jueves, noviembre 21, 2024
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Agustín Ferrer Casas · Historietista, guionista y dibujante

En esta nueva entrega de la sección Baliza, nos desplazamos hasta Pamplona para charlar con Agustín Ferrer Casas, arquitecto, dibujante y guionista autodidacta, amante de la línea clara y de las historias oscuras. De estilo clásico, tanto en el dibujo como en la técnica empleada.

Curtido en el mundo de los concursos de cómic durante más de veinte años hasta alcanzar la treintena de galardones de diferentes categorías, compaginó éstos con sus estudios de arquitectura y su trabajo como arquitecto técnico hasta hacerse autor profesional en 2011.

Durante es tos años ha publicado en compañía de otros los títulos Gandhi, el maestro de la vida (Editorial SAURE, 2004), La nueva era del sueño (Editorial SAURE, 2005) –estos dos a través de sendos premios- y De muerte (GP Ediciones, 2016), y en solitario Cazador de Sonrisas (Grafito Editorial, 2015), Arde Cuba (Grafito Editorial, 2017) –ganador de dos premios, al mejor álbum en Valencia y al mejor guión en el Salón del Cómic de Donostia en 2018-, Las apasionantes lecturas del Sr. Smith y Cartas desde Argel (West Indies Publishing Company, 2018) –ganador este último del Manchacómic 2016-, además de colaborar en diversas publicaciones del magazine cultural Jot Down.

Su último trabajo es MIES (Grafito Editorial, 2019) una biografía ficcionada sobre el arquitecto alemán Mies van der Rohe y que coincide con el 50 aniversario de la muerte de genial arquitecto, y donde hace un recorrido por su vida y obra.

Agustín Ferrer Casas
Agustín Ferrer Casas

¿Cómo se definiría Agustín?

Difícil definirse uno mismo (risas). Me veo como una especie de eremita que, por motivos laborales y familiares, vive alejado del mundo en su particular cueva. A veces gruñón, distante y antisocial. Y otras empático, locuaz y necesitado de afecto. Lo típico de alguien que ha elegido esta forma de vida tan solitaria.

Alguien me dijo una vez que debería abandonar mi zona de confort ¿Para qué? Entonces no sería yo.

¿Cómo y cuándo fueron tus inicios en el noveno arte?¿Por qué te diste cuenta que querías dedicarte plenamente a ello?

Supongo que de niño, como casi todos los críos, tuve acceso a los clásicos tebeos, Mortadelos y Zipi Zapes pasando por Tintines y Astérix. Mientras que en otros sólo supusieron lecturas infantiles, como yo tenía maña con el dibujo desde pequeño, supongo que en mí inocularon el gusto por los cómics. Pero todo quedó ahí aparcado, en espera de que germinase. Dibujar tebeos no daba tanto lustre como estudiar una carrera. Y si esta era arquitectura…

Muchos años después emitieron por EITB, la televisión autonómica del País Vasco, una serie titulada “Grandes maestros del cómic”. Por allí desfilaban, en episodios monográficos, autores como Moebius, Enki Bilal, Howard Chaykind, Charles Schulz, Miguelanxo Prado, Mattias Schultheiss, Alan Moore, Alberto Breccia, Tanino Liberatore, François Schuiten… Y tuve una epifanía ¡con veinte años! El mundo del cómic se abría ante mí en toda su gloria, en su versión adulta.

Mi nuevo redescubrimiento del Noveno Arte se consolidó a través de un trabajo académico durante mis estudios de Arquitectura en la Universidad de Navarra. La asignatura de Estética me brindó la oportunidad de escribir y documentar un pequeño estudio sobre la estética en el cómic.

Pero una cosa era escribir algo teórico sobre el mundo del tebeo y otra muy diferente saber si era capaz de contar una historia usando las herramientas propias de este medio: la narrativa y el dibujo.

