“No es la influencia de Giotto en Mondrian, es la influencia de Mondrian en Giottto”.
Aldo van Eyck
El público de Callobre y las jornadas anuales de Arquitectura y Territorio rural de la fundación María Martínez Otero en A Estrada.
Las jornadas de Arquitectura y Territorio rural que se celebran ya por cuarto año consecutivo desde el verano de 2011, organizadas por la Fundación María Martínez Otero en Callobre, A estrada, proponen, según sus mentores y gestores, el estudio de arquitectura RVR, una reflexión abierta sobre los aconteceres arquitectónicos y urbanísticos actuales en una geografía próxima, la de Galicia, tal como se explica en la presentación de su proyecto:
«La percepción del territorio rural de Galicia como un espacio social, construido, se hace patente para cualquiera que lo haya mirado con algo de atención alguna vez. Esa construcción de lo natural, que se hace modélica en la materialidad de la arquitectura tradicional, en la unidad entre la casa y las labores agrícolas o en la concepción de los espacios de comunidad, los campos de fiesta o las carballeiras, no ha hecho sino sufrir una expansión tan brutal como descontrolada en la segunda mitad del siglo XX. Esa transformación de gran parte del territorio en una especie de ciudad jardín dispersa, continua y a gran escala corre paralela al abandono paulatino de la lógica tradicional casa-agro-aldea sobre la que se estructuraba la forma de vida en la sociedad rural.
[…]
Para pensar sobre la globalidad de ese territorio social, y sobre aspectos parciales del mismo que de los que ha de ocuparse la arquitectura como la escala, la actividad, el planeamiento, el paisaje, el espacio público, la movilidad, la energía, la casa, etc. surge este encuentro de «arquitectura y territorio rural» . Lo hace además desde dentro de ese territorio, en la aldea de Callobre, en A Estrada, para conformarse como un lugar desde que emplazar año a año, durante el verano, en una idea también de fiesta y comunidad, a la reflexión, a la interpretación de todo ese mundo, abierto a quien tenga algo que decir y a quien tenga tiempo también para escuchar y ver lo que otros, dentro y fuera de Galicia, dentro y fuera de la arquitectura, puedan contarnos.»
Sin lugar a dudas, creemos, esta mirada y propuesta viene también acompañada de una reflexión más amplia sobre la arquitectura y el paisaje actual, que partiendo del pretexto del territorio gallego no se centra únicamente en lo propio, sino que es extrapolable en el tiempo o la reflexión a cualquier espacio-geografía preocupada por los aconteceres, problemas y transformaciones del mundo contemporáneo. La jornada, cuyo tiempo vital es un intenso y elongado día, es también un encuentro sencillo, afable y gozoso, que se contagia del ritmo tranquilo de la localización en medio de la naturaleza. Una geografía rural trabajada que se propone como marco lúdico para el diálogo tenso del pensamiento reflexivo y la profunda crítica colectiva entre profesionales.
Sin embargo, con estas breves palabras sobre la jornada anual de Arquitectura y Territorio, de la FMMO, queremos apuntar otro interés, que por obvio pasa naturalmente desapercibido, y nos referimos al hecho de participar en la jornada en el sentido de estar-ser asistentes-público. La fundación como es lógico en cada convocatoria pone el máximo cuidado y esmero en equilibrar su proyecto de invitados o ponentes en una clara línea de articulación entre lo próximo y lo lejano, entre lo consolidado y lo que se está formando, entre lo central y lo periférico, a través de planteamientos que nacen en el campo arquitectónico y urbanístico y que se enriquecen y contraponen con las sutiles trazas de proyectos del campo de las artes plásticas contemporáneas.
Pero más allá de esta preocupación natural de los gestores por el proyecto a comunicar en la figura de los ponentes, en nuestra lectura año tras año creemos se manifiesta por otro lado la creciente importancia de un público altamente imbricado y equilibrador de la mesa donde se producen las ponencias. De alguna manera y contrarrestando el interés de las palabras de los invitados, está el silencio inicial de una platea, llena de profesionales de diferentes campos que son parte importante tal vez de la mejor y más amplia generación que se ha formado en estos últimos veinte años en Galicia. Unos oyentes, que en lo generacional son la excelencia de una juventud altamente preparada entreverada en la madurez profesional de otros, un grupo amplio en los diferentes frentes a los que se aplica el oficio de arquitecto contemporáneo pero con un sentir único en los planteamientos éticos del trabajo. Un público que se ha ido formando y combinando en áreas e intereses próximos, pero no únicos, a la arquitectura, en el que se encuentran además de arquitectos per se, nuevos editores tradicionales o digitales, fotógrafos, diseñadores de diferentes registros, gestores públicos y un largo etcétera alrededor de lo arquitectónico, todos ellos además con un alto nivel de compromiso. Un conjunto de trabajadores de la arquitectura en las más diferentes escalas y espectros de lo arquitectónico, que son de aquí y trabajan aquí, que son de aquí y trabajan fuera, que son de fuera y trabajan aquí y a veces pensamos que ese aquí es sólo la arquitectura, con el pretexto de Callobre, de Galicia, para recuperar el sentido perdido de lo amateur, no con el significado de lo aficionado, sino con la perspectiva semántica del amador, de lo enamorado, que en arquitectura podemos ahora pensar que es lo que se acomete como cultura de lo arquitectónico, algo ya tan poco habitual.
Creemos en este sentido, que la apreciación de estos asistentes o público como algo que subvierte el natural y lógico interés o valor de las propuestas de los ponentes, es un giro que viene a concretar un fenómeno, la aparición o percepción de una nueva generación de trabajadores del oficio de la arquitectura entendida como cultura continua, que son una marca de compromiso con el trabajo, con el oficio cotidiano y con la sociedad a la que sirve, que no se había dado en un conjunto tan amplio y compacto de profesionales desde hace largo tiempo en Galicia, sino por extraordinarias excepciones. No sabemos si Callobre dará nombre a esta generación, pero si estamos seguros de que esta generación recordará dentro de años lo que vino sucediendo en los veranos de Callobre.
Pensamos entonces que el esfuerzo anual de la convocatoria de las jornadas de arquitectura y territorio que realizan la Fundación María Martínez Otero y los arquitectos RVR, José Valladares, Marcial Rodríguez y Alberto Redondo, es doblemente importante y merece el agradecimiento por haber hecho visible, conectar y formalizar a esta imprescindible y amplia nueva generación de profesionales arquitectónicos gallegos (no estrictamente de la arquitectura, como explicamos) que dejan de ser la platea frente a los ponentes para ser el otro foco de atención de este intenso y hermoso proyecto anual. Como diría en una de sus subversivas charlas Aldo van Eyck no llegamos aquí para hablar de la influencia de Giotto en Mondrian, sino de la influencia de Mondrian en Giotto…
Luis Gil Pita. arquitecto
santiago de compostela. julio 2014