Cuando pensamos en la imagen urbana de una ciudad, la mente se suele ir a lugares muy concretos, hasta crear un marco visual más o menos homogéneo, o de una heterogeneidad acotada. En cualquier caso, en ese marco visual se suelen dejar fuera áreas enteras del espacio urbano que no parecen encajar en la imagen que se desea crear. Hay lugares que se descuidan totalmente desde su concepción, actuando en ellos casi de manera mecánica y a parte del resto: los polígonos industriales, esas grandísimas franjas de terreno de activo uso, terminan generando islas alrededor (o dentro) de las ciudades, donde el ejercicio proyectual pareció reducirse a la macroescala del PGOU, sin llegar nunca a la escala arquitectónica.
Sin embargo, en ocasiones se encuentran ejemplos concretos que se esfuerzan en trabajar todas las escalas con el mismo cuidado. Es el caso del proyecto de las Oficinas Colmena, desarrollado por Cristina Moya, en Vara de Quart (Valencia), que lanza además una idea (o recordatorio) genial al aire: un polígono industrial es un campo perfecto de experimentación estructural y arquitectónica, y puede y debe reclamar su interés dentro de las ciudades.
El proyecto parte de una empresa ya consolidada, Mercadona, que decide renovar su modelo de venta online, para lo que requiere un nuevo sistema logístico materializado en edificio industrial de nueva planta, que debe albergar también las oficinas para el funcionamiento de este nuevo departamento. El resultado es una colaboración entre el equipo de arquitectos de la empresa, responsables del proyecto global, y Cristina Moya, a la que se le encarga insertar la pieza de oficinas en el edificio, el área de aparcamiento y la envolvente.
En su intervención, los usos se organizan en base a niveles de intimidad y apertura, o de relaciones internas y externas, definidos por elementos arquitectónicos determinantes: cubierta (exterior), cerramiento, y patio (interior), establecen de manera gradual las fricciones con el entorno, un espacio industrial inhóspito que sin embargo debe recibir el flujo de empleados. Los elementos se resuelven, de exterior a interior, de la siguiente manera: una cubierta monumental conformada por una malla tridimensional cubre el área destinada a parking; un cubo opaco alberga las oficinas junto con la nave de logística, integrados en una única “caja negra”; finalmente, al interior, un gran patio acristalado actúa como pulmón, oxigenando el espacio.
La zona exterior prevista para parking está planteada para un fácil acceso, circulación y salida. Por ello, se requiere una estructura que cubra una zona amplia, libre de pilares: una superficie de 15 x 47 metros, con 5 metros de altura y 2,5 de canto. La cubierta se materializa en una malla tridimensional, preparada en taller, cuyos esfuerzos se transmiten en todas las direcciones.
“Se trataba de que ésta tuviera un gran espesor, dada su dimensión y su emplazamiento junto al bloque industrial de gran tamaño: se adapta a su escala, para que no se perdiese en la visión del usuario. La cubierta pasa a ser un volumen elevado que busca sus apoyos en los extremos, bajando cubos que funcionan como pilares pantalla y liberando el espacio en el centro. De esta forma, éstos envuelven al usuario dentro del espacio, recogiéndolo y cerrando ligeramente las visuales con el entorno”,
explica Cristina Moya.
Toda la estructura se remata con un plano de paneles de policarbonato translúcido, para reducir la radiación y difuminar la luz, creando un efecto de “caja lumínica” en el parking.
Este volumen funciona, sin duda, por contraste con la edificación adyacente; una, ligera, elevada, blanca y luminosa; la otra, opaca, oscura, masiva. Si la estructura exterior busca, de alguna manera, ser puerta que invita al acceso, y marcar un punto visible y reconocible, la construcción del cubo de oficinas y logística busca la integración de usos y la intimidad.
“La intención era que el espacio de las oficinas no se percibiera desde exterior, que quedasen totalmente integradas en el edificio industrial, ya que las oficinas consisten en un uso secundario del edificio dedicado principalmente a logística. Para ello se decidió crear un cubo que lo integrara todo. Un cubo ciego sin perforaciones.”
La necesidad de iluminación de las oficinas se resolvió empleando chapa microperforada, a diferencia de el cerramiento de la nave, realizado con panel sándwich con nervaduras cada 30 cm como las bandejas de chapa; esta diferencia se hace patente durante las horas de la noche, cuando la luz del interior es visible.
Esta decisión de cerramiento opaco es determinante en la zona de oficinas; evidencia la intención de crear un entorno de trabajo volcado hacia el interior, aumentando los espacios de concentración o de cercana relación.
“Decidimos volcar los espacios hacia dentro, y crear las vistas y el ámbito exterior, en el interior, creando un gran patio central. Éste se convierte en el protagonista del proyecto y el que va a organizar los espacios alrededor de él”.
De este modo, los usos más libres, de esparcimiento y encuentro se sitúan en los bordes, actuando como filtro, mientras que los que requieren más tranquilidad se sitúan en el interior, junto al patio y con vistas al bloque logístico, buscando esta relación también de trabajo.
“Tratamos de proteger los espacios de concentración situándolos en el interior, más tranquilo y silencioso, y vinculados al proceso logístico el calmado centro del edificio”,
cuenta Cristina,
“por contra los espacios de esparcimiento, más flexibles, los colocamos en el límite con el exterior para que funcionen de filtro hacia el interior”,
continúa. Así, produce espacios algunos que invitan a la creatividad, o la concentración, o para el trabajo en equipo,
“trabajando minuciosamente la relación entre ellos”.
Cada sala, cada elemento, cada material escogido, está pensado cuidadosamente trabajando los niveles de fricción, de sonido, de luminosidad…. El proyecto de las Oficinas Colmena para Mercadona, de Cristina Moya, demuestra que no hay entorno donde la arquitectura, trabajada en todas sus escalas con el mismo cuidado, no pueda suponer una mejora del entorno, y de la actividad que aloja.
Obra: Oficinas Colmena
Autor: Cristina Moya _Arquitecta
Colaboran: Almudena Arnau (arquitecta), Jorge Garcia (arquitecto), Ismael Padilla (director ejecutivo, coordinador de obra), Pablo Cogollos (Coordinador de Instalaciones)
Objeto: Oficinas en nave industrial y cubierta exterior
Localización: Valencia, España
Superficie construida: 1300 m2 oficinas + 875m2 cubierta exterior
Encargo: Mercadona
Año: 2018
Fotografía: Milena Villalba
Redacción: Ana Asensio
Comunicación: Ana Asensio
+ cristinamoya.com