Las arquitectas pioneras: la presencia de la ausencia (III) | Cristina García-Rosales
Hagamos un salto en la historia y de 1900 vayamos a 1920-30, a los llamados felices años 20. Aunque se asuma que estos años pertenecieron a la mujer, sólo les correspondieron en determinados clichés: como el de mujer “garcon” fumándose un cigarrillo, o tras el volante de un automóvil. En cualquier caso, fue el inicio de una revolución teórica y práctica, de la que hoy continuamos aprendiendo.
Cuando en 1927 la joven Charlotte Perriand de 24 años, entró en el estudio del Arquitecto Le Corbusier en busca de trabajo, éste le contestó textualmente:
“Desgraciadamente, Madame, en este taller no bordamos cojines».
Pero al ver sus diseños de tubo cromado, cambió de opinión, la contrató, y durante 10 años crearon en conjunto las piezas más emblemáticas del mobiliario moderno, como la famosa “chaise longue”, conocida como la LC 4, todo un icono de la era racionalista, y que muy pocos saben que fue concebida por Charlotte Perriand. Diseñada, según sus palabras, desde una perspectiva integral del ser humano, teniendo en cuenta a la vez parámetros fisiológicos, funcionales, circulatorios o formales.
“Queríamos además hacer un mobiliario accesible a todos, editado en serie y económico”,
decía Charlotte. Con el tiempo su sueño no se cumplió y hoy en día estos muebles se venden en tiendas elitistas, siendo un lujo reservado para ciertas minorías refinadas.
Charlotte Perriand colaboró con Le Corbusier en numerosos proyectos de arquitectura, diseñando los equipamientos para diferentes villas como la Savoya, y trabajó con él en la definición de la “cellule minimum” (1929). Diseñó también el primer prototipo de cocina para la Unidad de Habitación de Marsella e incluso elaboró una teoría de la importancia de las mujeres en la creación. Estaba impresionada en como la mujeres habían sabido evolucionar en cuanto a su vestimenta, desde los trajes encorsetados e incómodos de finales de siglo XIX, a una nueva forma de vestir más natural y confortable.
“El corazón, el empuje, el espíritu de inventiva con que las mujeres han revolucionado su indumentaria, es un milagro de los tiempos modernos”
decía Charlote.
Pero el punto álgido de su carrera, donde confluyen todas sus exploraciones previas sobre arquitectura prefabricación, estandarización, célula mínima, industrialización y materiales, llegó con el proyecto del complejo invernal de Les Arcs en la Savoya francesa. Entre 1967 y 1982, Perriand proyectó y construyó (en esta ocasión sin Le Corbusier) las tres estaciones de esquí de Les Arcs, situadas a 1600, 1800 y 2000 metros de altitud, donde había que alojar a 18.000 personas. La idea motriz era trabajar con la agrupación de células mínimas.
En el interior de estos apartamentos, Perriand utilizó tres tipos de bloques húmedos (lavabo-ducha, lavabo-bañera-inodoro y cocina) estandarizados y pre-equipados. El bloque de baño completo estaba construido de poliéster y unía la bañera, el lavabo, el inodoro, el suelo y las paredes en una especie de cáscara, donde las instalaciones se resolvían desde el exterior, y eran accesibles desde cada apartamento.
La meta que Perriand se propuso a lo largo de su carrera se resume en el título de la exposición retrospectiva realizada en 1985 en el Musée des Arts Décoratifs de París: Un Arte de vivir. Sus obras nos descubren
“el espectáculo de todo lo que existe en el ser humano, en su espíritu y en su carácter”.
Con más de noventa años, hasta hace poco aún continuaba trabajando con su equipo en el taller de Rue Las Cases de París. Murió en 1999.
Cristina García-Rosales. Arquitecta
Madrid. Marzo 2014
Las arquitectas pioneras: la presencia de la ausencia (V) | Cristina García-Rosales
Charlotte Perriand
Circa rq
Parte de la obra de Charlotte Perriand (Francia, 1903-1999) ha sido conocida a través de sus colaboraciones con el arquitecto Le Corbusier y el pintor Fernand Léger. Sin embargo, en una época donde no era común que una mujer fuera arquitecta, diseñadora, artista y planificadora urbana, Perriand resultó ser una de las figuras más influyentes del movimiento moderno del siglo XX.
Hija de un sastre y una costurera, creció viendo cortes, hilos, confecciones, medidas y ajustes. Charlotte comenzó en 1920 en la Ecole de l’Union Centrale des Arts Décoratifs, donde estudió diseño de mobiliario. La tendencia del instituto hacia diseños basados en la artesanía y el estilo beaux-arts no le gustaba.
[…]
http://goo.gl/c4gA4l
Charlotte Perriand. 1903-99
Visto en el muro de facebook de Jorge Salgado Cortizas
Con 24 años de edad se presentó en el estudio nº 35 de la calle Sèvres, de París y llamó a la puerta. Le Corbusier abrió y tras espetarle “Aquí no bordamos cojines” se la cerró, unos meses después se disculpó y contrato a Charlotte que se encargaría del equipamiento y mobiliario de los proyectos del maestro.
“En el verano de 1932 , Charlotte Perriand (1903/99), arquitecta colaboradora en el taller de Le Corbusier y Pierre Jeanneret , viajan a Mallorca con Percy Scholefield, su
primer marido, y un grupo de amigos para dar la vuelta a la isla en canoa. Charlotte, con Pierre Jeanneret, primo y asociado de Le Corbusier, y Fernand Léger , pintor y comunista, representan el ala izquierda del taller de Le Corbusier. Colaboran en los programas de edificación y propaganda del gobierno del Frente Popular francés y
mantienen una estrecha relación con los arquitectos fieles a la República, especialmente con José Luis Sert , cuando nuestro país es invadido por los ejércitos italo-alemanes que apoyan la insurgencia militar franquista. En el taller de Le Corbusier, Perriand es responsable desde 1927 del equipamiento y mobiliario y de los aspectos más próximos de la vida de los habitantes, mientras Pierre Jeanneret
resuelve los aspectos constructivos y Le Corbusier se reserva la composición plástica. Pierre y Charlotte dejan el taller en 1939, por las divergencias políticas con Le Corbusier, y no volverán a trabajar con él más que ocasionalmente, en los años 50. Perriand, excelente fotógrafa, atrevida excursionista, amante de la vida natural, dedicó una parte importante de su actividad al contacto con la naturaleza. Se conservan en su archivo cientos de fotografías de sus excursiones y viajes, al mar y a la montaña. Al año siguiente repitió la salida, yendo esta vez a Ibiza. Tiempo después recordará el viaje, en el capítulo “En canoë aux Baléares “
De sus memorias, Une vie de création .1998 Odile Jacob Ediciones.