villa at Garches (1927) and Other Early Works”, Journal of the Society of ArchitecturalHistorians, núm. 43, Chicago, 1984, p. 53-59 y también en “The early relationship of Le Corbusier to the ‘golden number’, Environment and Planning B, volumen 6, Londres, 1979, pp. 95-103
6 Op. Cit.,Ghyka, 1977 (1946), p. 5. N del T.: Los griegos no tenían en cuenta esas distinciones.
La arquitectura puede ser sometida a acciones violentas que la modifiquen y la reconstruyan, generando nuevas relaciones con el medio y destruyendo la idea que la enmarcar como una imagen final acabada.
El acto (violento) sobre la arquitectura se constituye en un medio legítimo instantáneo para hacer frente a las imposiciones iniciales que marca el diseño.
Existen cinco modos (de mayor o menor violencia) de actuar frente al cuerpo de la construcción, organizados en función del distinto grado de conservación que ejerzan sobre la entidad original.
Así, los extremos van desde la completa protección del original hasta su total borrado y anulación, quedando tres acciones intermedias que construyen una arquitectura que deja de ser, pero continúa siendo. Entre la conservación y la desaparición.
1. Curaciones
Son acciones que tienen por objetivo la máxima conservación del cuerpo original, ante su paso del tiempo y deterioro. Tienden a ser delicadas, como curar a un enfermo. La conservación no solo mantiene materiales y estructuras, también los recuerdos y los usos. Que todo cambie continuamente para que todo siga igual.
2. Trasplantes
Un cuerpo nuevo dentro del cuerpo originario de la arquitectura. Supone en esencia un extrañamiento. Un paisaje inesperado en el interior de la arquitectura que no debería estar allí. Las acciones dotan de nueva materialidad y espacialidad, así como también pueden modificar su uso original para adaptarlo a nuevas necesidades.
3. Extirpaciones
Una incisión, un corte, la apertura de un hueco, una eliminación de un muro, genera una relación con el medio nueva. No es un acto sin más, sino que provoca una serie de nuevas lecturas. Con estas acciones, las clásicas dicotomías “dentro-fuera”, “tú-yo” pueden ser pervertidas y redefinidas. Una acción violenta y directa, aparentemente sencilla, que cuestiona la condición cerrada de la arquitectura.
4. Transfiguraciones
La arquitectura, desde el punto de vista tectónico, está hecha de materiales, que se modifican, ensamblan y manipulan para crearla. Puede ocurre que la arquitectura (como cuerpo) en este en un estado destrucción que no permita que se siga usando, pero ¿pueden algunos materiales se reutilizados y reensamblados para tener una segunda vida?
5. Mudas
La imposición de una nueva dinámica económica, social, paisajista… puede negar la preexistencia anterior hasta el punto que sea vista como un aspecto negativo que debe ser borrado eliminado y destruido en su totalidad. Esta es, por tanto, la acción más violenta, ya que supone la desintegración total y el olvido completo de la presencia previa.
Landa Hernández Martínez · arquitecto
Ciudad de México. Marzo 2022
La polisemia de la palabra fuente ahonda sus raíces en la voz latina fons que significa manantial u origen. Su definición queda vinculada simultáneamente tanto a la existencia de un soporte constante como al fluir del agua cambiante que emana de él, siendo en esta última condición de liquidez donde bebe el quehacer investigador. La discusión de la naturaleza fluida de las fuentes de conocimiento es fundamental para entender los procesos de formación de los enunciados en relación con cualquier disciplina. En el caso de la arquitectura, su historia más tradicional se dedicó a transformar los monumentos del pasado en documentos, verbalizando todo aquello que su materialidad y composición eran capaces de transmitir tácitamente. Con los avances de la imprenta, los primeros documentos alfabéticos o alfanuméricos pasaron a estar acompañados de imágenes, y su copia mecánica masiva introdujo el cambio de paradigma que llevaría a uno de los personajes de la decimonónica novela de Víctor Hugo a pronosticar la muerte de la arquitectura.
Ciertamente, la herencia ilustrada había asentado las fuentes escritas tipográficas como puntos cardinales en la construcción del conocimiento desplazando las demás. En este sentido, Michel Foucault señaló cómo la historia moderna había convertido todos aquellos documentos en los nuevos monumentos y propuso la transformación metafórica de esta en una “arqueología del saber” que propiciase el encuentro crítico con aquel acervo documental monumentalizado. A partir de la segunda mitad del siglo XX, otras formas de aproximarse al pasado alentaron el cuestionamiento de esta hegemonía, y, a los cambios radicales introducidos por las temáticas y las metodologías de investigación posmodernas, se sumó la búsqueda de fuentes alternativas a las escritas, demostradas insuficientes para abordar las nuevas corrientes historiográficas y los estudios culturales interdisciplinares, como los de género. Este fenómeno, calificado por el historiador francés Jacques Le Goff como “la revolución documental”, permitió la consideración de la pintura, la imagen, la oralidad, etc. como fuentes con información fidedigna sobre cualquier objeto de análisis en cuestión, también la propia arquitectura.
Esta volubilidad de las fuentes, cuantitativa y cualitativa, siempre ha estado íntimamente relacionada con la complejidad del ecosistema mediático en el que surgen, ahora exacerbado por el impacto del giro digital de finales de siglo. Mario Carpo ha evidenciado magistralmente la influencia de los cambios de las tecnologías de la comunicación en el pensamiento arquitectónico occidental, y más recientemente ha puesto su énfasis en las consecuencias de lo que ha denominado el salto
“del alfabeto al algoritmo”.
Efectivamente, en el contexto actual, existe infinidad de fuentes de datos que ‘alimentan’ o ‘entrenan’ distintas inteligencias artificiales generativas para producir contenidos (textos, gráficos, imágenes, vídeos, etc.). No obstante, esta disparidad de fuentes, cuyo origen muchas veces es opacado, puede proporcionar datos desactualizados, erróneos e, incluso, portadores de sesgos y prejuicios que, inevitablemente, contaminan los resultados.
Si el conocimiento se deriva de la información y esta, a su vez, de los datos, hoy más que nunca resulta pertinente preguntarse acerca de las fuentes que han nutrido y/o nutren la lógica de este sintagma. Este nuevo número de VAD invita a reflexionar sobre el valor de dichas fuentes, la confiabilidad que nos brindan y la condición cambiante de sus soportes, pero también —no lo olvidemos— a pensar el modo en que todas ellas sostienen sus vínculos con la arquitectura, nuestra fuente primaria por excelencia, porque en tiempos de tanta incertidumbre resulta conveniente recordar lo obvio.
Normas de envío del Call for Papers. VAD 11. Los archivos
Consulta el apartado ENVIOS para conocer el procedimiento a seguir para remitir la documentación.
Calendario
Apertura recepción de artículos: 4 de julio de 2024.
Fecha límite de recepción de artículos: 30 de septiembre de 2024.
Puedes consulta el calendario en el apartado AVISOS.
Un refugio sostenible en medio de las dunas de Oostduinkerke, en Bélgica
La casa original, parcialmente destruida durante la Segunda Guerra Mundial, se alza con una nueva narrativa arquitectónica en la que la mitad enterrada que sobrevivió, junto con los añadidos de madera posteriores, permanecen, y se transforman en un refugio que se integra perfectamente con el entorno de manera honesta y sutil.
Casa Dunas, preservando la historia de la casa original, se integra armoniosamente con el entorno natural como muestra ejemplar de diseño regenerativo.
El uso de materiales sostenibles y naturales, como la madera, mejora esa sensación de integración con la naturaleza, junto con la vegetación interior y el espejo de agua del jardín. El resultado es un ambiente cálido y sereno, que invita a la relajación y al disfrute del entorno.
La disposición de los espacios en la casa prioriza la calidad de vida de sus habitantes: el dosel en el jardín ofrece una terraza resguardada y acogedora, los dormitorios al estar ubicados en el nivel inferior brindan una gran privacidad y frescor durante el verano. La casa, enterrada en las dunas, proporciona toda la comodidad de dos pisos al mismo tiempo que se percibe como una construcción compacta y esencial.
La sostenibilidad es el centro del diseño de Casa Duna, por lo que OYO Architects se comprometió a abordar este desafío con soluciones innovadoras y respetuosas con el medio ambiente. Desde la instalación de una bomba de calor de agua subterránea, un sistema de caldera con paneles solares, hasta el uso de refrigeración geotérmica, garantizan el confort sin comprometer la eficiencia energética. Incluso la piscina se calienta de manera sostenible con la calefacción integrada en sus paredes y suelo. Gracias a estas tecnologías, la casa es un verdadero oasis en las dunas, donde el respeto por el medio ambiente y el confort van de la mano.
La combinación de espacios funcionales y acogedores con materiales naturales y soluciones sostenibles fomenta una sensación de hogar y refugio en Casa Dunas.
Con el deseo de lograr una estética sobria, en armonía con el paisaje, la nueva estructura de madera integra los restos de la construcción original y se convierte en la base para la regeneración de los elementos originales. En el interior se distingue el uso de una madera en tonos cálidos y naturales, mientras que los antiguos paneles en la fachada fueron sustituidos por elegantes tablones de madera teñidos, que se mimetizan con los colores del entorno natural.
Casa Duna representa el respeto por el entorno y la actitud regenerativa en el diseño arquitectónico, enfoque característico de OYO Architects, quienes han convertido una vivienda con historia en un refugio sostenible, funcional y acogedor.
Obra: Casa Dunas
Autores: OYO Architects (Ferrán Massip, Nigel Jooren, Eddy Soete, Veroniek Vanhaecke, Lies Willaert)
Coordinadores: Veroniek Vanhaecke
Equipo / Colaboradores: Veroniek Vanhaecke, Hoi Kee Man, Francesco Caratti,
Giovanni Bergamo, Eva Delrue
Año:: diseño 2019, construcción: 2020-2021, finalización 2022
Área: 120m2 (65m2 existente)
Gerente de obra: FS Workx
Carpinterías: Hood
Ingenieros Estructurales: Tecclem
Ingenieros Civiles: ESP-projects
Emplazamiento: Oostduinkerke, Bélgica
Año: 2020-2021
Fotografía: Karen Van der Biest + oyo.eu
El sentido original del archivo radica en el griego arkheîon, palabra que designaba la residencia de los arcontes quienes tenían el derecho de interpretar los documentos confiados en depósito desde su condición de dominio. No obstante, la arqueología del saber foucaultiana nos señaló en los inicios de la posmodernidad que los archivos dejaban de estar circunscritos a un espacio físico y asumían una condición abstracta de dispositivo transformador de enunciados y discursos. Además, aquellos cambios en el orden y las dinámicas del archivo se han visto acentuados por las nuevas tecnologías digitales, como apunta Wolfang Ernst, y han afectado a cómo se produce y se consume el conocimiento y, consecuentemente, reconfigurado sus estructuras de poder.
Entonces, ¿qué debemos conservar si asimilamos el archivo a un ‘depósito de significados’ tal y como lo enuncia Eric Ketelaar?
Emoción, expectativas e incertidumbre nos invaden al aproximarnos a los archivos de arquitectura deseando descubrir documentación original e inédita para nuestras investigaciones. Archivos, colecciones y repositorios han sido y son una fuente inagotable de exploración. Un espacio físico y/o digital (desmaterializado) de testimonios y de materiales diversos que en la arquitectura se conecta con la propia corporeidad de la obra la cual se convierte en documento. Los archivos permiten comprender el pasado desde múltiples perspectivas no solo arquitectónicas, urbanísticas o paisajísticas, sino culturales, sociales y económicas, como bien afirmaba Manuel Blanco en el Congreso Internacional de Archivos de Arquitectura de 2004. Pero, en especial, son una oportunidad de (re)pensar o gestionar (des)memorias que desafíen los relatos hegemónicos.
En este sentido, por ejemplo, Milka Bliznakov inició una labor pionera creando, en 1985, el International Archive of Women in Architecture (IAWA) donde se encuentran y preservan los registros de arquitectas tras percatarse de su escasa difusión y de su renuencia a promover sus logros. Se suman al anterior otros archivos más situados en el territorio, como pueden ser los casos del Archivo Nuestras Arquitectas (ANA), en Argentina, del Pioneering Women of American Architecture (PWoAA), en EE.UU., o de NAM, Navegando Arquitecturas de Mujer, en España, por citar solo algunos. Pero, también, aquellos centrados en autorías singulares custodiados, principalmente, en los despachos profesionales y, en determinados casos, en instituciones privadas y/o públicas. Posiblemente, lo no hallado en ellos, los vacíos, las omisiones, fomentan igualmente nuestra curiosidad y alientan nuevas investigaciones.
