La subversión de lo frágil, usar y nunca tirar.
Apuntes sobre la cubertería Stamp de Tomás Alonso.
Son estas unas breves palabras que no estarán a la altura de la intensidad de un ejercicio de diseño que trata de subvertir la obviedad de algo ya muy natural…, la artificial acción de usar y tirar. Tomás Alonso diseñó hace ya un tiempo una cubertería de tres elementos que no era nada nuevo, un sencillo juego de tenedor-cuchara-cuchillo, de un solo uso, como todos los habituales útiles desechables de plástico o madera, sim embargo lo hizo pensando en que esa segunda acción del tirar después del usar no se llegase a producir, todo ello sin perder el valor de lo liviano y nómada. Más allá de esta primera intención lo que nos impresiona en esta acción transformadora no es el juego de la propia contradicción sino el planteamiento de poder alterar el tiempo de las cosas o para el que las cosas están hechas. Lo que era para ya, y se acabó, es ahora para mucho más, para casi siempre. Y ese, casi siempre, hace que nos acompañemos de esta pieza a diario como una navaja, como la cubertería de campaña, la de los médicos de MASH o la del nómada en movimiento. No hay tiempo para tirar pero sí para envainar y seguir camino acompañado de lo sólo aparentemente frágil.
Hay, de alguna manera, en este diseño una finta a la rápida y desmesurada contemporaneidad, una atención compasiva sobre la ineficacia de usar y tirar sin reflexionar en relación al cuidado del entorno. Una actitud creativa que piensa que añadiendo un ligero valor material al diseño de lo prescindible está evitando que se malogre de inmediato el objeto, lo que es al mismo tiempo un apercibirse del valor del medio ambiente que no necesita de absorber el desecho del propio bien.
De su construcción-forma, poco más (mucho), pues es obvio que en este tipo de diseños vocacionados hacia lo nómada la regla es que cuanto menos material mejor. Por contra cuanto menos material peor rigidez y entonces no hay otra forma de conseguir materia donde no la hay, que grecando la superficie, como una chapa Pegaso, como un panel nervado de Citroën. Ya está, y como consecuencia de esa lógica constructiva o estructural de baja intensidad del nervado resulta que podemos coser los tres elementos en plano de manera que se agarran como una familia y pueden viajar de la mano sin separarse, como solapados de manera automática.
Finalmente, ese cambiar y alterar la fragilidad y el sentido del tiempo de lo nómada hace que podamos intuir que, por los valores anteriormente expresados y su riqueza útil y visual, podemos usar estos cubiertos más allá de la sala de descanso de los médicos, de la oficina o de la escapada nómada para llegar a la mesa diaria o a la excepcional de la fiesta, gracias a la calma del pensamiento y la reflexión de lo que puede ser para hoy y lo que es para siempre.
Luis Gil Pita. arquitecto
santiago de compostela. julio 2014