Franky the Kid
Frank creció en una granja de Wisconsin.
Eso fue antes de trabajar con L. H. Sullivan en Chicago. Tal vez al granjero la ciudad le pareció demasiado artificial y decidió entonces desmembrar la arquitectura, prologar las viviendas en descomunales voladizos más allá de sus muros y diluirlas en la naturaleza. Las llamó Prairie Houses.
Frank creció en una granja, y quizá fue la añoranza de esa granja la que le llevó a construir Taliesin para vivir allí hasta que el fuego se la arrebató. Pero Frank era más fuerte que los elementos: reconstruyó Taliesin una y otra vez sobre sus cenizas con la grandeza del ave fénix, o tal vez con la modesta obstinación del pájaro carpintero. Demostró ser capaz de levantar una catedral del trabajo en Buffalo, de pronunciar conferencias y escribir libros, de colgar una casa de una cascada, de erigir una torre evanescente sobre el horizonte de Racine y de construir un maravilloso epílogo circular en el centro de Manhattan.
Frank creció en una granja de Wiscosin pero fue en realidad el pistolero más rápido del Oeste, el hombre que vislumbró los caminos que habría de tomar la arquitectura moderna antes de que nadie la llamara así.
El primo Ramón
Rovigo, primavera de 2014