¿Qué se conserva, qué se desestima y por qué?
El comisario y crítico de arte Hans Ulrich Obrist afirma que crear un archivo es una forma de generar conocimiento e, inevitablemente, una forma de pensar el mundo. Esta convocatoria es una invitación a ello, a pensar cómo pueden ser reconstruidos, deconstruidos, apropiados o comisariados los archivos. A acercarnos a historias, testimonios, obras, legados y fondos que no han sido difundidos o interpretados y a hacerlo desde nuevas miradas feministas, activistas y disidentes. Un llamamiento a desvelar archivos que aborden el género y la otredad desde la crítica. Una ocasión de especular sobre ellos desde el cuestionamiento de ausencias en los relatos historiográficos, a investigar sobre arquitectas que han contribuido a dar forma nuestro entorno, de indagar en obras no canónicas que han transformado los contextos, de aproximarnos a procesos de trabajo o prácticas curatoriales en la arquitectura que no han interesado en determinados ámbitos.
Con este espíritu, este número busca preguntarse por archivos ausentes, silentes o invisibilizados, pero también por las políticas de archivo e, incluso, el papel de la comunicación de los archivos de arquitectura.
SUMARIO
Entrevista
– Entrevista a Manuel Blanco Lage. María-Elia Gutiérrez-Mozo
Prólogo
– Los archivos. Ana Gilsanz Díaz
Editorial
– Los [otros] archivos. Asunción Díaz García
Artículos de investigación
– Paisajes Españoles. El archivo de la imagen aérea de la transformación moderna. Iñaki Bergera | Rosa Martín Escartín
– Archivadas: Colección Nuestras Arquitectas, Sociedad Central de Arquitectos, Argentina. Inés Moisset | Carolina Quiroga | Rita Comando
– Nuevas pioneras de la arquitectura vasca. Veronica Benedet
– El hilo de la memoria: Belén Esparza o cómo tejer un archivo. Marta Muñoz Martín | Lucía Rojo Mancebo | Ángel Cordero Ampuero
– An imprint of water infrastructures: The public washhouses as spaces of everyday life and fragments of women’s work. Chloé Darmon
– The archive and its territories. Reading the London bomb damage photograph. Jane McArthur
– Archivos digitales y espacios queer: Tres genealogías extrañas. Carlos Pastor-García | José Parra-Martínez
Artículos de crítica
– Coyunturas: ¿Qué están pensando los arquitectos en Colombia? Catalina Patiño
– El jardín como un archivo vivo. Reflexiones, posibilidades y expectativas. Amelia Vilaplana de Miguel
– The Interconnected Network, a proposition. Paola Zellner Bassett
– El diseño arquitectónico como modelo ideal. Ángel Daniel Ramírez Herrera | Luis Armando Gálvez Ordaz
– Documentar Arquitectura de Arquitectas: Caso de estudio Un día | una arquitecta. Marianela Mora Valenciano
Reseñas
– Francisco Cabrero. El viaje a Italia. Iñaki Bergera (ed.). José de Coca Leicher
– Koolhaas (auto)editado. Del delirio a los elementos. Belén Butragueño. Berta Bardí-Milà | Daniel García-Escudero
– Derechos no humanos y otros ensayos acerca de la arquitectura del bosque. Paulo Tavares. María Ayara Mendo Pérez
– Greetings from the USA. Saludos desde España. Cristina Arribas y Juan José Lahuerta. Fernando Jiménez Parras
Con la edad, la muerte de amigos cercanos o lejanos, de personas con quienes hemos compartido fragmentos de vida, equivale a ir perdiendo la memoria. El asunto comienza a hacerse evidente con la historia familiar cercana, respecto a la cual parece haber muchas versiones distintas y ya se ausentaron los mayores que estaban siempre a la mano para aclaratorias.1
Respecto a lo más público, un buen día se hace evidente que cosas que uno da por sabidas, situaciones, consensos, ya no las puede discutir para evitar inexactitudes sino con un puñado de personas, con algunas de las cuales se ha perdido todo contacto. Y en un país cómo el nuestro con instituciones muy débiles y en un contexto en el que es usual inventar la historia sin que nadie proteste, se puede sentir la necesidad de relatar algunas experiencias ya que puede ser útil, para uno mismo y para los demás, dejar constancia de cómo fueron, sobre todo si uno participó en ellas con alguna intensidad.
Es lo que vengo haciendo desde hace algún tiempo aquí: comunicar pequeñas historias que en algunos casos pese a ser muy personales arrojan cierta luz sobre circunstancias que siendo parte de mi punto de vista, pueden disparar asociaciones útiles para un ámbito más amplio. Y en otros casos se trata de episodios que nacidos de algún arranque del momento, terminaron teniendo alguna significación, sobre todo desde la perspectiva actual.
Uno de esos episodios es el de la invitación que se le hizo a Le Corbusier para trabajar en Caracas,2 asunto en el que estuve involucrado de modo muy activo. Se hizo realidad a partir del entusiasmo que provocó en mí una carta sobre la cual he escrito en otras oportunidades.
Le Corbusier y otras incidencias
El hecho concreto es que mi interés por Le Corbusier y otras incidencias,3 me impulsaron a escribirle pidiéndole una contribución al número especial de la revista Punto editada por la Facultad y él había contestado enviando un dibujo para la portada, en carta fechada el 4 de Julio de 1963. La revista nunca se publicó y hoy tengo planes para ese dibujo que espero poder cumplir: lo muestro aquí, cincuenta años después.
Me parece evidente que ese documento revela el interés de Le Corbusier en señalar la dimensión ética de su esfuerzo de comunicación con los demás, como marco que es de una frase que puede ser vista como un proyecto de vida, como afirmación de la idea de que todo esfuerzo conduce a una totalidad y termina siendo comunión: todo llega al mar, palabras de su puño y letra superpuestas sobre la caligrafía de un viejo esquema del delta del río Ganges que trazó mientras lo sobrevolaba en uno de sus viajes a La India. A la una de la tarde del 13 de Noviembre de 1954: he aquí las riberas de La India, escribió entonces. Los trazos del dibujo básico los enriqueció con unas pinceladas de gouache azul, todo con instrucciones precisas para la impresión de la portada.
Para mí este dibujo ha sido siempre una llamada. Lo veo como un mensaje simbólico, poderoso, imperativo casi, acerca del destino de toda acción humana como contribución a un patrimonio común que nos trasciende y le da sentido a cada tarea. Eso, además del significado especial de que un hombre de la importancia de Le Corbusier, desdeñado y atacado pero a la vez halagado y reconocido, especialmente en esa etapa de su vida, hubiera decidido dedicarle un tiempo de reflexión y recogimiento a unos desconocidos. Gente de este lugar lejano y confuso, ajeno, representada casualmente por un casi adolescente solicitante de atención. Gente que acaso podía estimular en él su siempre presente papel de sembrador.4
Mi experiencia crítica era mínima
Ese especial regalo y las implicaciones que del gesto podían esperarse, produjo distintos efectos. En mí por supuesto se renovó la intención de publicar pero surgieron problemas inesperados con el Director de la revista que motivaron mi alejamiento de ella. El camino hacia la publicación tendría que ser otro. Eso no me preocupó demasiado pero sí empecé a sentirme afectado al comprobar los pocos recursos que tenía a la mano para adelantar la tarea.
Mi experiencia crítica era mínima, aparte de que escribir sobre la obra de Le Corbusier aportando puntos de vista en cierto modo nuevos, nacidos en una generación más joven, era particularmente difícil pese a todo mi entusiasmo. Me sentía incapaz de intentar un ensayo sobre algún aspecto de su obra, de ir más allá de una descripción sobre lo que había leído y experimentado. Convoqué a una primera reunión (invitados: Jesús Tenreiro, Augusto Tobito, Magalie Ruz, Jorge Rigamonti, guardo de ella un guión) que me permitió explicar el ambicioso y difícil proyecto.
Villanueva, a quien le enseñé el dibujo, me había prometido escribir algo y allí lo dije, Tobito fue discreto sin comprometerse, Jesús no asistió, Rigamonti prometió ampliar un buen trabajo que había hecho como estudiante y Magalie aportó ayuda moral aparte de que fue en su casa donde nos reunimos. Hoy no quedamos en este mundo sino ella y yo; y debo ser yo el que recuerdo más detalles, tan desalentado estaba al ver que me había propuesto una tarea problemática.
Tenía entonces que buscar otro camino y pensé entonces que la publicación podría ser el resultado de una visita del protagonista. Había condiciones especiales que tal vez permitirían invitar a Le Corbusier a trabajar aquí, idea que habían estimulado mis lecturas sobre sus experiencias latinoamericanas y particularmente acerca de sus tres visitas a Bogotá entre 1947 y 1951. Como mi esposa era Delia Picón Cento (1937-2008), madre de mis primeros cuatro hijos, hija de Mariano Picón Salas quien era Secretario de la Presidencia de la República a fines del período presidencial (1959-1964) de Rómulo Betancourt, había la posibilidad de conexiones que podían abrir una puerta.
Hablé con Don Mariano y se abrió una opción.5
Óscar Tenreiro Degwitz, arquitecto.
Venezuela, Junio 2013
1 Escribo esta nota el 25 de enero de 2023, mucho tiempo después de que se publicó la entrada que sigue y las dos que continúan (II y III). Hoy la frase Todo llega al Mar se refiere no sólo al mensaje que con ella quiso darnos Le Corbusier, tema central con sus derivaciones de las tres entradas, sino que la usé para identificar un libro que he insistido en llamar mi autobiografía arquitectónica, salido de imprenta en Abril de 2019, parte de cuyo texto incluí en mi Blog en 13 entradas fechadas entre el 4 de agosto y el 28 de octubre de 2018. Hago esta aclaratoria para evitarle confusiones al lector interesado. Sobre el libro (y la exposición que motivó) hablo de modo general en la entrada Digresiones (38) del 29 de julio de 2018 y de modo más detallado en las entradas tituladas Recomenzando (1) y (2) del 10 de febrero y 18 de mayo de 2019
2 En los años iniciales de la democracia post-Pérez Jiménez se generalizó en Venezuela la concesión de becas en dólares por parte del Estado para estudiar en el exterior, una primera manifestación de lo que pudiera llamarse el populismo «selectivo» de un petroestado en ciernes. Yo fui beneficiario de una de ellas, que me concedió el CDCIH de nuestra Universidad Central de Venezuela (UCV). Era de 325 dólares y me la concedieron porque había tenido un rendimiento aceptable como estudiante y porque nuestro decano en 1960, Julián Ferris (1921-2009), solidario siempre con el mundo estudiantil, me ayudó a obtenerla. La utilicé como parte importante de mis planes de vida que incluían estar un tiempo en Chile, donde hice una pasantía de un año en la Corporación de la Vivienda y colaboré con el Arq. Jaime Bendersky en su Taller de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile; y otro en Francia donde pasé un segundo año, atendí a un Seminario organizado por el Ministerio de la Construcción, (conferencias sobre los planes de vivienda, prefabricación, visitas a obras en París y sus alrededores; Georges Candilis, Marcel Lods, Paul Chombart De Lauwe, Jacques Dreyfus, investigador del confort térmico en la arquitectura, fueron algunos de los conferencistas); y trabajé en la oficina de Guy Lagneau (1915-1996) (Lagneau, Weill y Dimitrijevic, arquitectos del Museo de Le Havre (1961), que hacían también trabajos en las ex-colonias francesas, correspondiéndome hacer unos estudios para la ciudad de Abidjan, Costa de Marfil. Regresé a Venezuela en Setiembre de 1962; había partido en Agosto de 1960.
En Chile me topé con la relativa inocuidad de las burocracias del Estado, que gerenciaban fondos muy limitados en tiempos en que la economía chilena era de una modestia y precariedad que contrastaba drásticamente con las ínfulas de la Venezuela optimista y sin embargo destinada a ser devorada por el populismo, de donde yo venía. La experiencia humana sin embargo del escaso año y medio que pasé allí tuvo una palabra muy fuerte en mi visión del mundo, por lo cual nunca dejaré de ver a Chile como una segunda patria, pese a que poco la reconozco con su barniz actual, al día y muy brillante.