En ese punto se cruzaron en mi camino los concursos de cómic. Aquellos que proliferaron hace años en pueblos, villas y ciudades de nuestra geografía. Y el bautismo de fuego, casualidad, se convocaba a treinta metros de mi casa. Decidí probar suerte participando, para ver si era hábil o tenía dos manos izquierdas para hacer algo decente. Debí de estar capacitado porque gané el primer premio, yo, ¡un novato con su primera historieta corta!

Y así, tomándolo como una distracción y de manera autodidacta, entre estudios primero y trabajo después, durante casi veinte años conseguí una treintena de premios en otros tantos concursos.

Pero como acabo de decir, esto que no era más que un hobby mientras trabajaba en un despacho de arquitectos (por si alguien siente curiosidad, el estudio pamplonés Capilla Vallejo Arquitectos). Fue después de trece años y medio, entrada la cuarentena, que se me cruzaron los cables y decidí dejar ese empleo. Así, inconscientemente. O puede que no.

Durante unos meses colaboré en una revista de “humor” de tirada nacional, El Clímaco, que pretendía hacer la competencia a El Jueves. Mi participación en esta empresa duró los ocho números de la publicación, hasta que quebró.

Sin nada en el horizonte aposté por elaborar una primera historia larga, ambientada en la California de principios de los 60s, con un dentista sin empatía por el dolor ajeno y adicto al LSD como protagonista. En 2014 Grafito Editorial publicó este mi primer cómic, Cazador de Sonrisas. Después vinieron otros títulos hasta MIES.

¿Te encontraste con muchas dificultades? ¿Cuáles fueron las más problemáticas?

La mayor dificultad fue el introducirse en el medio, encontrar un hueco en el mercado. Hasta que no decidí hacerme “profesional” yo no había colaborado en ningún medio (fancines u otros soportes). Sólo había participado en concursos y esos sólo tenían la difusión propia del círculo del certamen, una pequeña exposición (si la había) o una publicación gratuita de las obras ganadoras (con mucha suerte).

Cuando elaboré Cazador de Sonrisas lo hice con la ingenua intención de publicarlo mediante una campaña de micromecenazgo. Por suerte abandoné la peregrina idea de la autoedición al cruzar mi camino con el de Grafito Editorial, que nacía al mismo tiempo que yo acababa esta primera historia larga. Y decidieron estrenar con ella su catálogo.

El mayor problema, una vez publicada una novela gráfica que funcionó bien como fue Cazador de Sonrisas, consistió en encontrar otra historia que superase a la primera. Da mucho miedo no acertar con el tema y que el público lector te abandone.

¿Cómo compaginabas dibujar historias con la arquitectura y la docencia? ¿Qué experiencia te aportó?

Durante los años en los que trabajaba en el despacho me limitaba a hacer historias de no más de cuatro páginas, seis a lo sumo, a un tamaño DIN A3. Y no superaba las tres o cuatro historias al año ya que sólo dibujaba en fin de semana, si podía. Tampoco pretendía ni podía hacer más puesto que los concursos, conforme adquiría más años, iban reduciéndose en número. Por suerte seguía ganándolos, lo que me daba el empuje necesario para el siguiente.

Esta experiencia de años me proporcionó los recursos de estilo que me hacen reconocible. Trabajo a mano y esto puede ser una primera marca de identidad. Y además limó mis maneras a la hora de contar historias, que eran cortas. Como aquellos que escriben relatos cortos en narrativa, esto me sirvió como entrenamiento a la hora de contar historias más largas.

Agustín Ferrer Casas
Agustín Ferrer Casas

¿Cómo es el día a día de Agustín a la hora de comenzar y elaborar una novela gráfica?

Sólo puedo definir mi método de trabajo porque difícilmente creo que sea útil para otros autores: no tengo método de trabajo (risas).

Y no puedo decir cuál ha sido la manera en que se inicia un trabajo puesto que los pocos libros que he hecho han tenido todos génesis diferentes. Salvando este pequeño escollo, la inspiración o el encargo, el resto del proceso es prácticamente igual.

