No importa qué camino quieras seguir: en ciertas disciplinas hay figuras que parecen haberlos recorrido todos en el corto espacio de una vida. Saul Steinberg fue esta figura absoluta para la ilustración, el padre intelectual de composiciones, técnicas, estilos, juegos y frivolidades sin los que sería imposible entender todo lo que vino después. Pero hay que tener en cuenta que su vida no fue una vida cualquiera.
Porque Steinberg nació en Ramnicu Sarat, Rumanía, poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, y ya en su juventud se marchó a Milán para estudiar arquitectura. Allí le sorprendió el ascenso del fascismo italiano previo a la Segunda Guerra Mundial; fue entonces cuando su condición de judío le obligó a exiliarse. Tras un fugaz paso por Tortoreto dio con sus huesos en Santo Domingo antes de instalarse definitivamente en Nueva York.1 Y a pesar de todo nunca perdió el sentido del humor.
El suyo era, sin embargo, un humor sarcástico y corrosivo, desbordante de lucidez. Fue un crítico mordaz tanto en sus ilustraciones como en sus textos:
‘En Nueva York no existe la verdadera amistad, que es un arte provinciano,’
-escribió-
‘es más una cuestión de verse en fiestas y otras celebraciones cotidianas, disolutas y alcohólicas’.
Encajó desde el principió en el New Yorker, que se convirtió en su casa hasta su muerte. A esta publicación debe gran parte de su reconocimiento, pero Steinberg también ilustró y escribió libros, ensayó técnicas con promiscuidad, aplicó la ilustración a casi cualquier soporte imaginable, y la elevó a la categoría de las Bellas Artes: no en vano llegó a colaborar con el gran Picasso. Con Dalí, en cambio, parecía tener sus reservas:
‘Es un pirata fullero que estafa a los compradores: se lo merecen’,
afirmó en una carta a un amigo milanés.
Pero a pesar de su genialidad -o tal vez por ella-, Steinberg parece haber metido en un aprieto a quienes le sucedieron: su voracidad creativa dejó poco campo sin explorar. Cuando uno no sabe qué hacer suele mirar atrás y pensar que, tal vez, lo más razonable sea llamar a Saul y consolarse con las palabras de otro judío americano, de otro brillante pensador transmutado en artista gráfico:
No trates de ser original, simplemente trata de hacerlo bien.2
Notas:
1 Para profundizar en la vida y el pensamiento de Steinberg es recomendable leer dos libros que recogen su relación epistolar con Aldo Buzzi: ‘Cartas a Aldo Buzzi 1945-99′ (Media Vaca, 2012) y ‘Reflejos y sombras’ (Media Vaca, 2012).
2 ‘Don’t try to be original, just try to be good’, célebre máxima de Paul Rand.