3 En Francia mi tránsito fue de otro tipo. En lo humano, si hablamos de contactos personales, nos mantuvimos (estaba ya casado y con mi primer hijo) en un relativo aislamiento, aunque desde luego abrí mejor los ojos hacia Europa y particularmente hacia la cultura francesa. Coincidí allá con algunos compañeros de estudios, lo cual nos facilitaba las cosas, mientras iba conociendo el panorama arquitectónico de estos tiempos todavía tempranos de la recuperación europea de la posguerra. Panorama poco alentador por cierto, como he comentado otras veces; muy mediocre, dominado por el esfuerzo de re-equipamiento urbano y dominado específicamente por la frenética actividad exigida por los «grands ensembles», los grandes conjuntos de vivienda de los suburbios de las grandes ciudades francesas, que crecían con intensidad para lograr enjugar los impresionantes déficits que habían dejado en ese país las dos guerras, los rumbos de la economía y la controversia política. En ese espacio donde parecía no haber otra opción que tratar de «adornar» una arquitectura utilitaria y adocenada, con excentricidades de maquillaje a la manera de Émile Aillaud (1902-1988) que terminaron un par de décadas después en esa apoteosis del kitsch que fue el conjunto «Les Arènes de Picasso» del español-francés Manolo Nuñez Yanowsky, derivación de las andanzas ampliamente publicitadas de Ricardo Bofill; en ese escenario de mínimo interés, repito, descollaba como si se tratase de un discurso sin audiencia alguna la figura y la obra de Le Corbusier. Las experiencias de Marsella, Nantes-Rezé y sobre todo el corpus doctrinario corbusiano, contrastaban drásticamente con la visión tecnocrática y unidimensional que orientaba los programas oficiales, esquemáticas y pobrísimas reducciones de las propuestas urbanas que siempre defendió Le Corbusier.
4 No sólo para mí sino para los otros compañeros venezolanos que por esas fechas se encontraban en Francia, resultaba un asunto muy difícil de entender la casi nula repercusión que la obra y la enseñanza de Le Corbusier tenía en los medios arquitectónicos franceses. Darse cuenta de esto era ya la explicación de que por ejemplo el edificio sede de la Unesco (1953-58), en lugar de ser encomendado a Le Corbusier, hubiese sido encargado a un arquitecto de tan relativo interés como Bernard Zehrfuss (1911-1996), si bien en colaboración con Marcel Breuer y Pier Luigi Nervi, colaboración que podría ser el origen de las cosas rescatables en un edificio cuyo principal mérito es tener importantes obras de arte y estar bien construído. Beneficio que sin embargo los franceses le negaron siempre a Corbusier, quien dejó en París sólo la pequeña joya suiza del Pabellón de la Ciudad Universitaria; el del Brasil, ambos técnicamente bien equipados e iniciativas de gobiernos «extranjeros», o la Ciudad Refugio del Ejército de Salvación iniciativa privada de la Princesa de Singer-Polignac, heredera norteamericana de las máquinas de coser, notoria mecenas del arte y particularmente de la música, edificado en tiempos difíciles (1929-33) y castigado después durante mucho tiempo por el abandono.
Esa que pudiéramos llamar sorpresa para jóvenes arquitectos que nos habíamos durante nuestros estudios conectado de un modo u otro, tal vez no doctrinario (sesgo venezolano) pero sí en conocimiento de la dimensión de la obra y la importancia de sus tesis, vino a ser un acicate, un estímulo para acercarnos de modo más consciente a la obra de Le Corbusier.
5 A mi regreso a Venezuela, en Octubre de 1962, acepté el cargo que me ofreció Oscar Carpio, Decano en ese entonces, como profesor interino a Dedicación Exclusiva en la misma Facultad donde había hecho mis estudios. Allí estuve un tiempo, más de un año, afectado siempre por la sensación de que mi tiempo no tenía utilidad aparte de mi presencia en las tardes día por medio como ayudante en el Taller de Martín Vegas Pacheco (1926-2012). Las mañanas eran en general muertas, por lo cual, tal como comenté hace poco en este mismo espacio, decidí adentrarme en el trabajo y pensamiento de Le Corbusier. Haber estado en mis últimas semanas europeas en La Tourette había sido decisivo. Con el dinero que el Seminario francés asignaba a «material de estudio» había comprado las Obras Completas resumidas (1910-60) pero en la Biblioteca de la Facultad estaba la edición íntegra. Decidí entonces estudiarlas de modo ordenado y secuencial. Fui beneficiario entonces de lo que muchos años después me comentó Kenneth Frampton: esos volúmenes resumen todo el método, el programa de trabajo, de la Arquitectura Moderna. Todavía conservo algunas de las fichas que hice de esas lecturas, en las que anotaba lo más relevante. El caso es que, a medida que me sumergía en el estudio, mi interés por lo que leía, asociado a la maduración de esa especie de militancia espiritual que por el modo de exponer sus ideas y la pasión con la que lo hacía, solía suscitar Le Corbusier en quienes se interesaban en su obra, fue alimentando en mí el deseo de ir más allá de esa admiración pasiva.
Así nació el capítulo primero de su futura invitación a Venezuela.
Un buen día, escribí ante el escepticismo de los conocedores, una carta que podía parecer ingenua, inspirada en la confianza de que su destinatario entendería que la motivaba un deseo de apertura y sobre todo sinceridad. Tuvo respuesta generosa y su mensaje aún me conmueve. Mensaje que no envejece, dirigido a cada uno de nosotros.
La publicidad comercial implantada entre artículos y publicaciones de arquitectura ha representado un papel que aún no ha sido suficientemente valorado. Durante gran parte del siglo 20, las revistas especializadas han ilustrado en sus páginas novedades tecnológicas, materiales y sistemas que invitaban a la implementación, transformación y por último sustitución de la construcción tradicional:
“únicamente los nuevos materiales nos permiten hacer nuevas arquitecturas”
declaraba Alejandro de la Sota en la presentación de la revista Tectónica.1 No obstante el descubrimiento de, por ejemplo, el vidrio Thermopane
“contra el frío, contra el ruido”,
inaugura una fructífera etapa proyectual de Sota a partir de 1970: una serie de ejercicios de estructuras desnudas y elegantes membranas de vidrio dotadas ahora de una fortalecida transparencia.
Es el caso de la Sede para Bankunión,2 un edificio prismático definido a través de un cerramiento transparente de vidrio Thermopane,
“con consistencia, estanqueidad en las uniones, altísimo aislamiento térmico a los rayos y a la transmisión, antideslumbrante, creador de un ambiente de confort y una espléndida calidad. […] Los anclajes de las losas de Thermopane son elementos lógicos de la textura exterior”.3
Llama la atención el lenguaje entusiasta, técnico y a la vez comercial del propio Sota, el discurso de catálogo, ajeno al creciente interés general por el pensamiento teórico en detrimento quizá de consideraciones técnicas de ámbito disciplinar:
“me emociona mucho más recibir un prospecto de un nuevo material, que me da unas posibilidades inmensas, que toda una lección de no-sé-cuántos que, a lo mejor, ni me va”.4
A esta etapa de proyectos inmateriales no construidos, corresponden al menos dos obras más: la primera e idéntica propuesta para las casas Guzmán (1970) y Domínguez (1973), y la sede de Aviaco (1975).
El catálogo supone para Don Alejandro el hallazgo necesario para la activación de soluciones conceptuales aún no explicitadas, quizá, o precisamente, ante la falta de medios técnicos disponibles en ese momento:
“Ésta es una pintura de Josef Albers. De este tipo de cosas tengo infinidad, cosas que me han movido a un entendimiento, una vibración que ha sido aprovechada. Un anuncio de cualquier revista: ‘contra el ruido, contra el frío’. […] Una pintura preciosa de Paul Klee: ‘Casas de cristal’. Una inspiración fabulosa, la cosa que no pesa, que no se sabe cómo se enlaza, pero que hay un orden. La vibración es permanente cuando uno está comprometido en hacer algo”.5
Lo importante será entonces ese estado de “vibración permanente”, de francotirador sensible para un modelo de conocimiento capaz de transformar en cultura, en este caso arquitectónica, un poema, una noticia, un material, una pintura o una nueva promesa comercial: la transparencia equipada.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Marzo 2014
Autor de Parráfos de arquitectura #arquiParrafos
NOTAS:
1 Texto extraído del catálogo de Formawall de Robertson y publicado en Tectónica, 1. Noviembre 1995. 2 Concurso para la sede de Bankunión en Madrid, 1970. El consejo de administración decidió no premiar la propuesta ante la ausencia de antecedentes poniendo en práctica esta solución. El edificio Willis Faber, Ipswich, UK, 1971-75, de Norman Foster, fue uno de los primeros ejercicios de cerramiento de vidrio sin carpintería totalmente independizado de la estructura. 3 Alejandro de la Sota, Conferencia impartida dentro del ciclo ‘Modernitat i avantguarda’, I semana cultural, Escuela de arquitectura de Barcelona, 28 de enero-2 de febrero, 1980. Publicada en Alejandro de la Sota. Escritos, conversaciones, conferencias’, edición a cargo de Moisés Puente, Barcelona, Gustavo Gili, 2002, págs. 177-178. 4 Ibídem, 186. Sota nunca declaró interés alguno por las obras de los referentes teóricos de la época: Venturi, Scott Brown, Rossi, Schultz, Alexander, Jenks, etc., citando sin embargo con frecuencia a poetas, artistas, escritores, ingenieros y, cómo no, sistemas y tecnologías propias del mundo de la construcción industrializada. 5 Alejandro de la Sota, Arquitectura nº144, diciembre 1970, pág. 29; también publicado en Ábalos, Iñaki; Llinás, Josep; Puente, Moisés, Alejandro de la Sota (Barcelona, Fundación Caja de Arquitectos, 2009); 332.
Tejas Verea lanza su nuevo catálogo comercial interactivo que por primera vez incorpora en un mismo documento online vídeos de instalación, descarga de certificados e información técnica y enlaces para ampliar información sobre productos.
La nueva herramienta mejora además la experiencia de los usuarios en la visualización de los diferentes acabados de tejas. Cada muestra de color contiene un enlace a un ejemplo real de acabado en un tejado, facilitando así la elección de la colorimetría de las cubiertas.
Por su parte, la información técnica se incorpora ahora en forma de descarga directa de documentación. De esta forma, pueden consultarse los certificados oficiales de cada producto, acceder a la biblioteca de Archivos BIM o descargar otro tipo de documentos como fichas técnicas o el Documento de Idoneidad Técnica (DIT). Para los profesionales, se incluyen también vídeos de instalación y un apartado específico con información técnica como las pendientes mínimas de cubierta o niveles de fijación para cada tipo de teja.
Se incorporan muestras de acabados en cubiertas reales para mejorar la visualización y elección de la colorimetría de las cubiertas.
Eficiencia y sostenibilidad para mostrar la gama Eternal
La nueva edición del catálogo incorpora por primera vez la nueva gama de productos Eternal con la que Verea superó los límites de la calidad conseguida hasta el momento. Lanzada en 2023, esta familia de productos y accesorios se caracteriza por su gran calidad, con una perfecta definición geométrica que facilita su instalación y asegura la estanqueidad de la cubierta.
El nuevo documento incorpora por primera vez la nueva gama de productos Eternal con la que Verea superó todos sus límites de la calidad.
La producción de la nueva gama de tejas se realiza con un sistema de control de calidad automático, basado en la visión y sonido artificial, que analiza el 100% de las tejas y detecta fisuras imperceptibles al ojo humano. La nueva gama se distingue también por su máxima planeidad, mínima absorción de agua y alta residencia mecánica, lo que permite ofrecer una durabilidad garantizada de más de 50 años.
El nuevo formato del catálogo es una nueva apuesta de Verea por la innovación y la sostenibilidad. La empresa priorizará la difusión del catálogo de forma online para reducir su impacto ambiental. El catálogo cuenta con posibilidad de descarga y se realizará una tirada limitada dirigida a almacenes y profesionales, con el objetivo de reducir el consumo de papel.
Es ya un largo recorrido el que lleva Aidemar atendiendo a muchas personas que precisan orientación y ayuda para el cuidado de sus familiares afectados con algún tipo de diversidad funcional, persiguiendo el único fin de que tengan una calidad de vida mejor. La gran experiencia de esta asociación sin ánimo de lucro, junto con el avance de la medicina, nos llevan al punto que nos atañe: la gran demanda que existe de servicios asistenciales a usuarios con discapacidades muy graves, junto con el crecimiento de la esperanza de vida de estas personas.
En este escenario aparece el proyecto de esta residencia que pretendíamos que fuera un hogar acorde a los objetivos de desarrollo sostenible y al fomento del envejecimiento saludable.
