domingo, diciembre 22, 2024
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La estructura de los Lenguajes de Patrones | Nikos A. Salíngaros

La Arquitectura de Información de las Ciudades | L. Andrew Coward – Nikos A. Salíngaros

Capítulo 8 del libro «Principios de la Estructura Urbana», 2005, de Nikos A. Salíngaros. 

Acerca de este capítulo1 — por Arthur van Bilsen

En este Capítulo aprenderemos lo que realmente son los patrones, soluciones recurrentes a un problema en un contexto, y también cómo se deben combinar.

El lenguaje de patrones de Christopher Alexander (Alexander, Ishikawa, Silverstein, Jacobson, Fiksdahl-King y Angel, 1977) muestra cómo construir un cuerpo de conocimiento para la arquitectura y la planeación urbana y cómo diseñar de una forma estructurada. Sus ideas han sido rechazadas generalmente, como lo fue la idea de construir un cuerpo de conocimiento estructurado. Un argumento de los arquitectos es que un cuerpo de conocimiento obstruye su creatividad. Sin embargo, Stringer argumenta que la amenaza real hacia la creatividad es la falta de capacidad para aprender de los proyectos ya hechos y terminados y la ausencia de aprendizaje sobre éstos durante la etapa de educación (Stringer, 1975). En los siguientes tres Capítulos se muestra que la creatividad y los lenguajes de patrones pueden ir de la mano en situaciones prácticas.

Ilustración M. Un ejemplo del patrón 167 de “Un lenguaje de patrones” de Alexander: BALCÓN DE SEIS PIES – un patrón mencionado en la sección ¿Qué es un patrón? (Dibujo: Arthur van Blisen)

Todo lenguaje nos dice el significado de las palabras y cómo se deben combinar en una oración. Un lenguaje de patrones urbanos nos dice el significado de los patrones urbanos y cómo deben combinarse para formar un área urbana exitosa. Un diseñador puede estructurar su propio lenguaje de patrones o adaptar cuidadosamente algun lenguaje conocido. El uso de patrones puede hacer ahorrar tiempo porque el diseñador no tiene que resolver el problema completo (usualmente complejo). Encontrar, desarrollar y verificar patrones toma tiempo. Una vez que se encuentra una solución recurrente y se investiga su contexto, ésta se puede añadir al lenguaje (Klaasen, 2004). Para añadirla correctamente, se deben verificar los conflictos y las ligas de ésta con otros patrones del lenguaje.

Desde un punto de vista teórico, el siguiente paso es la combinación de patrones. Este Capítulo ayuda a validar y desarrollar un lenguaje de patrones y describe su evolución. Al utilizar el pegamento del tejido urbano, las interfaces urbanas, como ejemplo, se clarifica la estructura de los lenguajes de patrones (en la Sección “La geometría conectiva de las interfaces urbanas”). Este capítulo se ha convertido en un clásico dentro de la comunidad de la Ciencia de la Computación desde su publicación inicial. De los capítulos de patrones, este es el que tiene una naturaleza más teórica, mientras que los dos últimos Lenguaje de Patrones y Métodos de diseño, surgimiento e inteligencia colectiva se muestra cómo utilizar los patrones en la práctica. Ambos tipos de conocimiento se necesitan para el bueno uso de los patrones en la práctica.

Notas:

1. Originalmente publicado en Architectural Research Quarterly Vol. 4, No. 2, 2000, pp. 149-161.

Ilustración N. Los habitantes de esta casa utilizan el balcón como un pequeño jardín para contemplar. En los balcones no caben más que dos o tres personas sentadas alrededor de una mesa. Sentarse en fila viendo hacia el exterior, en un balcón estrecho, no funciona tan bien para fines de comunicación como sentarse alrededor de una mesa viéndose unos a otros (Alexander et al., 1977, p. 781-784). (Fotografía: Ina Klaasen)

La estructura de los lenguajes de patrones

Los lenguajes de patrones nos ayudan a manejar la complejidad de una amplia variedad de sistemas que van desde software hasta edificios y ciudades. Cada “patrón” representa una regla para una pieza de un sistema complejo y la aplicación de los lenguajes de patrones puede hacerse sistemáticamente. El diseño que desea conectar a los seres humanos necesita la información contenida en un lenguaje de patrones. Este Capítulo describe cómo validar patrones existentes, cómo desarrollarlos y cómo éstos evolucionan. La geometría conectiva de las interfaces urbanas se deriva de los patrones arquitectónicos de Christopher Alexander.

Introducción

Observamos el mundo a nuestro alrededor y aprendemos su estructura abstrayendo las causas y efectos y documentando las soluciones recurrentes obtenidas bajo diferentes condiciones. Tales reglas empíricas que representan regularidad en el comportamiento se llaman “patrones”. Los patrones visuales son la expresión más simple del concepto de patrón (Salíngaros, 1999). Muchos patrones están fijos dentro de nuestra mente: heredamos las acciones y reacciones que garantizan nuestra supervivencia. Otros patrones deben ser aprendidos y forman una extensión artificial de la mente humana. La habilidad para observar patrones nos da la ventaja humana de adaptarnos y de modificar nuestro entorno. Por supuesto, la complejidad que envuelve a un patrón en un emplazamiento particular debe aclararse para que podamos entender su mecanismo básico.

El lenguaje de un grupo de patrones forma el marco de trabajo para cualquier disciplina. Los lenguajes de patrones aprendidos — no intrínsecos a la mente humana — se preservaron cuidadosamente en el pasado. Muchos patrones de relaciones humanas están codificados en religiones, mitos y épicas literarias. La inteligencia colectiva los desarrolla desde un conjunto de descubrimientos acumulados por generaciones. Este proceso es enteramente general. Las ciencias se basan en las matemáticas por la habilidad de éstas para organizar datos y explicar fenómenos a través de la regularidad o de patrones lógicos (Steen, 1988). Los avances suceden cuando los patrones de un área se relacionan con patrones de otras áreas.

En este capítulo se presenta el lenguaje que une a los patrones. Un lenguaje de patrones contiene información conectiva útil que ayuda a validar y a aplicar los patrones. Vamos a establecer la estructura de un lenguaje de patrones en términos de las propiedades de las combinaciones de los patrones. Desde este punto de vista se revela el orden de los patrones en el espacio, tiempo y dimensiones humanas. Asumiré que el lector está mínimamente familiarizado con los patrones arquitectónicos de Christopher Alexander publicados en Un Lenguaje de Patrones (Alexander et al., 1977). Aunque éstos existen desde hace veinte años, su verdadera significancia sólo ha sido apreciada por unos cuantos practicantes de la arquitectura. Los patrones son una herramienta poderosa para controlar procesos complejos, pero gracias a algunos malentendidos, no han jugado un rol importante en el diseño arquitectónico. En vez de ello, los patrones han sido un éxito inesperado en la ciencia de la computación.

La audiencia de éste capítulo es cualquier persona interesada en conectar sus diseños con los seres humanos. Mostraremos que esto no puede hacerse sin incorporar patrones. Después de describir en términos generales lo que son los patrones y las formas en que éstos se pueden combinar, discutiré la relación entre los patrones y la ciencia. La teoría de grafos ilustra visualmente algunos aspectos clave de los lenguajes de patrones: cómo se combinan los patrones para formar patrones de un nivel superior que contienen información nueva; cómo existen, en diferentes niveles, patrones relacionados entre sí; cómo encontrar patrones en un lenguaje nuevo; y cómo un lenguaje de patrones se valida mediante su estructura conectiva independientemente de la validación de cada patrón individual. La mayor preocupación es cómo un lenguaje de patrones puede ser afectado por la imposición de reglas estilísticas arbitrarias y por anti-patrones, que son confundidos comúnmente con patrones. La gente ha tratado, demasiadas veces, de cambiar a la sociedad cambiando sus patrones arquitectónicos. Desde la visión de los patrones surge una aplicación de la geometría de las interfaces urbanas.

