sábado, noviembre 2, 2024
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Filtro local de Edvard Ravnikar | Jelena Prokopljević

Edvard Ravnikar
Edvard Ravnikar

Edvard Ravnikar (1907 Novo Mesto- 1993 Ljubljana) es considerado, después de Plečnik, aunque sólo en la escala temporal, el arquitecto más importante de Eslovenia. Ljubljana es de Ravnikar, tanto o más que de Plečnik, aunque no siempre se reconoce. Junto con Edo Mihevc fue el fundador de la nueva escuela de arquitectura de la Eslovenia socialista o Eslovenia yugoslava que dio paso a la Eslovenia actual. Hablamos de un país de pequeña escala, compacto aunque no homogéneo, entre los Alpes y el Adriático y, por extensión, Mediterráneo, con una identificación racional con la Mitteleuropa – Austria y Chequia sobre todo- y otra, sentimental, con el sur. Gracias a la sucesión Plečnik-Ravnikar, la arquitectura eslovena consiguió una transición a la modernidad coherente, consecuente con su tradición y sin rupturas típicas de los países del este donde el cambio del sistema político o giros dentro del mismo sistema dictaban cambios de representación arquitectónica.

La nueva Yugoslavia que resucitó de la Segunda guerra mundial reunificada bajo el signo socialista, siguió, en una primera etapa, la arquitectura del realismo socialista, nacional en la forma y socialista en el contenido. Los primeros años de la posguerra fueron tiempo de la frenética búsqueda por una forma nacional en cada una de las repúblicas constituyentes. Al mismo tiempo hubo una búsqueda por una representación arquitectónica del estado plurinacional, concentrada en los grandes proyectos para Belgrado, la capital. Pero, antes de que tuviera capacidad económica para construir a grane escala, Yugoslavia rompió las relaciones con la URSS en 1948 y antes que el resto de los países socialistas empezó el proceso de desestalinización. Este proceso tuvo su reflejo arquitectónico mucho más potente que el primero. Sus primeras colaboraciones con su maestro en la Biblioteca nacional y un breve paso por el despacho de Le Corbusier en 1939, marcarían la capacidad de Ravnikar de hacer de puente entre las narrativas políticamente determinadas y aparentemente contradictorias.

Su primer gran proyecto individual, la Galería del Arte Moderno de Ljubljana, proyectada entre 1936 y 1939, pero acabada ya en el socialismo, en 1951, siguió la enseñanza de Plečnik. El impacto del aprendizaje directo de Le Corbusier se reveló primero en dos propuestas urbanísticas de los primeros años de la posguerra: en 1947 Ravnikar proyectó el centro de Nueva Belgrado (o centro de la futura gran Belgrado) sobre una base de ciudad radiante con la “city” completamente dedicada a las funciones de administración y dirección estatal. En su propuesta para el rascacielos del Comité Central del Partido Comunista (por el cual ganó uno de los segundos premios en el concurso sin ganador) quedó incrustado el famoso rascacielos de Argelia, proyecto en el que había trabajado en Paris. Otra ciudad que no se realizó según su proyecto de 1948 fue Nova Goriza, la primera ciudad socialista eslovena situada delante de la Vieja Goriza que el nuevo trazado de fronteras dejó en Italia capitalista. Otra vez consideró el urbanismo de Le Corbusier un vehículo ideal, no sólo para un funcionamiento óptimo de la ciudad, sino también como una herramienta representativa para expresar la modernidad del nuevo sistema político.

Memorial Kampor, isla de Rab. Planta | Kampor, Rab. Maqueta
Memorial Kampor, isla de Rab. Planta | Kampor, Rab. Maqueta

La primera ciudad realizada de Ravnikar fue una necrópolis: el cementerio y memorial a las víctimas del campo de concentración de los fascistas italianos en Kampor, isla de Rab en la actual Croacia. La obra se inauguró en 1953, para conmemorar el décimo aniversario de la liberación de los prisioneros. En la época del todavía vigente realismo socialista y su retórica figurativa en temas monumentales y memoriales, Ravnikar propuso una necrópolis arcaica, con planta de la ciudad funcional organizada alrededor de la avenida central con hileras de bloques de piedra que marcan las tumbas. La necrópolis está cerrada con pared opaca perimetral que limita el paso pero no la vista, construida de piedra local colocada como en las casas tradicionales de Dalmacia.

