Las relaciones de Frank Lloyd Wright con el cine son numerosas, en este blog ya se han tratado las de cineastas como Nicholas Ray y David Lynch con el arquitecto, además sus edificios se han usado como lugares para rodar películas y en mi tesis doctoral escribí sobre la Casa Ennis-Brown y sus numerosas apariciones en las pantallas como escenario en películas muy variadas.
Ahora estoy estudiando el trabajo de John Lautner y en una entrevista he encontrado una curiosa anécdota sobre Wright y el negocio de los grandes estudios gracias a la distribución.
Lautner declaró que Wright:
«Tenía su propio teatro en Wisconsin y también en Arizona, y mientras yo estaba allí como aprendiz, teníamos todas las películas europeas, que eran fantásticas. Mr. Wright amaba los dibujos animados rusos y las películas francesas de René Clair, y vimos lo mejor. Pero no pudimos conseguir las mejores películas americanas debido a sus sistemas de distribución. Requieren que alquiles una mala, junto a una buena. Por lo que acabó por decir al diablo con ellos, desde hace años.
Pero, finalmente, hizo un viaje aquí [se refiere a Hollywood] y lo llevé con el expreso propósito de romper el sistema de distribución de películas; lo que nadie más podría intentar. Era muy divertido. Sin ninguna cita en absoluto, entrábamos en todas las principales oficinas de los grandes estudios de cine.
Mr. Wright decía:
«Bueno, no creo que usted sepa quién soy, pero soy Frank Lloyd Wright, y tengo un lugar en Arizona y un pequeño teatro».
Casi todos sabían quién era y le decían,
«Oh, sí. Por supuesto que lo conocemos, porque ha sido una celebridad durante cincuenta años, mientras que el promedio de una estrella cinematográfica sólo es de cinco o diez años».
Así se ven las cosas desde el punto de vista empresarial. Por eso tenía un montón de interesantes conversaciones con diferentes personas acerca de romper el sistema de distribución. Sin embargo, a pesar de que eran dirigentes de determinados estudios, los primeros cuatro o cinco que fuimos a ver no pudieron hacer nada.
Estaban atados a causa de ese sistema. Pero lo que ocurrió fue que finalmente fuimos a ver a un hombre que era dirigente -no sé si de la MGM u otro estudio-, y tenía el verdadero control de la distribución de las películas a los cines y podría hacer lo que fuera. Era el jefe. Así que Mr. Wright empezó a hablar con él sobre el problema, él lo interrumpió y dijo:
«Yo sé todo sobre usted porque he mantenido un registro de toda su vida. Yo iba en un barco a Yokohama con usted»
-cuando estaba construyendo el Hotel Imperial- este hombre tenía el hobby de hacer el seguimiento de todos los pasajeros de ese barco a Yokohama. Frank Lloyd Wright era uno, Franz Werfel y varias otras personas estaban en ese barco. Tenía todo lo que le había pasado a todas estas personas, su historia completa. Así que naturalmente nos dio una buena acogida y después dijo,
«Bueno, ¿Qué quiere?»
Mr. Wright dijo que quería tener buenas películas sin tener que alquilar las malas o tener que hacer cualquier otro negocio absurdo. El hombre dijo:
«Todo lo que quiera, sin cargo, en cualquier momento».
Así rompió el sistema de distribución y pudo conseguir buenas películas americanas».
Este sistema de distribución que en España se llamaba «por lotes» estuvo vigente durante muchos años y aunque lo prohibió la Comunidad Económica Europea, los distribuidores siguieron obligando a los exhibidores -a los dueños de los cines- a que alquilasen películas malas y poco comerciales, si querían tener otras más comerciales.
Jorge Gorostiza, Doctor arquitecto.
Santa Cruz de Tenerife, septiembre 2008
Autor del blog Arquitectura+Cine+Ciudad