“No podías dormir. Tenías que trabajar
Siempre luz. (…)
Otra taza de café, otra aspirina”.1“¿Deprimido yo? ¡Ni lo menciones! Me siento bien: soy perfectamente eficiente, feliz, dinámico, enérgico y, sobre todo, competitivo. Voy a correr todas las mañanas, y siempre estoy disponible para trabajar horas extras”.2
“Dentro del surgimiento del capitalismo, la reproducción de la vida se convierte en la forma más esencial de producción. Esto es lo que Michel Foucault define como biopolítica, es decir, el gobierno de la vida como tal y, por lo tanto, el objetivo mismo de la política moderna. Sin embargo, como ha argumentado Paolo Virno, el objetivo de la biopolítica no es gobernar la vida per se, sino gobernar la vida para crear una población laboral explotable”.3
Bajo el mantra ‘ama lo que haces’, se ha generado una suerte de sujeto condenado — esto es, sujeto — , incapaz de concluir nada a largo plazo, sometido al cambio constante, cuya felicidad completa es imposible, porque siempre aspira a una realización mayor. Su personificación más destacada es la del freelance.
“Free-lance” — “Lanza-libre” — hace referencia a una
“persona que vende servicios a empleadores sin un compromiso de largo plazo con ninguno de ellos”.4
Su origen se traza hasta el medievo, donde designaba a aquellos soldados que no estabas atados a ningún amo, pudiendo ser contratados para tareas muy específicas durante un tiempo.5 De mismo modo, el freelance contemporáneo actúa sin un compromiso temporal específico con la empresa que lo ‘contrata’ y de la que, además, no recibe ni contrato ni prestaciones. Como reflejo de aquel, hace visibles los síntomas de la inestabilidad laboral contemporánea, caracterizada por la terciarización y la subcontratación. Detrás de la aparición cada vez más común de este tipo de trabajador liberado —que vive una “libertad en caída libre (…) arrojados a un futuro incierto e impredecible”— ,6 nos encontramos generalmente ante un obrero-cognitivo. Un trabajador creativo sin trabajo específico. El freelance se ‘desplaza’ de una empresa a otra, realizando distintas labores aun dentro de un mismo campo de trabajo, y siempre en búsqueda de nuevos proyectos que le garanticen recursos y capacidad económica por algún tiempo. Si no son bien pagados, y al carecer de una estructura temporal que lo limite, el freelance puede llegar hasta la explotación de sí mismo en largas jornadas autoimpuestas.
Sin embargo, en el trabajo contemporáneo, esta característica de autoexplotación no está limitada al freelance sino que se presenta, incluso, en aquellas empresas y negocios creativos donde el trabajador es asalariado, porque la esencia de este modelo de trabajo no sólo se caracteriza por el tipo de contrato laboral que disponga el trabajador, sino por la forma particular que la vinculación de pasión, afecto y trabajo se presenta como su principal cualidad.
La fábrica, ejemplo de la sociedad disciplinaria, ha dado paso a un nuevo tipo de modelo:
“un nuevo tipo de fábrica móvil, portátil e inmaterial, capaz de generar trabajo en cualquier lugar. (…) [Una] fábrica permanente, atomizada, que evita, por supuesto, la asociación gremial y entre trabajadores”.7
El sociólogo, filósofo y ensayista polaco Zygmunt Bauman definió esta nueva condición como una modernidad de carácter líquido: un periodo no sólo dominado por la globalización, la movilidad y la flexibilidad laboral y social; también donde las ideas de arraigo o pertenencia se han vuelto más frágiles e inciertas, erosionando los lazos afectivos y provocando que lo comunitario ceda frente al individualismo y la competencia:8
“Al mantenernos enfocados en nosotros mismos y en nuestra felicidad individual, [la expresión ‘ama lo que haces’] nos distrae de las condiciones de trabajo de los demás mientras valida nuestras propias elecciones y nos libera de las obligaciones con todos los que trabajan, lo amen o no. Es el apretón de manos secreto de los privilegiados; una cosmovisión que disfraza el elitismo como noble superación personal. El trabajo no es algo que uno hace por compensación, sino un acto de amor propio. Si las ganancias no aparecen, es porque la pasión y la determinación fueron insuficientes. Su verdadero logro es hacer que los trabajadores crean que su trabajo sirve al yo y no al mercado. (…) Nada hace que la explotación sea más fácil que convencer a los trabajadores de que están haciendo lo que aman”.9
Para este trabajador,
“su entusiasmo puede ser usado como argumento para legitimar su explotación, su pago con experiencia o su apagamiento crítico, conformándose con dedicarse gratis a algo que orbita alrededor de la vocación, invirtiendo en un futuro que se aleja con el tiempo”,10
arrojándole, por tanto, a un mundo donde la precariedad alcanza inclusos a sus espacios: desde la casa a la oficina, si es que acaso es ya posible distinguir entre ellas.