¿Qué es un patrón?

En Un Lenguaje de Patrones, Alexander y sus colegas extrajeron 253 soluciones o “patrones” de diseño que recurren en la arquitectura, tales como la necesidad de PEQUEÑOS LOTES DE ESTACIONAMIENTO (#103), o un BALCÓN DE SEIS PIES — la profundidad mínima para que éste sea útil — (#167) (Alexander et al., 1977). Ellos argumentan que los diseños construidos que violan estos patrones son notablemente menos exitosos que aquéllos que los siguen. El formato Alexandrino que conforma un patrón consiste en una frase que resume la filosofía de un tema específico (por ejemplo, para PEQUEÑOS LOTES DE ESTACIONAMIENTO):

“Los grandes lotes de estacionamiento destrozan el territorio para la gente.”

Después de la frase continúa una explicación que respalda al patrón: datos estadísticos; un análisis científico; el descubrimiento de la ocurrencia simultánea de este patrón en culturas totalmente distintas; razones psicológicas, estructurales o culturales; etc. Por ejemplo, la discusión que sigue al patrón anterior incluye:

“… el tejido social es amenazado por la sola existencia de los automóviles si las áreas para autos estacionados ocupa más del 9 ó 10% del territorio dentro de una comunidad… los lotes pequeños de estacionamiento son mejores para el entorno que los grandes, aunque sus áreas totales sean las mismas. … Los grandes lotes de estacionamiento, hechos para los autos, tienen todos propiedades que no están hechas para la gente.”

Un patrón termina con alguna clase de prescripción en términos prácticos, para ayudar a incorporar el patrón dentro del diseño real. Por ejemplo:

“Hacer lotes de estacionamiento pequeños, para no más de 5 a 7 autos, cada lote rodeado de muros ajardinados, arbustos, cercas, declives y árboles, para que desde afuera, los autos sean casi invisibles. …”

Muchas de las críticas hacia el Lenguaje de Patrones de Alexander son válidas de alguna forma — que refleja la filosofía de los años 60, que es demasiado radical y no es fácil incorporarlo al diseño y planeación contemporáneas, que ignora casi todo lo que se considera importante en la arquitectura del siglo XX — pero estas son triviales comparadas con el mensaje que éste ofrece. Este Capítulo intentará mostrar que cualquier diseño que ignora a los patrones nunca puede esperar conectarse con los seres humanos.

Combinar los patrones Alexandrinos

Se pueden combinar los patrones de diseño en un número infinito de formas. Sin embargo, las reglas conectivas — como en el lenguaje — sólo están esbozadas brevemente. Para obtener un entendimiento de las relaciones entre patrones, se debe conocer el trabajo previo de Alexander (Alexander, 1964; Alexander, 1965). Sólo en el Capítulo 16 de La Forma Intemporal de Construir (Alexander, 1979), Alexander mismo no ha hecho hincapié en la síntesis entre patrones. Cualquier debilidad percibida en los patrones puede residir en los patrones individuales, pero es más probable que ésta suceda como resultado de no entender la combinación del lenguaje. Aunque los patrones de diseño escritos bajo el formato Alexandrino aluden siempre a su relación con otros patrones (en el preludio y el epílogo), es difícil visualizarlos sin un mapa conectivo. Aun los arquitectos que utilizan patrones tienden a ignorar la forma en que los patrones se ligan unos con otros, por lo que el diseño resultante frecuentemente carece de coherencia en una escala mayor.

De forma totalmente inesperada, el formato del Lenguaje de Patrones se ha convertido en una aplicación básica en la programación computacional. Cualquier solución de programación que reaparece en distintas instancias se identifica como “patrón” y se reutiliza subsecuentemente como unidad. Los patrones se reconocen ahora como un poderoso marco teórico en el cuál ensamblar complejos programas de computadora (Coplien y Schmidt, 1995; Gabriel, 1996; Gamma, Helm, Johnson y Vlissides, 1995). Los partidarios de los patrones de software creen que los patrones pueden ayudar a resolver un amplio rango de problemas prácticos que de otra forma serían demasiado tediosos y tardados de resolver.

Para dar a los lectores un mejor sentido de lo que significa que los patrones se conectan unos con otros, enlistaremos algunos ejemplos de acoplamientos.

– Un patrón contiene o generaliza a otro de una escala menor.
– Dos patrones son complementarios y uno necesita del otro para complementarse.
– Dos patrones que resuelven diferentes problemas pueden traslaparse y coexistir en el mismo nivel.
– Dos patrones pueden resolver el mismo problema de forma alternativa e igualmente válida.
– Distintos patrones comparten una estructura similar, y por tanto implican un nivel de conexión superior.

Las reglas conectivas exponen dos aspectos distintos de los patrones. Por un lado, los componentes internos de un patrón determinarán su inclusión en un patrón más grande. Por otro lado, la interface es la que determina el empalme o la conexión en el mismo nivel. Dos patrones en el mismo nivel pueden competir, coexistir superficialmente o necesariamente complementarse entre ellos.

Algunas críticas sobre los patrones Alexandrinos surgen de su conflicto con las actuales prácticas económicas y procesos de construcción. El Lenguaje de Patrones se extiende desde la escala del detalle de las superficies hasta la escala de la gran ciudad y abarcan las ideas de Alexander sobre cómo implementar de la mejor manera un ambiente construido más humano (Alexander et al., 1977). Algunos de los patrones urbanos contradicen absolutamente a la especulación de la tierra y a la construcción de mega-torres, mientras que los patrones de edificios hacen obvia la necesidad de una mayor calidad estructural que la que los contratistas ofrecen hoy en día. Ambos aspectos amenazan la fuente de recursos de la industria de la construcción. Mientras que todavía no es clara la forma de reconciliar estas diferencias, los críticos de Alexander toman esto como escusa para calificar a todo el Lenguaje de Patrones como impráctico e irreal (Dovey, 1990). Esto demuestra su falta de visión.

Los practicantes que tratan de aplicar los patrones Alexandrinos para dar forma al ambiente construido tienen una preocupación más seria. El Lenguaje de Patrones no es, y nunca fue hecho para ser, un método de diseño y siempre se lidia una batalla al integrar patrones dentro de un proyecto real de diseño. Los arquitectos, sin embargo, necesitan desesperadamente un método de diseño auto-contenido y al no encontrarlo dentro de las teorías de Alexander, adoptan cualquier metodología de diseño que en ese momento esté de moda. Las herramientas que Alexander propone se ignoran de esta forma, pareciendo útiles sólo bajo un análisis retrospectivo; esto también explica el relativo poco impacto que ha tenido el Lenguaje de Patrones. Diseñar es un trabajo tremendamente duro y me gustaría ayudar a mostrar cómo utilizar los patrones en la práctica.

Un conjunto de patrones conectados provee un marco de trabajo sobre el cuál se puede anclar cualquier diseño. Los patrones no determinan el diseño. Por medio de la imposición de restricciones, éstos eliminan el gran número de posibilidades mientras que siguen permitiendo un número infinito de diseños posibles. La disminución de posibilidades es, después de todo, una parte esencial de cualquier método de diseño. En este caso, las opciones posibles son precisamente aquellas que se conectan con el ser humano ya sea visualmente, emocionalmente, funcionalmente o para facilitar sus interacciones y actividades. La gente tiene necesidades fundamentales físicas y emocionales que deben satisfacerse por medio del ambiente construido, sin embargo, muchas de ellas se ignoran hoy en día. El diseño arquitectónico que utiliza — o mejor, realza — el marco de trabajo que proporcionan los patrones Alexandrinos se sentirá más “natural” que otro que no lo hace.

