Las arquitectas pioneras: la presencia de la ausencia (IV) | Cristina García-Rosales
Vayamos ahora a conocer a otra arquitecta y a otro tipo de arquitectura, dentro la misma época. A la “casa al borde del mar” o “E.1027«, y a la irlandesa Eileen Gray que la construyó entre 1926 y 1929, siendo su obra más importante.
A la casa la llamaron la E.1027, pretendiendo ser el anagrama de las iniciales de ella y de su pareja, Jean Badovicci. (E por la e de la inicial de Eileen, 10 era el nº de la letra J de la inicial de Jean, 2, el nº de de la letra B = Badovicci, y 7 el de la letra G = Gray).
Esta vivienda se encuentra en el Cap Ferrat, en plena Costa Azul francesa. Gray la diseñó como una vivienda informal, pensada para la vida y desde el interior de la vida, articulando sus espacios alrededor de una habitación-estudio principal con otras dependencias de invitados, cada una con su propio cuarto de baño y terraza.
Una casa que pretende relacionarse con el mar, que se abre a la luz y a las magníficas vistas por el día a través de grandes ventanales de suelo a techo; y que se cierra sobre si misma por la noche, resguardándose de los vientos, por medio de mamparas corridas o a través de un complicado sistema de cortinas metálicas, y que es capaz también de protegerse de la excesiva luz mediterránea por medio de lamas verticales ajustables.
La vivienda está planeada con exquisito cuidado y detalle, de tal forma que, aunque todo parezca casual, nada se ha dejado al azar. Porque lo que Gray plantea no es un simple uso, sino un uso que dignifique, un uso espiritual. Este uso espiritual se puede contemplar en la gran libertad en la elección de recorridos entre interior y exterior o en la exquisita iluminación y ventilación natural de las distintas piezas, así como en su minucioso diseño.
Así el mosquitero en el dormitorio, que se transforma en un objeto escultórico, el cabecero integrado que contiene un reloj de mesilla que gira 45 grados para hacerse visible desde la cama o el espejo circular que permite afeitarse con precisión la nuca.
La búsqueda de
“un arte que sea la prolongación de la vida”
sería la guía de Eileen Gray.
“Debemos construir para la gente de tal manera que puedan encontrar en la arquitectura, la alegría y la realización completa de sus potencialidades”,
escribió en la revista más importante del momento, L’ Architecture Vivante.
Cristina García-Rosales. Arquitecta
Madrid. Marzo 2014
Las arquitectas pioneras: la presencia de la ausencia (VI) | Cristina García-Rosales