“Las fronteras que diferenciaban lo público de lo privado, el tiempo productivo del tiempo de la subjetividad, que definían el espacio social del otium y lo distinguían del espacio laboral del trabajo, están siendo profundamente alteradas […] la subjetividad y el inconsciente han sido puestos a trabajar en todas partes y a todas horas”.11
Pier Vittorio Aureli y Martino Tattara apuntan, a partir del texto La condición humana de Hannah Arendt, que cabe diferenciar trabajo de labor, a partir del entendimiento que el primero está orientado a “la producción de objetos duraderos”.12 —mesas, sillas, poemas o pinturas— , mientras que la labor es “el puro e interminable derroche de la reproducción”,13 —comer, dormir y demás actividades relacionadas con los cuidados, vinculadas por siempre al espacio de la casa— , haciendo que su sentido se amplíe más allá de la consabida y original función de refugio frente a las inclemencias para constituirse como un lugar de trabajo-doméstico que sirve, en realidad, para el mantenimiento de la estructura social. De esta forma, la casa no sólo acoge lo reproductivo, sino que es el espacio productivo central,14 pese a que esa misma casa, en el proyecto moderno, se configurara intencionadamente como una unidad separada del trabajo productivo que acogen lugares como la fábrica o la oficina.
Una separación que, con la llegada de Internet, se está desdibujando. Con el auge actual de las telecomunicaciones, se han expandido y disuelto los límites entre unos espacios y otros; se han deshecho los modelos de organización moderna,15 tanto en el espacio como en el tiempo,16 modelando, desde la actual economía del conocimiento o de la información —definida especialmente por el trabajo cognitivo— , a lo que el filósofo Paul B. Preciado ha denominado como trabajador horizontal, porque las transformaciones sobre los modos y prácticas laborales actúan, incluso, sobre la postura en la opera el cuerpo del trabajador.17
Mientras que la fábrica fordista imaginaba a un grupo homogéneo de personas realizando de pie — verticalmente — un mismo proceso una y otra vez, y la oficina posfordista disponía a sus empleados sentados en el interior de un espacio lo más homogéneo posible, el modelo del trabajador horizontal opera tumbado o en un aparente estado de reposo desde lo que antes eran lugares de descanso y ocio, ‘disfrutando’ de un trabajo que trastoca los límites entre lo público y lo privado. Su aparición es el resultado de
“un capitalismo más omnívoro, que aspira a extenderse a la ‘producción inmaterial’: información, conocimiento, afecto y placer son aquí las nuevas fuerzas de producción”.18
Beatriz Colomina, a partir de un dato destacado en 2012 por el periódico The Wall Street Journal,19 advierte que el 80% de los profesionales jóvenes de la ciudad de Nueva York trabajan desde sus propias camas.20 Esto es especialmente claro en lugares donde el acceso a la vivienda o a un alquiler es difícil o esta limitado a unos pocos:
“En situaciones como Nueva York, donde el espacio es muy reducido, la mayoría de la gente vive en un estudio en el que prácticamente abres la puerta y te tiras en la cama”.21
Para el freelance, la cama se ha convertido en el centro de su universo laboral porque es el espacio de trabajo ‘ideal’: le permite seguir teniendo un lugar donde trabajar pese a no disponer de oficina. De acuerdo a Colomina, en la cama ya ni se duerme, ni se descansa, ni se disfruta algún tipo de placer, salvo el del trabajo. El trabajo invade todo y el sujeto moderno, que había escindido vida y trabajo, “colapsa, con la vuelta a una confusión entre ambas; entre día y noche”.22 El freelance tiende así a vivir en vigilia, pegado a una pantalla —“[su teléfono] es la última cosa que acaricia en la noche y la primera en la mañana”—23 y sometido a un constante monitoreo y plazos de entrega: en la soledad de su lecho, e iluminado por la pantalla, el freelance se mantiene en vilo, despierto y conectado, trabajando para poder llegar a fin de mes.