La geometría conectiva de las interfaces urbanas

En una ciudad viva, los límites definen y conectan a diferentes regiones y fomentan muchos de los procesos humanos que hacen a la ciudad exitosa. Que estas funciones se cumplan es en gran parte gracias a la geometría de los límites urbanos: éstos deben ser rugosos y permeables. (En términos matemáticos, es correcto llamar a una línea como esta “fractal”, ya que no es ni continua ni perfectamente lisa). La información necesaria para esto ya existe en muchos de los patrones Alexandrinos, que se combinan para formar una geometría urbana definida muy distinta a la que se puede encontrar hoy en las ciudades contemporáneas.

En la práctica, es muy engorroso trabajar con un catálogo completo de patrones descubiertos para crear un producto. Una lista conectiva simplificada puede mejorar drásticamente la utilidad de cualquier lenguaje de patrones. Un procedimiento para lograr un mapa como éste se basa en el concepto de “agrupación” de información (Miller, 1956). El propósito es agrupar patrones en conjuntos de cinco o menos patrones en cada nivel de escala. Supóngase que uno necesita diseñar algo utilizando los patrones disponibles; escoja aquellos que son más relevantes para el problema a resolver, luego escoja no más de doce patrones del catálogo de patrones existente. Identifique una dimensión vertical (digamos, tiempo, espacio o el tamaño del grupo) apropiado para el proceso que genera el producto final, y estudie cómo se desarrolla el proceso generativo mientras uno va subiendo de nivel de escala.

Una vez recopilado un grupo de patrones del catálogo, puede regresar en el proceso y desarrollar otros para procesos relacionados, que incluirán patrones que no se utilizaron en la ronda inicial. Los grupos de patrones para diferentes resultados deben estar separados y no deben confundir la claridad de unos con otros. En el caso de las interfaces urbanas, hay muchos patrones directamente relevantes. Yo los he enlistado aquí, numerados como se encuentran en el Lenguaje de Patrones (Alexander et al., 1977).

13. LÍMITE DE SUBCULTURAS.
15. LÍMITE DE VECINDADES.
42. CINTURÓN INDUSTRIAL.
53. PUERTAS URBANAS PRINCIPALES.
108. EDIFICIOS CONECTADOS.
119. SOPORTALES (ARCADAS, PORTALES).
121. LA FORMA DEL CAMINO.
122. FRENTES DE EDIFICIOS.
124. BOLSAS DE ACTIVIDAD.
160. EL CANTO DEL EDIFICIO.
165. ABRIRSE A LA CALLE.
166. ANILLO DE GALERÍAS.

Esta docena de patrones funciona como base empírica para la geometría de las interfaces urbanas.

Revertir el orden de los patrones

Alexander numeró los patrones de acuerdo al decremento de su tamaño, pero yo revertiré el orden de la lista anterior para nuestra discusión. El ANILLO DE GALERÍAS propone que la gente debe ser capaz de caminar a través de una zona que sirva de conexión, como un balcón para sentirse conectado con el mundo exterior. ABRIRSE A LA CALLE es el corolario: la gente en una banqueta debe sentirse conectada con las funciones que se realizan dentro del edificio y esto sólo es posible mediante aberturas directas. EL CANTO DEL EDIFICIO debe fomentar la vida, creando nodos peatonales y la necesaria geometría “arrugada” y llena de muescas que éstos requieren. Las BOLSAS DE ACTIVIDAD revelan que cualquier espacio público es exitoso sólo si su borde contiene o alberga nodos peatonales exitosos. FRENTES DE EDIFICIOS define la vida en el borde construido de una calle, mientras que los retiros (restricciones) uniformes

“casi siempre destruyen el valor de las áreas abiertas entre los edificios.”

LA FORMA DEL CAMINO requiere de nodos peatonales a lo largo de un camino y éstos deformarán a cualquier límite recto en uno con forma más fractal. SOPORTALES conectan el interior de los edificios con el mundo exterior por medio de un espacio parcialmente cerrado; sin ellos, la transición es demasiado abrupta.

Los EDIFICIOS CONECTADOS crean un límite y un camino a lo largo de éste, que se destruye al tener espacios intermedios entre un edificio y otro. Las PUERTAS URBANAS PRINCIPALES dan significado — y definen el acceso — a lo que de otra manera sería un espacio inutilizado entre edificios. El CINTURÓN INDUSTRIAL funciona como alternativa para crear un límite ancho para separar regiones que contienen otro tipo de edificios. Finalmente, los otros dos patrones, LÍMITE DE VECINDADES y LÍMITE DE SUBCULTURAS enfatizan la necesidad de contención de una ciudad viva, y muestran la forma en que una zona puede destruir una zona adyacente si no existen los límites apropiados. Juntos, los patrones anteriores se combinan para crear la imagen de una ciudad viva que depende en gran medida de sus interfaces intricadas y permeables. La información reunida por Alexander y sus colegas al conjuntar el Lenguaje de Patrones ofrece una concepción del tejido urbano como una estructura altamente conectada, cuyas subdivisiones se definen mediante límites complejos.

Algunos críticos desearían descartar al primer grupo de patrones por ser relevantes sólo para una ciudad peatonal, la cuál desde su punto de vista, ya no existe. La verdad es lo contrario. La discusión de este Capítulo pone de manifiesto que, como los seres humanos están capacitados anatómicamente para caminar como su principal forma de transporte, estos patrones son eternos y relevantes aún cuando su dominio esté restringido en el paisaje urbano actualmente dominado por el automóvil. Estos patrones aplican donde quiera que caminemos, aunque sea en los lotes de estacionamientos, a lo largo de escaparates, en banquetas suburbanas o en centros comerciales cerrados. Décadas de represión por los patrones para la red del automóvil han borrado muchos de los patrones peatonales (Newman y Kenworthy, 1999). Sin embargo, donde quiera que exista una oportunidad arquitectónica, estos patrones resurgen espontáneamente para crear una interfaz viva.

Validación de los patrones

Alexander presenta el Lenguaje de Patrones como una herramienta práctica, y ordena los patrones más o menos en un orden decreciente de acuerdo a su tamaño. Este es el orden correcto cuando uno los utiliza para diseñar pues las decisiones que se toman en la escala mayor deben hacerse primero. Sin embargo, esto presupone que los patrones se entienden como verdaderos en un sentido fundamental. El problema es que la arquitectura establecida nunca ha aceptado completamente a los patrones Alexandrinos; sólo lo aceptaron los movimientos más sensibles y espiritualmente marginados. Para validar los patrones anteriores, deben leerse en el orden opuesto: del más pequeño al más grande. La mente humana puede combinar los patrones más pequeños en grupos; los patrones más grandes utilizan estos grupos y también generan nuevas propiedades que no están presentes en los patrones que los componen. La mente es capaz de validar los patrones subconscientemente cuando los leemos en orden evolutivo (de pequeño a grande).

Aún ahora, más de veinte años después de su publicación, el significado fundamental del Lenguaje de Patrones apenas es apreciado. Mucha gente todavía piensa en él como un catálogo de preferencias personales, lo cuál es un craso error (Dovey, 1990). Aún aquéllos que se dan cuenta que cada patrón se establece ya sea por observación empírica o por razonamiento científico, muchas veces se dan cuenta que es inevitable. Por lo tanto recomiendo que se fotocopien los patrones relevantes de Un Lenguaje de Patrones que menciono aquí (Alexander et al., 1977), y se engrapen en el orden inverso. Leerlos sin la distracción de los otros patrones ayuda a conectarlos en la mente del lector, y la progresión natural de pequeño a grande revela las conexiones entre las escalas mayores sucesivas. Esto lleva a la conclusión de que el tipo de límite urbano descrito no es simplemente nuestra sugerencia, sino que es necesario para una ciudad viva.

