Son malos tiempos para vivir de la arquitectura.
Los días pasan sin que suene el teléfono, sin que Herbert Johnson nos encargue unas oficinas o el padre Couturier insista en contratarnos para construir una capilla en Los Vosgos.
Por eso ahora es el momento de afirmar, como el altivo jornalero de Madariaga, que en mi hambre mando yo.
El primo Ramón
Galveston, verano de 2013
Que buena imagen, muy comica.