El parque Sant Jordi es el espacio verde más grande de la ciudad de Reus, casi 2250m2 de superficie. Un lugar muy querido por los ciudadanos, que invita a pasear y contemplar la vegetación.
Para plantear un proyecto de espacio lúdico en el interior del parque, hay que abordar algunas cuestiones como la inclusividad, que en este caso ha sido la premisa de diseño que ha vertebrado el proyecto desde el inicio. También hay que garantizar la buena integración con la naturaleza, respetando la vegetación y aprovechar sus ventajas.
Finalmente, incluir la perspectiva de género para dar sensación de seguridad desde cualquier punto del laberinto, evitando los rincones oscuros y garantizando la buena visibilidad.
Nuevo polo de atracción a escala urbana
El parque ya contaba con un espacio de juego antes de la implantación del laberinto, así que para conseguir un espacio lúdico de referencia dentro de la ciudad, se analizaron las actividades lúdicas que se podían hacer y el rango de edad al cual iban destinadas. El objetivo era dar a la ciudad un juego singular y reconocible, que complementara las carencias lúdicas del parque, destinado a cualquier persona. Incluidos las personas con diversidad funcional, los adultos, gente mayor y sobre todo los niños, pero también los adolescentes.
La sensación de reto es la actividad más destacable que ofrece el laberinto, este hecho hace que los adolescentes también se sientan atraídos. Un público difícil de animar a jugar al exterior y hacerlo interactuar mes allá de las pantallas.
La estructura del laberinto, se aleja de los estereotipos para potenciar el juego libre e imaginar infinidad de juegos diferentes. Si entendemos los espacios de juego, como lo hacía el sociólogo y antropólogo francés, Jean Duvignaud, reconociendo el juego como expresión decisiva de unos valores de libertad y espontaneidad, como “explosiones lúdicas” que trastocan la orden de la autoridad, nos obliga a trabajar sobre una tipología donde la experiencia de juego sea libre y la relación con su entorno sea continúa, dando sentido al conjunto del parque entendiéndolo como parte de un ecosistema lúdico.
Cuando hablamos de ecosistema nos referimos tanto a la relación que hay entre el laberinto y su contexto, como el juego que se desarrolla a su alrededor y a la narrativa que se desprende de la ubicación concreta en el lugar. La posición “escondida” del laberinto entre los árboles, permite que el descubrimiento sea parte del juego, visualizándose de forma diferente según el ángulo de visión.
Materialidad
Por el que hace la materialidad del laberinto, acontece a partir de una trama de ejes tridimensionales 1,5 x1,5 x1,5m que dan forma espacial, secuencian y modulan el juego. A partir de este módulo se crea una estandarización que se repite a todo con un tubular de 6 mm de diámetro. Estos perfiles se unen entre sí de dos formas diferentes, que responden a la diferenciación básica del laberinto entre paso-recorrido o muro-delimitación. Allá donde hay recorrido aparece un elemento arco y dónde hay paramento vertical (muro) aparece la malla electrosoldada.
La altura del laberinto de 1,5 m permite un control visual de los adultos por encima del juego a la vez que configura un espacio a la medida de los niños y niñas, uno mundo interior para los más pequeños con una percepción espacial totalmente diferente que la de los adultos. El paso entre franjas de la trama se realiza a partir de unos pórticos semicirculares que logran los 2,25 m de altura en el punto medio, permitiendo a los adultos ser partícipes del juego.
La malla, cierra el perímetro del laberinto y da forma al recorrido, siendo, además, un material permeable visualmente, que permite mantener un control de ubicación dentro del conjunto sin alterar el reto del propio juego. Configura una gran espacio controlado para los adultos y a la vez caótico para los niños.
Dentro de la homogeneidad aparecen diferentes elementos geométricos singulares que dan carácter y se convierten en pequeños hitos que estimulan el reto de conseguir llegar a ellos a través del recorrido. Estos elementos sobresalen del conjunto con una altura de 1,9 m, encontrándose tanto en el interior del laberinto como la entrada y la salida. Los colores escogidos evidencian la diferencia entre la estructura base modulada a 1,5 m y los elementos singulares.
«Una malla volumétrica de 1,5m x 1,5m x 1,5m que modula, sistematiza y le da permeabilidad visual al juego para que se integre con el verde del entorno y garantizar la perspectiva de género».
Fabricación y suministro con criterios de proximidad
La estructura del laberinto se ha diseñado de forma que la producción se pueda sistematizar porque así se pudieran abaratar costes de fabricación. Es trata de un elemento de juego que se ha diseñado exclusivamente para el Parque Sant Jordi, no consta en ningún catálogo de ningún fabricante de juego y esto ha permitido poder hacer un juego a medida, adaptado al entorno y que lo puedas fabricar un herrero local.
Para homologarlo como juego infantil y garantizar la seguridad, se ha certificado con una empresa especializada que ha hecho todas las comprobaciones pertinentes en cuando a resistencia y cumplimiento de normativa.
Estudios de arquitectura como Arjub Studio, centrados con la transformación de las ciudades de una forma sostenible, consideran que la producción local, con profesionales que llevan una vida dedicada a un oficio, es primordial para dar oportunidades al talento de nuestro territorio y también es una forma de colaborar con el medio ambiente evitando contaminación extra con el transporte.
Obra: Un laberinto para un juego libre e inclusivo
Autores: Anna Castellà (Arjub Sudio) y Alberto Espinosa
Ubicación: Parque Sant Jordi. Reus. Cataluña (España)
Año: 2022
Superifice construida: 200m2
Fotografía: Alba Rodríguez | Anna Castellà
+ arjubstudio.com