Si tal y como sugiere Alba Rico hemos sustituido el espacio clásico del ágora o la plaza por el espacio contemporáneo de la terminal del aeropuerto, nos encontramos ante una pasarela de constante pase de imágenes que consumimos sin pausa. La arquitectura en imagen es hoy un producto del marketing y por lo tanto de fácil consumo.
Comemos imágenes de arquitectura, la abundancia y la progresiva “espectacularización” de la fotografía arquitectónica nos deja desprovistos de una pausa crítica. Parece que la imagen de la arquitectura ha tomado el mismo camino y ha adoptado las mismas fórmulas de “estetización” radical de la propia arquitectura para convertirse en producto “imaginario”.
Estamos abocados a vivir en una eterna ficción basada en representaciones de todo lo que nos rodea. De la misma manera que hablamos de la pérdida de espacios en favor del tiempo, podríamos exponer que la imagen se convierte en representación de experiencias que ya no existen. ¿Representamos ficciones?, ¿Hemos convertido la fotografía de edificios en mera mercancía editorial?
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