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Sobre la estandarización de la tecnología errónea | Marc Chalamanch

Quién inventó la máquina de escribir | Fuente: curiosfera.com
Quién inventó la máquina de escribir | Fuente: curiosfera.com

En las últimas décadas la omnipresencia de la tecnología ha acelerado nuestra historia como nunca había sucedido antes. El determinismo tecnológico intenta explicar cómo la tecnología por sí misma es capaz de influir y transformar de manera positiva el contexto socioeconómico donde se desarrolla. Según sus seguidores la tecnología ha llegado a convertirse en el eje central de los cambios históricos determinantes de desarrollo y progreso social; pero

¿qué papel tiene realmente la tecnología en nuestra transformación y evolución?

Robert L. Heilbroner (1967) y Paul A. David (1985), desde épocas y metodologías de investigación diferentes, intentan dar luz a esta pregunta, pero debemos tener en cuenta al leer sus artículos el momento en el que fueron escritos, para llegar a comprender su contenido y poder contextualizarlos correctamente. Es así que podemos entender cómo evolucionamos para sacar conclusiones y visualizar, ”entre nieblas” posibles futuros.

“¿Son las máquinas el motor de la historia?”

es un artículoescrito en 1967 por Robert L. Heilbroner, en el que se resumen las principales tesis en favor del determinismo tecnológico. Tiene como punto de partida la afirmación de Karl Marx (1847) en La miseria de la filosofía2

“El molino manual trae la sociedad feudal; el molino de vapor, la sociedad capitalista industrial”

y se apoya de forma superficial en la evolución del molino para exponer y justificar sus argumentos. Por otro lado, Paul A. David escribió en 1985 un artículo titulado “Clio and the Economics of QWERTY”3 donde después de una breve introducción sobre el determinismo tecnológico ahonda en la investigación sobre la historia del resultado final de la posición de las letras en nuestros teclados. Una investigación que resulta muy interesante para construir su visión sobre el determinismo tecnológico. Son dos artículos que fueron escritos con dieciocho años de diferencia, por lo que el artículo sobre Heilbroner sugiere una investigación prospectiva del determinismo tecnológico en frente del artículo más historicista de Paul A. David, con un recorrido detallado sobre su ejemplo propuesto.

Resulta curioso que los dos artículos comiencen con palabras de disculpa sobre la exactitud de dichos artículos. Paul A. David introduce el artículo llamándolo “relato casero de historia económica” en el que “se encadenan los despropósitos”, mientras que Robert L. Heilbroner convierte el artículo en un reto:

“El reto es, pues, ver si podemos decir algo sistemático sobre la cuestión, ver si podemos ordenar el problema a fin de que sea intelectualmente manejable”.

Para posteriormente escribir:

“No creo que sorprenda a nadie si anuncio ahora que en nuestra investigación encontramos algún contenido y una considerable ausencia de pruebas… Lo que quedará entonces por hacer será ver si podemos situar los elementos salvables de la teoría en la perspectiva de la historia, ver si podemos explicar el determinismo tecnológico históricamente, así como explicar la historia por medio del determinismo tecnológico”.

De la misma manera que Paul A. David nos dice:

“Esta historia no pretende establecer en qué medida el mundo se rige por estos fenómenos, tan sólo intenta ilustrar un caso concreto.”

Estas justificaciones y titubeos demuestran las dificultades de analizar una transformación tecnológica y su influencia sobre nuestra sociedad, que con su gran velocidad de cambio convierte rápidamente en obsoletas las conclusiones sobre verdades absolutas que se puedan sacar.

