Chris Ware no es un chico fácil1. No es el gran hombre americano. Uno no se lo imagina como capitán del equipo de fútbol de su instituto ni como un antihéroe canalla. No. Su porte desgarbado, su cráneo despoblado y esas gafas redondas le confieren un aire de hombre gris, de esos que te encontrarías al otro lado de cualquier mostrador institucional. Pero esa fachada esconde un interior subversivo, satírico y mordaz; cobija un autor de ironía recalcitrante.
Ware retrata con dureza hiriente al hombre medio occidental: su Jimmy Corrigan, un alter ego que él se empeña en negar, nos obliga a hacernos preguntas acerca de nosotros mismos. Este autor no imagina superhéroes ni provoca carcajadas. Su estética es gélida, sus personajes asépticos y sus escenarios hieráticos. Pero pocos ponen en duda el colosal valor de sus aportaciones al tebeo como medio narrativo.
Las razones son muchas, pero quizá la principal cualidad de Ware sea su capacidad para jugar con el tiempo contenido en las imágenes: en sus historietas, el tiempo se vuelve elástico, se contrae y dilata auxiliado por un sinfín de mecanismos narrativos. Cubre páginas enteras con viñetas solo sutilmente diferentes entre sí para lograr un ritmo repetitivo que parece suspender la narración, dando como resultado unas asombrosas páginas fractales; en otras ocasiones, intercala alambicados diagramas o instrucciones para dar forma a un recortable en medio de la historia; y siempre subyacen en su estética agudas referencias al diseño gráfico americano de décadas ya lejanas.
Al mismo tiempo, Ware es consciente de la importancia que ha tenido el formato en la historia del cómic, desde las tiras de prensa de finales del XIX hasta las actuales novelas gráficas. Y él ha ensayado todos ellos de una forma libre, promiscua, casi lasciva. Su Building Stories ha sido el experimento total desde ese punto de vista; imposible mirar un tebeo con los mismos ojos después de haber tenido esa obra en las manos. Como imposible es mirarse a uno mismo del mismo modo después de haber conocido a Jimmy Corrigan.
Notas
1. Durante una charla dentro de un curso sobre arquitectura y dibujo presenté a varios autores de cómic cuyo trabajo se relacionaba con la ciudad; mostré trabajos de Mattotti, Fior o Delisle. Por último hice referencia a Building Stories. Al finalizar, pregunté a los presentes qué grafismo les había resultado más atractivo y cuál menos. En el primer caso la respuesta fue diversa; en el segundo fue unánime: Chris Ware.