Además de su validación interna dada por su habilidad para combinarse, lo que demuestra la inevitabilidad de los patrones es su conexión con los patrones fundamentales del comportamiento y movimiento humanos. Muchas funciones e interacciones humanas se facilitan por la geometría urbana propuesta, y podríamos relacionar gráficamente patrones de comportamiento con estos patrones arquitectónicos directamente. En muchos de los casos, esta conexión se revela con la intuición de que los patrones para límites urbanos “se sienten bien”. Alexander basó mucha de la validación para el Lenguaje de Patrones en su evaluación intuitiva (Capítulo 15 de El modo intemporal de construir (Alexander, 1979)), lo que fue calificado como falto de rigor científico. Pero esto está respaldado por una base gráfica y teórica.

Mientras más pequeña sea la escala sobre la que actúa un patrón, más rápido se conecta con los seres humanos. Los patrones arquitectónicos en el rango de escalas humanas entre 1 cm y 1 m provocan una respuesta visceral porque podemos experimentarlos con la mayoría de nuestros sentidos. Los patrones más grandes que no se pueden tocar o sentir requieren de síntesis y reconocimiento; se vuelven más intelectuales. La gente que no los ha experimentado personalmente (en alguna región del mundo donde todavía existan) raramente puede imaginar su impacto emocional. Esta es la razón por la que la secuencia de pequeño a grande funciona para el proceso de validación: proporciona la conexión personal más fuerte al principio y los patrones sucesivos se construyen desde una base aceptada intuitivamente.Validación de los patrones

Alexander presenta el Lenguaje de Patrones como una herramienta práctica, y ordena los patrones más o menos en un orden decreciente de acuerdo a su tamaño. Este es el orden correcto cuando uno los utiliza para diseñar pues las decisiones que se toman en la escala mayor deben hacerse primero. Sin embargo, esto presupone que los patrones se entienden como verdaderos en un sentido fundamental. El problema es que la arquitectura establecida nunca ha aceptado completamente a los patrones Alexandrinos; sólo lo aceptaron los movimientos más sensibles y espiritualmente marginados. Para validar los patrones anteriores, deben leerse en el orden opuesto: del más pequeño al más grande. La mente humana puede combinar los patrones más pequeños en grupos; los patrones más grandes utilizan estos grupos y también generan nuevas propiedades que no están presentes en los patrones que los componen. La mente es capaz de validar los patrones subconscientemente cuando los leemos en orden evolutivo (de pequeño a grande).

Aún ahora, más de veinte años después de su publicación, el significado fundamental del Lenguaje de Patrones apenas es apreciado. Mucha gente todavía piensa en él como un catálogo de preferencias personales, lo cuál es un craso error (Dovey, 1990). Aún aquéllos que se dan cuenta que cada patrón se establece ya sea por observación empírica o por razonamiento científico, muchas veces se dan cuenta que es inevitable. Por lo tanto recomiendo que se fotocopien los patrones relevantes de Un Lenguaje de Patrones que menciono aquí (Alexander et al., 1977), y se engrapen en el orden inverso. Leerlos sin la distracción de los otros patrones ayuda a conectarlos en la mente del lector, y la progresión natural de pequeño a grande revela las conexiones entre las escalas mayores sucesivas. Esto lleva a la conclusión de que el tipo de límite urbano descrito no es simplemente nuestra sugerencia, sino que es necesario para una ciudad viva.

Además de su validación interna dada por su habilidad para combinarse, lo que demuestra la inevitabilidad de los patrones es su conexión con los patrones fundamentales del comportamiento y movimiento humanos. Muchas funciones e interacciones humanas se facilitan por la geometría urbana propuesta, y podríamos relacionar gráficamente patrones de comportamiento con estos patrones arquitectónicos directamente. En muchos de los casos, esta conexión se revela con la intuición de que los patrones para límites urbanos “se sienten bien”. Alexander basó mucha de la validación para el Lenguaje de Patrones en su evaluación intuitiva (Capítulo 15 de El modo intemporal de construir (Alexander, 1979)), lo que fue calificado como falto de rigor científico. Pero esto está respaldado por una base gráfica y teórica.

Mientras más pequeña sea la escala sobre la que actúa un patrón, más rápido se conecta con los seres humanos. Los patrones arquitectónicos en el rango de escalas humanas entre 1 cm y 1 m provocan una respuesta visceral porque podemos experimentarlos con la mayoría de nuestros sentidos. Los patrones más grandes que no se pueden tocar o sentir requieren de síntesis y reconocimiento; se vuelven más intelectuales. La gente que no los ha experimentado personalmente (en alguna región del mundo donde todavía existan) raramente puede imaginar su impacto emocional. Esta es la razón por la que la secuencia de pequeño a grande funciona para el proceso de validación: proporciona la conexión personal más fuerte al principio y los patrones sucesivos se construyen desde una base aceptada intuitivamente.

Los patrones y la ciencia

En este capítulo enunciaré los patrones en términos muy generales, con la intención de demostrar su inevitabilidad. Un patrón es una solución descubierta que ha sido probada por algún tiempo y bajo condiciones variables. Para los patrones arquitectónicos y urbanos, el marco del tiempo puede ser de varios milenios. Un patrón usualmente no se inventa, entonces la creatividad se subordinada aquí a una búsqueda científica y a la observación. Aunque puedan encontrarse formas novedosas para combinar y relacionar patrones, la creatividad se reserva para los productos que surgen de la aplicación del lenguaje de patrones, no para el proceso. Como los patrones se derivan empíricamente de observaciones, son diferentes a las teorías científicas, que derivan soluciones a partir de principios fundamentales. Sin embargo, los patrones descubiertos proveen una base fenomenológica sobre la cuál pueden surgir teorías científicas. Una vez establecidas, estas teorías explican cómo es que funcionan los patrones.

Algunas veces, un patrón puede surgir como una conjetura informada. Debe sobrevivir a la crítica y al escrutinio intenso que forman parte del método científico de validación. Aunque los patrones sean pre-científicos, son de hecho mucho más extensos que la ciencia. Un patrón puede ser la intersección de mecanismos científicos separados. Muchos patrones aún no tienen una explicación científica; para los que sí la tienen, las explicaciones pueden ser largas e intricadas comparadas con la simplicidad del mismo patrón. La medicina, la farmacología y la psicología están basadas, al menos parcialmente, en lenguajes de patrones, mientras que su base fenomenológica está siendo reemplazada lentamente por una base biológica/química. Las reglas morfológicas y de escalas que se aplican en muchas disciplinas diferentes (West y Deering, 1995) son patrones útiles independientemente de los mecanismos particulares que generan al fenómeno observado.

Desafortunadamente, la arquitectura como disciplina aún no tiene los medios para validar un patrón arquitectónico, por lo tanto no existe el mecanismo básico para la formación de un patrón. Los arquitectos que no están familiarizados con el método científico, no pueden distinguir a un método o procedimiento de diseño que le de buenos resultados de uno que falle; el proceso de validación que se debe seguir para proponer cualquier solución, no forma parte de la educación arquitectónica (Stringer, 1975). Las razones por las cuáles algunos edificios no funcionan — en el sentido de ser desagradables y difíciles de usar — nunca se examinan seriamente. Consecuentemente, los errores de diseño tienden a repetirse indefinidamente.

