Retomamos la charla que comenzamos hace unos días con Klaus, esperamos que disfruten tanto como lo hemos hecho nosotros.
De todos modos, al margen de lo humorístico, en muchas de ellas reflexionas sobre diferentes temas, ¿podríamos decir que realizas crítica de arquitectura?
Lo malo de la polisemia es que no te deja más opción que contestar a todo que sí. ¿Mis viñetas hacen crítica de arquitectura? Critican aspectos de la profesión, de los arquitectos y de las obras, pero, ¿es esto crítica? Entiendo que no, en el sentido de que no construyen un discurso articulado, ni pretenden extraer unas conclusiones útiles. Son más cínicas que críticas, en realidad. Hacen parodia, sátira, sarcasmo (dependiendo del nivel de mi mal humor), se recrean en exagerar los aspectos más discutibles y atacarlos sin piedad. Con esto no quiero decir que no tengan ningún valor (aunque lo piense). El humor puede ser catártico, pero también creativo: te obliga a pensar cómo darle la vuelta a todo, y al hacerlo descubres nuevos puntos de vista, a veces descabellados, que pueden dar lugar a lecturas interesantes -por escoradas. De todo esto hablamos Jiménez [Lai], Brendan Cormier y yo en una conversación que apareció en un número de Volume dedicado a la crítica [Volume nº 36, ‘Ways to be Critical’; la conversación puede leerse íntegramente en inglés aquí].
Sí que me acerco más a la crítica en los textos que publico bajo seudónimo, como la sección ‘Arquinoir’ que llevo haciendo regularmente desde 2014 para la revista Arquine, aunque sigue teniendo una componente, o al menos un tono, ligeramente humorístico, pese a lo indigesto de muchas de las oscuras referencias arquitectónicas que manejan.
Algunas de las viñetas a página completa que acompañan de la columna ‘Arquinoir’, escrita por Klaus en la revista Arquine (2014-2016).
Esto es otra cosa que quería preguntarte: En un principio, creaste el seudónimo ‘Klaus’ para separar tus ‘devaneos’ gráficos de tus actividades profesionales o académicas, que firmas con tu verdadero nombre. Pero a partir de un determinado momento, comienzas a publicar textos firmados como Klaus, como el texto para el libro ‘Densidades’. ¿Por qué esta duplicidad?
Creo que la primera vez que firmé un texto como Klaus fue en el primer número de la revista neoyorkina Clog, dedicado a Bjarke Ingels, y fue por una razón muy prosaica. Me escribieron para pedirme un dibujo y no tenía tiempo de hacerlo, así que les ofrecí escribir un texto corto sobre Yes is More en su lugar. Les pareció bien, y así lo hice, en esta ocasión y en otras posteriores. El texto publicado en Densidades, ‘CompaCity’, que es un breve acercamiento al tratamiento de la congestión urbana en la ciencia ficción -sobre todo literaria- era en realidad una de mis columnas para Arquinoir con mayor extensión de lo habitual. Lo que ocurrió es que, sin yo saberlo, decidieron incluirlo en aquel libro. Si me llegan a decir que iba a estar flanqueado por Saskia Sassen y Pier Vittorio Aureli, entre otros, lo habría escrito con algo más de cuidado. En el caso de ‘Iconic On’ (Studio, 2012), el artículo sobre el concurso para la Zona Cero, sí que se trata de un más cercano a lo estrictamente académico que podría haber firmado con mi nombre, pero había contactado con ellos para publicar -como Klaus- la ilustración con la que se abre, y acabó firmado por Klaus. El texto pretendía ser un mero añadido para acompañarla, pero se me escapó un poco de las manos. En otros casos, como ‘But Today We Collect Gags‘ (The Importance of the Way Stories are Being Told, 2012), provenía de una intervención en el festival Eme3 [ver una reseña en Domus], así que tenía que estar firmado por Klaus, aunque realmente se superpone con los temas sobre los que escribo en mi vida real.
En cualquier caso, pese a las inevitables superposiciones temáticas y -obviamente- de puntos de vista, mantengo esta duplicidad porque resulta muy liberadora. No escribo de la misma forma cuando lo hago como Klaus que cuando firmo con mi nombre. Cada uno tiene su propia voz, y aunque pueda parecer esquizofrénico (quizás lo sea realmente), me resulta muy liberador. Los textos de Klaus se escriben solos.
Resulta un poco paradójico que crearas el pseudónimo para evitar que afectara a tu producción ‘seria’, y en realidad te sirva de llave de acceso a entornos más o menos académicos.
Sí, es cierto. Resulta un tanto kafkiano, en ocasiones. Los pseudónimos tienen una especie de ‘valor de marca’ que les confiere un cierto appeal. Esta es una de las razones de que lo siga usando.
¿En qué medios se han publicado tus viñetas? Klaustoon nació como un blog. ¿Lo entiendes como una propuesta fundamentalmente ligada a lo digital?
