La Fundación Enric Miralles de Barcelona, impulsada por la italiana Benedetta Tagliabue, que fuera su mujer y socia en el taller de arquitectura, se propone no solo recordar su figura y su obra con la catalogación y digitalización de su trabajo, sino también convertirse en un espacio abierto para la investigación y la experimentación. Enric Miralles (Barcelona, 1955 – Sant Feliu de Codines, 2000) murió prematuramente en el apogeo de su carrera, cuando su obra había alcanzado un reconocimiento internacional. “Nos dejó un universo arquitectónico exuberante y una prolífica obra intelectual: escritos, dibujos, bocetos, fotomontajes, diarios y más de 800 maquetas originales, que queremos poner a disposición del público”, explica Tagliabue.
La sede de la fundación, un espacio hermoso con paredes de ladrillo vistos, se encuentra en la planta noble del edificio del pasaje de la Pau, que acoge también el estudio EMBT (las iniciales de la pareja de arquitectos) y una planta semisubterránea donde se habrá cursillos, conferencias, debates, intercambios internacionales y programas de residencia.
Hasta el 29 de septiembre, la fundación propone dos pequeñas exposiciones que tienen la Universidad de Harvard como punto de partida. Por un lado, se ha recreado la exposición de Miralles en Harvard, 1993, realizada durante la docencia del arquitecto en la universidad americana y Redescubriendo Glòries, 12 propuestas sobre la plaza de las Glòries, realizadas por otros tantos alumnos del curso que Tagliabue impartió este año en Harvard. Las actividades, que versarán también sobre urbanismo, sostenibilidad y calidad de vida, se dirigen no solo a expertos, sino a todos los públicos.
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