La cultura contemporánea y la vanguardia, la contravanguardia y quizá la cultura underground, la cultura pop y algunos tipos de subcultura así como cualquier movimiento anti-mainstream probablemente avanzan el devenir de los asuntos estéticos (de seguir existiendo) y de pensamiento y su propia definición lleva implícito este posicionamiento subversivo.
Es difícil señalar con claridad qué es una cosa y qué no; cuándo un medio o vehículo deja de ser minoritario y contracultural para convertirse en un medio de masas y su mayor influencia lo arranca por tanto de la escena underground para depositarlo en el mainstream aburrido totalitario predominante que inmediatamente deja de interesar.
Instalados en este descreimiento postestructuralista y con la velocidad atenazante y rigurosa que anunció Virilio, encontramos que algunas ideas y conceptos actuales han empezado su decadencia antes de alcanzar su cénit y caen en desgracia antes de haber sido exprimidos hasta sus últimas consecuencias.
Uno de ellos es el pesimismo sobre la crisis. Por un lado, se acusa de catastrofistas y agoreros a los que de ella hablan con toda su crudeza, no sólo en el ámbito general de la economía sino en el particular de la profesión de arquitecto, criticándose incluso la pérdida de aura y brillo que el colectivo sufre por culpa de ello. Por otro, se anuncian grandes oportunidades de cambio al referirse a la situación actual como una oportunidad inmejorable e insuperable de cambiar y reinventarse. Es decir, no conviene hablar de la realidad demasiado, si esta es negativa, y sí se debe apostar por un inmejorable futuro que sin duda está por llegar sólo con pensar en ello.
Otro es la sostenibilidad, quizá una de las palabras que peor suerte está corriendo y que a pesar de estar en todas las agendas, se desplaza de unas a otras agotada y sin ningún brillo, gastada antes de ser usada, denostada por las fuerzas contraculturales que han detectado el engaño de las grandes corporaciones y gobiernos que la utilizan como bandera de su ineptitud mientras por debajo deslizan las habituales e incontables miserias de siempre. Así, nos instan a ahorrar agua en el consumo diario y personal sin avisarnos de que nuestro ahorro es insignificante frente al gasto de la industria o nos empujan a sustituir las bombillas incandescentes de nuestras viviendas por lámparas de bajo consumo cuyo coste han disparado los lobbys fabricantes que han apoyado las campañas de concienciación que paralelamente nos brindaban la oportunidad de, por poco dinero, ser ecológicos. La sostenibilidad ha muerto antes de que se obrara un cambio y yace en una cárcel de paneles solares y verde.
Por último, nos gustaría hablar de la colectividad. Hace poco teníamos noticias de un enorme concurso en Taiwan ganado por un casi igualmente grande equipo de arquitectos españoles, todo un ejemplo de organización y empeño certero para conseguir un objetivo imposible a priori. En seguida, junto a unas cuántas felicitaciones, se alzaron voces críticas y risotadas que despreciaban el carácter colectivo del trabajo realizado e insistían en la verdadera autoría parcial (de los arquitectos firmantes) que, en opinión de los siempre anónimos comentaristas, había utilizado ingenuamente al resto de participantes en el proyecto en el que que aparecían como colaboradores, ya sea porque aún no son arquitectos o porque en realidad el equipo se había formado a partir de una idea liderada por unos pocos y no por el colectivo unánimemente.
De nuevo la destrucción de una idea posible antes de que ésta se materialice o desarrolle en su totalidad. El descreimiento y la apoteosis de la indiferencia y el desprecio. A pesar de ello queda aquel que sale de su escondrijo, deja el anonimato, suma, pasa a la acción, habla, escucha, asiste y participa, amplía su propio círculo del nosotros y asume una posición crítica, quizá débil, pero comprometida con la ilusión y la esperanza de un mundo mejor en el que es necesario hablar de crisis, sostenibilidad y colectivo.
bRijUNi architects (Beatriz Villanueva y Francisco Javier Casas Cobo).
Riyadh (Arabia Saudí), Octubre 2019
Artículo publicado originalmente en La Ciudad Viva en febrero 2011.