Por requerimientos del programa e instalaciones, el uso del edificio es propio de un centro sanitario.
La zona residencial se compone de unidades habitacionales o cohousing de 8 a 12 personas con habitaciones dobles y espacios comunes propios, para lograr que los usuarios puedan atribuirse en su percepción la cualidad de casa y de hogar, y no la de un hospital.
Desde la fase de concurso, se estudió el programa de necesidades que se enunciaban, y se intentó potenciar con la propia arquitectura la faceta personal y humana con la que la propia asociación trata a sus usuarios.
Se ha puesto especial atención en cohesionar las diferentes piezas del programa, la ubicación de las mismas, el estudio de los recorridos para lograr la máxima operatividad posible, la relación con el entorno y el lugar donde se inserta la intervención (contexto arquitectónico muy desolador fruto de un pasado llamado boom inmobiliario); todo lo que la propia arquitectura puede ofrecer a las personas, pero siempre subordinándola, es decir, una arquitectura de contenido mas que de continente por y para las personas.
Se ordenan las piezas del programa para lograr iluminación y ventilación alrededor de patios consiguiendo una regulación climática óptima de manera natural, basándose en la configuración ancestral propia de nuestra arquitectura mediterránea.
Esta articulación a base de patios permite centralizar la administración y los accesos junto al comedor por un lado y la ubicación de los talleres por otro; además de servir de catalizadores de la confortabilidad con la ventilación cruzada, ventilación natural y elementos textiles de sombra como sistemas pasivos.
Las piezas del área residencial están formadas por unidades independientes de cuatro a seis habitaciones dobles; con zona húmeda, sala de estar y área de almacenamiento cada una. Estas piezas se insertan a lo largo de la calle peatonal, en la zona más tranquila sin tráfico rodado; usando los patios como filtro de transición ente el interior y el exterior: se formula una suerte de volúmenes sesgados por patios, consiguiendo así fragmentar y domesticar el edificio en la zona residencial, “humanizando”, en cierta manera, las piezas habitacionales entendiéndolas como “viviendas” para que los usuarios puedan atribuirse en su percepción visual la cualidad de hogar.
La presencia de revestimientos cerámicos, junto con la instalación de un taller de jardinería a modo de pieza colchón entre el edificio y el exterior, otorga una imagen al edificio muy relacionada con las labores de jardinería y artesanía cerámica que Aidemar ofrece en sus talleres terapéuticos a los usuarios. Se usa este recurso arquitectónico como distintivo y seña de identidad que posee la propia asociación: los propios usuarios seleccionaron las piezas que ellos mismos fabrican y, usando una baldosa como soporte, en una segunda cocción con con sus propios hornos, se elaboró una cenefa que encinta todo el edificio.
Ésto, junto con un mural de gran formato elaborado también por los propios usuarios, logra que la cerámica adquiera un gran valor emocional: mas que una alta tecnificación del material, las bondades históricos y/o culturales de la propia cerámica logran establecer una relación muy personal e íntima entre la arquitectura y las personas que la habitan.
Obra: Residencia para personas con diversidad funcional en el Mar Menor
Autor: Bernardo Cerrato
Arquitecto/a técnico: Francisco Javier Fructuoso Hernández
Año: febrero 2020 / junio 2021
Cliente: AIDEMAR (asociación sin ánimo de lucro)
Superficie Construida: 3.137,60
Ubicación: 30740 San Pedro del Pinatar, Murcia
Fotografía: Milena Villalba + bernardocerrato.com
Créditos adicionales:
Finalista. XXI Premios Cerámica de Arquitectura e Interiorismo (ASCER)
El segundo libro del año acaba de salir del horno, Bailando la diversidad. Gestos y afectos para el encuentro entre cuerpos diversos, ya está en librerías y a la venta en nuestra web. Editado por Veronica Valentini y co-publicado junto a Concomitentes, suma un nuevo título a nuestra colección de Mediaciones.
Diversorium, nacía en 2018 como un proyecto artístico participativo de Concomitentes guiado por la mediadora-curadora Veronica Valentini; junto a Antonio Centeno y María Oliver, para responder a la necesidad de impulsar espacios que subrayen la convivencia, el encuentro y la celebración entre todos los cuerpos, desde la perspectiva de las personas que tienen algún tipo de diversidad funcional o forman parte de las distintas comunidades afectivas e invisibilizadas de la ciudad.
Cuatro años después, Bailando la diversidadrecoge las acciones y metodologías artísticas del proyecto mostrándolo como un lugar de posibilidad para las personas no heteronormativas de ser y existir, en el que poder bailar juntas. A lo largo de estas páginas, os invitamos a conocer de cerca su propuesta artístico-performativa, multidisciplinar y a la vez espacio comunitario, que tiene el objetivo de cambiar el imaginario “discapacitante” de la sociedad sobre los cuerpos fuera de la norma, a partir de las personas con diversidad funcional para las que se ha creado un mundo paralelo, especial, aparte.
En esta fiesta, concebida como un espacio de celebración para todos los cuerpos, han contribuido varias autoras e integrantes del proyecto para dar voz no solo al recorrido del proyecto, sino también para encontrar en la convivencia de los cuerpos otra forma de relacionarse y crear sociedad.
Bailando la diversidad agrupa textos de Antonio Centeno, Osías Yanov, Marie Bardet, Bob Pop, Rachele Borghi, Brigitte Vasallo y Aïda Camprubí Hinojosa. La publicación cuenta también con documentación fotográfica de Eva Carasol; los bocetos de Osías Yanov; los dibujos de Tobías Dirty; y algunas partes del fanzine realizado por Marta de la Gente y Santiago Villanueva en el diálogo con el artista argentino.
Yo era de la cátedra de Oiza, y mis mejores amigos de la escuela (Emilio, Paco, Joaquín, Iván…) eran de la de Carvajal. Eran dos mundos irreconciliables. Podéis reíros de los Capuleto y de los Montesco, o de los merengues y culés: Esto sí que era una rivalidad peor que la de West Side Story. Nos mirábamos los unos a los otros por encima del hombro. Nos despreciábamos olímpica y minuciosamente.
¡Bah, los de Oiza!
¡Puaj, los de Carvajal!
Los de Carvajal dibujaban en la escuela; no podían llevarse los dibujos a casa. A mí eso me parecía incomodísimo. Dibujaban en papel caballo, en un formato enorme, pegado al tablero.
El papel caballo es opaco. No se puede calcar en él. Eso les obligaba a dibujarlo todo minuciosamente a lápiz antes de empezar a pasarlo a tinta. Y, naturalmente, toda esa brega previa no podía ensuciar el papel. Recuerdo que usaban una especie de microbolitas de goma que esparcían sobre el papel para que el paralex corriera sin ensuciar. Y también polvos de talco. Las minas de lápiz eran 4H, 5H, qué sé yo.
¿Para qué servía dibujar en papel caballo?
Era un sistema de tortura hábilmente diseñado. Era un sádico y sofisticado sistema de dolor. Era un taller medieval de duro y ascético aprendizaje.
Además, los chapones de tinta son muy difíciles de raspar en papel caballo. Lo que en papel vegetal es una pequeña molestia fácilmente reparable, en ese antipático papel supone un desafío muy duro, con altas probabilidades de cagarla después de tantísimas horas de trabajo. Saber raspar era aún más importante que saber dibujar.
Pero lo peor, con todo, era que las interminables horas nocturnas y finisemanales que todos nos pegábamos en casa, en nuestro cuarto, ellos se las pasaban en el aula.
Vivían en una especie de monacato, yendo a la escuela los sábados por la tarde e incluso los domingos para tirar líneas y líneas con un lápiz 5H afilado como un estilete.
También era divertido. Se despedían de sus padres o de sus compañeros de colegio mayor y se disponían a pasar unos cuantos días seguidos en el aula, con los demás monjes, todos locos de estrés.
Carvajal, al menos por esa época, ni tenía grupo de alumnos ni iba mucho por la escuela. No recuerdo con qué periodicidad iba, pero sí que iba periódicamente, y que el día que tocaba su visita era una fiesta. Cada profesor seleccionaba uno o dos proyectos de sus alumnos (los mejores), y todos los seleccionados se mostraban ante el gran maestro, que los corregía (y con ello corregía a sus profesores por la tremenda osadía de haber pretendido que esos eran buenos proyectos).
Javier Carvajal
Los seleccionados lo sabían con varios días de antelación, y temblaban ante la idea de ser juzgados por el monstruo.
Una vez Paco fue uno de los elegidos, y nos pidió a todos sus amigos -incluso a los que estábamos en la cátedra de Oiza- que fuéramos a verle para hacerle sentir arropado.
Aquello fue una masacre
El aula estaba llena. Las paredes exhibían los tableros de los elegidos: preciosos proyectos todos ellos. Javier Carvajal era el amo. Se paseaba viendo los tableros, nos miraba a los asistentes, miraba a los profesores de su cátedra… Dominaba la situación y disfrutaba pensando en lo que estaba a punto de ocurrir.
Y lo que ocurrió fue que se lanzó sobre unos tableros que mostraban una magnífica vivienda unifamiliar. Preguntó por su autor y este (no era Paco) se acercó al maestro y se dispuso a explicar su proyecto.
-No hace falta que me explique nada, joven. Sé leer planos.
Y empezó a hablar él.
Con una enorme gracia cabrona se lanzó directo a la mala ubicación del garaje, algo alejado de la entrada de la vivienda. El autor quiso decir que había diseñado un agradable paseo desde el garaje hasta la casa, y ciertamente lo parecía. Pero el maestro le dijo que era una pena que justo ese día (el día que a él se le había puesto en las narices) estuviera lloviendo. Vamos, diluviando.
Evocó la llegada en coche, la entrada en el garaje y la carrera posterior hasta la casa. También era mala suerte que justo ese día viniera con el coche cargado con la compra del mes. Un desastre, salir del garaje con las manos ocupadas con bolsas y paquetes, correr bajo la lluvia, llegar a la puerta y no poder hurgar en los bolsillos cómodamente para encontrar la llave. Llovía y llovía, y el dueño de la casa ya no sabía si tirar las bolsas al suelo o qué.
Cada vez agravaba más la situación y los asistentes (inconscientemente crueles) nos reíamos porque la verdad era que el muy cabrito tenía mucha gracia. Carvajal había hecho presa y no la iba a soltar. Seguía añadiendo más circunstancias aciagas y destruyendo el proyecto hasta no dejar nada en pie.
La lucidez con la que este hombre destripaba el proyecto era prodigiosa. Creo que como jurado en cualquier concurso de arquitectura habría sido perfecto, pero como profesor era demoledor y esterilizante. Paralizante. Deprimente.
Lo peor, lo más indignante, fue que el profesor que había propuesto ese proyecto como el mejor de su clase se unió al jefe para echar más trocitos de leña al ya nutrido fuego. Cuánto más digno habría sido echar un vasito de agua, aunque fuera insuficiente, aunque fuera inútil. Un decente vasito de agua resaltando alguna de las cualidades por las que había decidido elegir ese proyecto para que lo viera el jefe.
Pero no; es mucho mejor hacer la pelota, ir siempre en socorro del vencedor, en ayuda del poderoso, y machacar al pobre imbécil que había tenido la osadía de hacer un proyecto precioso.
He visto esa escena demasiadas veces. Que os den a todos por ahí
Carvajal, naturalmente, a quien en realidad estaba revolcando por el suelo era al profesor, y yo supongo que al oír sus argumentos de apoyo y de refuerzo disfrutaba haciéndole temblar de miedo y llevándole a su antojo del frío al calor como lo hacía Stalin con Beria, su repugnante pelota.
(Lo que no deja de ser una pena es que el catedrático le diera al profesor una bofetada en la cara del alumno, que había hecho un trabajo más que brillante para su nivel y experiencia).
En aquella época toda mi biblioteca de arquitectura estaba formada por dos libros de la colección Paperback de Gustavo Gili y dos números de la revista Arquitectura del COAM. Quiso la casualidad que en una de las revistas apareciera un proyecto menor de Carvajal, el Banco Industrial de León en la calle Serrano de Madrid. Aunque es muy sencillo, me demoré recorriendo las plantas con los ojos, deslizando el dedo índice por la rampa del garaje o llevándolo desde el portal hasta la escalera, hasta los ascensores, hasta las distintas plantas, recorriendo los pasillos, viendo cómo las puertas hacían filtros sucesivos.
