miércoles, diciembre 25, 2024
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Enrique Barrera · Arquitecto, Diseñador, Interiorista, Director de Arte y profesor en ESNE

“El diseño es el alma de las cosas creadas por el hombre”.

— Steve Jobs

En esta nueva temporada de la sección “baliza” que comenzamos, nos adentramos en el mundo de la televisión, y que mejor forma de hacerlo que de la mano de Enrique Barrera (@ebarrera_). Este arquitecto y diseñador de espíritu inquieto, formado en la ETSAM conjuga su labor docente (como profesor en la UCJC y en ESNE, donde ha sido Director del Grado en diseño de Interiores) con su actual estudio, In Design We Trust, especializado en restauración y televisión.

“El diseño lo es todo. No existe hoy un negocio por bueno que sea que no necesite del diseño para comunicar las excelencias de sus productos o servicios, para transformar en experiencia la visita de su potencial cliente.

Y del profundo convencimiento de la capacidad de poner en valor los negocios y productos a través del diseño nace In-Design-We-Trust. Una empresa que ofrece soluciones totales de Diseño, especializada en restauración y diseño de producto.”

Enrique Barrera es el autor de las reformas de programas actuales como «Pesadilla en la cocina«, de Alberto Chicote, y recientemente el más popular y disparatado restaurante de la televisión: el “First Dates” de Carlos Sobera.

Este trasiego televisivo no le ha impedido cosechar premios de carácter nacional e internacional con proyectos como la promoción de 166 viviendas VPP en la calle Honrrubia 9 (Ensanche de Vallecas, Madrid), la Urbanización del P.A.R. de San Cayetano en Madrid, o la remodelación de la Plaza de Tirso de Molina en Madrid.

¡Pasean, lean y disfruten de la “magia televisiva”!

Entrevista Enrique Barrera | Fotografía: Seber Ugarte
Enrique Barrera | Fotografía: Seber Ugarte

¿Cómo se definiría Enrique Barrera?

Me siento incapaz de hacer tal cosa. Me gusta pensar que soy alguien inquieto, un perseguidor en el sentido cortazariano, cualquier cosa, antes que mirar el paisaje desde la ventana…

Desde su formación como arquitecto y ahora como docente ¿qué opina de los programas y del sistema educativo actual en las escuelas de Arquitectura y Diseño?

Es difícil contestar a esto… La universidad es fundamental, pero opino que lamentablemente hoy en día las instituciones están más preocupadas, en general, de la gestión, de las estadísticas y del número de alumnos que atraen, que de ser la avanzadilla de la sociedad. La universidad debería actuar como un explorador que trabaja para la sociedad, pero sus mecanismos son tan lentos… (generalmente tanto más cuanto mayor es ésta) Cuando al fin pone algo en marcha resulta estar ya obsoleto. Una y otra vez se muestra incapaz de dar respuestas a las inquietudes y necesidades de su propio tiempo.

La universidad que yo entiendo debe marcar el ritmo, proponer, innovar, avanzar a pecho descubierto, aunque a veces no acierte, aunque se equivoque, porque su función no es la de dar soluciones sino la de hacerse preguntas, la de abrir puertas. Según yo lo entiendo una universidad debería trabajar en el lado del vértigo y no en el de la seguridad.

Conozco gente valiosísima, entregados a la causa, deseando dar clase, compartir sus experiencias… tienen tanto que aportar… pero la universidad no les deja sitio. Se premian únicamente otras cosas… doctores, muchas veces con tesis de pomposos títulos que fueron puestos antes siquiera de empezar a investigar sobre temas que apenas interesan a su autor… cosas así.

¿Qué aspectos se podrían mejorar y/o completar?

Muchos, muchísimos. Pero lo más importante, lo único importante, es que lo que se haga se haga de verdad. Que no sea un juego, o mejor dicho, que no sea un simulacro. Que haya riesgo y compromiso. Esto, que puede parecer una trivialidad, o una obviedad, resulta ser lo más difícil.

