Recuerdo la primera vez que tuve un original ante mis ojos. Aquella planta dibujada a lápiz contenía toda la información necesaria para la ejecución del proyecto: cotas, niveles, acabados, materiales, tipos de muro, altura de techos, programa, soporte, relación con el entorno inmediato…Más que una planta podríamos decir que se trataba de un mapa, una estructura latente de una manera muy concreta y determinada de ordenar el mundo: era un proyecto en forma de atlas, era una planta de Javier Carvajal, del que se decía que llegaba a poner cotas al agua
«para expresar su precisa precisión».1
Curiosamente, una de las cuestiones más excitantes de la planta reside en nuestra capacidad de habitar los espacios allí representados, la posibilidad de «llamar a la puerta» y recorrer todos y cada uno de los paisajes indoor que se proponen. Es entonces cuando se descubre que tal vez en la abstracción de toda planta se pueda establecer -como en ningún otro documento- la estrategia esencial y primera de todo proyecto, aquello verdaderamente irrenunciable, el vínculo que allí se convoca entre los Hombres y el Mundo:
«En la planta existe una concentración intelectual que la imagen no puede tener, aunque ahora exista una cierta tendencia a despreciar los valores que pertenecen a la planta como documento en el que se concentra la capacidad artística y la capacidad intelectual del arquitecto. Defenderé siempre el valor de la planta».2
Toda planta tiene algo de ruina. Por un lado la planta representa el origen de la arquitectura, la semilla de la forma, la raíz de su estructura: su nacimiento. En este sentido, la planta supone una promesa en el aire, un espacio acotado con la luz de una atmósfera particular, una interpretación singular del afuera. Por otro lado, la planta se presenta como una huella en el paisaje: la gravedad se encuentra con el firme a través de la geometría de la planta, la Historia de la Arquitectura será contada a través de los hallazgos e interpretaciones de un hermoso atlas de plantas cuyo origen se encuentra probablemente en la cueva o en el árbol, después el dolmen o la cabaña, la columna y el muro, arquetipos familiares sujetos a un extraño grado de contemporaneidad.
Hacer arquitectura consiste en diseñar plantas -decíamos ruinas- con meticulosidad. Diseñar la planta y su ruina.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Marzo 2016.
Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas:
1 Alberto Campo Baeza, «El aire cincelado», en Javier Carvajal, Arquitecto, Fundación Cultural COAM, Madrid 1996, pág. XI.
2 Luis Martínez Santa-María, entrevista VI Premios de Arquitectura Enor 2014, minuto 4’30»- 5’30».