El verano, las vacaciones y el ocio invitan a salir a la calle, a conquistar el espacio público y a socializar. A menudo el urbanismo actual, centrado en lo que podríamos llamar el desarrollo del centro de la ciudad, abandona otros espacios para proponer escenarios a estas actividades estivales. En los bordes de la ciudad los espacios abandonados, los espacios muertos pueden reciclarse en públicos, atrayendo actividades temporales de diversa índole para un amplio espectro de personas.
Un buen ejemplo de estos eventos es el desarrollado por la ciudad de Nantes Saint-Nazaire. Los responsables culturales de la ciudad han invitado a diferentes arquitectos y artistas a que diseñen instalaciones temporales que ocupen durante el verano diferentes espacios de la ciudad con capacidad de desarrollar usos públicos ligados al ocio y la diversión. De alguna manera estas instalaciones, que permanecerán abiertas entre el 15 junio y el 19 agosto de 2012, pretenden que el arte, la arquitectura y un pensamiento más social, intervengan en la ciudad a través de propuestas insólitas y poéticas capaces, desde su mínima dimensión, de generar cambios a mayor escala.
En este contexto, la mayoría de las instalaciones propuestas tienen relación con los juegos infantiles, implicando el desarrollo de parques infantiles, realizados por equipos de arquitectos en su mayoría jóvenes, por lo que la propia iniciativa, desde el punto de vista más técnico, también tiene una componente social. La de dar oportunidades a los jóvenes creadores. Cubiertas o al aire libre, estas instalaciones invitan al público en general a participar, a tomarlas como propias y a pasar un rato agradable. Ludovic Duccasse y Clement Bacle han propuesto un campo de juego que reinterpreta la cesta punta de Iparralde y la convierte en un divertimento lúdico a escala infantil, denominado Banaball. Este nuevo deporte se juega en el interior de una jaula de 6 metros por 12, con un suelo de madera de color amarillo intenso en la que los extremos han sido ligeramente elevados. Las reglas se resumen en la utilización de bolas de espuma que dos equipos de tres jugadores deben arrojar para golpear al rival y así eliminarlo, utilizando unas cestas asemejadas a la iconografía jocosa de un plátano. Esta instalación adopta la iconografía del plátano para convertirse en un reclamo publicitario a lo Robert Venturi, y destacar en el paisaje de la isla de Nantes, ya que su primera ubicación ha sido la cubierta de la escuela de arquitectura de la ciudad.
A cientos de kilómetros de Francia pero con una intención similar, el estudio de arquitectura de Avi Laiser ha construido otra intervención que persigue también convertirse en un nuevo referente de la vida social de los vecinos de Bat-Yam, una ciudad mediterránea de las más densamente pobladas de Israel. La mayoría de los residentes del barrio viven en viviendas construidas con escasos recursos en los años cincuenta para los nuevos inmigrantes.
El proyecto está situado en el extremo de una amplia zona residencial moderna que, inesperadamente, termina en un muro de hormigón que funciona como una barrera acústica hacia la autopista que atraviesa la barriada. Esta condición de borde es la causa de la existencia de una larga franja de suelo abandonada, un espacio basura que se había convertido en el lugar al que iban a parar los electrodomésticos usados, las bicicletas robadas o las hogueras de las festividades judías.
El proyecto trata de aprovechar las condiciones del muro de hormigón y la franja de terrenos baldíos para crear un parque público que permita las actividades humanas sociales y que devuelva a la población su dominio sobre lo público.
La fachada principal del proyecto, hacia la calle residencial, es una pared de tablillas de madera a través de la cual se puede ver un gran espacio salón al aire libre, que se extiende entre la nueva fachada y el muro acústico de hormigón. Un gran cartel de neón rosa da la bienvenida a todos los que se acerquen al lugar, sugiriendo que los activos reales de las densas ciudades urbanas son los espacios públicos al aire libre.
La superficie del parque, se convierte en una topografía de madera, en una superficie continua que se pliega para albergar siete espacios que generan diferentes ambientes y estancias. El suelo del parque trepa por el antiguo muro de la autopista, humanizando su construcción y transformando su condición de barrera final a la condición de lugar.
El proyecto es una colaboración entre el arquitecto Avi Laiser, y el artista Dana Hirsch Laiser. Dana ha trabajado con los adolescentes del centro social de la comunidad para crear un marco en el que los jóvenes se sientan dueños del lugar y así lo mantengan y cuiden. El objetivo del trabajo fue explorar el comportamiento humano individual en el ámbito público e introducirlo en la definición del propio proyecto. El proyecto fue presentado en el marco de la Bienal internacional de urbanismo y el paisaje del año 2012 y recibió un premio en la categoría de diseño del paisaje urbano.
Estas instalaciones y muchas otras representan una oportunidad de reconquista, una oportunidad para que los ciudadanos recuperen el espacio público que les fue negado de modo que se reactive la actividad social de la ciudad.
íñigo garcía odiaga. arquitecto
san sebastián. agosto 2012
Artículo publicado el 12.08.2012 en ZAZPIKA