Hacer arquitectura no es jugar a las casitas. No se trata de producir planos y renders que tengan «apariencia de arquitectura». No se trata de replicar formas que se agarraren a la seguridad del café caliente. Hay que jugar, sí, pero como juegan los niños, olvidándose de comer, resistiéndose a dormir, desollándose las rodillas, porque todo su ser está metido en el juego.

Se trata de arriesgar y desnudarse. Se trata, en las palabras de Lorca que tanto citaba Sáenz de Oíza, de

«quemar el Partenón cada noche para volver a levantarlo cada mañana».

Y si no, no hay arquitectura. No hay nada.

¿Cuál fue el motivo o causa que le llevó a encauzar su vida profesional hacía el “diseño”?

Nunca me lo planteé. De repente estaba allí.

Durante mucho tiempo detesté la palabra diseño. Me sonaba a un postureo superficial, a relamido, a esnobismo. Pero un día reparé en su etimología (siempre la etimología) Diseñar es designar, o sea ponerle nombre a las cosas, separarlas del resto del mundo. Y entonces me pareció que «diseñar» era maravilloso.

De todas maneras creo que siempre he hecho lo mismo, lo único que pasa es que van cambiando los nombres que se le ponen a aquello que haces. Es decir, lo llamas de diferente manera según el ámbito en el que se trabaja, el oficio, pero las operaciones abstractas que se realizan son conceptualmente casi las mismas.

«Lo cierto es que no sé cómo distinguir entre arquitectura, diseño, cine, literatura… ¿no es todo lo mismo?»

Experimentación con alumnos de Esne en cúpulas geodésicas | Fotografía: Carlos García
Experimentación con alumnos de Esne en cúpulas geodésicas | Fotografía: Carlos García

Desde el año 2012 realiza las reformas del programa «Pesadilla en la Cocina”, con Alberto Chicote ¿qué le aporta este contacto con el mundo de la televisión?

Muchísimas cosas, pero principalmente un campo de experiencia impagable, en una profesión donde los tiempos son muy lentos. Muchas veces desesperadamente lentos. El tiempo de una obra en arquitectura abarca con frecuencia varios años. Es frecuente que en el transcurso de la elaboración de un proyecto para un concurso, su adjudicación, la redacción del proyecto de ejecución y luego la construcción del mismo hayan pasados varios años. Tantos que con frecuencia el interés del autor está ya en otro lugar cuando aún está ejecutando dicho trabajo, lo que en ocasiones resulta muy frustrante.

La velocidad de la televisión imprime una agilidad poco frecuente en la construcción, que si bien es mareante y estresante lo cierto es que resulta sumamente interesante. La necesidad de tomar decisiones muy rápidamente agiliza procesos que en ocasiones se eternizan y postergan en la redacción de un proyecto hasta agotar los plazos. Además resulta muy satisfactorio ver el resultado del trabajo en tan corto plazo.

También se desarrolla, o al menos se entrena, una cierta capacidad de analizar situaciones rápidamente, de detectar problemas, de comprender las claves de un lugar, de dirigir la mirada.

Además trabajar mano a mano con un grande de la cocina como Alberto Chicote me ha permitido aprender infinidad de cosas acerca del funcionamiento de un restaurante que resultan fundamentales tener en cuenta en el momento del proyectar. Es sorprendente descubrir que los chefs de este alto nivel se hacen las mismas preguntas y usan conceptos y términos análogos a los usados en arquitectura, sólo que no cargan con el peso de la tradición en su mochila. Se aprenden valiosas lecciones de proyectos escuchándoles hablar y viéndoles trabajar.

Es realmente muy satisfactorio trabajar en un proyecto en el que dos disciplinas diferentes como gastronomía y diseño, se unen para avanzar de la mano enriqueciéndose el uno al otro.

Por último, resulta un ejercicio estimulante el tener que trabajar en muy diferentes registros, pues la naturaleza de la televisión hace necesario que cada proyecto sea distinto a los anteriores. Llevamos más de medio centenar de locales reformados en los que el día que se emite el programa los clientes, son los dos millones de espectadores que esperan con curiosidad encontrar un cambio cada vez diferente.

