La arquitectura pública en Madrid y en el inicio del siglo XXI (I) | Antón Capitel
Las tres realizaciones para la UNED en Lavapiés por parte de Linazasoro son también muy cualificadas. Digo 3, porque está el edificio de oficinas y enseñanza, la rehabilitación de la ruina de la Iglesia para biblioteca y el diseño de la plaza. Ha sido también un lugar en el que la buena arquitectura contribuye notoriamente a una importante mejora de la ciudad. El edificio tiene un volumen urbano completamente convencional como tal volumen, pero absolutamente cualificado por una fachada enormemente lograda, que puede defenderse incluso como un ejemplo paradigmático para el casco antiguo, desde el punto de vista figurativo y formal.
En la rehabilitación de la Iglesia para Biblioteca, se ha tomado la posición de valorar la ruina existente como tal ruina; esto es, valorando su gran dramatismo y monumentalidad, y superponiéndole los elementos necesarios para la rehabilitación según una idea de contraste moderno. Podría haberse tomado otro método, u otro punto de vista, pero, dado el excelente resultado, es posible afirmar que este haya sido, probablemente, el mejor posible. Punto de vista, coincidente, por otro lado, con la convención contemporánea que se considera más adecuada y “ortodoxa”, por lo que no puede dar lugar a la protesta de nadie. Esta actuación me parece ejemplar en su conjunto, y tanto desde el aspecto institucional como desde el urbano y arquitectónico.
El Museo para las Colecciones Reales, de Mansilla y Tuñón (producto de un concurso que tuvo aspectos muy conflictivos entre los participantes, como se recordará) está todavía en marcha, como es bien sabido, aunque puede verse ya tanto su impronta sobre la imagen de la cornisa histórica madrileña, como (si se visita) el aspecto esencial de sus futuros interiores. Aunque sé que las mentalidades conservadoras, y en buena media ignorantes, dirán (y ya han dicho) que el edificio empeora, o atenta (como si fuera un terrorista) contra la imagen de esa cornisa, ello no es verdad, como puede comprobar quien vaya a verlo y tenga un mínimo criterio. Lo que sí que atenta, verdaderamente, contra la imagen de la cornisa es la torpe neo-catedral, y esto ya no tiene remedio alguno.
La visión externa del nuevo museo, a modo de un basamento para un templo que no se lo merece y que continúa con eficacia el del Palacio Real, consigue plantear una convención moderna en cuanto a la imagen –neutralidad figurativa, simplicidad, abstracción,…- y lograr que, al tiempo, ésta se convierta, igualmente, en una imagen con un cierto carácter clásico, concretamente dórico, en una poderosa y atractiva columnata que no pretende otra cosa que la manifestación de su obsesiva y lograda cadencia. Es una imagen que no es ni antigua ni moderna, o que –si se prefiere- es las dos cosas. Y está tan atenta a su importante lugar como al tiempo en que se produce.
Si soy leal a la realidad, he de reconocer, sin embargo, que no me ha parecido tan bien la visión externa menos importante; esto es, la que es lateral y próxima y da a la cuesta de la Vega. Ahí los arquitectos se han dejado llevar por la idea de exhibir la sección y esto no me ha parecido logrado. Es un gesto moderno que considero erróneo; creo que era mejor haberse preguntado por el modo en el que el tema principal podía dar la vuelta a su esquina, tal y como hacían los arquitectos clásicos.
Pero, por otro lado, están también los interiores de este edificio, concebido con toda lógica como lo que en realidad es, un gran muro de contención, y es preciso reconocer que éstos, en su simplicidad, son espléndidos. Como ya he dicho, pueden apreciarse ahora en su esencia aunque no estén acabados, y aunque les falten las joyas que en su día van a contener y que aumentarán mucho su atractivo.
(continuará…)
La arquitectura pública en Madrid y en el inicio del siglo XXI (III) | Antón Capitel
Antonio González-Capitel Martínez · Doctor arquitecto · catedrático en ETSAM
Madrid · marzo 2013