Pudiéramos pensar que cuando utilizamos el término conversación nos acercamos a describir lo que entendemos por diálogo, y por extensión por monólogo, pero en realidad son expresiones distantes. Tener una conversación queda alejado de impartir o imponer lógicas o desafíos duales o individuales.
Se emparenta de forma más precisa con agruparse intencionadamente para proceder a dar vueltas decisivas sobre algo, sin saber necesariamente cuál va a ser el resultado final. No en vano el latino –versare– indica movimiento, cambio, transformación. La disponibilidad a la conversación denota voluntad de adaptación, de ajuste y acomodo.
No se trata de convencer, se trata de vencer la incertidumbre mediante la apertura frente a la disposición común (de ahí que la «conversión» se refiera a cambiar de religión). Conlleva por tanto volver y devolver de manera frecuente los criterios de unos con los otros. En definitiva se trata de entrelazar, entablar vínculos aproximativos dentro de un colectivo con intereses comunes.
A menudo se concibe con cierta ingenuidad que hacer arquitectura es un acto individual. Pero rara vez es así. La arquitectura es siempre una actividad compleja, y provoca dinámicas de una diversidad tan intensa como recurrente. Por ello acudir al recurso de la conversación, activa y perspicaz, es la más atinada imagen de la actitud pragmática que se hace necesaria.
La praxis arquitectónica incide en la conveniencia de la confrontación, en cultivar y definir la actitud crítica en busca de acuerdos colectivos. La arquitectura para ser posible debe ser algo compartido, discutido y acordado por muchos. Estamos ante una disciplina, experta y útil, que atiende a intereses y objetivos múltiples.
Acudir a practicar una conversación no es sólo buscar conciertos convenientes, es sobre todo asumir que se debe abrir la capacidad de respuesta a todo aquello que haga coincidir los muchos intereses en juego. Conversar es conocer, y también reconocer, todo aquello que importa.
Hay que concluir que saber conversar llega a ser indispensable para tener éxito. Y es que tener éxito, tener una salida triunfante, se demuestra que no depende sólo de uno mismo.
Qué es lo que hacemos sino una conversación.
Sergio de Miguel, Doctor arquitecto
Madrid, diciembre 2016
Publicado en Grupo docente y de investigación para la arquitectura Grupo 4! de la ETSAM.