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Call for Papers. VAD 12. Las fuentes

2024-07-04

CFP Call for Papers. VAD 12. Las fuentes

La polisemia de la palabra fuente ahonda sus raíces en la voz latina fons que significa manantial u origen. Su definición queda vinculada simultáneamente tanto a la existencia de un soporte constante como al fluir del agua cambiante que emana de él, siendo en esta última condición de liquidez donde bebe el quehacer investigador. La discusión de la naturaleza fluida de las fuentes de conocimiento es fundamental para entender los procesos de formación de los enunciados en relación con cualquier disciplina. En el caso de la arquitectura, su historia más tradicional se dedicó a transformar los monumentos del pasado en documentos, verbalizando todo aquello que su materialidad y composición eran capaces de transmitir tácitamente. Con los avances de la imprenta, los primeros documentos alfabéticos o alfanuméricos pasaron a estar acompañados de imágenes, y su copia mecánica masiva introdujo el cambio de paradigma que llevaría a uno de los personajes de la decimonónica novela de Víctor Hugo a pronosticar la muerte de la arquitectura.

Ciertamente, la herencia ilustrada había asentado las fuentes escritas tipográficas como puntos cardinales en la construcción del conocimiento desplazando las demás. En este sentido, Michel Foucault señaló cómo la historia moderna había convertido todos aquellos documentos en los nuevos monumentos y propuso la transformación metafórica de esta en una “arqueología del saber” que propiciase el encuentro crítico con aquel acervo documental monumentalizado. A partir de la segunda mitad del siglo XX, otras formas de aproximarse al pasado alentaron el cuestionamiento de esta hegemonía, y, a los cambios radicales introducidos por las temáticas y las metodologías de investigación posmodernas, se sumó la búsqueda de fuentes alternativas a las escritas, demostradas insuficientes para abordar las nuevas corrientes historiográficas y los estudios culturales interdisciplinares, como los de género. Este fenómeno, calificado por el historiador francés Jacques Le Goff como “la revolución documental”, permitió la consideración de la pintura, la imagen, la oralidad, etc. como fuentes con información fidedigna sobre cualquier objeto de análisis en cuestión, también la propia arquitectura.

Esta volubilidad de las fuentes, cuantitativa y cualitativa, siempre ha estado íntimamente relacionada con la complejidad del ecosistema mediático en el que surgen, ahora exacerbado por el impacto del giro digital de finales de siglo. Mario Carpo ha evidenciado magistralmente la influencia de los cambios de las tecnologías de la comunicación en el pensamiento arquitectónico occidental, y más recientemente ha puesto su énfasis en las consecuencias de lo que ha denominado el salto

“del alfabeto al algoritmo”.

Efectivamente, en el contexto actual, existe infinidad de fuentes de datos que ‘alimentan’ o ‘entrenan’ distintas inteligencias artificiales generativas para producir contenidos (textos, gráficos, imágenes, vídeos, etc.). No obstante, esta disparidad de fuentes, cuyo origen muchas veces es opacado, puede proporcionar datos desactualizados, erróneos e, incluso, portadores de sesgos y prejuicios que, inevitablemente, contaminan los resultados.

Si el conocimiento se deriva de la información y esta, a su vez, de los datos, hoy más que nunca resulta pertinente preguntarse acerca de las fuentes que han nutrido y/o nutren la lógica de este sintagma. Este nuevo número de VAD invita a reflexionar sobre el valor de dichas fuentes, la confiabilidad que nos brindan y la condición cambiante de sus soportes, pero también —no lo olvidemos— a pensar el modo en que todas ellas sostienen sus vínculos con la arquitectura, nuestra fuente primaria por excelencia, porque en tiempos de tanta incertidumbre resulta conveniente recordar lo obvio.

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Número coordinado por Asunción Díaz-García.