La cama del freelance encuentra un precedente en la figura de Hugh Hefner. El creador de Playboy se construyó para sí una enorme cama redonda y giratoria que operaba como un centro de telecomunicaciones conectado al mundo gracias a una estación de grabación y difusión multimedia incorporada a ella. Su cualidad móvil pretendía replicar un mundo veloz y cambiante —el de las telecomunicaciones— , que en aquel momento comenzaba a transformar el hogar y el trabajo. Sin embargo, existen diferencias. Si como apunta Preciado citando a Sigfried Giedion el mobiliario sirve para ilustrar la actitud de una época,24 la cama del freelance sólo posee la misma condición móvil del playbloy-conectado en apariencia.25
La realidad es que mientras el playboy necesita hacerse de cosas tangibles y “rodearse de sus muebles —auténticos respaldos semiótico-políticos sin los cuales pierde su identidad”— , el freelance se ve entregado, en muchos casos, a la necesidad de optimizar, a fin de reducir costos, el uso que da a esos muebles y esos espacios, superponiendo actividades o, simplemente, compartiéndolos.
Los freelances, y demás trabajadores-cognitivos-precarios, se definen una sociedad de rendimiento y la optimización. “Estos sujetos son emprendedores de sí mismos”.26
“Probablemente, la mayor parte pued[a] definir[se] como la actualmente empobrecida ex middle class. No [está] totalmente excluid[a] del mercado de trabajo. (…) Gracias al salario, por mínimo que sea, y a lo que queda del Estado social, [logra] tener suficiente como para sustraer[se] a la constante lucha por la supervivencia”.27
Una supervivencia que se ve marcada siempre por la posibilidad de quedar fuera del sistema:
“El trabajo deja de ser empleo en el sentido de que ya no aporta tantas garantías, ni tanta seguridad. Tener un empleo ya no te garantiza una vida digna. Esto nos lleva a la situación en la que el trabajo contemporáneo, el trabajo precario, pasa a ser lo contrario, pasa a ser la fuente de inseguridad, pasa a ser una fuente de incertidumbre y, por tanto, todas esas garantías y seguridades muchas veces colectivas, en forma de derechos sociales, y derechos colectivos, se ven sustituidos por un traslado al riesgo, digamos, que debe adoptar uno individualmente y, por tanto, todo nuestro tiempo de vida tiene que ser tiempo disponible para lo que pueda surgir. Es decir, para encontrar ingresos necesarios para poder vivir toda vez que, cada vez más, en más esferas de la vida, y más partes de la sociedad, hay una incapacidad estructural para reproducir la vida a través del salario. Y esto genera un embudo, porque aquel que no accede a los medios de empleo, no accede a los medios de vida”.28
La solución es convencerse de seguir trabajando,29 derivando en un aumento de los casos de agotamiento y de fatiga laboral:
“enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) definen el panorama patológico de comienzos de este siglo”.30
Sin embargo, como “al turbocapitalismo no le gustan los trabajadores que se dan de baja temporal por razones de salud, y mucho menos por depresión”,31 “la sociedad de rendimiento está convirtiéndose paulatinamente en una sociedad de dopaje”32 café, carbohidratos, azúcares, medicinas y drogas. El cuerpo del trabajador se hiperestimula para mejorar su rendimiento y permitirle “eliminar las sensaciones de cansancio y de hambre”33 y trabajar durante muchas horas de forma ininterrumpida.34
La conexión perpetua da lugar una vida siempre activa pero cada vez más precaria.
