jueves, diciembre 26, 2024
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De arquitectura o revolución | Landa Hernández Martínez

“Nos matamos y a pesar de todo somos modernos”

Juan Carlos Cano1

El Cuarto de Proyectos de SOMA presenta a Pedro Hernández (integrante del Programa Educativo SOMA) con su trabajo titulado “Architecture ou Révolution”

En 1964, refiriéndose al proyecto del Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco, Mario Pani escribe en la Revista Banobras –una de esas revistas que servía para promocionar los logros arquitectónicos modernos que venían auspiciados por esta institución bancaria– que su proyecto y visión se enmarcaba dentro de la “revolución pacífica” que se había propuesto el Gobierno de aquella época. Su texto recogía así otra sentencia realizada por el Presidente López Mateos donde destacaba que “una revolución pacífica evita una revolución violenta”.

Sin querer perder el aire revolucionario (e institucional), heredero de principios de siglo, ambas ideas remiten a aquella otra con la que Le Corbusier cierra su libro Vers une architecture, y que resumen en una disyuntiva: Arquitectura o Revolución; resuelta de tal forma que cierra cualquier posibilidad de elección:

“La sociedad desea violentamente una cosa que obtendrá o no. Todo depende de eso, del esfuerzo que hagamos y de la atención que acordemos a esos síntomas alarmantes. Arquitectura o revolución. Podemos evitar la revolución”.

Vers une architecture, 1923, Le Corbusier

Escrito en 1923, Le Corbusier sabía -y conocía- que el fantasma que recorría Europa se había levantado tan sólo unos pocos años antes en la Unión Soviética se había convertido en una amenaza para sus vecinos. Para el suizo, la revolución significaba el caos, y era la consecuencia lógica de una sociedad molesta que había perdido su modo y calidad de vida por culpa de la ciudad industrial, lugar enfermizo para el cuerpo y el espíritu. Así, la arquitectura –su arquitectura– era para LC la única salida posible la sublevación de una población civil descontenta.

Los distintos gobiernos Europeos, conscientes de esta problemática, y necesitados además de la construcción rápida de vivienda tras la guerra, acaban por aceptar las ideas de esta nueva arquitectura, que a partir de entonces se vuelve, más claramente, un producto industrializado, en serie, homogéneo y de volúmenes claros y blancos. Como el París del Barón Haussmann, el nuevo diseño urbano aparecía alumbrado bajo necesidades sociales e higiénicas. El mundo necesitaba limpiar la ciudad –sacar la basura fuera, habría que decir– y la arquitectura era el método para lograrlo. Manifestaba, sin embargo, otro aspecto, más oculto en los libros de arquitectura, que convertía a la arquitectura en un elemento de dominación y control. El París hausmanniano permitía la represión de las revueltas y la modernidad, con lógica similar, se convertiría en una herramienta de vigilancia.2

El Cuarto de Proyectos de SOMA presenta a Pedro Hernández (integrante del Programa Educativo SOMA) con su trabajo titulado “Architecture ou Révolution”

40 años después, cuando la propia arquitectura moderna estaba cuestionándose sus propias ideas, México apostaba por un gran proyecto de Estado que recogiera las principales ideas modernas: el Conjunto Habitacional Adolfo López Mateos Nonoalco Tlatlelolco. Definido como una supermanzana o una ciudad dentro de la ciudad –conformada por casi 12,000 viviendas con hospitales, escuelas, centros deportivos, cines y teatros– alejada del ruido, la suciedad y el malestar, se confeccionó como una Tabula Rasa que eliminó la “herradura de tugurios” que se ubicaba en aquella zona previamente, pero manteniendo los restos heroicos que allí se habían dado en el pasado. Así, la Plaza de las Tres Culturas –centro del nuevo proyecto urbano, revolucionario e institucional– representaba los tres poderes y legados que ahí se encontraban, el prehispánico, el colonial y el liberalismo que traía consigo la modernidad. La modernidad construía un nuevo lenguaje de Estado, publicitado por anuncios, revistas y fotógrafos, libre de todo historicismo y traía, por supuesto, el progreso, la idea de un futuro mejor: nuevos materiales constructivos y, especialmente, nuevos espacios por aprehender.

Quizás por esa falta de conocimiento sobre su forma de uso, los espacios de la modernidad mexicana de mitad de siglo se convirtieron en escenario perfecto para la protesta y la búsqueda de nuevas formas y lugares de representación. Podemos imaginar el proyecto de CU ocupada por los estudiantes, pero especialmente la mencionada Plaza de las Tres Culturas donde, el día 2 de octubre de 1968, se materializó “una matanza indiscriminada que acabó con las manifestaciones del descontento popular” 3. La arquitectura moderna se convertía en testigo mudo del fracaso político y cumplía fríamente aquello que rezaba su concepción original:

“¿Arquitectura o revolución? (…) Podemos evitar la revolución”.

Movimiento Estudiantil de 1968, México | feuan.net

Pedro Hernández · arquitecto
ciudad de méxico. octubre 2014

Notas:

1 CANO, Juan Carlos. El futuro que no pudo ser. En Revista Código #82. México. (2014)
2 Véanse los trabajos de Beatriz Colomina como Arquitectura y publicidad o La domesticidad en guerra.
3 ADRIÀ, Miquel. Un intruso en Tlatelolco. En arquine.com

Más lecturas:
– La vivienda y reproduccion de la fuerza de trabajo: consumo de los objetos arquitectonicos en Tlatelolco (1964-1985). Lino Fernando Bragança Peres, Universidad Nacional Autonoma de Mexico. Facultad de Arquitectura Universidad Nacional Autonoma de Mexico, Facultad de Arquitectura., 1986.
– Tlatelolco: la autoadministración en unidades habitacionales: gestión urbana y planificación. Rubén Cantú Chapa
– Architecture or Revolution? Neil Leach
– Architecture et révolution: Le Corbusier and the Fascist Revolution. Simone Brott. En Thresholds Journal #41 | Revolution

Landa Hernández
Landa Hernándezhttp://laperiferiadomestica.tumblr.com/
Soy arquitecto por la Universidad de Alicante, pero mi interés sobre esta disciplina se encuentra alejado de su papel tradicional de diseño de espacios. Más bien, me interesa entender cómo las representaciones de la arquitectura, el paisaje, el diseño o el territorio construyen y materializan determinados discursos ideológicos, imponiendo posturas, subjetividades y formas de acción sobre los cuerpos que la habitan. En mi trabajo edito estos discursos –sus imágenes, sus historias o sus restos materiales– y reelaboro comentarios críticos que ponen en evidencia sus controversias y contradicciones, formalizándolos en diversos formatos como textos, fotografías, vídeos, objetos o instalaciones, muchas veces entrecruzados entre sí. He publicado artículos y ensayos en diversos medios de Estados Unidos, Italia, Croacia, España, Chile y México. Desde enero de 2013 resido en la Ciudad de México donde trabajo como coordinador de contenidos en Arquine.
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