Contexto del urbanismo lento
La construcción de la ciudad fue históricamente un proceso pausado y basado en el apilamiento de estratos. Sobre la ciudad romana surgía la medieval, la árabe o judía después y de forma cronológica todas las formas urbanas características de cada época.
A mediados del siglo XX, dio comienzo por contra un urbanismo expansivo, de crecimiento ilimitado. La aparición del vehículo utilitario transformó la escala de nuestras ciudades. La distancia ahora podía ser mayor porque el tiempo usado al moverse en coche era menor. Bajo estas nuevas libertades y la óptica del consumo la ciudad entendió que todo el territorio podía volverse urbano y alimentar de esta manera el crecimiento de la ciudad.
Es fácil comprender que frente a un modelo que había entendido durante siglos el crecimiento de la ciudad como un proceso de engrosamiento, de crecimiento del espesor, el modelo defendido los últimos cincuenta años ha consistido en el de una mancha de aceite en imparable expansión.
Sin lugar a dudas este fenómeno urbanístico, que se nos presenta como una espiral sin límite se encuentre en la base de la tan nombrada crisis, por lo que no es gratuito cuestionarse el modelo de crecimiento seguido por nuestras ciudades hasta el día de hoy.
En esta parte del mundo, es decir en una Europa con la población en decrecimiento parece como mínimo dudoso seguir la senda del boom inmobiliario, en la que las ciudades únicamente buscaban crecer y multiplicar su población.
El urbanismo estaba basado en el cambio legislativo de grandes áreas de territorio para legalizar en ellas mil, dos mil o tres mil viviendas que a menudo bajo el dibujo totalmente detallado de esa parte de la ciudad se construían en únicamente cinco años. Es sencillo identificar este tipo de operación con cualquiera de las grandes áreas en construcción de nuestras ciudades. Zorrozaurre en Bilbao, Auditz-Akular en Donostia, Salburua en Gasteiz o Sarriguren en Iruña son ejemplos de este tipo de crecimiento de la ciudad.
Tal vez un buen ejemplo de otro modelo de actuación es el desarrollado por el gobierno de la región de Nantes para el desarrollo de la llamada isla de Nantes.
La isla de Nantes es una isla fluvial creada por el río Loira a una distancia de la costa que posibilitaba la navegación de ese tramo de río. La llegada del ferrocarril hasta la ciudad francesa convirtió estos cinco kilómetros de territorio en un área ideal para la ubicación de un imponente desarrollo industrial ligado a las fundiciones de acero.
La perdida de navegabilidad del río unida a la extrema centralidad de esos territorios en la nueva ciudad de Nantes plantearon la necesidad de reintroducir en lo urbano ese espacio ahora en desuso.
Frente a un urbanismo que borrase la huella de la actividad anterior se prefirió reutilizar la antigua trama del desarrollo industrial y reciclar para la ciudad muchas de las antiguas fábricas.
Esta idea que podría entenderse como romántica ha obligado en cambio a un replanteamiento profundo de la gestión urbanística de este ámbito. Por un lado la necesidad de reciclar las antiguas estructuras para nuevos usos obligó a conocer al usuario interesado previamente y por lo tanto a construir para un objetivo concreto frente a construir para luego buscar un comprador.
Este cambio tan puntual conllevo la ralentización de los procedimientos urbanísticos y lo que en principio pudiera entenderse como un inconveniente se ha demostrado una ventaja. En un proceso que ha supuesto 22 años de pequeños avances, la adaptación del proyecto a nuevas necesidades, a nuevas contingencias, a nuevas iniciativas e incluso a problemas inesperados ha sido mucho mayor que cuando un plan de idénticas necesidades se dibuja y se proyecta en su totalidad desde el primer día.
Cuando la administración francesa decidió ubicar una facultad de arquitectura en Nantes el solar propuesto por la municipalidad se encontraba en la isla. Se pudo buscar una solución idílica ya que el plan no constreñía un suelo concreto para tal uso. El edificio actual realizado por Lacaton y Vassal ha aportado una gran vida a uno de los ámbitos de la isla. Bares, cafeterías, tiendas y residencias de estudiantes han revitalizado el barrio generando un nuevo polo de actividad en la trama de la ciudad. Esta solución podría haberse impostado, obligado pero en la naturalidad de su encaje está parte de su acierto.
El mismo efecto produjo la incorporación en el desarrollo de este ámbito de los nuevos juzgados de la ciudad, un magnífico edificio construido por el premio Pritzker Jean Nouvel. La localización de los juzgados en la isla indujo la llegada de múltiples despachos de abogados al área, por lo que se rehabilitaron varios edificios industriales para ubicar estos nuevos equipamientos.
Una intervención destacada es precisamente la desarrollada por el colegio de abogados de Nantes que rehabilitó de forma extraordinaria una antiguo hangar para albergar en el la nueva sede colegial cercana a los juzgados. Un edificio que alberga además una guardería para favorecer la integración de la vida familiar y profesional de los juristas de la ciudad.
Este urbanismo de cocina lenta, fraguado con el paso del tiempo y con actuaciones puntuales puede servir hoy como modelo de una nueva política en la que la mesura, la lógica el ingenio se premien frente a las leyes del mercado pre-crisis.
Íñigo García Odiaga. arquitecto
San Sebastián. Enero 2012
Aprovechando la charla debate que VAUMM coordinó en el congreso EQUICIUDAD, hemos elaborado este texto, para resumir de alguna manera nuestra postura.
Publicado en ZAZPIKA 01.01.2012