‘Yo aún así estoy deformado por los nexos con las cosas que me rodean. Como un molusco que vive en su concha, así yo habito en el siglo XIX, que está ahora delante inútil como una concha deshabitada. Me lo pongo en la oreja.’
Walter Benjamin
Aldo Rossi decía de su arquitectura que las cosas se veían con gran fijeza. Seguramente en sus primeros proyectos esa ‘fijeza’ sea más palpable, reconocida en obras prácticamente aisladas de su contexto, con una pureza formal que nos habla de una arquitectura concebida como un objeto, quizás fruto de la primacía que el milanés daba al escenario respecto al acontecimiento1.
Sin embargo esa hieraticidad de sus objetos va diluyéndose con la evolución de una carrera cimentada en unos postulados teóricos de gran complejidad a edad temprana. Se pierden las reconocibles cafeteras, casetas de playa, frisos y líneas puras, apareciendo ciertas distorsiones fruto de la relación de estos objetos con un contexto que no coincidía con el entorno de proximidad, si no a lo que el propio Rossi llamó ‘Ciudad análoga’, fuertemente relacionada con concepto de analogía de Gustav Jung2 y el vedutismo, especialmente por las visiones de Canaletto sobre Venecia en las que se alcanza una precisión cartográficoa de un entorno que mezcla realidad y ficción, incorporando edificios paladianos que no fueron más allá del proyecto a la escena real de Venecia, ofreciendo una visión personal que constituye en sí misma una ciudad, la ciudad análoga.
Es sabida la afición de Rossi a coleccionar lo que el fotógrafo Man Ray bautizó como ‘Objetos de mi afecto’. Para el americano no era más que una forma de flirtear con el dadaísmo retratando objetos descontextualizados o separados de su función original, sin embargo para el italiano eran un cuaderno de bitácora de objetos reconocibles, fijos y rígidos de los que se servía el proyecto o la memoria para recrear esa ciudad análoga que deformase e influyese su arquitectura y la alejase del purismo de sus primeras obras. Así podemos realizar una disección precisa de las influencias de Rossi para su arquitectura si observamos los brillantes dibujos y fotografías que acompañaban al arquitecto italiano en cada etapa, con una respuesta construida en relación directa con estas influencias que con tanto empeño camuflaba e incluso negaba.
Seguramente la principal diferencia entre los objetos de afecto de uno y otro radique en la actitud de cada uno a la hora de enfocar la disciplina, y seguramente la vida. Observamos en la obra de Rossi un interés casi compulsivo en la acumulación de objetos con una relación formal directa con sus proyectos posteriores, una lectura tremendamente pragmática del entorno que a pesar de su basta cultura e interés por otras disciplinas y corrientes, un acercamiento analítico a la realidad que lo rodeaba con el firme objetivo de extraer las trazas formales que ordenasen sus proyectos y proporcionasen esa carga semiológica que tanto le preocupaba. Anotaciones precisas, bocetos repetidos hasta la saciedad y un orden de prioridades en el dibujo que jerarquizaba lo realmente importante de cada apunte: las chimeneas, cafeteras, construcciones parafinadas y el juego de luces y sombras. Una mirada disciplinada, de arquitecto que nunca ha roto un plato.
Por el contrario Man Ray utilizó sus objetos de afecto como medio de exploración de los límites de una disciplina que menospreciaba3. La relación que el americano establece entre estos objetos con su obra posterior carece de cualquier relación formal, incluso en aspectos técnicos, en los que fue un visionario. Utiliza estos objetos como base de un pensamiento que buscaba convertir la fotografía en arte. Con el mismo interés que el milanés por el atractivo de manipular la realidad pero desde una perspectiva mucho más radical, más liberada.
Está en los nexos que se establecen entre la capacidad de análisis y aprehensión de la realidad y la obra realizada, la mayor complejidad de todo proyecto artístico. Entablar una amistad entre el pasado, el lugar, las personas y el presente. Relación compleja y difícil de gestionar. No me atrevería a establecer las reglas para conseguir un perfecto equilibrio, pero Eduardo Galeano, gran disfrutador de la cultura indígena, nos cuenta en el ‘Ventana sobre la memoria’, el ritual de iniciación entre artesanos en la selva amazónica. Cuando el alfarero viejo, próximo a retirarse, le ofrece su mejor pieza al alfarero joven, este no guarda la vasija para admirarla y tratar de conseguir una pieza mejor, si no que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedazos y los incorpora a su arcilla. Man Ray dejó claro en su epitafio su actitud ante la vida ‘Unconcerned but not indifferent’. A Aldo Rossi, quizás le hubiese hecho falta romper algún plato más.
Jorge Rodríguez Seoane, arquitecto.
Santander. Septiembre 2016
Notas:
1. ‘Siempre he afirmado que los lugares son más fuertes que las personas, el escenario más que el acontecimiento.’ Aldo Rossi
2. ‘He explicado que el pensamiento lógico es el pensamiento expresado en palabras, que se dirige al exterior como un discurso. El pensamiento analógico o fantástico y sensible, imaginado y mudo, no es un discurso sino una meditación sobre materiales del pasado, un acto volcado hacia dentro. El pensamiento lógico es pensar con palabras. El pensamiento analógico es arcaico, no expresado y prácticamente inexpresable con palabras.’ Correspondencia privada entre Carl Gustav Jung y Sigmund Freud.
3. Man Ray escribió un artículo muy crítico con su profesión titulado ‘La fotografía no es un arte’. Preguntado años después si había matizado su postura respondió, ‘Si, ahora creo que el arte no es fotografía.’