Hipocondríaco, aquejado de síndrome de asperger, maniático obsesivo-compulsivo del trabajo, perfeccionista del sonido y del silencio… Las excentricidades de Glenn Gould contribuyeron a popularizar las obras para teclado de J. S. Bach tanto como su talento y personalidad. Entre sus excentricidades, por supuesto, se encuentra su silla.
La proximidad con la que el pianista canadiense se situaba sobre el teclado requería una banqueta especial. De hecho, rechazó todas y cada una de las que le fueron ofrecidas a lo largo de su carrera como intérprete. En su lugar empleó obstinadamente una silla remendada.
La forma de la silla es resultado de 21 años de uso ininterrumpido así como de las modificaciones pacientemente realizadas por Bert Gould, padre del artista. Se cortaron las patas y se eliminó el tapizado del asiento. Se incluyó un primitivo mecanismo para permitir controlar la inclinación de la silla al tiempo que se atirantaba por debajo para reforzarla.
Paradójicamente esta construcción anónima y descuidada se ha convertido en parte del mito musical y hoy es un icono posmoderno. Expuesta en una urna de metacrilato en la National Library de Canadá, hasta hace poco era posible comprar en internet una réplica (imagen inferior) por el módico precio de… 990 euros.
Elías Cueto, arquitecto
Santiago de Compostela, octubre 2010
Publicado en Nº 313 [sillas…]