En un primer vistazo algo no encaja, pero por contra, el conjunto irradia un magnetismo atrayente.
Jean Prouvé construyó junto a Charlotte Perriand este prototipo para el Salón de Artes Domésticas frente al Grand Palais de París. Tiempo después fue desmantelado, pero aún se conservan algunas imágenes y esquemas.
Diseñada para trabajadores del petróleo radicados en el Sahara. La Maison Saharienne de 1938, podría resumirse como una gran cubierta, que cubría dos cabinas, una para dormir y otra para vivir.
La cubierta parasol parece apoyarse en unos leves pilares, pero son demasiado livianos para soportar compresión alguna, ademas de presentarse en ángulos, que desde luego no parecen responder a la gravedad. Eso es lo que no encaja.
La lámina de la cubierta parece describir una curva aleatoria, banal, pero lo cierto es que describe su propia deformada. Apoyada únicamente en las vigas centrales, la cubierta se flecha hasta alcanzar el equilibrio que su propia deformación establece, así que Prouvé introduce esos pilarillos laterales a modo de estabilizadores, de tensores o fijaciones, que con el mínimo esfuerzo posible se oponen al viento, que quiere sacar la lámina de la cubierta de su monótona estabilidad.
Al fin y al cabo, Prouvé y Perriand únicamente reinterpretaron el lenguaje oculto de la forma de las jaimas tradicionales del Sahara.
Íñigo García Odiaga. arquitecto
San Sebastián. febrero 2015