En fin, me aprendí las plantas de memoria. Era emocionante ver cómo el ser omnisciente que juzgaba tan afiladamente el trabajo de otros trabajaba a su vez con perfección y exponía y sometía su trabajo a los ojos de los demás. Era un sentimiento de poderío analizar esas plantas y criticar al crítico. Pero fui incapaz de descubrir un solo fallo. Era perfecto.
Muchos años después, con más información y algo más de conocimiento, pude comprobar que el gran maestro también tiene algunas magníficas casas (realmente fantásticas; es cierto) cuyos garajes quedan muy retirados de la entrada principal. Pero en esos casos los propietarios tienen chófer, que detiene el automóvil ante la entrada de la casa y se baja con el paraguas para abrirles la portezuela y acompañarles (incluso llevando él las bolsas y los paquetes) antes de irse ya él solo hasta el garaje.
Y, si no fuera así, desde el garaje hasta la entrada principal hay unos juegos de plataformas y de contrastes de hormigón con vegetación muy agradables para dar un hermoso paseíto.
José Ramón Hernández Correa · Doctor Arquitecto
Toledo · Agosto 2016
Las ferias y exposiciones son plataformas clave para los estudios de arquitectura que buscan expandir su alcance y captar nuevos clientes. Participar en estos eventos ofrece una excelente oportunidad para mostrar el trabajo, conectarse con otros profesionales del sector y, lo más importante, para reflejar una imagen positiva y eficaz de su marca.
La importancia de una estrategia de marketing en ferias y exposiciones
Participar en ferias y exposiciones es una inversión considerable para cualquier estudio de arquitectura. Sin una estrategia de marketing bien definida, esta inversión puede no ofrecer los resultados esperados. Tener una estrategia clara permite maximizar los beneficios de la participación en estos eventos.
Teniendo esto en cuenta, los principales beneficios de contar con una estrategia sólida son estos:
Visibilidad y reconocimiento de marca: una presencia bien planificada en una feria o exposición ayuda a aumentar la visibilidad de la marca y a diferenciarse de la competencia.
Generación de leads y networking: las ferias ofrecen una oportunidad única para conectar con posibles clientes, colaboradores y otros profesionales del sector.
Lanzamiento de productos y servicios: es el momento ideal para presentar nuevas ofertas y obtener retroalimentación directa del público.
Preparación previa a la feria
La preparación previa a una feria es esencial para asegurar una participación exitosa. El primer paso es investigar y seleccionar las ferias adecuadas, analizando su perfil, reputación y el tipo de audiencia que atraen. En este punto, es importante elegir eventos que alineen con los objetivos del estudio de arquitectura, ya sea generar leads, aumentar la visibilidad de la marca o establecer relaciones con otros profesionales.
Por otro lado, son muy importante el diseño y la planificación del stand. El stand debe ser atractivo y reflejar la identidad de la marca, utilizando colores y elementos gráficos distintivos. La funcionalidad garantiza un espacio cómodo para visitantes y el equipo. Incluir elementos interactivos, como pantallas táctiles o maquetas, puede hacer la visita más atractiva. También es importante planificar la logística, desde el montaje hasta las necesidades técnicas.
La creación de material promocional atractivo complementa el diseño del stand. Folletos y catálogos deben ser visualmente impactantes y ofrecer información clara sobre los servicios del estudio. Las tarjetas de visita deben ser de alta calidad y reflejar la imagen profesional. Además, ofrecer pequeños obsequios promocionales puede ayudar a atraer más visitantes y dejar una impresión duradera.
Estrategias de marketing durante la feria
Durante una feria, es fundamental implementar estrategias de marketing efectivas para atraer visitantes y destacar entre la competencia. Una técnica fundamental es la realización de demostraciones en vivo, que permite a los asistentes ver en acción los proyectos y la metodología del estudio de arquitectura, generando un mayor interés y participación. Las actividades interactivas, como talleres o presentaciones, también son muy efectivas para mantener a los visitantes comprometidos y curiosos.
Por otra parte, el personal del stand es esencial en la estrategia de marketing. Es importante que estén bien capacitados para interactuar con los visitantes de manera profesional y amigable, respondiendo preguntas y ofreciendo información relevante sobre los proyectos y servicios del estudio. La actitud del equipo y su capacidad para comunicar claramente los valores y ventajas del estudio pueden influir significativamente en la percepción de los asistentes.
No hay que olvidar el uso de tecnología avanzada, como pantallas interactivas o aplicaciones de realidad aumentada, puede aumentar el atractivo del stand. Estas herramientas no solo captan la atención de los visitantes, sino que también permiten una presentación más dinámica y detallada de los proyectos.
Cómo reflejar una imagen positiva y eficaz de su marca
Reflejar una percepción positiva y eficaz de su marca en una feria es fundamental para captar y mantener la atención de los visitantes. De hecho, en las exposiciones de arquitectura, transmitir un mensaje claro, positivo y eficaz es clave para destacar entre la competencia. Esto empieza con un diseño coherente y atractivo del stand, alineado con la identidad de la marca. Utilizar colores, logotipos y elementos gráficos distintivos hace que el stand sea reconocible y deje una impresión duradera, transmitiendo profesionalismo y creatividad.
La comunicación clara es otro punto esencial. Los mensajes deben ser directos y comprensibles, evitando tecnicismos que confundan al público. El personal del stand debe estar bien capacitado para transmitir estos mensajes de manera efectiva. Un equipo capaz de comunicar claramente los valores y ventajas del estudio, responder preguntas y ofrecer información relevante, impacta positivamente en la percepción de la marca.
El comportamiento del personal también debe reflejar los valores del estudio. Ser profesional y amigable, siempre dispuesto a ayudar y resolver dudas, refuerza la imagen positiva de la marca. La interacción humana es vital para la percepción de los visitantes, por lo que invertir en la capacitación del personal es esencial.
Por último, cabe destacar que utilizar tecnología avanzada mejora la identidad de la marca. Por ejemplo, las pantallas interactivas, la realidad aumentada o las presentaciones en vivo añaden interactividad, captan la atención y dejan una impresión duradera. Estas herramientas permiten una presentación dinámica y detallada de los proyectos y servicios del estudio, destacando su innovación y capacidad tecnológica.
Tras finalizar esta primera temporada, “Después de todo, la ciudad” continúa su andadura con una nueva serie rápida: cada último viernes de mes, un programa con un único invitado.
Andrés Rubio y la España fea
La fealdad de España, como dice Andrés Rubio en su libro, es una cuestión preocupante. Lo es, para empezar, porque no nos afecta a todos por igual. Si uno es pobre, es más que probable que su espacio público haya sido maltratado, que la ciudad que pise o el pueblo en el que viva esté llena de desmanes. Si, por el contrario, uno es rico, puede que sea el responsable, porque en nuestro país el territorio se ha contemplado con frecuencia como medio ilícito de enriquecimiento.
Podemos aprender de Francia, donde existen Órdenes de Arquitectos y Conservatorios del Litoral. También de Alemania y como se coordinan territorialmente sus länders. Pero nuestro modelo, afirma Rubio, es estadounidense y liberal. Y ha empeorado, si cabe, con la llegada de la democracia por la consiguiente atomización de los poderes públicos y las regulaciones.
España fea es el relato de la catástrofe del paisaje en nuestro país, que vertebra la identidad nacional con más profundidad que cualquier lengua; un desastre cultural y social que, por mucho que hunda las raíces en la economía, esconde en su seno el desapego por lo que es de todos.
El invitado
Andrés Rubio (Páramo del Sil, León, 1962) es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Desde muy joven estuvo vinculado al periódico El País, donde fue reportero cultural, jefe de la sección de Cultura y, durante casi 20 años, del suplemento El Viajero. Ha firmado artículos sobre arquitectura española contemporánea en las revistas Bauwelt y Architecture. Es autor del documental La delirante historia de La Pagoda, sobre la figura del arquitecto Miguel Fisac, y fue cofundador de la galería de arte Mad is Mad, en Madrid. En 2022 ha publicado el ensayo España fea: el caos urbano, el mayor fracaso de la democracia (Debate).
Dolores Hayden: La gran revolución doméstica
¿Puede una cocina hacer ciudad? Desde que pasase a ser el centro de control del hogar, allá por el siglo xvii, la cocina privada se ha erigido en el sancta sanctorum de lo femenino, una distinción que esconde, en realidad, dos condenas. La primera, de naturaleza espacial: quien trabaja en esa estancia queda aislado del resto de las actividades familiares. La segunda, económica: el trabajo doméstico en la cocina (o en la crianza infantil) suele ser un trabajo no retribuido; la república independiente de tu casa, que diría Ikea, descansa sobre los hombros de mujeres invisibles.
Habría, además, una tercera consecuencia que rompe los lazos de lo común: si todo se resuelve de puertas adentro, ¿quién necesita vecinos, incluso servicios? Es la lógica de la casita suburbana. En último término, con todos sus aparatos y sus libros de recetas, nuestras cocinas privadas, más que hacer ciudad, contribuyen a su destrucción.
Sin embargo, y como ha demostrado la catedrática estadounidense Dolores Hayden, no siempre ha sido así. Existe una amplia historia de contestaciones a ese modelo. A mediados del siglo pasado comenzaron a surgir toda una serie de pioneras que entendieron el feminismo como una cuestión material, con propuestas tangibles que rompían las cadenas de la costumbre: cocinas cooperativas, guarderías comunes, labores domésticas en equipo…. Iniciativas que pretendían crear una ciudad más justa, emancipar a la mujer de esa realidad impuesta, hacer que lo privado y lo público se alimentasen entre sí.
La gran revolución doméstica es, por tanto, un relato de casas y ciudades en la primera y la segunda ola del feminismo, pero, sobre todo, de las personas que lo hicieron posible. Desde las sufragistas a las ingenieras domésticas, de las novelistas de ciencia ficción a las partidarias del derecho al aborto, la de Hayden es una historia valiosa porque apela al presente. Nos retrata aún hoy, y demuestra que la igualdad no es sólo cuestión de justicia y calidad de vida, sino incluso un paso necesario para cuidar de todos y también, por qué no, del planeta.
La invitada
Dolores Hayden (Nueva York, 1945) es arquitecta, historiadora urbana, poetisa y catedrática emérita de Arquitectura, Urbanismo y Estudios de Estados Unidos de la Universidad de Yale. Entre sus obras, dedicadas en su mayor parte al paisaje y las políticas urbanas, destacan La gran revolución doméstica (Puente editores, 2023; ed. orig. 1981), Redesigning the American dream (1984; de próxima aparición en español), The power of place (1995) y Building suburbia(2003). En el año 2022 recibió del II Premio Matilde Ucelay, concedido por el Ministerio de Transportes Movilidad y Agenda Urbana en reconocimiento a su labor en pro de la igualdad de género.
Enric González, Historias de ciudad
¿Cómo se cuenta una ciudad?
“La gente recorre una calle en coche o a pie y le parece una calle como todas las demás, pero si se vive en ella desde la mañana a la noche, una calle es un mundo que no se acaba nunca”.
La frase aparece en uno de los Cuentos romanos de Alberto Moravia (1954), si bien podría suscribirla cualquier periodista urbano del último siglo. Como reporteros, pisan un territorio fértil: el auge de los medios de comunicación ha venido a matizar las grandes historias de la ciudad con lo inesperado y lo cotidiano, sucesos y anécdotas con los que cualquiera puede empatizar.
Algunos de esos escribas, como el reportero del New York Times Meyer Berger, recorrieron incansables una geografía única: el Manhattan de la primera mitad del siglo xx. En otros casos, como el del británico Jeffrey Barnard, bien valía la táctica opuesta: acodarse en la barra de su pub, el Coach and Horses del Soho, y ver pasar la vida entre vapores de alcohol.
No es que sean los dos únicos modelos. Existe una tercera vía, la de la identidad múltiple, que practica el barcelonés Enric González. A lo largo de tres décadas como corresponsal se ha visto obligado a ejercer de londinense, neoyorquino, parisiense, romano, jerosolimitano y porteño, todo en poco tiempo y por tiempo limitado.
Se trata de experiencias que le han llevado a convertirse en un todoterreno de su oficio, capaz de entrevistar a personajes como Martin Amis o Anthony Bourdain, de infiltrarse en El Vaticano o de plantarse en la plaza cairota de Tahrir a inicios de la Primavera Árabe, episodios que ha terminado por decantar en sus libros. Su estilo, amable aunque irónico, erudito pero accesible, atiende a lo cómico y lo trágico, consciente como es de que los ingredientes de lo urbano se hallan en la autenticidad de esas viñetas antes que en la solemnidad de las crónicas oficiales.