Mmm… no, no necesariamente. Es cierto que ‘Klaustoon’, como tal, nació como una propuesta digital, primero en la desaparecida revista Trays [Revista digital editada por los alumnos del GSD], y luego en el blog. Pero las primeras tiras que hice, las de ‘Corbu’, se publicaron únicamente en papel. La razón de publicarlo online cuando lo retomé fue puramente logística, y de simple pereza. No me apetecía ir tocando la puerta de diferentes medios impresos hasta conseguir publicarlo en papel. Internet era más rápido, más fácil, me daba más libertad, y tenía un público potencial más amplio. Pero yo en realidad soy un fetichista del papel. No me malinterpretes: mis lecturas diarias son fundamentalmente online, pero paso varias horas semanales en librerías. Crecí rodeado de libros, y así sigo.
Tampoco saco excesivo partido de las posibilidades de lo digital en mis tiras. Desde un punto de vista teórico, me interesan mucho las posibilidades narrativas y expresivas que tiene el cómic digital, y que lleva explorando Scott McCloud desde finales de los 90. Pero lo que yo hago sigue estando pensado desde los mismos parámetros de hace un siglo. Lo único en lo que ha influido el medio ha sido que la inmediatez de publicación y difusión ha dirigido un poco la temática hacia una actualidad que de otro modo no habría tratado. Pero esto también ocurre con las caricaturas editoriales de los periódicos.
¿En qué medios has publicado?
Lo primero que publiqué de manera continua fueron las caricaturas editoriales del periódico ‘The New City Reader’, un proyecto ideado por Kazys Varnelis y Joseph Grima para el New Museum de Nueva York que fue francamente interesante. Tras eso, mis colaboraciones más sostenidas han sido con la serie de monografías Clog, y, en los últimos años, con las revistas Uncube (digital), Arquine y A10, para las que he estado realizando series independientes los últimos años. Aparte de eso, dibujos y textos míos han aparecido puntualmente en Aequus, Architectural Review, Arqa, eVolo, (In)forma, Clog, Conditions Harvard Design Magazine, Harvard satyrical Press, MAS Context, STUDIO, PRAXIS, Project International, Volume, así como en diferentes libros. En el caso de MAS Context, además, colaboré como editor invitado en un número especial sobre arquitectura y narrativa.
Y, volviendo al tema de los arquitectos estrella. ¿Cómo encajan en este discurso tan crítico las caricaturas de esta joven generación de estrellas que has ido publicando en la revista A10? Acabáis de recopilarlas en un libro, ¿verdad?
Sí, desde el primer momento en que Indira [Van’t Klooster, editora de A10] me escribió proponiéndomelo, le comenté que me sentía un poco fuera de mi elemento haciendo unas caricaturas ‘ad maiorem gloriam’ de una serie de arquitectos que representan el futuro de esto de lo que llevo años haciendo mofa y, a veces, crítica muy directa -y ácida. A eso se sumaba que no me siento nada cómodo dibujando caricaturas. La gente tiende a asumir que, porque me gusta hacer humor gráfico, dibujar caricaturas de personas es como una segunda naturaleza. Y no. La caricatura es una disciplina en sí misma que no es la mía. Al final, me lo tomé como un trabajo de ilustración, que me interesaba porque me ofrecía la oportunidad de hacer una serie con una identidad gráfica común. En general, soy bastante anárquico, y utilizo formatos diferentes para cada viñeta, lo que dificulta recopilarlas. Por otra parte, con estas ilustraciones descubrí a algunos profesionales que sí que me interesan. Y si así consigo apoyar el status de estrellas de algunos de ellos, me aseguro seguir teniendo material para criticar de aquí a veinte años…
Y luego está, claro, que soy muy fácil de convencer a cambio de dinero. El libro, ‘Forty & Famous’ aún se puede adquirir a través de Indira (@IndiraS), por cierto (cierro cuña publicitaria).
Algunas páginas del libro ‘Forty and Famous’ (Amilcar Publishers, Mayo de 2016), que recopila las entrevistas e ilustraciones publicadas en la sección ‘Interchange’ de la revista A10 entre 2013 y 2016.
Al hilo de lo que comentabas antes sobre la crítica, es casi ineludible plantearte la siguiente pregunta: ¿crees que la crítica de arquitectura ha muerto?
No, no entiendo este empeño en que nos encontramos en un momento post-crítico. Me parece una afirmación un poco snob. Sí que creo que hay que diferenciar crítica de opinión. La facilidad del acceso a la información, y por tanto a la diseminación del pensamiento propio (y uso este último término con mucha generosidad) hace que haya una sobreabundancia de ‘ruido’. Pero sigue habiendo crítica, muy buena y en muchos lugares a los que ahora podemos acceder. La crítica no ha muerto como no ha muerto el rock.
Hace unas semanas, Santiago de Molina escribía sobre “vivir sin maestros”, ¿podrías radiografiar el panorama actual de la arquitectura española? ¿Y mundial?
