El Plan Piloto.
No es fácil comprender Brasilia sin la ayuda de un plano que nos oriente. Su extensión es enorme (5.814 Km2) y los ojos se pierden en el horizonte de la altiplanicie con algunas onduladas y suaves colinas. La cuidada vegetación en un territorio antes árido y seco, el agua del gran lago artificial Paranoá (de 65 km2) y la arquitectura formalmente bella y simplísima, obra del arquitecto Niemeyer, son los únicos obstáculos que hacen detener la mirada al dirigirla hacia el infinito. Por eso es importante conseguir un mapa de esta extensa ciudad para que, una vez en nuestro poder, seamos capaces de comprender la idea que Lucio Costa expuso al defender su proyecto.
“La ciudad se debe planear para el trabajo ordenado y eficiente, pero al mismo tiempo ha de ser vital y agradable, así como conveniente para el desarrollo intelectual”.
“El plan ha nacido del gesto inicial, con el que cualquiera localiza un lugar y toma posesión de él: dos ejes que se cortan en ángulo recto formando una cruz”.
Es decir, la tan extendida creencia de que el plano de Brasilia se creó inspirándose en la silueta de un avión, no es cierta. Una simple apropiación del terreno por medio de dos ejes, uno de Norte a Sur, y el otro de Este a Oeste, fue el sencillo gesto de la mano experta que dibuja un plano para ordenar un territorio. Esta idea fue adaptándose a la topografía del terreno. Uno de los ejes se hizo curvo y de ahí que la ciudad se pueda asemejar a la forma de un aeroplano. A esta idea inicial se sumaron otras que Lucio Costa explica en su memoria y que intentaré resumir, partiendo de ella, de la realidad actual y de sus transformaciones a lo largo de los últimos años.
El eje Norte-Sur, eje largo o eje principal tiene 20 km. de longitud y 350 m. de anchura. Lo forma una autopista de seis carriles en cada dirección (¡!) que cruza la ciudad, proviene del espacio exterior, se une al corazón de la urbe -cruce de los dos ejes- y sirve de vía de comunicación principal. En realidad, Brasilia se ha diseñado para el automóvil, lo que hace casi imposible su recorrido a pie debido a sus grandes distancias y a su gigantesca escala.
Esto, unido a un transporte público escaso, supone un grave problema para la vida cotidiana de los ciudadanos e influye en su convivencia. De los seis carriles de la autopista principal, dos de ellos son para circulación urbana, los otros dos para circulación rápida y el último para vehículos pesados. En ese sentido, así como en otros muchos, Brasilia se anticipó al futuro. Aunque no está claro que el futuro del pasado sea el presente de hoy.
En este eje principal se sitúan las zonas residenciales separadas de la autopista por frondosas líneas de arbolado. En los cruces secundarios con las vías de penetración, -túneles que por cierto se han quedado estrechos y en los que hay múltiples atascos de entrada a los condominios- se ubican los equipamientos.
Las viviendas son grandes “superbloques” rectangulares, construidos sobre pilotes e inspirados en la unidad habitacional de Le Corbusier. Enclavados entre zonas verdes, con zonas de aparcamientos, cada uno de ellos puede albergar a unas 3.000 personas. En total hay ciento veinte “superbloques”.
Cada bloque tiene seis alturas, distancia pensada para que las madres puedan llamar a sus hijos que juegan abajo en áreas ajardinadas o bajo los soportales, resguardados de las inclemencias del tiempo. Una buena idea para un buen habitar de las familias.
Las “supercuadras” o unidades residenciales tienen de ocho a once “superbloques”. Una unidad vecinal o condominio la forman cuatro “supercuadras” así como sus servicios complementarios, situados a un nivel superior, como son la escuela primaria y la guardería, el ambulatorio, comercios, una capilla y un club social recreativo. Equipamientos de primera necesidad situados cerca de las viviendas para propiciar actividades vecinales.
Las zonas ajardinadas están diseñadas con variación, belleza y profusión de arbolado tropical, clásico de un clima caluroso aunque benigno, propio del ecosistema al que pertenece.