Un cambio filosófico radical presenta un impedimento aún más serio para el uso de patrones arquitectónicos. La arquitectura ha cambiado en este siglo de ser un gremio al servicio de la humanidad mediante estructuras confortables y útiles, a ser un arte que sirve principalmente al arquitecto como un medio de auto-expresión. En el paradigma arquitectónico actual, el confort emocional y físico del usuario es de menor importancia. Los arquitectos se resisten al uso del Lenguaje de Patrones porque creen equivocadamente que éste coarta su libertad artística. Al declarar su deseo de expresar su creatividad libremente, se fuerzan a sí mismos a trabajar con limitaciones estilísticas irrelevantes. La arquitectura contemporánea se ha vuelto auto-referente, válida sólo por qué tan bien se adapta al estilo actualmente aceptado y no por algún criterio objetivo externo o científico (Stringer, 1975).

La naturaleza de un lenguaje de patrones

En la práctica, los lenguajes de patrones surgen por dos necesidades muy diferentes: (a) como una forma de entender, y posiblemente controlar, un sistema complejo; (b) como herramientas de diseño necesarias con las cuales construir algo que es funcional y estructuralmente coherente. Para visualizar los patrones y sus interconexiones, utilizamos la representación gráfica. Los patrones deben identificarse con nodos en un gráfico, y el gráfico se conecta por medio de bordes de diferentes largos (Figura 1). Un patrón es una encapsulación de fuerzas; una solución general a un problema. El “lenguaje” combina a los nodos dentro de un marco organizacional. Un conjunto de patrones sueltos no es un sistema, porque carece de conexiones.

Figura 1. Patrones individuales agrupados forman seis patrones de nivel superior que tienen propiedades adicionales.

Las reglas por las que los patrones (nodos) se conectan son tan importantes como los patrones mismos. Las palabras sin reglas de conexión no pueden formar un lenguaje. Una combinación coherente de patrones formará un nuevo patrón de nivel superior que posee propiedades adicionales (Figura 2). No sólo es que cada patrón original trabaja en combinación tan bien como lo hace individualmente, sino que el todo contiene información organizacional que no está presente en ninguno de los patrones que lo constituyen. Un patrón de nivel superior no puede predecirse sólo por medio de los patrones de nivel inferior. Unir patrones sin el orden correcto no da como resultado una coherencia global. Cada componente puede trabajar individualmente, pero es todo no funciona, precisamente porque no es un todo.

Figura 2. Las siguientes conexiones organizan a los patrones de la Figura 1 en un patrón en el siguiente nivel superior. Las nuevas propiedades del todo corresponden a las nuevas simetrías.

Un lenguaje de patrones es más que un catálogo de patrones. Los patrones individuales son más fáciles de describir que su lenguaje, mientras que un catálogo es sólo un diccionario. No proporciona un guión; no tiene reglas para el flujo, conexiones internas o subestructuras ordenadas. Un catálogo de patrones carece de la validez esencial que surge del reconocimiento de las propiedades combinatorias del lenguaje. Algunos patrones requerirán de otros patrones complementarios para su completitud, y las combinaciones permitidas usualmente son infinitas. Un lenguaje nos dice cuáles pueden combinarse y de qué forma, para poder crear un patrón de nivel superior. Haciendo una analogía con los sistemas biológicos, el sistema trabaja gracias a las conexiones entre los subsistemas (Passioura, 1979).

Conexiones jerárquicas a través de las escalas

Cualquier sistema complejo tiene una estructura jerárquica; es decir, ocurren diferentes procesos en distintas escalas o niveles. Las conexiones existen tanto en los mismos niveles como entre ellos (Mesarovic, Macko y Takahara, 1970). Lo mismo funciona para un lenguaje de patrones. El “lenguaje” genera una red conectiva mediante la cuál el ordenamiento de nodos en un nivel crea nodos en el siguiente nivel superior. Este proceso continúa hacia arriba y hacia abajo en todos los niveles (Figura 3). El marco cohesivo que provee el lenguaje permite la transición ascendente hacia todos los niveles superiores. Podemos entender mejor un lenguaje si éste está organizado en diferentes niveles, pues cada nivel está protegido de la complejidad que existe en todos los demás niveles.

Figura 3. Las conexiones jerárquicas muestran cómo los patrones de los niveles superiores dependen de los de los niveles inferiores.

Un lenguaje de patrones no tiene una regla estructural estrictamente modular — como sería el caso si el lenguaje estuviera definido sólo por unas cuantas unidades básicas — pero añade nuevas reglas mientras las escalas crecen. Los niveles superiores en un sistema dependen de todos los niveles inferiores, pero no vice-versa (Passioura, 1979). Aunque los patrones desconectados de un nivel inferior pueden funcionar sin necesariamente formar un patrón de nivel superior, este sistema no es cohesivo, porque existe sólo en un nivel. Cada nivel de un sistema jerárquico complejo está basado en las propiedades del nivel inferior siguiente. La combinación de patrones que actúan en un nivel inferior de escala adquiere nuevas e inesperadas propiedades que no están presentes en los patrones que lo constituyen, y estos se expresan en un patrón de nivel superior (Figura 4). Por lo tanto, los patrones de niveles superiores son necesarios porque incorporan nueva información.

Figura 4. Los patrones de un nivel se combinan para ayudar a definir un patrón nuevo en un nivel superior.

Se cometen muchas fallas al describir un sistema complejo al no permitir suficientes niveles. Un vacío entre niveles desconecta el lenguaje de patrones, pues los patrones en diferentes niveles están demasiado alejados para poder relacionarse (Figura 5). Tendemos a caer en este error gracias a un pensamiento no jerárquico. Algunos patrones urbanos funcionan en la escala de 100 m y contienen patrones arquitectónicos que trabajan en la escala de 1 m, pero ¿qué sucede con los patrones en todas las escalas intermedias? Un problema aún más serio es la difundida asociación de la importancia con el tamaño, en nuestra cultura. Al trabajar bajo este paradigma, es muy fácil concentrase sólo en los patrones (o anti-patrones) de gran escala, e ignorar aquéllos de los niveles inferiores. Esto hace imposible la validación de los patrones a través de sus conexiones verticales, ilustradas en las Figuras 3 y 4.

Uno de los principales métodos para validar un lenguaje de patrones es que cada patrón esté conectado verticalmente con patrones tanto en niveles superiores como inferiores. El daño a un lenguaje de patrones se puede entender visualmente si se tacha cualquier patrón en la Figura 3. Esto eliminará la coordinación de todos los patrones relacionados debajo de él; además, si una relación vertical es de inclusión, obviamente aquellos patrones debajo de ella también se eliminan. Además, todos los patrones que se encuentren arriba del patrón tachado se eliminan automáticamente. Por tanto, remover un patrón sin entender sus conexiones daña una significativa porción del lenguaje de patrones porque también remueve al menos una cadena vertical de patrones.

Es necesario señalar un malentendido que identifica a muchas de las estructuras multi-niveles con un orden jerárquico de árbol invertido. En un árbol, todo se ordena a partir de un solo nodo superior y los nodos del mismo nivel no se relacionan directamente. Aunque algunos autores usan esta terminología, esto no es a lo que nos referimos aquí. La Figura 3 muestra que la jerarquía propuesta para el lenguaje de patrones no es un árbol invertido, porque tiene múltiples cimas y conexiones horizontales; es decir, muchas más conexiones de las que tiene un árbol. Una estructura jerárquica de árbol invertido es muy restrictiva ya que toda la comunicación debe pasar a través de los nodos de los niveles superiores. Las jerarquías de árbol invertido están asociadas con los sistemas que ejercen un control de arriba hacia abajo (Alexander, 1965).

Figura 5. Dos grupos de patrones que están demasiado separados en escala como para conectarse de forma efectiva.