Previamente intento documentarme lo máximo posible sobre el tema que voy a abordar. Independientemente de que sea una ficción o se base en hechos reales –que pueden ficcionarse en beneficio del dramatismo y la licencia narrativa. Es en este momento cuando leo todo lo que logro encontrar de la época o la situación en la que va a desarrollarse la historia. Aparte de eso busco todas las imágenes posibles que puedan ayudarme a la hora de dibujar. Me da igual que sean fotos, documentales, películas, etc.

Sobre una sinopsis bastante elaborada, en el que no figuran diálogos, calculo cuantas páginas va a ocupar cada escena, siempre pensando en un número par –o impar si estamos hablando del comienzo o final del cómic. Más o menos lo compongo mentalmente. Después, al desarrollar la parte escrita, ratifico si me estoy quedando corto o no en esa adjudicación de páginas, pero sin dibujar nada más que el rectángulo de la hoja, nunca el contenido interior.

Cuando paso a dibujar cada escena es el momento en el que aboceto, de aquella manera, el contenido de esa página. Esa escena la tengo escrita previamente, a la manera de un guión en el que figuran los diálogos, pocas veces (o ninguna) la descripción de la escena. No lo considero necesario puesto que la tengo en la cabeza. Generalmente el A4 que represento no llega a ser mayor de 6x4cm y siempre pienso en el contenido de la página siguiente, aunque no se trate de una página doble. Más que nada por dar continuidad a la escena cuando se tiene el libro abierto, viendo página izquierda y derecha simultáneamente. Puede que esté contando perogrulladas, pero a mí esto me ha funcionado siempre.

Después el proceso es el clásico –para mí, repito. Hago el boceto en A4 a lápiz (o A3 apaisado si es una página doble), calco el resultado sobre un papel Canson de 160g/m2 de color gris trianon (mi preferido), vuelvo a dibujar a lápiz sobre ese papel, entinto con rotulador calibrado fino, borro el lápiz, humedezco el papel y lo fijo a un tablero con chinchetas para que no se deforme con el uso de las acuarelas. Dejo que se seque, salvo que tenga que hacer un cielo, en cuyo caso uso la humedad del papel para trabajar con la aleatoriedad que permiten acuarelas y acrílicas. Cuando está el papel seco, pinto y coloreo como un crío. Acabado este trámite delimito los contornos con rotuladores calibrados, valorando con grosores las diferentes profundidades de lo dibujado. Lo cercano más gordito y lo lejano más fino, cuando no difuminado. Y, por último, escaneo el resultado, limpio y corrijo alguna pifia, que yo también me equivoco, y maqueto la página con sus bocadillos y textos.

Así que, salvo la fase de escaneo e introducción de textos, el resto del proceso es analógico.

Esto lo repito con cada serie de escenas. Es decir, voy teniendo páginas terminadas. No hago un storyboard preliminar, ni aboceto todo el cómic, después lo entinto y al final coloreo. No puedo con ese método. Prefiero el mío, más anárquico, que es mi área de confort a fin de cuentas.

¿Cómo es el proceso de diseño, desarrollo y comercialización de una creación de Agustín?

Esto a mí se me escapa un poco. Puedo hablar de la estrategia que seguí con MIES, que puede acercarse más a la pregunta que planteáis.

En este caso todo encajaba en un principio. Cuando comencé a trabajar en 2015 en MIES tuve claro que su publicación debía coincidir con la fecha del 50 aniversario de la muerte del arquitecto alemán. Después abandoné el proyecto temporalmente para crear Arde Cuba por encargo editorial y cuando lo retomé en 2017 los plazos se habían acortado y tuve que reducir propósitos (número de páginas y cosas a contar que se iban a quedar en el tintero por falta de tiempo).

Durante el desarrollo del trabajo iba enseñando pequeñas muestras del mismo a través de las redes sociales, lo que me permitió crear expectación entre mis lectores y nuevos allegados al proyecto, sobre todo del sector arquitectónico que tenían curiosidad por saber en qué iba a acabar lo que les mostraba.

