De esta manera cuando la barrera natural (el accidente geográfico) usado artificialmente para proteger el ecosistema interior, es insuficiente, inadecuado o inexistente para el uso económico o social deseado, entonces el hombre desarrolla no sólo la artificialidad sobre lo natural sino que da un paso más y construye una frontera ex-novo. Es un invento que salva a la deficiencia natural, y entorno a la mejora de esta deficiencia el concepto de recinto protector artificial irá variando, adaptándose también al progreso y mutación de la posible agresión que proviene del exterior. Resultado de ello, son la valla, la empalizada, la muralla como limites artificiales, recintos protectores, contenedores de funciones que no deben desarrollarse fuera de ese medio controlado y que así se mantienen a salvaguarda. Es aquí donde el límite artificial se descubre a sí mismo como arquitectura original1 que demarca ámbitos, que delimita espacios vitales.
La interpretación más básica y tradicional que el hombre hace sobre la idea de frontera (ahora ya entendida como barrera fabricada) se concreta en dos sencillas formalizaciones: la de empalizada (objeto interpuesto de manera que solo es posible acceder por su rotura o por salto) y la de foso (vaciado pensado de forma que el acceso solo es posible por vadeo). Ambas estrategias de interposición tratan de crear un desequilibrio de fuerzas, concretado en el propio límite, entre lo exterior que intenta acceder y lo interior ya establecido, derivando su formalización de la noción de convexidad o concavidad que la naturaleza ejemplifica a través de las diferentes orografías que se concretan en la cresta, montaña o cordillera y en el valle o cuenca, contenedor pasado o presente del paso de las aguas.
A su particular léxico el límite como frontera ha ido añadiendo un vocabulario específico relacionado con la idea de evitarlo como accidente. Vadear, bordear, saltar, atravesar, penetrar…. Acumulando todos ellos en su interior el significado de lucha para salvar la resistencia y la oposición al tránsito que antes referimos.
Todos estos términos son susceptibles de ampliar, concretar y especializar sus significados, al acercarse a la arquitectura tanto en la escala de la ciudad, como en la de lo doméstico, cercano al individuo y su grupo familiar más reducido, separando el mundo público en el que se realiza la vida social, del mundo privado e interior de la familia a través de un cerramiento. Este último, la fachada, termina inventando y definiendo, conjuntamente con la idea de protección cenital, el techo, la propia esencia de la arquitectura: un recinto y una cubierta. Sólo entonces, después de poner limites, de separar mundo privado y público, naturaleza agresiva y espacio de protección, surgirá toda la riqueza de interpretaciones que las distintas culturas añaden sobre este concepto germinal, hasta llegar a los distintos grados de elaboración y artificialidad en arquitectura.
Frontera como artificio, es por tanto uno de los conceptos básicos sobre el que la arquitectura evoluciona se modifica y reinventa. El recinto en todas sus escalas, como espacio de uso que alberga lo doméstico y que retiene en unas ocasiones al mundo natural y en otras al mundo público que son origen de la agresión al núcleo interior, ya sea éste individual o de clan y que cada cultura interpretará de forma diferente.
Luis Gil Pita, arquitecto
Santiago de Compostela, Noviembre 2019
Notas:
1 Original como generadora, de arquitecturas que derivan de esta idea fundacional.
El plan como herramienta de desbordamiento de la frontera | Luis Gil
Capítulo del artículo Alegoría de la frontera y el límite, publicado originalmente en la revista Obradoiro nº34, invierno de 2009.