Enrique Barrera preparando el mural para el restaurante "La Mariña "(Luarca) | Fotografía: Yolanda González
Enrique Barrera preparando el mural para el restaurante «La Mariña «(Luarca) | Fotografía: Yolanda González

¿Cuántas “horas” hay detrás de esos “minutos emitidos” para realizar la reforma? ¿Cómo es el proceso?

Intenso, muy intenso. Esta pregunta me la realizan a menudo, y me doy cuenta de que cuando la contesto, sin quererlo, adultero la respuesta. Justo al terminar de esbozarla reparo en que me he dejado atrás todo lo importante. No sé decir realmente cuánto tiempo ha durado.

La reforma se ejecuta en 36 horas continuas, pero por supuesto, antes ha habido que visitar el local y plantear un proyecto. Es frecuente que se superpongan varios, por lo que resulta casi imposible cuantificar el tiempo que lleva cada una. En mi opinión para que la propuesta funcione tiene que lograr acontecer un verdadero cambio. No se trata de cambiar el color, o vestir las paredes, sino de lograr modificar su naturaleza, resignificar el local, «transformarlo en otra cosa». Eso es algo independiente del tamaño o profundidad de la intervención, y se consigue a base de dibujar y de trabajar en él hasta averiguar cuál es ese cambio que lo ordena todo. A veces ocurre deprisa, pero la mayoría de las veces necesito darle vueltas y más vueltas hasta comprender el local. Y sin embargo entonces resulta casi evidente. Lo demás es oficio.

Por supuesto gran parte depende de decisiones rápidas que se deben tomar en obra, porque como en todas las obras aparecen muchísimos imprevistos, sólo que en tan poco tiempo no se pueden posponer las decisiones o esperar a mañana, así que continuamente hay que derivar a nuevas soluciones el proyecto.

Aunque la temática del programa es referida al mundo de la cocina y restaurantes, ¿no cree que es posible esa reducción de los tiempos del trabajo que realizan puede “confundir” a la sociedad llevándoles a pensar que los pasos “reales” son esos?

No lo creo. A todo el mundo, y en especial a los restauradores les parece casi magia lograr esos resultados en ese tiempo. No lo ven en absoluto normal. Lo que se hace en el programa es una propuesta de cambio de imagen, Es decir, clarificar ideas, proponer un concepto potente capaz de ordenar y significar el lugar y de comunicar al público lo que en esa casa se ofrece. No se trata de una obra al uso terminada al 100%, sino más bien un punto de partida para que el propietario del negocio luego interprete y cierre la obra. Pero de todo modos sí es cierto que en la construcción una buena organización, un equipo eficaz, y sobre todo el manejar conceptos claros desde la concepción del diseño que tengan presente su ejecución desde el origen del proyecto, puede reducir los tiempos en la ejecución de la obra de manera muy significativa con respecto a lo que muchas veces estamos acostumbrados.

Autoretrato tomado durante la reforma de "El mesón de Galicia" (Hamburgo) | Fotografía: Enrique Barrera
Autoretrato tomado durante la reforma de «El mesón de Galicia» (Hamburgo) | Fotografía: Enrique Barrera

Dada su experiencia en el mundo televiso ¿cree que sería factible un programa que acerque la labor de los arquitectos y diseñadores a la sociedad? ¿Y de ser factible cree que sería positivo?

Estoy absolutamente convencido de ello. De hecho llevo intentando desde hace ya varios años, sin éxito hasta el momento, sacar a la luz algunos programas y formatos que hemos desarrollado en el estudio en esa línea. Lo presenté a varias cadenas pero no supe hacerles ver el potencial del formato. No sé si lograré sacar alguno adelante, pero tengo claro que es cuestión de tiempo y coincidencias de intereses que tengan su oportunidad programas de esta índole. Y funcionarán. Es claro que hay un interés creciente desde hace ya unos cuantos años del público en general por el mundo de arquitectura y el diseño. Lo que ocurre es que se presta tan poca atención en los años de formación de la niñez y juventud a estos temas que más tarde el adulto aunque detecta y alimenta el interés por estas disciplinas no tiene palabras para hablar sobre ello ni fundamentos con los que poder discutir, posicionarse. En fin, desean participar pero no tienen herramientas para «ver la arquitectura».

