La arquitectura es, por su propia naturaleza, una disciplina mediada.
Al contrario que un pintor o un poeta, el arquitecto ve cómo su idea toma forma a través de numerosos intermediarios. Es parte de esa gruesa piel disciplinar que hace de la arquitectura un lento paquidermo ante la eclosión de nuevas vanguardias, pero que al mismo tiempo la protege de la vacuidad absoluta, de la nada y el solipsismo.
Sin embargo, existen otros agentes impostados que están presentes en el proceso de materialización de una obra de arquitectura. Cada vez son más.
No sabemos desde cuándo.
El primo Ramón
Esmirna, otoño de 2013