“La sociedad de rendimiento tardomoderna nos reduce a todos a la vida desnuda”.35
Habitamos una vida precaria sin propiedad ni privacidad plenas. Somos arrojados a
“una condición desnuda [donde] la exposición se ha desvinculado de su relación con las formas comunitarias que ofrecían, al menos de forma provisional, protección o cuidado”.36
Al tiempo que ha perdido su propiedad inicial — el descanso — , la cama puede haberse convertido en escenario de algunos ‘logros’, como la aparente autonomía del trabajo propio.
Sin embargo, la realidad es distinta y ésta, y el resto de los espacios domésticos y laborales, al ser resignificados bajo la economía cognitiva digital, también han sufrido otras conquistas: la de las corporaciones que no sólo contratan a este trabajador horizontal sin necesidad de invertir en nuevos espacios e infraestructuras arquitectónicas sino que capitalizan sus recursos para beneficio de sí mismas. En la concepción moderna,
“habitar una casa significa aceptar las condiciones (…) de ingresar al régimen económico de la propiedad privada, ya sea como propietario o como inquilino”.
Eso se ha sustituido: lo propio se somete a las pregorrativas del mercado.
Por ejemplo, hace no mucho tiempo, la empresa AIRBNB, el mayor proveedor de alquiler de espacios turísticos de la actualidad pese a no ser propietaria de las casas, utilizaba en su publicidad la experiencia de cómo, gracias al alquiler de sus espacios domésticos, la clase creativa-pero-precaria podía aspirar a seguir manteniendo esa relación de amor y trabajo. Expresiones como “mi apartamento me ayudó a realizar mi primera película” o a “lanzar mi primera start-up” hacen que “la casa dejara de ser un hogar para convertirse en un lugar de actividad económica”.37 en la que sacarle partido monetario es una condición necesaria para mantener la propia economía del sujeto.
Al mercantilizar la vivienda, el espacio que la modernidad había concebido como un lugar separado de lo productivo, se pierde también la conexión con lo propio, con lo privado y, por tanto, con el habitar. La ganancia pasa, en cambio, no sólo en lo ya mencionado — lo económico — sino en la posible generación de experiencias y, sobre todo, de redes profesionales, definidas por el interés económico. El llamado networking que no suele entrar en profundidad lo personal. Después de todo, en “la red no existe un ‘nosotros’, sino más bien un ‘tú’ y un ‘yo’”.38 En la red, no hay comunidad, y si hay algo parecido está movido por la conveniencia profesional.
Esta capacidad de poner en contacto gente que, de otra manera podría no llegar a conocerse, es la base sobre la que se sustenta gran parte de los negocios de coworking.
El mayor de ellos, WeWork, con oficinas en diferentes partes del mundo,39 ofrece su espacio bajo el planteamiento de que los interesados pueden “compartir redes de clientes y proveedores o materiales”.40 Desde ese ‘Nosotros trabajamos’ se ofrece la supuesta construcción de una comunidad (profesional).41 a la que la empresa otorga valiosos recursos: la posibilidad de organizar y programar eventos en el espacio — de los que uno se puede mantener informado desde la propia aplicación de la empresa — ; envíos postales a un menor precio del que lo haría un pequeño negocio por su lado; “café, infusiones y una selección de cervezas artesanales gratis”,42 o acceso a espacios donde recibir clientes o colocarse con su ordenador — mesas de trabajo colectivas, terrazas, cabinas de videollamada o pequeños despachos privados.43
A éstas se les suma que, si se tiene un determinado estatus de miembro — el cual depende de la cantidad que se desembolse — , un trabajador que necesite viajar a otra ciudad puede acceder a cualquier sede en cualquier parte del mundo.44
Finalmente, y en realidad, no importa dónde se esté. Este tipo de oficinas ofrece un catálogo reducido de cualidades materiales en su diseño, a fin de dar una unidad al conjunto: el uso del color y el diseño gráfico, las instalaciones vistas, los acabados en hormigón o ladrillo sin recubrimiento alguno, soluciones tectónicas cercanas al bricolaje, plantas y demás vegetación o murales y neones destinados a una clase trabajadora creativa que necesita un entorno de estímulos donde dar muestra de diferencia e independencia. Pese a ello, los espacios resultantes tienden a ser bastante homogéneos, manteniendo una iluminación y una paleta de materiales, mobiliarios y/o soluciones constructivas muy similares, independientemente del contexto geográfico.