Encontrar patrones para nuevas disciplinas

Una disciplina nueva necesita abstraer sus patrones como éstos aparecen. De esta forma construye sus propias bases y un esqueleto lógico sobre el cuál poder soportar su futuro crecimiento. El conocimiento temprano de sus patrones básicos, acelerará el desarrollo del lenguaje y lo guiará en la dirección correcta. Se puede comprender una nueva disciplina que carezca de un lenguaje de patrones estudiando patrones de disciplinas ya establecidas. Existe una estructura de nivel superior universal que es inherente a todos los lenguajes de patrones. El espacio de soluciones, que es distinto al espacio de parámetro, rara vez es unidimensional, lo que significa que conocer lo que no funciona no puede referirnos a lo que sí funciona simplemente haciendo lo contrario. Puede existir un número infinito de contrarios. Se necesita agotar el espacio de soluciones mediante la identificación de muchos anti-patrones adyacentes antes de localizar al patrón mismo.

Aquí necesitamos advertir contra la tendencia destructiva de nuestros tiempos de juzgar patrones prematuramente utilizando criterios estrictos tales como eficiencia, reducción de costos y racionalización. No es que estos sean criterios equivocados, pero tienden a ignorar la relación entre patrones. En otras palabras, los patrones dentro de un lenguaje de patrones dependen unos de otros en una forma muy compleja, y la eliminación precipitada de lo que erróneamente se juzgan patrones superfluos puede dañar la cohesión del lenguaje. Muchos patrones fundamentales se descartan con un falso interés económico, sin darse cuenta de que son esenciales para la coherencia y desempeño del sistema. Las consecuencias de esto a largo plazo son negativas y significantes. Se puede intentar racionalizar un proceso después de que se entiende perfectamente su complejidad, pero no antes. Los nuevos y prometedores patrones junto con los viejos y estimados por siglos, han sido implacablemente destrozados por un pensamiento sin visión, surgido de la creencia en que los sistemas complejos deben conformar a alguna clase de “diseño minimalista.” Esto surge del entendimiento superficial del funcionamiento del sistema.

Los sistemas complejos más elegantes están casi (pero no perfectamente) ordenados. Al tener que acomodar patrones en las escalas más pequeñas e intermedias — y de las que surgen de ellas — los patrones de escalas mayores no pueden ser perfectos en el sentido de ser puros o demasiado simples. El buen diseño se evita complicaciones innecesarias. Está balanceado entre su proveniencia de patrones de escala pequeña ligeramente organizados, que pueden originar alguna clase de formas o procesos al azar, y los patrones mayormente enfocados a la escala mayor. Ser extremistas en cualquiera de los extremos, daña la coherencia (y por tanto a la eficiencia) del sistema.

Las ideas generales expuestas aquí han probado ser útiles al extender los patrones urbanos a la ciudad electrónica. La noción de un “ambiente inteligente” define a la conectividad urbana para el nuevo milenio. Necesitamos desarrollar reglas para la conectividad electrónica (Droege, 1997; Graham y Marvin, 1996) sobre la estructura de caminos existente determinada por los patrones Alexandrinos (ver Capítulo 1, Teoría de la Red Urbana). Para definir un tejido urbano coherente y funcional, el lenguaje de patrones para las conexiones electrónicas (que está siendo desarrollado ahora) debe relacionarse meticulosamente con el lenguaje de conexiones físicas. En estos momentos, muchos autores erróneamente dicen que la ciudad se hace redundante con la conectividad electrónica. Tales opiniones ignoran los nuevos patrones observados, que correlacionan a los nodos electrónicos con nodos físicos en el tejido urbano peatonal. Los dos lenguajes de patrones deben complementarse y reforzarse mutuamente.

Consistencia y conectividad

De los dos criterios: (a) consistencia interna, y (b) conectividad externa, el segundo es mucho más importante. La complejidad de un sistema — gran parte de lo que tal vez no se conoció por algún tiempo, o nunca — puede impedir que un lenguaje de patrones tenga una estructura interna sin complicaciones. Sin embargo, es esencial que cualquier lenguaje de patrones le ligue a lenguajes existentes por medio de sus límites (Figura 6). Por ejemplo, un edificio que es inconsistente internamente, sería inutilizable. Sin embargo, una vez que un edificio ha alcanzado un grado mínimo de consistencia interna, se vuelve más importante su conectividad externa con otros patrones. El punto es evitar el aislamiento de sistemas patológicos pues éstos sobrevivirían porque no son sujetos a revisiones ni balances interactivos.

Es posible definir un conjunto de anti-patrones que “limpian” la complejidad al imponer ideas rígidas y unidimensionales. Un lenguaje como este puede ser perfectamente consistente internamente, pero no puede coexistir con otros lenguajes de patrones que respeten la complejidad. El mejor ejemplo surge del gobierno. El fascismo y el totalitarismo limpian el desorden de la sociedad humana, pero van en contra de nuestros patrones de valores más arraigados. Del mismo modo, cualquier lenguaje de patrones organizacional que intente crear un ambiente funcional positivo deberá necesariamente conectarse con una transición dada por el lenguaje de patrones arquitectónico de Alexander, que determina la forma construida en todos los niveles de escala (Alexander et al., 1977).

Figura 6. Los patrones elegidos que están encerrados son internamente consistentes pero fundamentalmente defectuosos, porque no están conectados con los patrones externos.

El patrón arquitectónico del BALCÓN DE SEIS PIES ayuda a ilustrar la conectividad (Alexander et al., 1977). Muchos patrones sociales de la vida familiar, tales como sentarse alrededor de una mesa; la hora de la comida; los niños jugando con juguetes en el piso; las plantas que crecen en macetas grandes; preparar carne asada al aire libre; etc., pueden suceder en un balcón sólo si éste tiene al menos seis pies (2 m) de profundidad. Cuando un balcón es muy estrecho pues está diseñado bajo un canon de diseño arbitrario o simplemente para hacerlo más barato (lo que satisface criterios internamente consistentes), no se conecta con esos patrones sociales. La conexión aquí significa alojamiento e inclusión entre patrones que pertenecen a dos lenguajes diferentes. El aislamiento matemático, como en la Figura 6, garantiza el aislamiento físico del balcón, de los usuarios potenciales.

No apreciamos del todo cómo es que los patrones arquitectónicos se conectan con los patrones sociales, los cuales forman la mayor parte de la cultura tradicional de cada sociedad. Perderlos daña irreparablemente la forma en que funciona la sociedad, porque los patrones arquitectónicos ayudan a definir todos los patrones sociales de alto nivel (Figura 7). La tradición es la única forma de salvaguardar su cultura, especialmente entre los pobres del campo. La tradición encarna las soluciones que evolucionaron por incontables generaciones, así, los patrones de diseño están conectados con y forman parte de la forma de vida. Alexander ha enfatizado este punto (1979), y Hassan Fathy (1973; pp. 24-27) lo expresa elocuentemente. Los arquitectos sensibles prestan atención para que sus diseños tomen en cuenta y cuiden a los patrones sociales.

Figura 7. Los patrones arquitectónicos que forman pareja con los patrones sociales (dibujo relleno) después se combinan para crear un patrón socio-arquitectónico en un nivel superior.

Algunas veces, un patrón puede contar con características secundarias no deseadas; del mismo modo como rasgo hereditario en un organismo, puede ser esencial para su supervivencia, pero tener un ligero efecto secundario negativo. El mismo patrón se expresa como dos elementos diferentes. Al intentar remover al elemento secundario no deseado (por ejemplo, deshacerse de cualquier elemento arquitectónico o patrón social que “estropee” una perfecta simetría total) sin entender a qué se conecta, puede destruir el lenguaje completo. Al condenar a los elementos secundarios de los patrones sociales porque no son consistentes con las ideas arbitrarias de estilo, o por alguna aversión antisocial, los arquitectos han logrado eliminar los lenguajes de patrones tradicionales alrededor del mundo.

