El espacio es la distancia entre dos cuerpos. El diccionario siempre tan concluyente1. He aquí la definición exacta, acotada y aparentemente objetiva de un contumaz incontable, contenedor de todo lo que existe: el espacio, distancia entre dos cuerpos. El aspecto inofensivo de esta precisión geométrica sobre el espacio, en realidad limita la condición espacial a la constelación de relaciones entre sus elementos marginales: el suelo y la mesa, el árbol y la ventana, el puente y el avión… fronteras sin las cuales, y ésta es la cuestión, el espacio no existiría.
De forma precisa, Luis Moreno Mansilla introduce los dispositivos visión y límite como los instrumentos necesarios para la aparición del espacio:
«La idea del espacio, como tal, en sí mismo, quizás no exista. Toma forma, se hace visible, aparece a través de la conciencia o la visión de sus límites. Y así, podemos definir un espacio como aquello que queda entre ese muro y esa línea, entre aquel confín y ésta frontera, en el interior de un marco».2
La expansión de los límites libera el espacio y consuela la mirada de los hombres, algo que el propio Le Corbusier debió comprender desde la visión panorámica que se despliega a varios miles de pies sobre los paisajes de Río, Sâo Paulo, Montevideo, Argel o Buenos Aires3.
Existe sin embargo otra condición del espacio, una especie inversa a la desplegada por la geografía de las cosas. Se trata del espacio plegado hacia nosotros, el espacio más acá de las distancias y las fronteras. Difícil explicar con palabras su naturaleza, quizá podamos solo preguntarnos si se trata del espacio de nuestra propia existencia: el espacio de la memoria o el vacío que el segundero excava minuciosa y sistemáticamente:
«cada mañana / junto a las alpargatas / mi vida».4
La plegaria de Chantal Maillard recuerda los zapatos de Alison y Peter Smithson flotando de manera ordenada bajo la escalera de Upper Lawn. Junto a ellos reposan las huellas de granjas y caminos de todo el condado de Whiltshire, pasos acelerados por el estudio de Londres, miles de kilómetros recorridos a bordo de su Citröen DS. Como si la existencia y el espacio constituyeran en realidad una experiencia indisoluble, interior y exterior a un tiempo. Experiencia y deseo. Geografía y memoria. Preguntas sobre el espacio.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Mayo 2015.
Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas:
1 Definición séptima de la palabra espacio recogida en el Diccionario de la Lengua Española, RAE, 2001, pág. 971.
2 Luis Moreno Mansilla, «Los márgenes de los ojos», CIRCO nº99, 2002, pág. 3.
3 La fascinación de Le Corbusier por los aviones y la mirada desde el aire le hizo recorrer miles de millas entre 1928 y 1958, su último viaje. Para más información sobre este tema recomendamos «Conquistar el aire para mirar la tierra» en el libro de Ramón Pico Valimaña «Robert Smithson. Aereal Art«, Sevilla, IUACC, 2013, págs. 31-52.
4 Chantal Maillard, «La Herida en la Lengua«, Barcelona, Tusquets, 2015, pág. 46.