Y ocurre lo mismo con las viviendas sometidas a la dinámica monetaria que impone AIRBNB. Algunos han advertido que, pese a que las decisiones de diseño parten de los propietarios y no de un equipo de diseñadores, ha acabado — quizás sin pretenderlo — por limitar el diseño de muchos de los espacios domésticos.
La velocidad de actualización de estas plataformas problematiza los tiempos de atención y la capacidad de persuasión sobre sus lectores. Por eso que las imágenes buscan ser más espectaculares, para atraer a un espectador que ve pasar cantidades ingentes de información en cada segundo. Consecuencia de esto es que las imágenes que mejor funcionan acaban por parecerse entre sí, ofreciendo soluciones formales ya probadas:
“el ecosistema informacional contemporáneo está repleto de instantáneas de edificios que presentan soluciones formales semejantes, e incluso idénticas, independientemente del lugar de su construcción, de su tamaño o de su función”.45
Dicho de otra forma, el notable reconocimiento de ciertos acabados, texturas y materiales de algunas de las casas en esas plataformas ha derivado en que muchos usuarios, a fin de conseguir un producto más atractivo, expongan y transformen de forma similar sus viviendas.
Así, aquellas que mejor valoración obtienen son en consecuencia extremadamente parecidas entre sí, con independencia de la ciudad en la que se ubiquen. Al menos así lo atestigua la investigación PANDA, realizada por OMA en colaboración con Bengler y presentada en la Trienal de Arquitectura de Oslo 2016,46 en la que se analiza la influencia y el impacto social y político que tienen es tipo de plataformas digitales sobre nuestro territorio.
Si a principios del siglo XXI Internet parecía ser una de las claves de la llamada economía compartida, posibilitando redes alternativas de intercambio de bienes y de conocimiento, hoy la realidad aparece amoldada bajo el interés de unas pocas empresas que dan forma a modelos espaciales desde los que determinan nuestros gustos y formas de relacionarnos. Ello mientras acumulan un conjunto de propiedades cada vez mayor47 y replican con mayor frecuencia las condiciones de precariedad, nomadismo y movilidad social — sea cambiando de ciudad o de silla — , que impiden establecer lo propio. En estas condiciones, el habitar da paso al ocupar — con ‘C’ — , porque ‘habitar’ es, como aseguraba Walter Benjamin, dejar huellas en el espacio, y ocupar, en cambio, es sólo transitar por él, dando cuenta de nuestra actual condición nómada.
Pedro Hernández · arquitecto
Ciudad de México. Mayo 2020
Notas:
1 PEACE, DAVID, 2014, GB84, Faber&Faber, Londres. Citado en FISHER, MARK, 2019, K-PUNK Vol.1, Caja Negra Editora, Buenos Aires.
2 BIFO BERARDI, FRANCO, 2015, En la solitaria cabina de nuestras vidas. Disponible en: https://www.eldiario.es/interferencias/Andreas_Lubitz_6_372422775.html (Última consulta: 30 de agosto de 2019).
3 AURELI, PIER VITTORIO y TATTARA, MARTINO, 2015, Production/Reproduction: Housing beyond the Family, en Harvard Design Magazine #41. Disponible en: http://www.harvarddesignmagazine.org/issues/41/production-reproduction-housing-beyond-the-family (Última consulta: 30 de agosto de 2019).
4 Véase http://www.thefreedictionary.com, s.v. “freelance”.
5 STEYERL, HITO, 2014, Liberarse de todo: trabajo freelance y mercenario, en Los condenados de la pantalla, Caja Negra Editora, Buenos Aires, pág. 128.