Reglas estilísticas y la duplicación de virus

En un momento de crisis, o por el deseo de ser totalmente innovadores, algunas veces las disciplinas establecidas reemplazan conscientemente sus lenguajes de patrones por reglas estilísticas. Éstas son totalmente arbitrarias, sin embargo, al surgir de un dogma de moda (alguien con autoridad dicta una regla que nunca se cuestiona), o al referirse a una situación muy específica, no se puede aplicar en la generalidad. Las reglas estilísticas son incompatibles con los patrones complejos como se muestra en la Figura 7. El mecanismo mediante el cuál se propagan las reglas estilísticas es esencialmente muy similar a la duplicación de los virus. Una regla estilística se presenta usualmente como una plantilla y sus seguidores deben replicarla en el ambiente. Su éxito se mide no por qué tan bien funciona para cualquier actividad humana, sino por cuántas copias de ésta se producen.

Frecuentemente, las reglas estilísticas no tienen conexión con las necesidades humanas: son sólo imágenes con un contenido simbólico superficial. Mientras que algunas son benignas, muchas son patológicas. Un código de información para la forma construida — por ejemplo, “muros planos, lisos y continuos al nivel de la calle” — se introduce en la mente del diseñador ya sea a través de su educación o al observar ejemplos construidos. La gente que puede de otra forma ser inteligente es fácilmente seducida por las ideas simplistas de un método de diseño, que es fácil de aplicar porque elimina o suprime la complejidad natural. Este individuo se convierte entonces en un agente que replica el virus. Cada vez que se duplica este código, destruye conexiones humanas en esa parte de la ciudad; el resultado es obvio porque este virus en particular destruye todos los patrones para las interfaces urbanas conectivas discutidos anteriormente.

En contraste, un patrón surge del uso y es aceptado por sus beneficios; no se dicta ni se fuerza. Facilita la vida y las interacciones humanas, es continuamente probado en su eficacia a este respecto. Una diferencia esencial es que, gracias a sus fuerzas internas, ningún patrón arquitectónico puede representarse como una imagen visual simple. Un patrón resuelve un problema complejo; no es una plantilla para ser copiada sin pensar. Sin embargo, es mucho más fácil reproducir una plantilla visual que resolver un problema fundamental de diseño, porque la primera no requiere de ningún razonamiento; sólo requiere de ajustes intuitivos. El intelecto no necesita trabajar y el diseñador puede deshacerse de la responsabilidad de tomar decisiones difíciles sobre las interacciones complejas entre las formas construidas y las actividades humanas. Como parte del resultado de este cambio, el diseño arquitectónico ahora está fuertemente orientado hacia las plantillas visuales definidas por un estilo de diseño.

Muchas reglas estilísticas son anti-patrones; no son ni accidentales ni las simples preferencias de un individuo. Hacen intencionalmente lo opuesto a algunos patrones tradicionales sólo por novedad. Encubiertos como patrones “nuevos”, malversan un proceso natural de reparación del lenguaje de patrones para destruirlo. Los patrones funcionan mediante su cooperación para la construcción de todos complejos que coexisten y compiten en un balance dinámico. En contraste, las reglas estilísticas tienden a ser rígidas y excluyentes. Su duplicación en muchos casos modifica la geometría de la forma construida para que ésta excluya a los patrones humanos. Cualquier regla estilística es capaz de suprimir una cadena completa de patrones ligados en muchas y distintas escalas (Figura 3). Una regla estilística destructiva, como un virus, es un código informacional que disuelve la complejidad de los sistemas vivos.

Los arquitectos de hoy están entrenados para usar un vocabulario limitado de formas, materiales y superficies simples. Sus combinaciones posibles son insuficientes para siquiera acercarse a la estructura de un lenguaje. Esto reemplaza a una literatura acumulada de patrones que corresponden a palabras, oraciones, párrafos, capítulos y libros que contienen el significado de la vida y experiencia humana. Muy pocas personas se dan cuenta de las enormes consecuencias para la sociedad cuando se adopta un vocabulario de diseño en particular. Las decisiones concernientes al estilo arquitectónico afectan a la cultura circundante; contrario a lo que se dice, las visiones de una persona no están restringidas a un edificio como una simple obra de arte. Una plantilla visual puede eventualmente destruir una cultura igual que un virus mortal.

Evolución y reparación de los lenguajes de patrones

Los patrones válidos son más o menos permanentes, aunque existe un proceso de reparación y sustitución. Entonces, debemos jugar un rol de Abogado del Diablo e ignorar las soluciones viejas cuando buscamos nuevas e innovadoras soluciones dentro de una vieja disciplina. Un patrón nuevo es superior al que sustituye, si incrementa la conectividad con la mayoría de los patrones establecidos. Puede tener un contexto más amplio, o reemplazar a muchos patrones viejos, mientras refuerce al lenguaje. Este es un proceso cuyo objetivo es fortalecer un lenguaje de patrones existente por medio de la reparación y la evolución, para preservar el conocimiento acumulado y mantenerlo vigente ante las necesidades cambiantes.

Con mucha menor frecuencia, sucede un cambio de paradigma que hace irrelevante a todo un lenguaje de patrones: por ejemplo, cuando las carretas movidas por caballos se sustituyeron por los automóviles. Esto no invalidó el lenguaje de patrones que mostraba cómo crear el primero; sólo hizo que su producto final fuera menos deseable. Sin embargo, mientras que la tecnología y los materiales cambian, muchos patrones se han mantenido casi intactos al cambiar de carretas a autos. En general, la adopción de la innovación se facilitó grandemente gracias a la minimización de la percepción del cambio; y consecuentemente del número de patrones que necesitaron reemplazo. Es poco conveniente deshacerse de un conjunto de patrones del que algunos han estado establecidos por milenios.

La introducción de un nuevo lenguaje de patrones no debe desplazar al nuevo por completo. La coexistencia de patrones complementarios o que compiten es normalmente deseable y aún necesaria, especialmente si los nuevos patrones ocupan distintas posiciones en la jerarquía (al actuar en diferentes escalas). Si están conectados adecuadamente, producirán un sistema complejo más rico y estable. Falsamente se creyó que los patrones para las redes de transporte en automóvil estaban siendo amenazados por los patrones para las redes peatonales y de tránsito masivo. Basados en este malentendido, los planeadores urbanos y los fabricantes de autos simplemente suprimieron los segundos (Newman y Kenworthy, 1999). Hoy en día, estamos empezando a entender que una coexistencia balanceada de estos tres lenguajes — de movimiento peatonal, en automóvil y en masa, respectivamente — es un prerrequisito necesario para un sistema comprensivo de transportación (Capítulo 1, Teoría de la Red Urbana).

Pocos patrones trabajan igualmente bien en diferentes niveles, mientras que en la mayoría, su contexto establece su lugar dentro de una escala particular del lenguaje de patrones. Algunos patrones pueden desplazarse verticalmente hacia arriba o hacia abajo dentro de un lenguaje. Esta propiedad conduce a economizar dentro de un lenguaje de patrones a través del cambio auto-similar de escala, que significa que una escala se ve igual que otra cuando se magnifica. Un lenguaje de patrones que desarrolla coherencia a través del tiempo también desarrollará un grado de auto-similaridad de escala como resultado de las conexiones entre niveles. Mientras el conjunto de patrones evoluciona a una estructura cooperativa, dirigida por la alineación de patrones (o anti-patrones) en diferentes niveles, crea similitudes inesperadas. Entonces, cada nivel de una estructura coherente expresa una propiedad que es característica del todo.