El recinto se organiza en forma de recorrido, de una promenade architecturelle, empezando por el vestíbulo de piedra, con dos columnas aparentemente dóricas de media altura y una urna cilíndrica. El memorial no pertenece a ninguna religión, tampoco a ninguna nación: en un acto poético, la urna recoge la tierra de lugares de origen de los muertos que se pudieron identificar. Es un monumento a sufrimiento, más aún porque las prisas de la inauguración obligaron a utilizar el trabajo forzado de los prisioneros políticos de la cercana isla Goli Otok, Gulag yugoslavo para los estalinistas que, tras 1948 cuestionaban el liderazgo de Tito.

Por eso, tampoco tiene un foco –tan sólo dos verticales de piedra para marcar el territorio. El camino, de hecho el canal pluvial central, transcurre entre las tumbas, que también forman las terrazas del terreno, descendiendo y quebrándose. Hacia el final está el pequeño museo que al principio contenía las reliquias macabras del campo: el látigo y las cadenas. Más que museo es una cripta, que repite la forma de la cripta de la Iglesia de Sagrado Corazón de Praga de Plečnik. También utiliza las viguetas de piedra que sobresalen de la cubierta al estilo de las catedrales dálmatas (sobre todo, la de Šibenik del mítico Juraj Dalmatinac).

Al final del recorrido no hay nada: abertura en la pared para ver el mar. Kampor es una mezcla de referencias de Plečnik, Terragni, Le Corbusier, de los clásicos y de la arquitectura y artesanía local, un monumento moderno y arcaico, concebido desde la proximidad y las sensaciones, como la mejor manera de explicar las complejidades históricas del lugar.

Museo o cripta exterior | Museo interior
Museo o cripta exterior | Museo interior

En 1960 Ravnikar ganó el concurso para el nuevo centro político de Ljubljana, la Plaza de la Revolución –hoy Plaza de la Republica- cuya construcción se prolongó durante más de 20 años, suponiendo importantes cambios en el diseño. Se trata de la plaza más grande de la ciudad y, por supuesto, del símbolo de la nueva Ljubljana. Con el parlamento nacional en el extremo norte, la plaza se compone de dos potentes verticales que hacen de portal y varios volúmenes bajos de oficinas, centro comercial, instituto y centro cultural y de congresos Cankarjev Dom.

Inicialmente, las dos torres de planta triangular, que al final de la construcción sólo llegaron a la altura de 12 plantas, iban a ser la sede del Comité Central del Partido Comunista Esloveno y el Consejo Ejecutivo de la República. Acabaron siendo las anónimas TR2 y TR3, sedes administrativas de la compañía electrónica Iskra y del Banco de Ljubljana. Las torres marcan y delimitan por un lado la plaza del parlamento –plaza de rituales socio-políticos y, por el otro, la plaza urbana con los contenidos, recorridos y vínculos. El exceso de planificación socialista hizo que la plaza del parlamento en pocas ocasiones dejara de ser utilizada como parking.

Consciente de estar marcando el perfil de la ciudad, Ravnikar piensa la Plaza y sus contenidos, desde la proximidad, desde la perspectiva peatonal y desde las vistas que se abren y tapan hacia la plaza o hacia sus barrios vecinos. Como en la isla de Rab, los materiales y las texturas son su filtro local: las dos torres tienen un acabado de placas de piedra fijadas con tornillos que recuerdan detalles Wagnerianos, así como el cobre oxidado verde de las exageradas plantas técnicas (que marcan el núcleo estructural y suplementan la altura perdida), acercan al contexto centroeuropeo. La planta baja –las entradas a las torres y otros centros- fue tratada de manera muy variada: se insistió en la pluralidad de formas, materiales, desniveles y recorridos, para crear un paisaje urbano, antes que una plaza central. Cankarjev Dom, el centro cultural y de congresos, situado en la parte sur de la plaza y acabado en 1983, conectó en la planta subterránea a todos los elementos del conjunto.