Encontramos por parte de Paul A. David y Robert L. Heilbroner la voluntad de basarse en la historia para estudiar y determinar el alcance del determinismo tecnológico. Es en la referencia a Tolstoi (1869) que Paul A. David escribe

“cada una de sus acciones, que se les parecen como acto de su libre albedrío, no son, en un sentido histórico, libres en absoluto, sino deudoras de todo el curso de la historia pasada…”

una afirmación que le sirve para descubrir cómo se ha llegado a mantener la posición de las letras en los teclados QWERTY. Esta afirmación generalista le permite a Paul A. David marcar el punto de partida para su estudio, en cambio Heilbroner encuentra su sentido circunstancial en el momento histórico, tal como afirma cuando acaba su artículo. Se refiere también Robert L. Heilbroner a la máquina de escribir cuando comenta que hay que vigilar en asignar una eficacia causal exclusiva a la presencia visible de maquinaria o de pasar por alto la influencia invisible de otros factores, y pone por ejemplo a Gilfillan4 (1952) que afirma que

“los ingenieros han cometido algunos errores garrafales como decir que la máquina de escribir llevó a las mujeres a trabajar en oficinas y que la máquina tipográfica hizo posible el gran diario moderno, olvidando que en Japón hay mujeres que trabajan en oficinas y en grandes diarios sin ayudas de máquinas.”

R.L. Heilbroner explica que las máquinas son en parte el motor de la historia al influir directamente en el drama humano y propone encontrar la forma de sistematizar esta relación. Opina que la simultaneidad de la invención (que un mismo invento aparezca en entornos de desarrollo diferentes) puede justificar la idea de que el proceso de descubrimiento tenga una frontera perfectamente definida del saber, que supera la de la sorpresa y se rige según una evolución técnica secuencial y determinada en vez de aleatoria. Entiende que el avance debe ser coherente con la tecnología de su época, con las instituciones tecnológicas y con otras características de la sociedad en la que se desarrolla. De este modo parece ser que las fuerzas sociales descartan todo el concepto de determinismo técnico, descartando así el concepto de determinismo tecnológico por falso. La tecnología no sólo influye en la sociedad, sino que también es influida por ella. Desde este punto de partida reconoce que todavía no comprendemos los factores culturales que llevaron a la tecnología -desde el 1700- a tener un papel tan importante para la historia.

Heilbroner valora la ausencia de saltos tecnológicos, reconoce que todos los inventos e innovaciones suponen un paso adelante respecto al punto de partida precedente. Avances estos que tienen apariencia de ser esencialmente acumulativos, de forma uniforme y continuada, sin discontinuidades, evolutivos, al igual que la naturaleza. En cambio, Paul A. David comienza su artículo diciendo que es imposible reconocer la lógica (o ilógica) del mundo que nos rodea sin entender cómo se ha llegado hasta la situación actual, pero entiende que una secuencia aleatoria de cambios económicos puede tener una gran influencia sobre los resultados, calificándolos de procesos estadísticamente aleatorios, ergódicos. De este modo, al principio del artículo ya prevé que los “accidentes históricos” no se pueden ignorar ni aislar, entiende que se debe asumir el carácter esencialmente histórico de un proceso que es dinámico. Robert L. Heilbroner cree que el determinismo tecnológico es un problema de un determinado momento histórico, el que vive, situado entre el alto capitalismo y el bajo socialismo, donde la sociedad se ha encontrado con las fuerzas que le han llevado a los cambios técnicos sin las herramientas sociales suficientes para su control y de orientación para esta tecnología. Un impás que considera de asimilación del cambio tecnológico que más adelante Paul A. David comprueba que no tiene fin. Robert L. Heilbroner tiene una mirada de presente con el propósito de encontrar el hilo conductor del determinismo tecnológico, aunque la evolución del molino sea una referencia sobre un hilo histórico. En cambio, Paul A. David propone una mirada detallada hacia atrás sobre un hecho muy concreto para entender el presente y reflejar así su visión del determinismo tecnológico.