Curiosamente se trataba de formatos que no habían sido casi ensayados y que recientemente han resultado cosechar un éxito que ha sorprendido a las propias cadenas, como es el caso del Chester de Mejide o más recientemente el programa de entrevistas de Bertín Osborne.

Estaría encantado de hablar de estas iniciativas e incluso de que intentáramos ponerlas en marcha desde una plataforma tan interesante como la vuestra.

Sin duda este tipo de programas existirán, es sólo cuestión de tiempo (poco, en mi opinión) que lleguen las condiciones y sensaciones adecuadas a todas las partes necesarias en un proyecto audiovisual para que se produzcan.

En un artículo reciente, Santiago de Molina escribía sobre “vivir sin maestros”, ¿podría radiografiar el panorama actual de la arquitectura y diseño?

Siempre he pensado que esa labor es por definición imposible… Sólo puedes entender lo que pasa… Cuando ya ha pasado. Un sistema no puede comprenderse a sí mismo. Sólo el tiempo y la distancia permite situarte fuera del cuadro y mirar hacia atrás «desde fuera». Desde dentro no se puede comprender nada, como un libro no puede saber lo que porta.

Yo me limito a hacer. Ya averiguaremos después lo que estamos haciendo ahora.

Enrique Barrera | Fotografía: Carlos Valledor
Enrique Barrera | Fotografía: Carlos Valledor

La arquitectura, tiene abiertos muchos frentes de batalla (LSP, Bolonia, paro, precariedad laboral, COAs, ETSAs, emigración, comunicación, etc), ¿no serán demasiados para la polarización existente dentro de la misma?

Bajo la palabra arquitectura siempre se han agrupado infinidad de temas y perfiles muy diferentes. Creo que eso es parte de su gran interés. Pero el arquitecto trabaja ajeno a estas cuestiones… No se escribe para publicar ni se pinta para exponer. El escritor escribe aunque no le lean. La arquitectura acontece independientemente de las leyes o la situación laboral. Otra cosa es que el panorama sea o no más halagüeño para los arquitectos, pero eso no tiene nada que ver con la arquitectura.

¿Cómo ve el futuro de la arquitectura y del diseño? ¿Y el de la profesión?

El de la arquitectura y el diseño, fenomenal. Como digo, no depende de las circunstancias. Todo se diseña. El de la profesión es otro tema. Está claro que se está redefiniendo la profesión y creo que cada vez para peor para nosotros. Cada vez más ordenanzas, normativas y condiciones que dejan menos lugar al individuo y a la arquitectura.

Pero es como lamentarse de que llegue el mal tiempo. No soluciona nada. Así que no me obsesiona el futuro, pensar en él implica quitarle tiempo al presente, y bastante tengo con sacar adelante lo que hay hoy encima de la mesa. Recuerdo cierta entrevista en la que preguntaban a Giacometti si esos rostros alargados intentaban captar el espíritu del modelo, a lo que el escultor contestó algo como

“¿El espíritu? ¡Ya tengo suficiente con intentar representar su ojo!”

Prefiero por ello recordar aquello que decía Paul Valéry

“que basta observar lo que sucede en un vaso de agua para pasar escribiendo el resto de tu vida”.

¿Qué opina de los que se han ido a trabajar al extranjero?

Lo mismo que de los que se han quedado. Todo el mundo intenta encontrar su lugar. Hoy la «distancia de seguridad» se ha ampliado enormemente. Mucha gente se ha ido «exiliada» con el sentimiento de no tener otro remedio, pero otros muchos lo han hecho porque pueden, porque están preparados, porque han querido ir hacia los lugares donde están ocurriendo las cosas. Me parece estupendo. Habrá algún día en que no tendrá sentido el hablar de ir fuera o quedarse dentro, porque todo será felizmente lo mismo.