No ocurre lo mismo con las fachadas de los bloques, idénticas estilísticamente, que otorgan excesiva monotonía al conjunto, lo que tiene una difícil solución. Aunque los residentes utilizan los marcos de hormigón de sus apartamentos de distinta manera, almacenando bicicletas u otros enseres, afirmándose -a través de ello- una cierta individualidad, uno no deja de preguntarse porque Niemeyer no dio cabida a otros arquitectos en el diseño de los bloques. O al menos de sus fachadas. Tampoco se ha tenido en cuenta su orientación. Bloques idénticos se orientan arbitrariamente dando su frente al sol o situándose a espaldas de él.
Pero el aspecto más interesante de las viviendas, bajo mi punto de vista, fue su objetivo igualitario, es decir que se diseñaron para que personas de diferentes ingresos vivieran juntas y se relacionaran entre sí, sin sentido de clase. Esto se intentó a través de la creación de unidades residenciales básicas, idénticas entre sí, formadas por apartamentos situados en bloques idénticos. Con la misma fachada, como ya se ha dicho, la misma altura, todos construidos sobre pilotes, todos con el mismo material, todos con garaje. Kubitschek deseaba que la ciudad alojara a una sociedad abierta y sin distinciones sociales. Banqueros y diputados federales vivirían a lado de choferes y empleados del Congreso. Pero esta finalidad, creo yo, no tiene nada que ver con la uniformidad y la monotonía.
La unidad de clase no se consiguió en la práctica. En primer lugar, porque la población aumentó considerablemente y de una previsión inicial de 600.000 habitantes se llegó a los actuales 2.500.000 que se distribuyen, en parte, en áreas marginales, focos de miseria, favelismo y pobreza. Muchos suburbios se extendieron hasta una distancia de 40 km. del centro. Además los campesinos acudieron a millares, una vez que se inauguró la ciudad, en busca de una vida mejor y no cabían en los “superbloques”, destinados a la población original. Muchos de los obreros de la construcción -los “candangos”- que habían convivido de igual a igual con arquitectos y funcionarios compartiendo comidas y entusiasmo, también se quisieron quedar, pero tuvieron que conformarse con los barracones de madera donde habían vivido durante los años que duró el trabajo. Más tarde estas viviendas se consideraron construcciones ilegales. Al cabo de un tiempo se consolidaron y dotaron de infraestructuras urbanas. Al conjunto se le llamó Ciudad Libre. Otros fueron desplazados al CEI (Centro de Erradicación del Emigrante). De allí surgió el suburbio Ceilandia, uno de los más poblados, situado a 24 km. de Brasilia y que actualmente consta de 350.000 habitantes.
En definitiva, Brasilia se ha convertido en otra ciudad estratificada, socialmente hablando. Los bloques primigenios sólo han podido albergar a los trabajadores del gobierno, funcionarios, políticos o militares. Es decir, a los primeros pobladores que además se reunieron entre sí con criterios de clase, y a los que el Gobierno atrajo a la ciudad nueva con excelentes sueldos y condiciones de vida. El resto se ubicó en ciudades satélites, algunas de ellas para funcionarios de alto nivel adquisitivo, a las orillas del lago artificial Paranoá, lo que no se contemplaba tampoco en el plan original o “Plan Piloto”.
Según exponía Lucio Costa en su memoria inicial, se trataba de
“preservar su belleza intacta, ajardinándola con maderas y campos de una manera natural y rústica, de modo que la población urbana pudiera gozar de sus placeres simples”.
Vayamos ahora al eje Este-Oeste, eje corto o Cívico de 5 Km. de longitud, también llamado Eje Monumental. Es el más atractivo para el visitante, aunque en realidad toda la ciudad es de una gran belleza formal. Ha sido en este eje donde Niemeyer ha conseguido plasmar una arquitectura que podríamos llamar escultórica, a base de elementos sobrios, con una composición minimalista atrevida y de curvas imposibles. Él mismo lo designó como
“un espacio para la imaginación”.
El cruce de los dos ejes se realiza en tres niveles diferentes con la idea de agilizar la circulación y evitar semáforos. Realmente los tres niveles se hacen excesivos. Pero, aunque parezca increíble, no están infrautilizados, ya que el tráfico es muy abundante.
