Los años de formación profesional estructuran criterios y miradas que difícilmente podamos abandonar. Podremos ir más allá montados en vanguardias o experimentos desarraigados, pero en algún punto para que sea Arquitectura bajo nuestros ojos, para que aceptemos que esas novedades proyectuales responden a constantes que atravesaron a través de piedras y ladrillos culturas diversas por siglos, hay respuestas establecidas antes que las preguntas. La Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano, sobre la avenida Costanera de la ciudad de Córdoba, acercaba en los 60 planteos formales y espaciales corbusieranos ya explorados en la realidad por el maestro francés y por sus seguidores en geografías tan disímiles como India, Japón o Brasil, y en nuestro país en algunas obras contemporáneas como el Centro Cívico de La Pampa (Clorindo Testa, 1955-1965), el Banco de Londres en la city porteña (SEPRA-Testa, 1960-1966), la Biblioteca Nacional (C. Testa-F. Bullrich-A. Cazzaniga, 1962-1993) y la Sede del Instituto de Previsión Social en Posadas (Mario Soto y Raúl Rivarola, 1959-1964). (Nota: éstos últimos con algún lazo con el grupo que diseñó la Escuela).
La riqueza del proyecto debe leerse más allá de las morfologías esculturales y los gestos que por entonces podrían considerarse una moda entre arquitectos.
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Martín Lisnovsky