La importancia del detalle

Un lenguaje requiere de patrones en tantos niveles como necesite para conectarse con procesos naturales. Cada nivel es importante por sí mismo. En cualquier sistema complejo, el detalle es parte de las escalas menores de la jerarquía. Si estos están desconectados, o no existen, entonces el sistema no es coherente y no puede funcionar (Mesarovic, Macko y Takahara, 1970). Ignorar a un patrón sólo porque se encuentra en el nivel más bajo perjudica a toda la estructura. La función del nivel más bajo, de la que los niveles superiores dependen, no siempre es obvia. El detalle que forma parte de una jerarquía de escalas estará conectado con todos los niveles de complejidad superiores, y no sólo se “añade”. Las formas físicas contienen características estructurales en sus diferentes escalas como resultado de las fuerzas internas y externas. Desde el microscopio hasta el macroscopio y a través de todas las escalas intermedias, los diferentes niveles de escala cooperan.

En el diseño de los edificios, existen muchas escalas — que corresponden al rango humano de escalas de 1 cm a 1 m — que son difíciles de justificar sólo en aspectos estructurales. Así, para definir una jerarquía de escalas conectada, estas escalas deben estar presentes en la estructura (Salíngaros, 2000). Por consiguiente, o el diseño permite el surgimiento de la estructura y sus subdivisiones en esas escalas, o la subestructura debe generarse intencionalmente en esas escalas. Esta necesidad crea una “ornamentación” tradicional y todos los patrones que la generan (Alexander, et al., 1977; Salíngaros, 1999). La ornamentación adecuada es esencial para que una forma grande sea coherente (Salíngaros, 2000). Un análisis de coherencia estructural que surge de una jerarquía de escalas conectada revela la necesidad de ornamentación, aunque hoy en día, el ornamento es discordante porque no está relacionado con la forma más grande.

El detalle es una cuestión aparte. El más pequeño detalle perceptible a la distancia de un brazo va hasta los 0.25 mm, que está relacionado con un sistema visual como un textil o la pantalla de una computadora. Mientras detalles como estos están presentes en materiales altamente texturizados, usualmente las escalas entre la textura y la ornamentación (1 mm – 1 cm) son las que faltan en los edificios contemporáneos. Nuestra tradición de diseño minimalista remueve de la forma construida las escalas intermedias y las más pequeñas. Después de medio siglo de entrenamiento en este idioma, tendemos a olvidar que la arquitectura más apreciada (incluyendo la Modernista) funciona especialmente bien en estas escalas. La gente necesita conectarse con la estructura en todas y cada una de las escalas.

Conclusión

Los lenguajes de patrones encapsulan la experiencia humana y nos ayudan a lidiar con la complejidad de nuestro entorno. Se aplican en todo, desde los programas de computadoras a los edificios, desde organizaciones hasta ciudades. Los lenguajes de patrones de una civilización usualmente son sinónimos de su patrimonio técnico y cultural. Las nuevas esferas del esfuerzo humano desarrollan su propio lenguaje de patrones, el cuál debe ligarse a los lenguajes de patrones existentes en los campos relacionados. Los patrones individuales se validan empíricamente con el tiempo. El lenguaje en sí mismo se encuentra bien si éste evoluciona una estructura conectiva que incorpora la escala y la jerarquía. La arquitectura y el diseño urbano en el siglo XX se basa en una serie de reglas estilísticas que no se conectan con los patrones de la vida humana. Las escuelas, los críticos, la televisión y las revistas les han enseñado a la gente a preferir formas visuales abstractas y a ignorar el hecho de que los entornos generados por tales plantillas no pueden dar cabida a sus propios patrones de comportamiento. Un ejemplo de esto se manifestó en un malentendido fundamental sobre la geometría urbana. Se creyó que la eliminación de interfaces urbanas ayudaría a crear a la ciudad contemporánea, pero en vez de eso, la ha dañado seriamente.

Este capítulo establece que los patrones proveen una base necesaria para cualquier solución de diseño que esté conectada con los seres humanos. Contradecirlos desconecta a la gente de la forma construida. Esta conclusión tiene consecuencias profundas para la práctica arquitectónica. Cambia drásticamente la posición de los lenguajes de patrones en la arquitectura contemporánea. Desde la posición secundaria al margen que han ocupado por más de dos décadas, se convierten en un punto central de relevancia en la arquitectura. Los lenguajes de patrones se mostraron como la “raíz principal” de toda la arquitectura, desde los cuáles el diseño basa su existencia en virtud de la satisfacción de las necesidades humanas. Esto es cierto aunque uno esté en desacuerdo con uno o más de los patrones de Alexander. Nuestros resultados insinúan que los estilos de diseño que se separan a sí mismos de esta fuente de vida están condenados a permanecer estériles por siempre. Aquéllos que internacionalmente lo hacen deben admitir de ahora en adelante que esto es precisamente su propósito.

Agradecimientos

Estoy muy agradecido con G. Arbon, P.L. Briggs, J.O. Coplien, C. L. Jeffery, R. Johnson, J. Tidwell, M. Waddington y S. Woo por sus útiles comentarios.

Versión castellana del libro “Principles of Urban Structure” publicado por Techne Press, Amsterdam en 2005. Traducción del inglés hecha por Nuria Hernandez Amador, Oscar Mauricio Chamat Nuñez, María Fernanda Sánchez y Andrea Trietsch.

veredes, arquitectura y divulgación está colaborando con el autor para publicar algunos capítulos de su libro Principles of Urban Structure traducidos gratis en la red, para el beneficio de los estudiantes hispanohablantes en todo el mundo. El libro en versión inglesa está publicado en Holanda, los EEUU y Nepal. 

Lenguaje de patrones y diseño interactivo | Nikos A. Salíngaros

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Nikos A. Salingaros
Nikos A. Salingaroshttp://zeta.math.utsa.edu/~yxk833/
El Dr. Nikos A. Salíngaros (PhD en Física Matemática) es Profesor de Matemáticas, urbanista y teórico de arquitectura reconocido internacionalmente. Es estimado por sus contribuciones originales que ayudaron a establecer nuevas disciplinas como biofilia, complejidad, diseño neuro-geométrico, patrones de diseño, la ciudad fractal y la ciudad de las reds. Salíngaros trabajó con el visionario arquitecto y urbanista Christopher Alexander durante veinte años para editar el libro de Alexander “La naturaleza de la orden”, en cuatro volúmenes. Ha aplicado técnicas basadas en la ciencia para confirmar la importancia esencial de los enfoques tradicionales de construcción para el bienestar y la salud humana. Salíngaros es Profesor de Matemáticas en la Universidad de Texas en San Antonio, y ha realizado cátedras invitadas en Arquitectura en la Universidad Tecnológica de Delft, el Tecnológico de Monterrey, Querétaro, México, y la Universidad de Roma III. Ha dirigido y asesorado más de veinte tesis de maestría y doctorado en arquitectura y urbanismo. Es miembro del comité científica del IAAC – Institut d’Arquitectura Avançada de Catalunya, Barcelona. Sus libros “Antiarquitectura y Deconstrucción” y “Forma, Lenguaje y Complejidad: Una Teoría Arquitectónica Unificada” están traducidos en castellano. Compartió con Michael Mehaffy el “Premio Clem Labine de la Arquitectura Tradicional” en 2018, y gañó el “Premio de Arquitectura de Estocolmo” en 2019. En las encuestas de Planetizen de “Los 100 pensadores urbanos más importantes de todos los tiempos”, Salíngaros ocupó el puesto 11 en 2009 y el 26 en 2017.
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