6 “Estamos acostumbrados a considerar la libertad como fundamentalmente positiva — la libertad de hacer o tener algo; consiguientemente existe la libertad de expresión, la libertad de buscar la felicidad y la oportunidad, o la libertad de credo. Pero ahora la situación está cambiando. Sobre todo en la actual crisis económica y política, la otra cara de las ideas liberales de la libertad — es decir, la liberación de las empresas de cualquier tipo de regulación, así como la libertad para perseguir implacablemente el interés propio a costa del de todos los demás — se ha convertido en la única forma de libertad universal que existe: libres de los lazos sociales, libres de la solidaridad, libres de la certeza o la previsibilidad, libres del empleo o del trabajo, libres de la cultura, el transporte público, la educación, o de absolutamente todo lo público”. STEYERL, HITO, 2014, Liberarse de todo: trabajo freelance y mercenario, op. cit., pág. 128.
7 ABENSHUSHAN, VIVIAN, 2017, Trabajo, en en HERNÁNDEZ GÁLVEZ, ALEJANDRO (Ed.), Revista Arquine №80 | 20 años, Ciudad de México.
8 “El imperativo de la competencia se volvió dominante en el trabajo, en la comunicación, en la cultura, a través de una sistemática transformación del otro en un competidor e incluso en un enemigo”. BIFO BERARDI, FRANCO, 2007, Generación post-alfa: patologías e imaginarios en el semiocapitalismo, op. cit., pág. 87.
9 TOKUMITSU, MIYA, 2014, In the name of love, en Jacobin Magazine. Disponible en https://www.jacobinmag.com/2014/01/in-the-name-of-love/ (Última consulta 25 de agosto de 2019).
10 ZAFRA, REMEDIOS, 2017, El entusiasmo, op. cit.
11 COMERON, OCTAVI. Citado en Badia, Tere, Marzo, Jorge Luis y Masó, Joana (Eds.), 2015, No es lo más natural. Escritos y trabajos de Octavi Comeron [1965–2013], Universidad de Barcelona, Barcelona, pág. 130.
12 AURELI, PIER VITTORIO y TATTARA, MARTINO, 2015, Production/Reproduction: Housing beyond the Family, op. cit.
13 Ibíd.
14 Aunque no es intención de este trabajo, sería importante comentar que esto también posibilita el mantenimiento de una estructura jerárquica y patriarcal, donde las mujeres han sido relegadas a la invisibilidad del trabajo (labor) doméstico. “No es casualidad que la mayoría de las viviendas formen la base de la familia nuclear, que tanto el estado como la capital consideran un tema dócil y productivo. Esta condición se radicalizó en el siglo XX por el estado de bienestar, que convirtió a la familia en la unidad básica de la reproducción social. Más tarde fue exacerbado por las políticas económicas neoliberales; cuando en la década de 1980 el bienestar comenzó a reducirse drásticamente, la familia se convirtió en la piedra angular del llamado bienestar gratuito”. Ibíd.
15 “La vivienda moderna se concibe como un espacio desconectado del mundo de la producción y completamente enfocado en la reproducción. (…) Se desarrolló como una composición de espacios específicos: ‘dormitorio’, ‘baño’, ‘sala de estar’ y ‘cocina’”. Ibíd.
16 Una de las máximas del movimiento obrero, junto a la mejora de los salarios y condiciones laborales o la prohibición del trabajo infantil, fue la reivindicación de la jornada de 8 horas, que dividía el día en tres periodos de tiempo iguales con ocho horas de trabajo, ocho horas de recreo y ocho horas de descanso, es decir ‘8–8–8’. El objetivo de esta división. En arquitectura, el proyecto moderno acabaría por llevar esta organización al espacio de una forma literal, con ciudades altamente especializadas y sectorizadas, a fin de permitir lo que se denominaba una vida ‘sin fricción’, tal y como proponía Alexander Klein con su ‘Casa funcional’ (1928). Por otro lado, la estructura temporal actual estaría definida por un modelo‘24/7’ siempre en funcionamiento.
17 “La digitalización del proceso de trabajo volvió a todos los trabajos iguales desde el punto de vista físico y ergonómico. Todos hacemos lo mismo: nos sentamos delante de una pantalla y tecleamos, mientras las máquinas automáticas convierten nuestra actividad en un programa televisivo, una operación quirúrgica o bien en un automóvil”. BIFO BERARDI, FRANCO, 2007, Generación post-alfa: patologías e imaginarios en el semiocapitalismo, op. cit., pág. 84.