El artículo de Robert L. Heilbroner determina que la tecnología sigue una secuencia fija de una forma autónoma, como cuando dice

“no se puede pasar de la era del molino a vapor sin haber pasado antes en la era del molino manual”,

pero denota que el determinismo es compatible con el reconocimiento de que los avances tecnológicos son sensibles a los rumbos sociales. Unos rumbos de la historia reflejados en el relato de Paul A. David sobre cómo el invento de Christopher Lathan Sholes de la máquina de escribir QWERTY llega a dominar en nuestros teclados. Un sistema que no dejó ninguna oportunidad al teclado DSK a pesar de ganar en velocidad de escritura, o de otros sistemas técnicos y de distribución de teclados más sensatos, que en el artículo va detallando. David descarta este triunfo por un comportamiento caprichoso e irracional de personas que quieren mantener una tradición tecnológica anticuada, o por una conspiración del oligopolio de los fabricantes de máquinas, o por las interferencias políticas en un “mercado libre”, o tal vez del sistema educativo. Un punto clave para su triunfo fueron el esfuerzo en investigación con dinero del fabricante de armas Eliphalet Remington. Un campo, el armamentístico, que Heilbroner también reconoce como de influencia en el desarrollo tecnológico. Considera que el desarrollo de la tecnología de producción dependerá en el futuro, al igual que en el pasado, de las limitaciones del saber y de la capacidad predecible que determina el proceso histórico que puede llegar a permitir que un producto se convierta en “universal”, como es el caso del teclado QWERTY hacia 1905 sin que sea ni “ideal”.

R.L. Heilbroner argumenta que el progreso tecnológico es, en sí mismo, una actividad social. La propia actividad de la invención y la innovación son atributos de algunas sociedades (aunque no todas las sociedades tienen este interés). La evolución de la tecnología en algunos campos (guerra, agricultura, industria, etc.) depende de las recompensas que ofrece la sociedad, es decir, de una determinada política social que haga compatible el cambio tecnológico con las condiciones sociales existentes. En este sentido la máquina de escribir, que investiga Paul A. David, entró en su período decisivo de implantación cuando comenzó a formar parte del sistema productivo a gran escala, a adquirir una mayor complejidad técnica, y a incorporar a los mecanógrafos y su formación con la aparición de la mecanografía “al tacto”. Esta mecanografía permitía la interdependencia técnica entre el teclado (hardware) con el soporte lógico de la memorización de las teclas (software) que representaba la formación previa necesaria en un teclado específico. La economía de escala necesaria relacionada con la masa crítica formada que conocía un mismo teclado evitaba su formación por parte de las empresas, y así se llegaba a la casi irreversibilidad de las inversiones para el aprovechamiento de esta formación, reduciendo costes y llevando a la estandarización de facto. Así se llevaba esta tecnología a un punto de no retorno debido al coste que podría suponer su sustitución. Podemos comprobar que la historia está fácilmente determinada por una secuencia particular de elecciones, donde factores efímeros y esencialmente aleatorios tienen capacidad para ejercer un importante nivel de influencia.

Paul A. David intuye que la elección de una tecnología desde una perspectiva inmediata o de futuro afecta al resultado de su desarrollo y de su implantación, así quedaría fuertemente influenciada por las perspectivas creadas previamente, y con ellas las externalidades que una tecnología es capaz de crear y la adaptación de estas máquinas a los hábitos de sus usuarios y no al contrario. Pero Robert L. Heilbroner valora el carácter previsible bajo una historia “estructurada” de la tecnología sin excluir las sorpresas. La reducción de las limitaciones de la tecnología va ligada al conocimiento científico (electricidad, química, aeronáutica, electrónica, nuclear y espacial), pero también influye la competencia material de la época, la capacidad de una industria para adaptarse a los cambios, y su calificación y especialización. Considera que el hecho de que la tecnología productiva siga una progresión más o menos ordenada, es suficientemente lógico para justificar una mayor investigación empírica.

