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Mies van der Rohe ¿mal interpretado o mal publicado? El caso del Seagram | Rodrigo Almonacid

Mies van der Rohe boceto de la perspectiva de acceso al Seagram Building a nivel de calle desde Park Avenue, New York (h. 1955).
Mies van der Rohe boceto de la perspectiva de acceso al Seagram Building a nivel de calle desde Park Avenue, New York (h. 1955).

Reconozco ser un apasionado por la obra de Mies van der Rohe desde que inicié mis investigaciones para lograr publicar mi primer libro Mies van der Rohe: el espacio de la ausencia (2006). Pese a que esta predilección por Mies -en estos días, todo un rara avis– me lleva una y otra vez sobre su obra, la verdad es que no dejo de quedarme absorto cada vez que me intento enfrentar a una de sus obras en particular. Ahí es cuando humildemente uno reconoce la enorme diferencia de talento, está claro. Pero, Mies fue un ser humano, poco “humano” quizá (si leéis los episodios “personales” en Mies van der Rohe: una biografía crítica de Franz Schulze, ya me diréis), de convicciones dudosas (lo mismo sintió afinidad por el comunismo al adherirse a la Sociedad de Amigos de la Nueva Rusia de la mano del nada dudoso Eduard Fuchs, que se arrimó a los nazis para justificarse y hacerse cargo del proyecto del Pabellón de Alemania para la Feria Mundial de Bruselas de 1935) y muy escueto en sus palabras escritas o pronunciadas en público. Pero “humano” al fin y al cabo, con su enorme talento y sus limitaciones.

Digo ésto no para desmitificar su figura (ni puedo ni quiero), sino para acercarla, para hacerla más tangible, más nuestra. Insisto en ésto porque creo que su obra está muy poco contada, y aún peor publicada para el gran público. No me refiero a los textos críticos o de investigación que se han ido apilando a lo largo del tiempo, sino a la publicación gráfica de su obra.

La historia, dicen, la escriben los ganadores, pero en el caso de Mies parece ser al revés, pues creo que sus monografías y estudios más populares han tergiversado su obra notablemente. Y lo han hecho en base a una innecesaria simplificación de sus planos, o sea, anulando las fuentes originales del conocimiento. Es verdad que en ocasiones se precisa re-dibujar planos para acomodarlos a cierta línea editorial, lo cual suele suponer la simplificación gráfica. Pero en el caso de Mies,

¿era/es realmente necesario? Sinceramente creo que no.

En cualquier proyecto de Mies la arquitectura se reduce a “casi nada” (recordemos su lema “beinahe nichts”), y su representación gráfica también asume tal condición, en lógica coherencia (hoy desgraciadamente tan ausente en la Arquitectura contemporánea, salvo contadísimas excepciones). Si a la habitual dificultad por entender o aproximarnos a la obra del maestro alemán se le añade la de la tergiversación del mensaje, no me extraña que Mies se haga casi inaccesible.

Solo pondré un ejemplo, sobre el que estoy investigando recientemente, para ilustrar esta reflexión: el Seagram Building (1954-58). Compararé las reproducciones de esa obra neoyorkina en el clásico “Paperback” de Werner Blaser editado en España por G.G. y la que aparece en el citado libro de su “biógrafo”, Franz Schulze, de la editorial Hermann Blume. Y me quedaré, por no extenderme, con la planta y la imagen completa (no parcial) del edificio en cuestión, simplemente.

Veámoslo por separado:

Selección de imágenes para publicación del Seagram Building por W.Blaser (“Paperback”).
Selección de imágenes para publicación del Seagram Building por W.Blaser (“Paperback”).

1ª. En el “Paperback” la planta elegida por W.Blaser es la del nivel de calle, la más popular, aquella que refleja la plaza delantera abierta entre la Park Avenue y el volumen vertical. De su planta casi solo podemos deducir que se trata de un edificio que se eleva sobre pilares del nivel de calle sobre una retícula cuadrada de pilares entre la que se acomodan los 4 núcleos de ascensores de la torre.

Tras este cuerpo principal intuimos un volumen servido por una escalera central y flanqueada por otros dos núcleos, pero nada más, pues carece de grafismo alguno que nos explique su naturaleza o disposición. Casi parecería que esa parte trasera no pertenece al proyecto de Mies.

Y no es de extrañar, porque la foto de “cuerpo entero” del edificio que se publica es una imagen frontal desde el edificio de enfrente, con la línea de horizonte situada a una altura muy elevada respecto al plano del suelo y con un encuadre perfectamente simétrico que nos oculta (como la representación en planta) lo que hay tras él prisma de bronce y vidrio tintado.

El Seagram Building según F.Schulze en Mies van der Rohe una biografía crítica
El Seagram Building según F.Schulze en Mies van der Rohe: una biografía crítica.

2ª. En la “biografía crítica” F.Schulze narra el Seagram con la misma planta de calle, solo que ésta aparece notablemente más detallada: en la “torre” se leen las carpinterías y puertas giratorias de todos los acceso al edificio, comprobamos que las “tripas” de los núcleos de ascensores no son solo de ascensores sino que albergan escaleras, espacios de servicio e instalaciones y salidas de emergencia; y en la parte posterior se representan la cuadrícula de pilares, unas divisiones interiores formando tres piezas, y el cerramiento de vidrio y montantes exteriores que se extiende por completo hasta la medianera del solar, con un sutil retranqueo en el muro cortina al acometer a dicha medianería que nos advierte de la presencia de otro tipo de cierre (que luego por la foto deduciremos que se trata de las dos entradas de mercancías del edificio desde las calles 52 y 53).

