Comentamos la película «El hombre ilustrado» (Smight, 1969), basada en un relato de Ray Bradbury en la que se especula con un espacio virtual, con una arquitectura programable a través de diversos softwares. Experimentada en el ámbito infantil, nos permite reflexionar sobre la creación de espacios inmersivos con la capacidad de anular la realidad y sustituirla por un espacio enteramente digital.
En un contexto epidemiológico como el actual, y todavía latente el debate sobre la movilidad de los niños, nos podemos preguntar sobre la oportunidad, o no, de este tipo de espacios como sustitutivos del espacio público en los que la realidad cotidiana es sustituida por una hiperestimulación de numerosas experiencias.
«El hombre ilustrado» (The Illustrated Man, Smight, 1969)
EE.UU. En la época de la Gran Depresión, miles de vagabundos y parados se dirigen a California con la esperanza de encontrar un trabajo que les permita sobrevivir. Un joven conoce a un hombre con el cuerpo lleno de tatuajes (el Hombre Ilustrado) que anda buscando a la mujer que se los hizo porque, en el fondo, son una maldición: cada uno de ellos tiene la propiedad de contar una historia terrible.
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