Hay tanto que matizaría en ese artículo -sobre el concepto de ‘monumento’, sobre el de ‘maestro’, sobre lo que es una obra menor… que casi necesitaría otra entrevista entera para explicarme. Sobre el panorama actual de la arquitectura… uf. El caso español se me escapa, me temo. No sigo demasiado lo que está haciendo. Y, en cualquier caso, yo a lo que me dedico es a lo intrascendente, lo anecdótico… me siento incapaz de pintar una imagen global, más allá de creer que la arquitectura en general se encuentra inmersa en una crisis de identidad, atrapada entre el recuerdo de lo que ha sido y un futuro que no termina de vislumbrar -o de asumir. Creo que la visión del arquitecto como un hombre del Renacimiento, que lo mismo diseña un edificio que una ciudad, pinta un cuadro, escribe un libro, o monta una exposición es muy atractiva. Pero su tiempo pasó, y creo que la arquitectura debería comenzar a aceptar que la crisis en la que está inmersa no es únicamente producto de la crisis económica, sino algo más profundo: llevamos más de treinta años postergando una reformulación de la profesión que es inevitable, pero que nos negamos a aceptar. Y mirando para otro lado, lo único que hacemos es perder un tiempo estupendo que podríamos estar invirtiendo en reinventar la disciplina… y la educación.
Y ahora, pasemos a algo totalmente diferente…
La arquitectura, tiene abiertos muchos frentes de batalla (LSP, Bolonia, paro, precariedad laboral, COAs, ETSAs, emigración, comunicación, etc), ¿no serán demasiados para la polarización existente dentro de la misma?
No, no me lo parece. Para empezar, porque son personas diferentes las que se baten en cada uno de estos frentes. Tendemos a pensar en ‘La Arquitectura’ como si fuese un ente, autónomo, y homogéneo, y lo cierto es que no lo es. Lo que llamamos arquitectura es en realidad un sumatorio de muchas cosas diversas, tanto en la profesión como en la disciplina. Y creo que en entender esto está la clave para mirar al futuro sin excesiva ansiedad.
¿Cómo ves el futuro de la arquitectura?
Como observador exterior, interesante; menos snob de lo que ha sido históricamente, aunque seguro que conserva oportunidades para el sarcasmo.
¿Qué opinas de los arquitectos que emprenden en nuevos campos?
Me parece inevitable, y no sólo (objeción de conciencia contra la RAE) por una cuestión tan prosaica como la tan cacareada crisis económica -y de la profesión, insisto-, sino por la propia realidad del material humano de que se compone el colectivo: Como comentaba el junio pasado, (también aquí) y también un poco más arriba, las escuelas de arquitectura se nutren de estudiantes con un rango de intereses muy amplio que tiene que ver históricamente con las capacidades básicas que se requerían (ejemplificadas en la dicotomía dibujo / matemáticas). Se busca un perfil interesado en las ciencias, pero con una determinada sensibilidad creativa. Esta mezcla -o esta amplitud- hace que haya un rango de perfiles muy amplio que se interesen por los estudios de arquitectura, ya que parecen ofrecer unas posibilidades de desarrollo muy amplias. Por ello, el hecho de que los arquitectos emprendan en campos periféricos, o sólo tangencialmente relacionados con la profesión tal y como ha sido entendida tradicionalmente no me parece sino natural. Inevitable, diría.
¿Qué proyectos de futuro le esperan a Klaus? ¿Queda Klaus para rato?
Lo segundo depende un poco del día en que me lo preguntes, pero en principio, aún no hay fecha de caducidad prevista. Con respecto al futuro inmediato, quisiera tratar de sacar adelante una exposición monográfica y una publicación de lo que he hecho en estos diez años. También me gustaría publicar un recopilatorio con todas las viñetas de ‘Numerus Klausus’ que publiqué en Uncube. Creo que sería un merecido tributo a la revista, que habría merecido mejor suerte. Aparte de eso, sigo acumulando ideas de proyectos que me encantaría llevar a cabo, pero para las que seguramente nunca sacaré tiempo. Por ahora, voy a intentar obligarme a utilizar todo el material que he producido para hacer otra cosa, que es algo que siempre me da mucha pereza.
Para acabar, ¿qué le aconsejas a los actuales estudiantes y futuros profesionales de arquitectura?
Que se tomen el trabajo muy en serio, y muy poco a sí mismos.
Klaus: arquitectura, cómic y crítica | Klaus
Agosto 2016
Entrevista realizada por Ana Barreiro Blanco y Alberto Alonso Oro. Agradecer a Koldo su tiempo y predisposición con este pequeño espacio.
Otras entrevistas con el autor: La viga en el ojo (2014), Caricature, Hyperbole and the Politics of the Cartoon (2013), Cartooning Architecture and Other Issues (2013), The (not so) fine line (2016).