Ave marina
Todos recuerdan a Jørn Utzon como un hombre alto. Pero en realidad no lo era.
Utzon parecía descomunal porque vivió sobre una plataforma, como las que había visto en México o en Japón en su juventud; y desde ella miró atrás y adelante.
Reconoció templos orientales y construcciones mayas; recordó las maquetas de barcos que había construido junto a su padre, la colección de objetos exóticos de su tío Ejnar, y sus tardes con Steen Eiler Rasmussen en la Kunstakademiet de Copenhague.
Vislumbró después una arquitectura nueva en la cual la función no alcanzaba a explicar la forma.
Como manifestación de su férrea confianza en la geometría, varó una ópera en la bahía de Sídney para observar las gaviotas. Esas aves que en tierra anuncian el mar, y en el océano son heraldos de una playa próxima.
El primo Ramón
Tromsø, verano de 2014