El invitado
Enric González (Barcelona, 1959) es periodista. Ha sido corresponsal de El País en Londres, París, Nueva York, Washington, Roma, Jerusalén y Buenos Aires. Entre 2013 y 2018 fue columnista del diario El Mundo y ejerce de colaborador habitual en la revista Jot Down. Es autor de Historias de Londres (1999), Historias de Nueva York (2006) e Historias de Roma (2010) —libros que quedaron compilados en el volumen Todas las historias y un epílogo (2011)—, así como de Memorias Líquidas (2013), un repaso a su trayectoria profesional. En su obra figuran también los volúmenes Historias del Calcio: una crónica de Italia a través del fútbol (2010), Una cuestión de fe (2012), Diccionario irreverente de economía (2015) y la edición de Cada mesa, un Vietnam (2017). Ha recibido los premios Ciudad de Barcelona, Cirilo Rodríguez y el Premio Periodismo de Opinión Raúl del Pozo.
Una intervención que pretende contribuir a la recuperación del patrimonio cultural agrícola del Alt Camp. Un proyecto de recuperación y reciclaje que guarda la memoria y las vivencias de quienes trabajan y habitan el territorio.
En el punto más elevado de una finca agrícola dedicada al cultivo de olivos y almendros cerca del Monasterio de Santes Creus, en el Alt Camp, Cataluña, se levanta un pequeño refugio de piedra que forma parte de un conjunto de habitáculos de piedra aislados y mínimos diseminados por el territorio, refugios originalmente construidos para gestionar los campos de cultivo.
Siguiendo las lógicas ancestrales del máximo aprovechamiento de los recursos y construidos con la piedra propia del lugar, estos antiguas construcciones se confunden con los bancales de piedra que estructuran todo el territorio, formando una única unidad indisoluble que construye la identidad de este paisaje cultural.
Solamente unos cuántos muros de piedra restaban en pie de la construcción original, que se había ido renovando mediante soluciones frágiles y precarias que habían ido desdibujando su fisionomía. Arropada bajo cuatro pinos y una encina centenaria que le proporcionan sombra y con vistas hacia el sur, con el Camp de Tarragona y el mar a sus pies, su implantación, sin embargo, era privilegiada.
El proyecto de rehabilitación de Mas Carpi es una operación de recuperación global de la construcción original. En primer lugar, de restauración y reposición, donde es necesario, de la estructura vertical de muros de piedra con piedra recuperada de antiguos bancales derruidos de la propia parcela. En segundo lugar, de derribo y sustitución de la estructura horizontal y la cubierta existentes mediante una nueva estructura de madera laminada y una cubierta cerámica de tejas planas. También de mejora de la iluminación y la ventilación mediante la apertura de nuevas ventanas para conseguir una mejor relación entre el interior y el exterior, y, finalmente, de habilitación y activación del interior a través de un nuevo pavimento cerámico, nuevo mobiliario, y la renovación de las instalaciones para hacerlo totalmente autosuficiente mediante la energía solar, que cubre toda la demanda eléctrica del conjunto.
Una intervención para darle una segunda vida al Mas como vivienda aprovechando todo aquello existente y utilizando materiales naturales propios del lugar y de bajo impacto ambiental, usando estrategias bioclimáticas pasivas que aprovechan las condiciones del emplazamiento. Una rehabilitación que intenta mantener la esencia de la antigua construcción y su estrecha relación con el paisaje del Alt Camp.
Obra: Una nueva vida para Mas Carpi
Arquitectos: NUA arquitectures (Arnau Tiñena, Maria Rius, Ferran Tiñena).
Colaboradores: Gavina Piras, Manuela Piras, Paula Roch.
Arquitectos técnicos: Josep Anguera
Constructora: Teules SL
Estructura: Egoin S.A.
Carpinteria: Carreté Finestres SL
Localización: Santes Creus, Tarragona.
Fotografía: Jose Hevia + nuaarquitectures.com
La gama de interruptores de palanca LS 1912 de JUNG amplía su abanico cromático gracias a los 63 colores de Les Couleurs® Le Corbusier. A esta innovación se suma la incorporación de los nuevos multipulsadores, que añaden la función de retorno de la tecla a su posición central, ampliando el rango de aplicaciones en sistemas domóticos de automatización inteligente de viviendas y edificios.
La serie LS 1912 de JUNG está ahora disponible en los 63 colores de Les Couleurs® Le Corbusier, proporcionando un sinfín de combinaciones estéticas innovadoras.
La icónica serie LS 1912 de JUNG, en combinación con la gama de colores de Les Couleurs® Le Corbusier, proporciona a estos interruptores de palanca del fabricante alemán un sinfín de combinaciones estéticas innovadoras. En otras palabras, ahora es posible integrar visualmente la instalación eléctrica con el color y el estilo de decoración, especialmente en el caso de los diseños de interiorismo más clásicos.
Los mecanismos LS 1912 están lacados a mano para conseguir la extraordinaria profundidad de color y textura que exige el estándar de Les Couleurs ® Le Corbusier. Los 63 colores de la gama utilizados en los nuevos interruptores han sido probados y autorizados por la Fondation Le Corbusier.
Los mecanismos LS 1912 están lacados a mano para conseguir la impresionante profundidad de color y textura que exige el estándar de Les Couleurs® Le Corbusier.
La Polychromie Architecturale de Le Corbusier se basa en una selección artística de pigmentos inspirados en la naturaleza. Todos ellos se combinan armoniosamente entre sí, ofreciendo un sistema cromático único que se distingue de otros sistemas de color por su armonía.
El montaje de los nuevos multipulsadores LS 1912, tanto en posición horizontal como vertical, admite combinaciones con diferentes marcos y cubiertas de JUNG. Es posible también configurar conjuntos de entre una y cuatro teclas o componer grupos de interruptor con dimmers giratorios, enchufes Schuko®, u otros estándares internacionales.
La serie de interruptores LS 1912 combina tecnología avanzada y diseño innovador en una solución completa y elegante.
Con la incorporación de estos nuevos interruptores LS 1912, JUNG no solo satisface las necesidades estéticas de los diseñadores más exigentes, sino que responde también a las demandas funcionales de la automatización domótica moderna.
Integración funcional
La serie de interruptores LS 1912 combina tecnología avanzada y diseño innovador en una solución completa y elegante. Aúna su diseño clásico de palanca con una variedad ampliada de funciones que permiten su uso como interruptor, pulsador o multipulsador. La primera opción, como interruptor estándar, enciende o apaga la iluminación al accionarlo hacia arriba o hacia abajo, ya que la palanca se queda fija en la posición elegida.
En la versión de pulsador, la palanca vuelve automáticamente a la posición inicial después de encender o apagar la iluminación. Mientras que en el nuevo multipulsador, el resorte vuelve siempre a una posición central o neutra después de que el usuario lo haya accionado arriba o abajo. Esto resulta ideal para el control de circuitos de relé, como es el caso de persianas con regulación de la posición de las lamas, entre otras muchas aplicaciones.
Los nuevos multipulsadores LS 1912 se integran en los sistemas domóticos JUNG HOME y KNX para convertir cualquier vivienda en un hogar inteligente.
Asimismo, el programa de interruptores LS 1912 puede integrarse en muchos sistemas del control de viviendas y edificios. Es el caso de la domótica de JUNG HOME. Basada en una red Bluetooth® Mesh, convierte una vivienda en un hogar inteligente a partir de una simple instalación convencional de 230 voltios.
Otra gran aplicación de estos nuevos multipulsadores es que convierten la gama LS 1912 en una unidad de mando KNX, integrándola así en el estándar mundial para el control inteligente de edificaciones del cual forman parte más de 500 fabricantes en todo el mundo.
Además de al sistema KNX, con esta innovación, la gama LS 1912 también puede integrarse en otros sistemas de control de JUNG, como son LB Management o eNet SMART HOME.
Somos vestigios de aire, soplos de viento, rasgos de polvo, somos lo que aún no hacemos de nosotros mismos; quizás estemos hechos de lo que dejamos de ser para volver a ser, para descubrir de lo que estamos hechos. El tiempo, aliado infatigable de nuestra hechura y confección, somos la medida de nuestra justificación de ser.
Somos parte de lo que somos y de lo que aun estamos por ser, somos testigos imborrables de nuestras señas, de nuestros pasos por el mundo; somos ese rastro del pasillo que deja de ser entre las habitaciones para conformar un nuevo contorno, limite de nuestras vivencias.
Somos lo visible de nuestros actos, somos lo que se ve de nuestro asomo por habitar, de nuestros anhelos silenciosos ignorando -a veces- ese mundo que nos empuja a construir nuestro pequeño universo quedándonos muchas veces con el halito de la vida que nos ve habitar, sin mucho espesor, sin límites, sin coincidencias, de esas que quizás ignoramos y que la vida nos procura con mucho esfuerzo.
En la aldea inglesa de Seathwaite, en Cumbria, fue hallado un material de apariencia plúmbea que los habitantes de la zona comenzaron a utilizar por una característica extraordinaria: permitía escribir sobre la piel de las ovejas, y de este modo marcar los rebaños. Su color y brillo llevaron a pensar que en la base de su composición se encontraba el plomo, por lo que fue denominado plumbago. En realidad, se trata de un material orgánico, una de las formas alotrópicas del carbono.
El yacimiento de Seathwaite es, sin embargo, una anomalía. Desde su descubrimiento hace cinco siglos, jamás ha vuelto a aparecer un depósito de esas dimensiones y dureza. El mineral, fácilmente modelable en barras y cuya traza permanecía impresa en casi cualquier superficie, pronto se reveló muy útil: era idóneo para facilitar la alineación de los moldes de las balas de cañón. Su aplicación a la industria bélica multiplicó su valor y obligó a la corona británica a tomar el control de las minas para frenar el saqueo y el contrabando. El material había adquirido gracias a las circunstancias una enorme dimensión. Los pastores debían buscar otro método para el marcado de reses.
El proceso
La fragilidad del grafito hacía necesaria una carcasa que permitiese utilizar las barras para escritura. Los pastores envolvían sus rudimentarios lápices en cordeles o cuero de oveja, pero fue necesario un mayor refinamiento para hacer de ellos una herramienta ágil. Los italianos Simonio y Lyndiana Bernacotti insertaron el grafito en una pieza ahuecada de madera de enebro. Eran lápices compactos y de sección ovalada, destinados a trabajos de carpintería.
La técnica se perfeccionó dividiendo en dos partes el palo de madera para horadar un surco en toda su longitud y posteriormente colocar en medio la barra de grafito. Finalmente, una cola servía de aglutinante entre las dos secciones de madera, que sostenían entre ellas la barra de grafito. El proceso era, en esencia, idéntico al que se utiliza hoy para dar forma a los lápices.
Los lápices, un objeto codiciado
El interés de artistas, escritores, ingenieros y militares llevó a otros países europeos a la búsqueda de depósitos naturales de grafito. Nunca se encontró un yacimiento de la pureza y dimensiones del primero. Los alemanes descubrieron en 1662 que mezclando grafito en polvo, azufre y antimonio se obtenía un material de similar dureza a las barras encontradas en el yacimiento de Cumbria. A pesar del hallazgo, los lápices siguieron siendo un objeto codiciado durante décadas hasta que la guerra, una vez más, obligó a extremar el ingenio.
Durante las campañas de Napoleón, las tropas francesas no podían acceder a las barras de grafito inglés ni adquirir los lápices que en ese momento eran manufacturados en Alemania. En 1795, el general Nicholas Jacques Conté descubrió un método eficaz para el mezclado de arcilla y grafito pulverizado que permitía, tras un proceso de cocción, conformar una barras resistentes. Años antes se había descubierto la composición exacta del grafito y se había comprobado la ausencia de plomo, lo que hacía de él un material inocuo.
El experimento de Conté reveló que, alterando las proporciones de su mezcla, las propiedades del lápiz variaban: a mayor cantidad relativa de arcilla, mayor dureza. En consecuencia, el trazo resultante era más claro. Este sistema fue patentado en 1802 por el fabricante austriaco Josef Hardtmuth, que había desarrollado la fabricación de minas a partir de polvo de grafito y arcilla al mismo tiempo que Conté.
Desde entonces, la mina ha podido clasificarse según su dureza, estableciéndose una escala que abarca hoy desde 9B –el lápiz más blando, cuyo trazo es de un color negro intenso- hasta 9H, que permite dibujar líneas de un color gris claro.