La imagen que se presenta en la página que acompaña la planta comentada es un encuadre de perfil, como un alzado lateral, lo cual nos permite entender mejor la complejidad del proyecto en su volumetría: un prisma delantero de gran esbeltez con su rostro monumental hacia la Park Avenue, secundado en su parte posterior por un volumen adosado que “desdibujaba” el contorno ideal de la torre de 3×5 vanos al añadir otro de 1×3 más estrecho. Si miramos con detenimiento vemos que la crujía añadida conserva el mismo muro cortina de perfiles y antepechos de bronce, pero con placas de mármol en vez de vidrios tintados. Y esto, unido a la cuestión volumétrica nos permite entender que esa crujía funciona como un verdadero respaldo estructural, auténtico puntal contra el viento de la torre, pues incorpora sendos muros de hormigón en prolongación de los de los que acompañan a sus dos núcleos de escaleras, en perpendicular a la mayor anchura del prisma en definitiva.

A este refuerzo hay que añadir el cuerpo central que se eleva por encima de los dos laterales más bajos, justo ocupando la misma anchura de 3 crujías que el cuerpo añadido a la torre, con mayor profundidad (3×3 crujías) para ayudar a resolver esa difícil transición volumétrica entre el prisma y el cuerpo bajo en contacto con el suelo.

Como tú mismo has podido comprobar, querido lector, la primera descripción es necesariamente breve, pues poco se puede colegir de los datos aportados. Su impresión de monumentalidad, de opacidad, de objeto impuesto al lugar con rotundidad es un mensaje tan directo como equivocado. De la segunda, y no sin dificultad, uno puede extraer mucha más información y deducir al menos una serie de temas que serán fundamentales para poder entender la obra de aquí en adelante: uno al menos intuye ya las principales cuestiones que han orientado los aspectos formales, volumétricos y hasta estructurales; se entiende mucho mejor el uso, la jerarquía de los diversos accesos, las escalas a las que cada pieza atiende dentro del conjunto, la idea de prisma como pantalla que “oculta” y que se deja ver tras el receso en la avenida, etc.

Evidentemente, ninguna de las dos explicaciones es suficiente por sí misma, pero mientras la primera apenas le abre a uno el camino a su interpretación, la segunda nos despierta un interés por la enorme fertilidad deductiva con apenas unos pocos datos más. Sí pocos, pero altamente relevantes. Porque

cada elemento que Mies dibujó tenía un significado y un sentido, tanto o más que los que NO dibujaba.

Rodrigo Almonacid [r-arquitectura] · doctor arquitecto
Valladolid. abril 2014

Nota:

Me alegraría muchísimo saber que este post te ha servido a ti, querido lector, a continuar tu propia senda en el entendimiento de esta u otra obra de Mies. Aunque no prodigo con igual intensidad esta afinidad hacia la obra de Le Corbusier o Wright (mal que le pese al ultra-wrightiano, FB amigo y blogger José Ramón Hernández Correa), he de advertirte que con ellos (y otros) también se han cometido graves injusticias (o infamias I, II y III), solo que a ellos les afectan algo menos porque siempre fueron más “ilustrativos” con sus narraciones. Si te animas a desempolvar algún libro de Mies, verás que su Arquitectura contiene problemas universales y soluciones lógicas (las de Mies sonverdaderamente excepcionales en su gran mayoría por su belleza, como recientemente ha expuesto mi FB amigo miesiano y arquitecto-blogger del año Jaume Prat), algo a lo que cualquier arquitecto se enfrenta al intentar abordar un proyecto arquitectónico. Y si lo he conseguido, querido lector, solo te pido que me lo hagas saber a través de los comentarios de este blog, y me harás muy feliz; tanto como repetir con otro post que espero sea tanto o más interesante que éste. Gracias en todo caso. Yo cierro aquí, que tanto tratar del Seagram me ha recordado lo rica que era su ginebra, y no es mala ocasión para brindar por los 60 años que han transcurrido desde que Mies recibió el encargo. Y menos mal, porque la alternativa iba a ser un horrendo edificio hecho por unos arquitectos de cierto éxito comercial en Miami de los que ya te puedes imaginar el resultado: ni con cinco gin-tonics de Seagram’s tenía un pase. Afortunadamente Mr. Seagram escuchó la voz atenta de su culta hija, que si no…

Rodrigo Almonacid Canseco
Rodrigo Almonacid Cansecohttps://rarquitectura.wordpress.com/
(Teruel, 1974). Licenciado en Arquitectura (1999) con premio extraordinario y Doctor “cum laude” en Arquitectura por la Universidad de Valladolid (2013), compagina su actividad académica como profesor doctor de la E.T.S. de Arquitectura de Valladolid con la profesional al frente de su propio estudio [r-arquitectura]. Es autor de dos libros: Mies van der Rohe: el espacio de la ausencia (2006); y El paisaje codificado en la arquitectura de Arne Jacobsen (2016). Colaborador habitual en blogs de actualidad y crítica arquitectónica.
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