Este escrito trata de un pasaje concreto de la historia de la arquitectura: el de la crisis del Modulor a causa de su incapacidad para generalizar la medida de 226 cm (el hombre con el brazo levantado) como altura mínima de las viviendas, y de cómo podría haberse superado esta crisis si Le Corbusier hubiese añadido la serie √5 en la definición del mismo. El tratar este tema, después de casi sesenta años, puede parecer anacrónico. Pero si retrocedemos en el tiempo comprobaremos que el Movimiento Moderno ha sido el último sistema teórico completo. Su contestación se ha basado más en alternativas formales que en la sustitución de sus principios.
Con la liberación formal, que hoy ha convertido al mismo Movimiento Moderno en una opción estilística más, se ha ganado en libertad creadora pero también en orfandad teórica. Con frecuencia, cada nueva publicación de las novedades arquitectónicas es un nuevo velo que oscurece el patrimonio de quienes pensaron que la arquitectura no era un ejercicio de arbitrariedad. Con este escrito pretendemos prestar un poco de atención al legado de los que ayer apostaron por una arquitectura comprometida con las personas y en consonancia con el orden que nos rodea, sea éste el de la naturaleza, el de la racionalidad de la máquina o el de las necesidades sociales. Baste con apuntarlo.
La primera parte de estas reflexiones la dedicaremos al Modulor, tratando de explicar el sentido que la medida tenía en el pensamiento teórico de Le Corbusier, presentando la crisis que se desencadenó por la negativa de las autoridades responsables de la política de vivienda en diferentes países, al rechazar éstas la altura mínima definida en el Modulor. En la segunda parte intentaremos dar salida a esta crisis, finalizando con algunas consideraciones generales. Este escrito se complementa con un anexo en el que se justifican matemática y gráficamente algunos de los razonamientos expuestos.
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Rafael de Cáceres
+ artículo publicado en Annuaire Massilia