Cuando ya se acercaba la fecha de cierre de mi trabajo, mis editores fueron recabando información de los posibles canales de difusión de la obra, sobre todo en el ámbito de la arquitectura y el diseño. De hecho tuvimos una reunión con la dirección de la Fundació Mies van der Rohe en Barcelona con el fin de dar a conocer la propuesta justo un año antes de su publicación en papel. Y yo por mi parte busqué la ayuda de quien, sin saberlo, más aportó a la génesis del cómic, la periodista e historiadora de arte Anatxu Zabalbeascoa –en una operación de acoso vía Twitter, he de reconocer con sonrojo. Quería que, ya que mi MIES se inspiraba en un artículo suyo publicado en 2014 en El País Semanal, participase en él con un epílogo.

Crucial fue la colaboración de Anatxu para que también entrase en el proyecto el arquitecto británico Lord Norman Foster redactando el prólogo. Con todo esto,

¿qué podía salir mal?

La comercialización posterior ha sido tema de la editorial. Sólo diré que la difusión proporcionada por la Fundació Mies van der Rohe y la labor de la editorial informando a los diferentes medios antes mencionados han servido para que el libro haya expandido su palabra por Europa, Asia y América. La figura de MIES tiene un tirón increíble. También se suma a esto que la mítica escuela Bauhaus cumple 100 años este 2019.

Todo ello ha contribuido para que MIES haya salido del ámbito habitual de la novela gráfica. ¿Qué pasará con títulos que no cuenten con tantos puntos a su favor? Esa es la incertidumbre y el miedo de todo autor.

¿Cómo escoges y moldeas los personajes de tus novelas gráficas?

Me gustan los personajes oscuros, con vidas poco comunes, que tengan una vena un tanto canalla pero que resulten atractivos a los lectores y se hagan querer. Ese fue el recurso que usé para mi primer personaje de novela gráfica, el doctor Herbert F. Dunne, en Cazador de Sonrisas. Tal vez eso mismo sea lo que me atrajo de la figura de MIES y puede que también me vea reflejado tangencialmente en su persona. Ya se sabe, la búsqueda de la creatividad que corre de la mano de la libertad personal.

El trasladar esas personalidades al cómic y lograr transmitir sensaciones al lector se consigue mediante las expresiones, los ademanes físicos, las manos, los gestos, sus comentarios o formas de hablar e incluso de callar. Hasta en el cómic el recurso de los silencios suelen ser muy descriptivos. Y los personajes se dejan hacer, como actores en una película. En mi particular película.

¿Cómo se llega a contactar y fichar por una editorial?

De nuevo vuelvo a hablar sólo de mi experiencia, porque creo que difiere del duro camino de otros dibujantes. Enviar sinopsis, muestras, descripciones de personajes, ideas, etc., a las editoriales suele ser lo habitual. Y lo habitual también es ser rechazado con buenas palabras (en los mejores casos).

Yo envié mi primera historia larga, Cazador de Sonrisas, totalmente acabada a Grafito Editorial que en aquellos momentos buscaba dibujantes, guionistas e historias para comenzar su andadura como nuevo sello. Creo que con la primera conversación les resulté un tanto chocante. Pero cuando vieron que tenían una historia completa quedaron epatados. No sabían si publicarla o no. Era una historia que podría definirse perfectamente como un thriller, pero el cóctel mezclaba LSD, bondage, sexo light, asesinatos, ortodoncias, parafilias y personajes oscuros en la luminosa California de los años 60s.

Al final decidieron apostar por ella y hasta ahora, que va por su segunda edición. Tres títulos míos llevan su sello y han vendido los derechos de los mismos en el extranjero.

Si hablo de los dos títulos de West Indies Publishing Company hay que decir que también hay una mezcla de amistad y compromiso con el mundo del cómic en su edición.

Por tanto, hasta ahora no he conocido en mis pies los afilados guijarros que siembran los ásperos caminos que llevan hasta las puertas de las editoriales. Y si los he pateado llevaba unas buenas botas que me daban confianza para pisar fuerte.