El larguísimo proceso de ejecución absorbió y reflejó los diferentes problemas y cambios de la Yugoslavia socialista: la descentralización y el auge de la tecnocracia, la bonanza de los años 70 y la posterior crisis económica. Ravnikar entendió las continuas modificaciones impuestas como parte de un proceso proyectual abierto, incorporando elementos de sus proyectos posteriores e influencias extranjeras: ladrillo del complejo residencial Ferantov Vrt o del hotel Creina de Kranj; hormigón brut de Le Corbusier, elementos prefabricados –estructurales y no estructurales- que en los años 70 tenían un gran protagonismo en la arquitectura yugoslava; aplacado metálico como en el centro comercial Globus de Kranj (que de hecho fue la primera fachada de acero cor-ten en Yugoslavia); aplacados de piedras y grandes superficies de vidrio, ya típicos del modernismo socialista.

La forma y detalles del centro cultural Cankarjev Dom a menudo se han relacionado con el centro Finlandia de Alvar Aalto. Este centro pone el punto final a la plaza, a su construcción y su organización casi metabólica: las cuatro salas con toda la maquinaria lo obligaron a soterrarlas para no aumentar la volumetría sobre la plaza e hizo conectar los diferentes contenidos y recorridos en el sótano, junto con el enorme hall de entrada de Cankarjev Dom.

En 1939, tras trabajar con Plečnik en la biblioteca nacional, Ravnikar se fue al despacho de Le Corbusier en quien su primer maestro no tenía ninguna confianza. Quiso replantearse el clasicismo local de Plečnik que lo había impreso sobre Ljubljana no como formas propias, sino como proyección que mejor le sentaba. Volvió creyendo que no existía contradicción importante entre el mejor modernismo y la esencia del clasicismo. En 1957 habló sobre su maestro de una manera que también se refiere a su propia obra:

“Plečnik dominaba a la perfección la expresión en arquitectura. La expresión que significa parte de la vida inscrita en el material de construcción. Tal vez esta particularidad es la característica más inaccesible de la arquitectura; a saber, que la traza de la mano humana en el material constructivo es uno de los recuerdos más íntimos que se dirige directamente a la inteligencia. Se puede leer con fluidez siglos más tarde, incluso si fuera creado en el otro lado del mundo. Y el anonimato sólo lo hace más potente.”

Jelena Prokopljevic. Doctora Arquitecta
Barcelona. Mayo 2014

Imágenes sin indicación son de: Aleš Vodopivec y Rok Žnidaršič: Edvard Ravnikar Architect and Teacher, Springer Wien-New York, 2010, Wolfgang Thaler y Node Urban Design

Jelena Prokopljević
Jelena Prokopljevićhttps://laciudadsocialista.wordpress.com/
Arquitecta e investigadora serbia, titulada por la Universidad de Belgrado, y residente en Barcelona, miembro del Comité de Expertos del Premio Europeo del Espacio Público Urbano desde la edición del 2014. Se doctoró en 2006 en la ETSAB, ciudad en la que reside y trabaja. Ha colaborado con la plataforma Eurasian Hub en proyectos de transformación urbana y ha sido responsable del área de arquitectura y urbanismo en la Casa del Este, organización radicada en Barcelona y dedicada a promover la cooperación con la Europa Central y Oriental. Entre sus publicaciones más destacadas, consta el libro Corea del Norte: Utopía de hormigón; arquitectura y urbanismo al servicio de una ideología (escrito con Roger Mateos, 2012) y el artículo «Espacio público en la ciudad socialista: entre la abundancia y la indefinición», publicado en URBS, revista de estudios urbanos y ciencias sociales. Además, suele impartir conferencias y participar en coloquios en lugares como la ETSAB, la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), la fundación Amigos de la UNESCO de Barcelona o la Universidad Ion Mincu de Bucarest. Prokopljević es miembro del Comité de expertos del Premio Europeo del Espacio Público Urbano desde su edición de 2014.
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