La fascinación que provocan los lugares lejanos, en el límite de la existencia humana, lugares donde quizás sea mejor pasar que quedarse, o en donde permanecer siempre vaya junto con una vaga sensación de amenaza (condición, desde el romanticismo, en la base de la experiencia estética).
La isla como lugar cerrado, finito, con el endemismo como posibilidad. La isla como lugar del omnipresente límite horizontal.
El desierto, al contrario, se presenta sin límites: indefinido e infinito. Solo podrá ser poblado desde el movimiento, el nomadismo es condición necesaria de la supervivencia.
La montaña como experiencia de límite vertical; como intento de volar, el síndrome de Ícaro con su posible final.
En estos casos el refugio alcanza su expresión primigenia.
La arquitectura –esta prótesis necesaria a veces para la supervivencia– se presenta en su condición inicial. Como grado cero.
ISLAS
“Soñar con islas, ya sea con angustia o con alegría, es soñar con separarse, con estar separado, más allá de los continentes, soñar con estar solo y perdido, o bien es soñar que se retorna al principio, que se vuelve a empezar, que se recrea. […] La isla también es el origen, el origen radical y absoluto”.
Gilles Deleuze en “Causas y razones de las islas desiertas”.1
Islas, espacios finitos, cerrados: el límite como condición y presencia, como momento unificador. Pequeños mundos ampliados eventualmente por su repetición: el archipiélago, a veces metáfora arquitectónica.
Dos temas plantean tradicionalmente las islas:
Uno, la prioridad de la naturaleza como argumento. Sobre el horizonte continuo del mar la figura se despliega con toda la retórica del paisaje: montañas, rocas, árboles, vegetación… estos serán los materiales que construyen la imagen.
Dos, la presencia humana en su actividad constructora, hasta no hace mucho limitada por las posibilidades (escasas) y por las imposibilidades (grandes). Ejemplos de astucia y simbiosis con el medio.
Versiones de lo vernáculo. En el pasado.
Ahora hay que añadir la transformación producida por el turismo y la modernidad. Cosmopolitismo frente endemismo.
DESIERTO
“En un paisaje donde oficialmente nada existe (de otra forma no sería “desierto”) absolutamente todo se vuelve pensable y, en consecuencia, puede ocurrir”.
Poner en relación con la arquitectura el desierto, supone imaginar frente al objeto su antagonista, el grado cero de exterior: infinito, extremo, móvil, inabarcable.
También supone recordar lo que la arquitectura tiene de protección, de interior, de oposición a la naturaleza.
También que la arquitectura en sus orígenes obligaba a utilizar radicalmente los recursos a disposición: un palo y unas telas (que podemos trasladar, en el desierto se pasa, no se está), unas piedras encontradas, un barro labrado.
Iniciando nuestra travesía en TRANSFER, el desierto era una buena metáfora para empezar a reconocer ideas, lugares y arquitecturas necesarias.
Instrumentos de supervivencia.
MONTAÑA
Las montañas como lugar aparte, especial. Distante.
Como lugar inhóspito y duro, en donde la arquitectura insiste en la protección y el aislamiento, una de las cuestiones en la base de nuestra actividad.
También las montañas, alguna montaña, en todas las culturas, tenían condiciones sagradas, contacto directo con la divinidad, la montaña mágica. (Pienso en Montserrat, en Tindaya, en Wayna Pichu y en tantos otros lugares en donde la arquitectura acompaña construyendo espacios rituales, sacramentales).
La montaña como otra situación de límite, como momento final entre tierra y aire, en cierta forma simétrica a la isla, interacción de tierra y agua. Las arquitecturas que aquí encontramos intensamente también viven la relación entre tradición y el presente, entre el endemismo y el cosmopolitanismo.
La montaña como accidente topográfico, como inclinación, en donde nosotros debemos, obligatoriamente, introducir el plano, la superficie horizontal. La tensión entre la verticalidad ascendente de la tierra, y la necesidad de construir la horizontal, nuestro hábitat.
Transfer ha propuesto un recorrido sobre condiciones extremas de la arquitectura: Desierto, Isla, Montaña. Es una idea extrema y, probablemente, esencialista. A partir de aquí, nos moveremos desde los límites hacia el centro, intentaremos abandonar los márgenes para acercarnos al núcleo.
Josep Lluís Mateo. Doctor arquitecto
Barcelona, julio 2018
Notas:
1 Deleuze, Gilles. “Causas y razones de las islas desiertas” en “L’île déserte et autres textes”, Ed. De Minuit 2002.
2 Banham, Reyner. Scenes in America Deserta. MIT Press; Edición: New edition.