Desde el nivel superior del cruce, la visión de la perspectiva del Eje Monumental es impresionante, extendiéndose casi hasta el infinito a ambos lados de la autopista. Se puede considerar que obedece a un principio barroco más que a uno del Movimiento Moderno. Es capaz de crear una atmósfera surrealista o mágica que llega a hechizar los sentidos, aunque también se percibe una negación de la escala humana o, para entendernos mejor, una falta de humanidad. Produce, dentro de su gran belleza, una sensación de exceso monumental; es como si uno sintiera que le faltaran las fuerzas necesarias para caminar todo ese recorrido.
En la parte oriental del eje a partir del cruce, se encuentran los edificios más representativos del nuevo centro político: El Palacio del Gobierno también llamado el Palacio de Planalto, sede del poder ejecutivo; el Palacio de Justicia, sede del poder legislativo y el Congreso Nacional, sede de la Asamblea y del Senado. Estos tres edificios se reúnen en torno a la gran Plaza de los Tres Poderes, en forma de triángulo equilátero, llamada por Lucio Costa “el Versalles del pueblo”.
Como escribe Francisco Bullrich,
“los edificios cubiertos por la cúpula del Senado y la Asamblea desde lejos y a la luz del crepúsculo, parecen platillos volantes flotando sobre una plataforma, a punto de aterrizar o despegar.”
Entre ellos, el edificio del Secretariado, situado también en el eje de la composición, surge de la tierra como un proyectil. Las otras edificaciones se erigen solas o crean entre ellas líneas de fuerza y de tensión.
Entre el Palacio del Panalto y el Tribunal Supremo hay 400 m. Y esta parte oriental del eje Monumental tiene 2 km. Esto nos puede dar una idea de la escala de la que estamos hablando, de las distancias que es necesario recorrer no solo por los visitantes si no por los propios funcionarios del Gobierno, para pasar de un edificio a otro en medio de un sol de justicia. Como dijimos al principio, Brasilia tiene luces y sombras.
Continuando en la parte oriental del cruce de los dos ejes, aparece una amplia explanada a un nivel superior, la Avenida Ministerial, donde todos los edificios tienen la misma forma y orientación.
En esta zona se encuentra también el edificio de Correos, amplias zonas ajardinadas de césped y vegetación, varios Ministerios y las Agencias Autónomas. Los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Justicia ocupan las esquinas, los Ministerios Militares, un cuadrado independiente y los restantes forman una secuencia, cada uno con un área de estacionamiento privada. El último de la línea es el Ministerio de Educación. La Catedral se ha ubicado al final del eje con intención de realzarla. También se complementa este eje con el Teatro Nacional y otros edificios culturales.
La parte occidental del Eje Monumental tiene en su centro la Torre de Radio y Televisión y termina con la Plaza Municipal. De forma simétrica, en los márgenes, se ubican el centro recreativo, los Hoteles y el área económica y de negocios de la ciudad.
En el Eje Monumental de Brasilia, Niemeyer consigue una gran armonía de conjunto, gracias a las formas simétricas y estudiadas perspectivas, forzando los efectos como sugiere el historiador Benévolo,
“hasta el punto de deformar su significado, presentándolos aislados del contexto habitual como si se tratara de objetos encontrados. Sus arquitecturas adquieren, así, una entonación surrealista (…) y algunos detalles –por ejemplo los elementos de mármol pulidos y torneados como si fueran huesos de animales- presentan una innegable semejanza con ciertas imágenes de pintores surrealistas, desde Dalí a sus contemporáneos brasileños, como O. de Andrade Filho y A. Bulecao.”
Muchos de los edificios públicos se encuentran rodeados de láminas de agua que cumplen varias funciones: aumentar la humedad del aire, reflejar y realzar los volúmenes simples o la iluminación nocturna, y transmitir un ambiente sugerente y romántico. Se crea un así un marco impactante de amplias y bellas explanadas. Formados con elementos muy simples, las construcciones son capaces de expresar toda la carga simbólica que requiere una capital nueva.
Cristina García-Rosales. Arquitecta
Madrid. Abril 2012
¡Un placer Francisco!
Muy completo. Estamos preparando un trabajo desde Argentina sobre la historia de la arquitectura del siglo XX y nos sirvió de mucho tu aporte. Muchas gracias.