Agustín Ferrer Casas
Agustín Ferrer Casas

¿Cuál fue el momento crítico una vez comenzado el salto al campo editorial?

Lo más preocupante resulta el mantener el nivel en todos los sentidos. Después de un primer título se busca que el siguiente libro sea mejor que el anterior. Y hay que mantener la fidelidad de los lectores. Eso se consigue publicando ese nuevo título en el menor tiempo posible, lo que es un inconveniente en mi caso. Soy meticuloso en mi trabajo y no escatimo esfuerzos en el resultado. El primero que tiene que estar satisfecho con mi trabajo tengo que ser yo.

Así que el tiempo y la inspiración son los dos principales problemas cuando se ha conseguido dar ese salto.

¿Cuáles son tus referencias?

Sólo puedo mencionar como referencias las propias como autor. En mi caso comencé como dibujante muy influenciado por la obra de autores consagrados como Moebius y Enki Bilal. A nivel local aprecié sobremanera el trabajo de Miguelanxo Prado y Das Pastoras.

Posteriormente me di cuenta de que, con un estilo propio y reconocible, podía admirar a otros autores, pero no necesariamente tomarlos como modelo.

¿A qué segmento de público/cliente te diriges?

Mis títulos se dirigen a un público adulto, con inquietudes diversas (políticas, sociales, históricas, estéticas…). Por suerte en el mercado del cómic hay tanta variedad de títulos como de lectores, aunque creo que hay que potenciar que el número de estos últimos aumente. No ya haciendo que se reproduzcan físicamente, que sería un método agradable y divertido, sino creando lectores desde las escuelas, con los niños ya “hechos”. Las bibliotecas escolares deberían estar bien nutridas y el fomento de la lectura no ser sólo palabras.

¿Cómo y para qué utilizas las “nuevas tecnologías”? ¿La “red” ha facilitado tu labor?

Pasé trece años y medio sentado en una silla, frente a un ordenador dibujando planos de arquitectura y sus derivados. Parecía que estaba haciendo diálisis agarrado al ratón. Aparte de eso, estuve dando clases de AutoCAD durante doce años como profesor asociado en la Universidad de Navarra (hasta que el Plan Bolonia me defenestró).

Creo que tuve suficiente dosis de “nuevas tecnologías”.

Mi trabajo es 90% analógico y sólo para retoques o maquetaciones uso la informática. No queda más remedio.

Otra cosa es el uso, no por gusto, que tengo que hacer de las redes a fin de difundir y publicitar mis labores para dar señales de vida ante los lectores. Pequeñas muestras, recordatorios de dónde encontrar mis títulos y anuncios de presentaciones de los mismos. No tanto como quisiera, porque no soy digital y, si no me sé administrar bien, me roba mucho tiempo de trabajo.

Eso sí, disfruto contando a través de Facebook mis pequeñas escapadas a los escasos eventos en los que participo y donde añado, siempre que puedo y como divertimento, un pequeño relato medio ficcionado dedicado a lectores voyeuristas, que los hay.

Agustín Ferrer Casas
Agustín Ferrer Casas

¿Compaginas o complementas esta actividad con otras labores o en otros campos?

No. Me dedico únicamente, en todo el tiempo que me permite mi labor de cuidador familiar, a esta profesión de dibujante y guionista. Es lo bueno, o malo, de tener la oficina en casa.

Me resultaría imposible hacer nada más porque todo esto me ha pillado con una edad provecta que me supera. Como mucho, muy de cuando en cuando, hago alguna ilustración de encargo para algún cliente con posibles y buen gusto.

La arquitectura, tiene abiertos muchos frentes de batalla (LSP, Bolonia, paro, precariedad laboral, COAs, ETSAs, emigración, comunicación, etc), ¿no serán demasiados para la polarización existente dentro de la misma?

¿Cómo ves el futuro de la arquitectura? ¿Y el de la profesión?

¿Qué mejoras crees que son fundamentales y que deberían ser puestas en marcha de forma inmediata?