Jornada organizada y moderada por Enrique Barrera para ESNE sobre Gastronomía y Diseño bajo el título ¿Dónde Comemos? Autor: Muriel de Gracia Wittemberg (en la fotografía aparecen, de izq a derecha: Arturo Pardos, David Muñoz, Enrique Barrera, Eva Almohacid y Fernando Moral)
Jornada organizada y moderada por Enrique Barrera para ESNE sobre Gastronomía y Diseño bajo el título ¿Dónde Comemos? | Fotografía: Muriel de Gracia Wittemberg (de izquierda a derecha: Arturo Pardos, David Muñoz, Enrique Barrera, Eva Almohacid y Fernando Moral)

¿Qué opina de los arquitectos que emprenden en nuevos campos?

No me sorprende en absoluto. No creo en arquitectos que emprenden en nuevos campos. Es decir, con frecuencia se habla de modo que parece que la condición de ser arquitecto fuera un estado a priori. Un término nítido y unívocamente definido, perfectamente acotado, del que ciertos individuos «se salen» para dedicarse a hacer otra cosa… a pesar de ser arquitecto.

Pero lo cierto es que ser arquitecto implica más que nada una manera de pensar. Una sensibilidad singular hacia lo que nos rodea. No entiendo la diferencia entre un arquitecto, un escritor, un cineasta, un pintor, un dibujante, un ama de casa, un monje budista…

La arquitectura es sólo un oficio. Lo que sí creo es que es la obra quien hace al autor, y el ejercicio de la arquitectura construye a un ser fascinado por el mundo, que en todo encuentra interés.

¿Está contento con su trayectoria profesional? ¿Qué proyectos de futuro le esperan?

Desde luego que no, siempre me siento incompleto, insatisfecho. Siempre la sensación de no haber logrado llevar cada proyecto un poco más lejos. Resulta Inevitable lamentar el terminar los proyectos. No poder perpetuar la emoción de las cosas que aún pueden ser, ese gato de Schrödinger que es el estado natural del proyectar. Conforme se ejecuta el proyecto, coagula, cristaliza, pierde su multiplicidad en favor de una sola realidad y deja cada vez menos sitio a todo lo que pudo ser.

¿Proyectos de futuro? Aparecen cada día. Sólo espero estar abierto a lo que venga para aprovechar cada ocasión como una oportunidad de aprender, de trabajar, de evolucionar, de ayudar, de investigar, de curiosear, de romper, de comenzar, de divertirme, de probar, de equivocarme…

Para acabar, ¿qué le aconsejaría a los actuales estudiantes y futuros profesionales de arquitectura?

No soy nadie para dar consejos a nadie. Comparto esa máxima de que lo único que es lícito enseñar es enseñar a aprender.

Pero si tengo que decirles algo, no como profesor, sino como compañero de profesión, de intereses, como compañero de viaje en este tiempo tan corto que nos ha tocado compartir les diría que no se preocupen por la situación, que no escuchen a nadie, que se muestren activos y optimistas, porque la arquitectura no entiende de crisis, ni de gustos, ni de dinero.

Les diría que sonrían y dibujen… dibujen… dibujen…

Enrique Barrera | Fotografía: Carlos Valledor
Enrique Barrera | Fotografía: Carlos Valledor

Enrique Barrera · Arquitecto, Diseñador, Interiorista, Director de Arte y profesor en ESNE
Noviembre, 2016

Entrevista realizada por Ana Barreiro Blanco y Alberto Alonso Oro. Agradecer a Enrique su tiempo y predisposición con este pequeño espacio.

Ana Barreiro Blanco
Ana Barreiro Blancohttps://tallerabierto.gal/gl/
Arquitecta y socia fundadora de gestión cultural taller abierto
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Alberto Alonso Oro
Alberto Alonso Oro
8 years ago
Reply to  Eva G. B.

¡Qué suerte!¡Gracias por compartir tu experiencia Eva!

Eva G. B.
Eva G. B.
8 years ago

Una de las personas más creativas que he conocido con una modestia inversamente proporcional a su gran talento. Trabajar con él fue un estímulo constante para la creatividad.

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