El atelier de la casa del pintor Amédée Ozenfant construido en 1922 encarna una síntesis del espacio purista que proclama Le Corbusier durante esos años. Esta vivienda es la primera que realiza en Paris y en ella pone en práctica sus ideas respecto a la arquitectura de los nuevos tiempos.
Ozenfant y Le Corbusier compartían una idea plástica narrada entre 1918 y 1924 en la revista L’Éspirit Nouveau. Ozenfant fue autor del término Purismo para identificar el movimiento pictórico fundado por ambos y que, muy a pesar de Le Corbusier, también rotula las obras de arquitectura realizadas por él en la década del 20.
El edificio enfatiza la simpleza que confiere la geometría pura. Una fachada diseñada bajo un estricto orden matemático. Le Corbusier saca de contexto elementos característicos de establecimientos fabriles para incorporarlos a la arquitectura doméstica con nuevos significados. Para William J. R. Curtis, esta intención expresa una idea decisiva respecto a su arquitectura:
“el estudio de Ozenfant era un pequeño fragmento del sueño maquinista de Le Corbusier: un límpido santuario dedicado a L’Espirit Nouveau”.1
Los dientes de sierra que formaron parte del diseño original de la cubierta -ahora inexistentes- y en las ventanas moduladas, establecen una novedosa discordancia en la imagen de la vivienda tradicional. Los planos transparentes se colocan a ras del muro exterior para adquirir una imagen de ingente ingravidez. El contraste entre el diseño plástico de la escalera exterior en forma de cinta arrollada y la rígida estructura del volumen principal es una estratagema que utiliza frecuentemente Le Corbusier: la conjunción de geometrías opuestas para potenciar por contraste la cualidad de ambas.
Tanto las referencias mecánicas como la forma abstracta de una geometría pura coinciden con los principios pictóricos puristas que proclamaban en la revista. Al respecto, Frampton, señala que en el taller Ozenfant, Le Corbusier
“traspone por así decirlo, el prototipo Citrohan a un volumen cubico único, el taller, alrededor del cual el resto de la casa se dispone de manera relativamente incómoda. El taller de doble altura está iluminado en dos lados adyacentes y por un chasis acristalado en el techo. Es, de forma manifiesta, en oposición a las estancias de vivienda, el espacio purista privilegiado”.2
Es efectivamente en el atelier ubicado en el piso superior donde la idea se manifiesta con mayor énfasis. El uso de iluminación cenital natural, filtrada por un cielorraso de cristal ahumado, permite distribuir la luz de manera uniforme y le confiere al local un carácter novedoso y práctico. La orientación norte y este de los lados exteriores del terreno facilitan la intención de colocar grandes paños de carpinterías en ambas caras, simplificando las fuentes luminosas. La superposición de ambas acciones consuma una distribución uniforme de la luz natural en todo el espacio.
El diseño de las carpinterías responde a esa lógica industrial proclamada, y aunque fueron realizadas de manera artesanal, semejan el resultado de una producción seriada. La escalerilla que conduce al altillo ratifica esa visión maquinista. Presenta una evidente similitud con las escaleras interiores de los barcos, evocación poética a la máquina de vapor.
Le Corbusier exterioriza en esta obra su avidez por transformar el entorno moderno de manera racional, mediante formas de carácter universal que expresan su gusto por la geometría y su interés por el mundo mecanizado. El espacio purista aquí representado es el comienzo de un recorrido que no será lineal, pero que se apoya en algunos de los conceptos que germinan en esta obra.
Marcelo Gardinetti. Arquitecto
La Plata. Argentina. Septiembre 2018
Notas:
1 CURTIS, William J.R., Le Corbusier, ideas y formas, © Blume 1987 pág. 57