18 PRECIADO, PAUL B. 2010, Pornotopía. Arquitectura y sexualidad en «Playboy» durante la guerra fría, Anagrama, Barcelona, pág. 146.
19 SHELLENBARGER, SUE, 2012, More Work Goes Undercover: Taking the Office to Bed. Disponible en: https://www.wsj.com/articles/SB10001424127887323551004578116922977737046 (Última consulta: 29 de agosto de 2019).
20 Esta investigación ha sido publicada y desarrollada en distintos escritos de la autora como The century of the bed, The Office in the Boudoir, The 24/7 Bed o Privacy and publicity in the age of social media.
21 COLOMINA, BEATRIZ, 2016, Entrevista con Pedro Hernández: Privacidad y publicidad en la era de las redes sociales, en Arquine. Disponible en: https://www.arquine.com/privacidad-y-publicidad-en-la-era-de-las-redes-sociales-conversacion-con-beatriz-colomina/ (Última consulta: 29 de agosto de 2019).
22 Ibíd.
23 Ibíd.
24 GIEDION, SIGFRIED, 1978, La mecanización toma el mando, Gustavo Gili, Barcelona. Citado en PRECIADO, PAUL B. 2010, Pornotopía. Arquitectura y sexualidad en «Playboy» durante la guerra fría, op. cit., pág. 157.
25 “La cama ultraconectada de Playboy gira sobre sí misma porque ya no necesita moverse de lugar para ser nómada. Playboy inventa con la cama giratoria el nomadismo mediático, que habría de convertirse después en una de las características del consumo del espacio en el siglo XXI”. Ibíd., pág. 159.
26 HAN, BYUNG-CHUL, 2010, La sociedad del cansancio, Herder Editorial, Barcelona, pág. 16.
27 CAMPAGNA, FEDERICO, 2015, La última noche. Anti-trabajo, ateísmo, aventura, Akal, Madrid, pág. 50.
28 MORUNO, JORGE, 2019, Entrevista en Millennium (TVE2): La sociedad cansada. Disponible en: http://www.rtve.es/alacarta/videos/millennium/millennium-sociedad-cansada/4956433/ (Última consulta: 2 de septiembre de 2019).
29 “El sujeto de rendimiento está libre de un dominio externo que lo obligue a trabajar o incluso lo explote. Es dueño y soberano de sí mismo. De esta manera, no está sometido a nadie, mejor dicho, solo a sí mismo”. HAN, BYUNG-CHUL, 2010, La sociedad del cansancio, op. cit., pág. 20.
30 Ibíd., pág. 7.
31 BIFO BERARDI, FRANCO, 2015, En la solitaria cabina de nuestras vidas, op. cit.
32 HAN, BYUNG-CHUL, 2010, La sociedad del cansancio, op. cit., pág. 45.
33 PRECIADO, PAUL B. 2010, Pornotopía. Arquitectura y sexualidad en «Playboy» durante la guerra fría, op. cit., pág. 160.
34 Como advertencia de este trabajo, hay que tener en cuenta que “si bien el intento del filósofo surcoreano Byung-Chul Han de describir el estado actual de las sociedades occidentales es interesante y agudo, en realidad no describe tanto una cotidianidad mundializada, sino una forma de vida — ya hegemónica en los países de “primer mundo” — que en sus intentos de mundializarse ha producido condiciones materiales de existencia diversas. En muchas, el exceso de trabajo — forzado o autoimpuesto — no resulta en cansancio, sino en explotación, esclavitud o muerte. Las sociedades del cansancio son, entonces, una realidad en el primer mundo y un imaginario de exportación mas allá de sus fronteras”. Brinkman-Clark, WILLIAM, 2019, Territorios del apodo, en Arquine. Disponible en: https://www.arquine.com/territorios-del-apodo/ (Última consulta: 12 de septiembre de 2019).