Paul A. David apunta el elemento del marketing de la tecnología cuando recalca que se cambió la R de posición para poder vender mejor las máquinas cuando los vendedores escribían “TYPE WRITER” para demostrar su velocidad de escritura. Robert L. Heilbroner también habla del papel importante e inevitable del diseño de la tecnología, que relaciona con el nivel de estudios de la mano de obra y su precio relativo. Dice que la máquina refleja y moldea las relaciones sociales existentes, tal como llama William James “determinismo blando” en referencia a la influencia de la máquina en las relaciones sociales y en una visión del futuro que sólo puede prever el carácter sociológico que vendrá, pero no los atributos políticos de esta sociedad.

Del mismo modo Robert L. Heilbroner hace hincapié en el papel central de la economía como mecanismo mediador para que los cambios tecnológicos influyan en la organización del orden social y acabar reconociendo que los factores sociales, políticos y culturales pueden anular completamente la relación determinista. Vuelve a recurrir a Karl Marx ( (1846) en La ideología alemana5 en la idea de que

al adquirir nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian su modo de producción, y al cambiar este, cambian su forma de vivir, cambian todas sus relaciones sociales”.

La tecnología de una sociedad impone una determinada pauta de relaciones sociales en una sociedad según dos tipos de influencias: la composición de la mano de obra, en la que una determinada tecnología necesita una determinada mano de obra (como le ocurre a la evolución del molino), y la organización jerárquica del trabajo. La mano de obra necesita supervisión, órdenes y coordinación, además de la relación hombre-maestro a la de hombre-supervisor, o la actual. A más complejidad del proceso de producción son necesarios más sistemas de control internos. Es difícil saber en qué grado una infraestructura tecnológica es responsable de algunas de las características sociológicas de la sociedad, como ocurre con la tecnología que influye en la calidad existencial de la vida, pero considera que los fenómenos sociales son similares tanto en Rusia6 como en América.

Paul A. David acaba el artículo reconociendo cómo resulta de intrigante el caso de éxito del teclado QWERTY y lo relaciona con la estandarización de un producto cuando el mercado aún era inmaduro y con algunas externalidades que interfirieron para hacer triunfar un sistema erróneo. Este triunfo, al hacer una mirada retrospectiva en la historia no es del todo excepcional. Este hecho hace que Paul A. David enriquezca su exploración con un estudio sistemático de los procesos dinámicos de la historia de la economía para la comprensión del determinismo tecnológico. Por su parte, Robert L. Heilbroner cree importante tener en cuenta la aceleración del cambio técnico que llevará a un mayor control y organización, junto a unos cambios políticos, sociales y existenciales que no sabe prever, considerando que el determinismo tecnológico seguirá siendo importante, con un grado de control político mayor que el existente en el momento de escribir el artículo.

Marc Chalamanch · Arquitecto
Barcelona. Febrero 2019

Notas:

Heilbroner, Robert.L., 1967. “Do Machines make history?”. The Johns Hopkins University Press and the Society for the History of Technology.  Vol. 8, No. 3 pp. 335-345

Marx, Karl, 1847. “Miseria de la filosofía”.

David, Paul. A., 1985. “Clio and the Economics of QWERTY”. The American Economic Review. Vol 75, No 2, Papers and Proceedings of the Ninety-Seventh Annual Meeting of the American Economic Association (May), pàg. 332-337. 

Gilfillan, S.C., 1952. “Social Implications of Technological Advance”, Cuwent Sociology, 1, pág. 197

Marx, Karl y Engels, Friedrich, 1846. “The German Ideology”, Londres, 1942, pág. 18.

Tolstoi, Liev N., 1869. “Guerra y Paz”, Libro IX, Capítulo 1.

Marc Chalamanch
Marc Chalamanchhttp://www.chalamanch.com/
Es co-fundador del estudio de arquitectura y urbanismo ARCHIKUBIK Arquitecto y Urbanista licenciado por la ETSA de Barcelona, Universitat Politècnica de Catalunya. Máster universitario «Sociedad de la Información y el Conocimiento» en la UOC (Universidad Abierta de Catalunya). Su investigación académica, apoyada en su experiencia profesional, va dirigida al análisis de la transformación de la ciudad con sus actores, problemáticas y retos en la Sociedad Red.
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