Hay un dilema recurrente que es el de qué hacer con un punto en un plano. Lo que supone posicionar un lleno dentro de un vacío.
Tomar la decisión de cómo colocar el «objeto» con respecto a su «recipiente» no supone, en la mayoría de los casos, una solución inmediata.
Como es lógico, es ésta una cuestión que no sólo pertenece al ámbito de la arquitectura. Aunque particularmente en la arquitectura se da a muy a menudo.
Un edificio y su parcela. Un mueble y su habitación. Un hueco y su paramento. En definitiva, estamos hablando de qué hacer, de manera precisa, con lo «pequeño» en lo «grande».
A priori, la elección no es sencilla. En teoría muchas son las soluciones posibles. Y la decisión final depende de múltiples factores. Dominar la habilidad de jugar con la posición relativa, con las cantidades, es fundamental.
Podríamos bautizar éste problema como el de la » bandera del Japón».
Un elemental grafismo, un esquema formal, de un punto rojo en un rectángulo blanco.
Simbolismos aparte, dicha bandera no sería de ningún modo igual si el tamaño relativo del punto con respecto al rectángulo se modifica, incluso si variamos la posición de éste con respecto aquel.
Un punto notoriamente más pequeño colocado en lugar alternativo al centro sería una de las infinitas maneras de resolver la cuestión. Y su resultado sería muy distinto.
Yendo más allá, el hecho de que el punto y el rectángulo puedan cambiar a su vez de forma o de color, sería también una posibilidad muy vinculante.
En definitiva, estamos ante un campo de juego de conexiones, de equilibrios. De precisiones.
Ante las sencillas complejidades que importan.
Ahora bien… si se tiene que poner un punto en un plano, por favor, no se ponga nunca en el centro.
Parecería la bandera del Japón.
Sergio de Miguel, arquitecto
Madrid, febrero 2010