35 HAN, BYUNG-CHUL, 2010, La sociedad del cansancio, op. cit., pág. 29.
36 CRARY, JONATHAN, 2015, 24/7. El capitalismo tardío y el fin del sueño, op. cit.
37 GUSO, GLÒRIA, 2015, Cuando lo privado es público y viceversa, en A-Desk. Disponible en: https://a-desk.org/magazine/cuando-lo-privado-es-publico-y/ (Última consulta: 25 de agosto de 2019).
38 HAAF, MEREDITH, 2012, Dejad de lloriquear. Sobre una generación y sus problemas superfluos, Alpha Decay, Barcelona, pág. 135.
39 Es, por ejemplo, el mayor ocupante de oficinas de Londres.
40 Pajević, Filipa, 2019, As co-working spaces colonise cities, are workers paying the price?, en The Guardian. Disponible en: https://www.theguardian.com/commentisfree/2019/jul/24/coworking-spaces-cities-wework-casualisation (Última consulta: 25 de agosto de 2019).
41 La web de la empresa insiste constantemente en hablar de ‘trabajar juntos’ en una comunidad donde sean más valiosas las relaciones humanas, el logro personal, el emprendimiento, la inspiración o la tenacidad que el dinero. Véase: https://www.wework.com/es-ES/mission (Última consulta: 30 de agosto de 2019).
42 NEATE, RUPERT, 2019, Loss-making WeWork rebrands to The We Company, en The Guardian. Disponible en: https://www.theguardian.com/business/2019/jan/08/loss-making-wework-rebrands-to-the-we-company (Última consulta: 2 de septiembre de 2019).
43 WeWork da servicio no sólo a trabajadores autónomos o freelances que necesitan un pequeño espacio o una mesa donde desplegar su ordenador, también desarrolla sus espacios para acoger a pequeñas, medianas o grandes empresas e incluso laboratorios start-ups, con fórmulas como espacios compartidos u otras donde es esta empresa la que se encarga del diseño completo del conjunto dejando que la marca que lo ocupe sólo necesite colocar su logo o su sello. De esta manera, WeWork sirve para externalizar diversos servicios — seguridad, limpieza, mantenimiento — , encargándose también de “configurar y gestionar la oficina para que el personal sea productivo desde el primer momento”, hasta el punto de ser capaz de transformar el diseño para adecuarlo a los gustos de la nueva marca. WeWork es, en este sentido, un negocio inmobiliario que ha hecho del espacio y de su forma de ocuparlo una filosofía laboral sustentada bajo el lema “Haz lo que amas”. Véase: https://www.wework.com/es-ES/workspace (Última consulta: 30 de agosto de 2019).
44 Esta fórmula orientada a clientes ‘nómadas’ es también propia de otros negocios. Por ejemplo, los espacios residenciales compartidos (‘Co-Living’) están orientádose hacia el establecimiento de varias sedes en diversas ciudades, de forma que sus clientes “pueden elegir uno como base y moverse por los demás según sea necesario”. Véase: https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/923483/que-es-el-co-living-en-la-arquitectura (Última consulta: 12 de septiembre de 2019).
45 LIÑAN, LUIS JUAN, 2017, Copyright en el rastro. De la protección del dibujo a la globalización de la imagen, Actas del Congreso critic|all, critic|all PRESS, Madrid. Disponible en: http://criticall.es/wp-content/uploads/2017/09/Criticall-II_Proceedings.pdf (Última consulta: 2 de septiembre de 2019).
46 Véase: https://oma.eu/projects/panda (Última consulta: 2 de septiembre de 2019).
47 Un caso de esta tendencia hacia el aumento de mayor cantidad de propiedad puede verse, de nuevo, en la empresa WeWork. Rebautizada en 2019 como The We Company, aspira a no sólo ser la ‘sede’ del espacio de trabajo. El negocio se ha ampliado con la creación de WeLive y WeGrow, dedicados, respectivamente, a los ámbitos de la vivienda y la educación. El cambio de nombre, al tiempo, personifica un ‘Nosotros’ que crearía una comunidad. Véase: https://www.theguardian.com/business/2019/jan/08/loss-making-wework-rebrands-to-the-we-company (Última consulta: 2 de septiembre de 2019).