La producción masiva
La producción masiva de lápices, así como su sección hexagonal, son herencia de un empresario estadounidense. Ebenezer Wood estableció en las primeras décadas del siglo XIX las bases para automatizar la producción de estos objetos, tanto en el tallado de carcasas como en el cocido de las barras de pigmento. Sus métodos fueron recogidos por el neoyorquino Eberhard Faber, que se convirtió en el primer productor mundial de lápices.
Sin embargo, el proceso de fabricación de un lápiz es hoy en día muy similar al ideado por el general francés a finales del XVIII. A la mezcla de arcilla y polvo de grafito se le añade cera o aceite para disminuir la porosidad de la mina, y la barra resultante es introducida habitualmente entre dos piezas de madera de cedro o enebro en las que previamente se ha practicado un surco. La proporción de grafito oscila entre un 41% en los 9H hasta más de un 90% en los 9B.
Después de quinientos años, seguimos utilizando lápices. En esencia, poco ha cambiado desde que unos pastores del Norte de Inglaterra descubrieran un yacimiento de grafito en un valle próximo a su aldea. Los alemanes encontraron el modo de fabricar un sucedáneo sintético, los italianos optimizaron la ergonomía del diseño, los americanos lo transformaron en objeto de producción masiva.
La historia del lápiz no es muy distinta a la de cualquier otro objeto.
Borja López Cotelo. Doctor arquitecto
A Coruña. Marzo 2011
Este libro contiene una de las historias más fascinantes jamás contadas: el cómo y el por qué nuestra especie se convirtió en una estirpe de grandes constructores. ¿Qué es lo que nos distingue del resto de animales arquitectos? ¿Somos realmente especiales? Para saberlo deberemos reseguir los episodios más significativos —¡y trepidantes!— de nuestra evolución. Pero a medida que nuestros pasos vayan desempolvando el camino descubriremos que, oculto por los nombres propios y los movimientos culturales, existe un continuum evolutivo que guía el desarrollo de la arquitectura.
Resulta que no; que la historia de la arquitectura no es una sucesión fragmentaria de personajes y acontecimientos. Existe un avance coherente, aunque imprevisible, marcado por singularidades: cuando una nueva tecnología cognitiva transforma y potencia las prestaciones de nuestros cerebros expande el espacio de diseño y se amplía el horizonte de innovación. Fruto de la irrefrenable creatividad que impulsa nuestro desarrollo, actualmente nos encontramos a las puertas de una nueva singularidad: la inteligencia artificial. Conocer la mente del arquitecto desde una perspectiva histórica y ecologizada es la única forma que tenemos de enfrentar decisivamente este reto.
La naturaleza todavía tiene mucho que decir. Pensamos que avanzamos solos pero existen dinámicas naturales que nos empujan. Si las queremos reconocer deberemos mirar desde lo más alto. Así, tomando suficiente perspectiva, veremos que la evolución está propulsada continuamente por el pasado y esto implica que, aunque la incertidumbre arrecie, nuestro futuro está inscrito en la memoria del tiempo. Estas páginas atesoran su testimonio.
David Obon
Centra sus investigaciones en la evolución, la teoría de la arquitectura y los procesos macrohistóricos. Está interesado en recomponer la unidad del conocimiento y en descubrir nuevas relaciones que nos permitan comprender el mundo desde una perspectiva más integrada. Es doctor arquitecto con mención internacional por la Universidad Politécnica de Catalunya (2017). Sus investigaciones sobre teoría de la complejidad aplicada a la teoría y la práctica de la arquitectura y el urbanismo le han llevado a ser investigador invitado, profesor y conferenciante en diversas universidades internacionales. En esta misma colección ha publicado Dinámicas emergentes. La arquitectura ante el paradigma de la complejidad, en la que presenta las bases para una teoría unificada de la arquitectura.
Originalmente compuesto por tres pisos y un patio, este edificio en Campo de Ourique se encontraba en un estado avanzado de degradación. La planta baja, que funcionaba como establecimiento comercial, se convirtió en un área común y pasaje para dos unidades de vivienda unifamiliar completamente independientes.
En la fachada principal, la intervención buscó preservar la integridad de las características arquitectónicas existentes, incluida la recuperación de las puertas arqueadas de hierro y los azulejos originales de cerámica. En el centro, las dos puertas separadas por una abertura revelan una puerta de garaje, permitiendo la inserción de un elemento funcional sin impactar la configuración histórica de la fachada.
En el interior, la casa se desarrolla en dos pisos. Las áreas sociales se encuentran en el nivel inferior con áreas de estar y comedor adyacentes, este último separado de la cocina por grandes puertas de vidrio que promueven la comunicación sin sacrificar la capacidad de crear entornos distintos.
El nivel superior está reservado para la parte más privada de la casa, con dos dormitorios y un baño. El techo fue rediseñado sin alterar la altura del edificio para promover la verticalidad y permitir que la luz natural entre a través del tragaluz.
Los detalles de hierro verde imitan la vegetación que invade el interior gracias a las terrazas traseras con vistas al jardín y sus alrededores, aportando una sensación de paz a una zona transitada de Lisboa.
En términos funcionales, esta casa que presentamos aquí como Possidónio da Silva 37 está conectada a Prazeres 37 a través de un área compuesta por un vestíbulo de entrada, accesos y estacionamiento. El punto de encuentro entre las dos parcelas se encuentra en el exterior.
Obra: Possidónio da Silva 37
Autores: Fragmentos
Arquitecto responsable: António de Sousa Coutinho, Fernando Flora, Pedro Silva Lopes
Emplazamiento: Lisboa, Portugal
Año: 2022
Área total construida: 178 m2
Constructora: Socifago
Inspección: João Paulo Branco (in-house)
Paisajismo: Polen Land Design
Fotógrafo: Ivo Tavares Studio + fragmentos.pt
Una rápida compañera presenta, por primera vez en castellano, los escritos de Víctor Muñoz Sanz en torno a los nuevos espacios creados alrededor de las tecnologías de la automatización.
Es un viaje que nos traslada a fábricas de calzado de finales del siglo XIX, a innovadores puertos logísticos e invernaderos en los que no encontramos rastro de trabajadores humanos y a terrenos fangosos donde vacas frisonas fruto de la selección genética conviven con robots de la más alta tecnología.
Este ensayo, entre la observación más aguda y la especulación más sugestiva, no se deja cegar por el brillo de las tecnologías más recientes ni fascinar por productos espaciales nunca vistos.
Su trabajo nos ayuda a entender los avances espaciales que día tras día transforman toda clase de entornos de trabajo tras los muros opacos del oscurantismo empresarial y, a la vez, la forma en que la tecnología, la ciencia y la arquitectura moldean, días tras día, cuerpos humanos y no humanos.
Sobre el autor
Víctor Muñoz Sanz es un arquitecto e investigador hispano-mexicano, afincado en los Países Bajos. Es profesor asistente de Diseño Urbano en la TU Delft, donde conceptualiza, lidera y desarrolla estudios críticos sobre la arquitectura y el urbanismo del pasado, presente y futuro del trabajo. Es coeditor de Automated Landscapes(Nieuwe Instituut, 2023), Roadside Picnics: Encounters with the Uncanny (drp Barcelona, 2022), Habitat: Ecology Thinking in Architecture(NAI010, 2020) y Extreme Urbanism 1 y 2 (Harvard GSD 2011, 2012).
Víctor estudió Arquitectura en la ETSA de Madrid (2006), Diseño Urbano en la Graduate School of Design de la Universidad de Harvard (2011) y finalizó su doctorado en 2016 en la Universidad Politécnica de Madrid. Actualmente desarrolla el proyecto “Cowborgs in the polder”: del paisaje lechero diseñado a la crisis del nitrógeno gracias a la beca NWO SSH Open Cometition XS. Una investigación sobre las tecnologías de la automatización y la industria láctea que aborda cómo ha transformado el paisaje lechero holandés el diseño de edificios agrícolas, cuerpos de animales y tecnologías.
Aristóteles decía, en la Política1 que quien no puede vivir en sociedad y, por tanto, ser miembro de una ciudad, o es
“una bestia o es un dios”.
El caso es que el ser humano, sin ser ninguno de los dos, es a la vez e inseparablemente bestia y dios. De modo que concebirlo solo en su lado animal o solo en el espiritual –y llevar ese engaño a los hechos– acaba por tocar el delicado equilibrio de su ser unitario, híbrido y cambiante.
Pronto se cumplirán cien años del irrealizado Plan Voisin (1925) con que el arquitecto y urbanista Le Corbusier (1887-1965) quiso desaparecer una vieja y amplia zona urbana de París, aledaña al Sena, para erigir sobre ella una serie de altos edificios de viviendas separados por líneas rectas vehiculares, siguiendo un diseño geométrico que distribuía la vida diaria en actividades diversas y áreas específicas (descanso, trabajo, recreación, circulación), en la idea de que la rutina del hombre moderno discurría de manera diferenciadamente sucesiva, como en el interior de una fábrica en la que a cada tarea de producción le corresponde una sección específica.
Sería injusto con Le Corbusier, primero, olvidar que el urbanismo funcionalista de esta propuesta obedecía, en su tiempo, a la imperiosa necesidad de hallar soluciones para las urbes congestionadas e insalubres del desarrollo industrial, devastadas luego por la Primera Guerra Mundial. Y, en segundo lugar, desconocer que sus trabajos posteriores contemplaron el respeto por la tradición y el patrimonio histórico, así como la peatonalización en la vía pública, según se aprecia en el plan para la ciudad Saint-Gaudens, al sur de Francia, de 1945.
Por otra parte, conviene también recordar que en sus años de juventud la sucesión de inventos que iban desde la máquina de vapor hasta el aeroplano ejercían todavía un enorme impacto. Sin llegar al elogio de la fábrica del «Manifiesto futurista» (1909) en que Filippo T. Marinetti aplaudía la chimenea, la guerra y el desprecio de la mujer, Le Corbusier transmite esa misma fascinación –hoy afortunadamente obsoleta– en su controvertida definición de la vivienda como “máquina de habitar” a la que entendía, al igual que entendía a la ciudad, como una “herramienta” que debía ser producida “en serie”, tal como salían de las fábricas los autos o las navajas de afeitar Gillette (términos por cierto reiterados en su libro Hacia una arquitectura de 1923).
Etapa mecanicista y racional que, en su libro Cuando los catedrales eran blancas de 1937, llegó hasta la exaltación de su modelo de “rascacielos cartesiano”, inspirado por las ciudades norteamericanas que acababa de visitar y capaz de concentrar a miles de habitantes dentro de elevadas torres fuera de las cuales quedarían amplios espacios despejados y aptos para la velocidad del automóvil. Ideal que, sin duda, supuso un respaldo para planificadores urbanos como Robert Moses que, en New York entre discursos altisonantes y apretones de manos con los inversionistas, acometieron la eliminación de los suburbios con el fin de instaurar la tiránica modernidad de los rascacielos y las autopistas, hiriendo de muerte el encanto de la calle libremente habitada, así como la cohesión social que aporta una genuina vida vecinal, levantando aquí y allá grandes paisajes de alargadas líneas de cemento y asfalto que produjeron postales impresionantes tanto como episodios cotidianos de alienación y violencia.
En contra de todo ello, Jane Jacobs mantuvo una militancia aguerrida y controversial que se tradujo en el libro La muerte y la vida de las grandes ciudades de Estados Unidos (1961), en el que, a partir de una serie de observaciones a pie de calle y reflexiones llenas de sentido común, dedujo un conjunto de certezas que ahora nos suenan familiares y obvias: el derecho al espacio público, la riqueza del encuentro en la calle, el valor de los usos mixtos y la seguridad derivada de los “ojos en la calle”.
Lo digo, a todo esto, no como arquitecto, urbanista o sociólogo, sino desde la posición de una filosofía de lo humano que parte de la convicción de que no es posible una intervención profesional (médica, jurídica, económica) que olvide que la realidad no es jamás un hecho puramente médico, jurídico, económico o arquitectónico y, aunque cada tarea demande la acción de un especialista, no se puede tocar al ser humano, ni al planeta ni a nada, en uno de sus puntos sin alterar el resto que lo explica.
Que, por tanto, muchos de los desastres de la historia provienen de conceder un peso a un solo aspecto de las cosas (la biología, la técnica, el mercado) que vaya en desmedro de lo restante en la siempre inagotable realidad. Y qué bienvenido es, por ello, ese espíritu interdisciplinario que cobra cuerpo en la investigación universitaria y debería acabar por fin con la compartimentación de las áreas académicas y las carreras profesionales.