Contesto a todas estas preguntas con una sola:

¿por qué creéis que dejé la arquitectura y todo lo relacionado con ella? (Risas).

Por no dar pie con esta contestación a la pregunta: entonces,

¿por qué demonios hiciste un cómic sobre Mies van der Rohe?

diré que tenía una deuda con la arquitectura y la figura de MIES me parecía soberbia y lo suficientemente jugosa como para ofrecer a los lectores una novela gráfica sobre su obra, pero sobre todo, sobre su persona. Y este libro estaba destinado al público generalista, por lo que no era sólo un compendio de sus obras, sino que también se relatan, y ficcionan en algunos casos, episodios de su vida. Por suerte Mies es tan emblemático que el mundo de la arquitectura ha tomado con devoción este libro al que tanto tiempo y trabajo he dedicado.

Agustín Ferrer Casas
Agustín Ferrer Casas

Como “emprendedor” ¿qué opinas de los arquitectos que “abren y/o recuperan” nuevos campos y/o enfoques de la profesión?

Puntualizo lo dicho por otros muchos: odio el término “emprendedor” que se han sacado de la manga los políticos y economistas liberales. Parece algo divertido y gozoso eso de lanzarse a la aventura, a emprender. Ni es divertido ni gozoso ser profesional autónomo. Ese es el término correcto.

Ahora, contestando la pregunta diré que cuando una puerta se cierra de golpe, en tus narices, es necesario buscar otra abierta. Incluso una ventana. No queda más remedio que innovar, reciclarse, buscar tu nicho (laboral, no mortuorio) en el que destacar. No puede quedarse uno en casa esperando a que lo llamen (aunque a mí ha llegado a pasarme).

¿Estás contento con la trayectoria realizada hasta ahora? ¿Qué proyectos de futuro te esperan?

Contento estoy, no puedo quejarme. He entrado, pasada la cuarentena, en un medio en el que se debe competir con autores más jóvenes, de mucho talento e ideas frescas, e incluso formados académicamente y que se renuevan continuamente. Aunque ahora mismo no puedo ser muy objetivo, recién acabado MIES. Es un momento semejante a una depresión postparto que durará hasta que tenga un nuevo proyecto en las manos.

Y hablando de esto, aún no tengo un nuevo libro en mente. Supongo que alguien pensará que lo lógico sería continuar con la senda abierta por MIES, trabajando sobre otro arquitecto conocido del estilo de Wrigth, Le Corbusier, Kahn… Pero eso sería encasillarme en una temática y ese no es el camino. Sí que podría hablarse de alguna figura femenina del ámbito de la arquitectura, siempre a la sombra de otros hombres arquitectos, socios e incluso esposos. Sería un enfoque interesante, reivindicativo y necesario.

Para acabar, ¿qué le aconsejas a los actuales estudiantes y futuros profesionales de arquitectura?

Lo mismo que a los futuros autores de cómics: que se dediquen a otra cosa (risas).

Ahora en serio, que se formen, se preparen bien, se interesen por lo que se hace fuera de su ámbito cercano… Muchas veces centrarse sólo en lo que a uno le gusta (o lo que gusta a sus docentes, pensando en satisfacerlos) hace que se pierda la perspectiva. Una cosa es contaminarse y otra diferente ver lo que está bien y lo que no. Crearse una opinión siempre es bueno. Pero para eso antes hay que aprender.

Y, por supuesto, aprender de los grandes. Mies es un ejemplo.

Agustín Ferrer Casas
Agustín Ferrer Casas

Agustín Ferrer Casas · Historietista, guionista y dibujante
Mayo 2019

Entrevista realizada por Ana Barreiro Blanco y Alberto Alonso Oro. Agradecer a Agustín su tiempo y predisposición con este pequeño espacio.

Ana Barreiro Blanco
Ana Barreiro Blancohttps://tallerabierto.gal/gl/
Arquitecta y socia fundadora de gestión cultural taller abierto
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