Es cierto que Le Corbusier predicaba la conveniencia de un “nuevo humanismo” para una “nueva era” y una “nueva arquitectura”. Incluso llegó a actualizar la figura del “hombre de Vitruvio” de Da Vinci en los términos presuntamente más dinámicos de lo que llamó el “Modulor”. Pero leyendo los dos volúmenes que dedicó a este renovado patrón de medida, publicados hacia fines de los años cuarenta, no queda claro que Le Corbusier comprendiera al ser humano en todas sus necesidades e inclinaciones, que desde luego van más allá de las medidas matemáticas de su porte y su locomoción.
La herencia cartesiana de una fe ciega tanto en la precisión aritmética cuanto en la eficiencia de los mecanismos era, aún en sus años juveniles, un paradigma muy vivo en Occidente. Otros lo padecieron antes de él, y no me refiero a los diseñadores de jardines barrocos que encerraron la vida dentro de las más primorosas geometrías, sino sobre todo a quienes plantearon la transformación del ser humano creyendo (como el Discurso del método de 1637) que la construcción de un saber definitivo exige un terreno amplio y libre de todo resto de pasado. Ese “empezar de cero” presente también en otras figuras de la modernidad como Vasari, Lutero y Francis Bacon.
En el campo de la educación, la Didáctica Magna (1630) de Jean Comenius concibió la mente humana como una tabla rasa o papel en blanco sobre el cual el arte de enseñar, como un dispositivo de imprenta, imprimiría los mismos conocimientos en grupos de alumnos dispuestos como en una cadena de producción, asegurando el egreso de numerosas réplicas de una misma plantilla.
Como cuenta Lewis Mumford El mito de la máquina II,2 Comenius veía el alma humana como un “esquema de relojería” que permitiría, con la ayuda del método adecuado, enseñar del mismo modo que se llenan
“mil pliegos de correctísima escritura con la ayuda de los útiles tipográficos”.
Leyendo lo cual vuelven a la cabeza las crudas escenas del video clip de la canción “Another Brick In The Wall”, extraído de la película The Wall (1982), del grupo de rock Pink Floyd, que presenta la rutina de una escuela como una maquinaria que suprime la personalidad de los niños, les impone una careta idéntica y los coloca en fila como la materia prima que va rumbo a una horrible picadora de carne.
Diez años antes de esta crítica musical, el italiano Italo Calvino describió en Las ciudades invisibles (1972) a una Perinzia planificada por astrónomos rigurosos que dispusieron calles y viviendas de acuerdo con la posición y el movimiento de los astros, a fin de que la ciudad reflejara “la armonía del firmamento” y la razón divina diera
“forma a los destinos de sus habitantes”.3
Una idea que en parte recuerda a la antigua doctrina de los pitagóricos, según la cual el universo está hecho de números y ordenado según sus leyes, de modo que el curso de las estrellas produce una “música de las esferas”.
Calvino cuenta que, pasados los años, los pobladores de Perinzia llegaron a tener hijos: en sus calles y plazas
“hoy encuentras lisiados, enanos, jorobados, obesos, mujeres barbudas. Pero lo peor no se ve; gritos guturales suben desde los sótanos y los graneros, donde las familias esconden a sus hijos de tres cabezas o seis piernas”.
Confundidos, los astrónomos
“se encuentran frente a una difícil alternativa: o admitir que todos sus cálculos están equivocados y que sus cifras no consiguen describir el cielo, o revelar que el orden de los dioses es exactamente el que se refleja en la ciudad de los monstruos”.4
Desdichadamente los daños causados por esta voluntad demiúrgica de traducir el cielo de las ideas y los números sobre el reino de lo imperfecto han sucedido no solo en la música y la literatura. La memoria de trazados no solo urbanísticos sino también políticos y económicos como los Planes Quinquenales en la Unión Soviética de Stalin y la Revolución Cultural de la China de Mao Tse Tung, está irredimiblemente unida al cúmulo de víctimas de un sistema al que no le importó provocar esclavitud y hambrunas para impulsar su industria, ni eliminar a todo aquel que se opusiera a la realización inmediata y uniforme de los sueños del Estado.
Con la caída del dictador rumano Nicolae Ceausescu hacia 1990, salió a la luz una red de orfanatos en los que miles de niños habían sido abandonados por sus padres luego de un irresponsable plan de fomento de la natalidad barrido por la crisis económica de los años 80. Con un Estado en crisis, aquellos inocentes fueron privados de una atención afectuosa y recibían solo comida y cambio de pañales. Estudios posteriores observaron que, al crecer, muchos de ellos mostraron un cerebro de tamaño inferior al normal y graves dificultades de orden cognitivo y emocional.
La neurociencia actual ha llevado más lejos la comprensión de cómo los intercambios visuales entre madre y bebé consolidan una conectividad neurológica decisiva para el crecimiento. La gestualidad física del amor humanamente vivido –poco distinta de cómo los animales se soban, se lamen y se espulgan– ya no se puede seguir viendo como un aspecto opcional en el trato con los hijos, sino como el vínculo esencial que atiende a las necesidades más elementales del mamífero que aún somos, a la vez que impulsa su futura vida interior e intelectual. Que, por tanto, los abrazos y caricias que un bebé recibe apaciguan sus nervios tanto como despliegan las alas de su espíritu.
Ahora bien, considerando que la casa continúa más allá de la puerta y que el entorno urbano acoge y, por tanto, alienta o restringe la vida de sus habitantes, es significativo encontrar que tanto un etólogo, estudioso de la conducta animal y humana, como un experto en mitos y religiones, coinciden en ver el urbanismo de los seguidores del primer Le Corbusier como particularmente contrario a la sensibilidad natural de nuestro ser, así como a nuestra profunda inclinación hacia lo simbólico y sagrado.
El primero, Desmond Morris, lo cuenta en su ensayo El zoo humano de 1969, y el segundo, Mircea Eliade, en el libro Lo sagrado y lo profano de 1956. La lectura al azar de ambos textos ha sido, por cierto, el origen de este modesto escrito.
Dice Morris:
“una forma geométrica y limpiamente simétrica tal vez sea útil para facilitar la prefabricación de unidades de alojamiento producidas en masa, pero cuando se aplica al nivel del paisaje va contra la naturaleza del animal humano. ¿Por qué, si no, resulta tan ameno pasear por un serpenteante camino rural? ¿Por qué, si no, los niños prefieren jugar entre los montones de escombros de edificios abandonados, en vez de hacerlo en sus inmaculados, desnudos y geométricamente dispuestos campos de recreo?”
Y continúa:
“enormes bloques de apartamentos, todos iguales, han proliferado en muchas ciudades como respuesta a las demandas de alojamiento de las poblaciones supertribales. (…) El resultado de sus experimentos en uniformidad de gran densidad está siendo apreciado ahora en los tribunales juveniles y en las salas de consulta de los psiquiatras”. Sucede que casas y calles no existen “para ser miradas, sino para moverse entre ellas”.
Finalmente, concluye Morris,
“nos consideramos a nosotros mismos como hojas en blanco en las que puede escribirse cualquier cosa. No es así. Entramos en el mundo con un conjunto de instrucciones básicas y las ignoramos o desobedecemos a nuestro propio riesgo. Los políticos, administradores y demás dirigentes supertribales son buenos matemáticos sociales, pero esto no basta”. En medio “de toda esa masa de alambres, cables, plásticos, cemento, ladrillos, metal y vidrio, existe un animal, un animal humano, un primitivo cazador tribal, disfrazado de civilizado ciudadano supertribal, que se esfuerza desesperadamente en adaptar sus viejas cualidades heredadas a su extraordinariamente nueva situación”.5
Por su parte, dice Mircea Eliade: si, como cree Le Corbusier, la casa es una «máquina de residir», entonces ella es como
“las innumerables máquinas producidas en serie en las sociedades industriales”
y
“se puede cambiar con tanta frecuencia como se cambia de bicicleta, nevera o automóvil”.
En realidad, añade Eliade,
“instalarse en cualquier parte, construir un pueblo o simplemente una casa, representa una grave decisión, pues la existencia misma del hombre se compromete con ello: se trata, en suma, de crearse su propio «mundo» y de asumir la responsabilidad de mantenerlo y renovarlo. No se cambia de morada con ligereza, porque no es fácil abandonar el propio «mundo». La habitación no es un objeto, una «máquina de residir»: es el universo que el hombre se construye imitando la creación ejemplar de los dioses, la cosmogonía. Toda construcción y toda inauguración de una nueva morada equivale en cierto modo a un nuevo comienzo, a una nueva vida”.6
Volviendo a Aristóteles se diría, con Morris y Eliade, que una comprensión integral y no excluyente de la dignidad humana –y, por tanto, de la complejidad de nuestra naturaleza– permite deducir que es competencia no solo de arquitectos y urbanistas, sino también de las instituciones públicas, la inversión inmobiliaria, la academia y la propia responsabilidad ciudadana, el hacerse cargo de la singularidad sensitivo-espiritual del ser que somos, con todas sus implicaciones y consecuencias, a fin de cuidar su consideración en cada diseño, intervención o reforma del espacio público y privado, doméstico y urbano.
Frente al reto contemporáneo de incorporar variables que fomenten una convivencia sostenible y múltiplemente armoniosa, el concepto y la gestión de la ciudad no puede omitir que somos cuerpo, que experimentamos emociones, que somos presente y pasado, que somos orden y desorden, que no somos adultos solamente sino también niños y ancianos, que nos enamoramos del modo más impredecible y que tenemos la costumbre de mirar al cielo. Que ningún modelo de la razón ni del dibujo puede reflejar fielmente a los seres diversos y entrelazados que caminan y se dan la mano bajo los techos y al aire libre; y que, por tanto, la marcha de toda sociedad debe acompañarse con una continuamente renovada comprensión de sus miembros que ha de ser, además, dialogada y multidisciplinar.
Que, en suma, no basta con tomar como referencia la figura de “El hombre de Vitruvio” o la silueta del Modulor de Le Corbusier, puesto que
“una arquitectura hecha para el hombre”,
como pretendía este arquitecto y urbanista, no será plenamente humana con solo obedecer a las proporciones y medidas de una anatomía humana genérica y abstracta.
Notas
1 Arisóteles, Política (Madrid: Alianza, 1998), 48.
Rodríguez L., J. A., Navas-Carrillo, D. y Pérez-Cano, M. T. (2022) “Le Corbusier y la ciudad histórica. Nuevas reflexiones a partir de Los Tres Establecimientos Humanos. El caso de Saint-Gaudens”, Revista 180, n. 49 (ago. 2022).
Imágenes
Humberto Saldarriaga (Lima, 1984) Comunicador y Artista Visual con 15 años de experiencia en el rubro cultural, ha destacado como muralista, tallerista, ilustrador y Gestor Cultural. Saldarriaga cuenta con 9 exhibiciones individuales investigando temas como la fauna amazónica, los adultos mayores, la cotidianidad, lo femenino y la astralidad. Saldarriaga tiene como objetivo promover la universalidad de la práctica de arte a través del Estilo Libre.
Hay algo de automático en cada trazo de Ángel Antonio Mingote Barrachina, «Mingote». Se intuye tras sus líneas rotas un dibujante compulsivo que, sin poder evitarlo, rasga con su plumilla la frágil hoja de papel hasta colmatarla. Hasta casi desbordarla.
Sus casi sesenta años de colaboración ininterrumpidas con el diario ABC constituyen un completo testimonio gráfico de un país convulso y cambiante.1 Sus reflexiones, casi siempre en forma de viñetas, lo convirtieron en una figura controvertida hasta su muerte en abril de 2012. Pero el valor de sus dibujos, acuarelas e ilustraciones a tinta china está fuera de toda duda.
Mingote fue un dibujante autodidacta -¿acaso alguno no lo es?- que empezó a publicar sus trabajos durante la Guerra Civil Española.2 Sin embargo, con el paso de los años parece haber mirado hacia fuera: uno diría que sus dibujos quisieron absorber el trazo hercúleo de Picasso, que sus figuras heredaron la insobornable libertad fovista de Matisse. Tal vez parezca excesivo comparar a un humorista gráfico con los dos grandes maestros figurativos del siglo XX; pero, bien pensado, el humor puede ser algo muy serio.
Notas 1. Hoy, uno de los premios más prestigiosos del humor gráfico español lleva su nombre. 2. Mingote militó en el bando Nacional. Publicó con regularidad en la revista ‘La Cabra’ durante su estancia en la Academia de Transformación de Infantería; aunque ya con 13 años había publicado algún dibujo en la sección Gente Menuda del semanario ‘Blanco y Negro’.
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