A lo largo de la historia el hombre ha construido sobre un porcentaje cada vez mayor del planeta. La preocupación por la preservación de un territorio natural es algo relativamente reciente y de hecho, los primeros espacios protegidos datan de finales del s.XIX.1 Por eso llama poderosamente la atención el temprano compromiso con la naturaleza de un joven jardinero, hijo de un agricultor de Bedfordshire, convertido después quizá en el más importante constructor de invernaderos de la historia: Joseph Paxton.
A principios de 1850 el Príncipe Alberto se convirtió en presidente de una Comisión Real para promover la Exposición Universal de Londres, que tendría lugar en el Palacio de Cristal, un edificio de casi 7 hectáreas de superficie ubicado en Hyde Park.2 La prensa pronto alertó sobre la posible mutilación del parque ante la construcción sobre tal extensión de terreno, cuestionando la ubicación e incluso la esencia misma de la exposición.
Finalmente, Paxton consiguió el encargo con una propuesta desmontable de hierro y vidrio, económica, de rápido montaje y que, sobre todo, respetaba los árboles centenarios del parque. Para ello propuso un crucero central abovedado que incluía los olmos de más de 30 metros de altura, crucero descentrado que rompía la simetría del edificio para el acomodo y salvaguarda del Árbol anterior.
Para Alejandro de la Sota
“la naturaleza significa libertad”;3
para Sou Fujimoto
“la arquitectura como bosque es una imagen ideal de arquitectura”.4
Tal vez ambos tengan razón y la naturaleza sea la forma más perfecta de cualquier arquitectura. Si pensamos en proyectos como la Casa Jardín en Tochigi, la arquitectura se convierte en un muro habitado que rodea una parte del bosque y el río existentes convirtiéndolos en jardín, un jardín no proyectado, pre-existente; la no-intervención humana conecta de una manera más profunda la arquitectura con el lugar, el tiempo y el bosque. La arquitectura ocupa la naturaleza pero al mismo tiempo puede establecerse como su contenedor: la arquitectura se ocupa de la naturaleza.5 Frente al gesto corbuseriano de recuperación verde en la cubierta-jardín, la arquitectura como envoltorio del Árbol primero, la arquitectura mínima que habilita y legitima la naturaleza máxima. Arquitectura y naturaleza, hombre y Árbol anterior.6
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Junio 2014
Autor de Parráfos de arquitectura #arquiParrafos
Notas:
1 El primer espacio natural protegido por el hombre fue Yellowstone, EEUU 1872; en España, La Montaña de Covadonga y Ordesa, ambos en 1918. Llama la atención esta primera reserva de la naturaleza a iniciativa de la nobleza y cómo los actores que han actuado en su defensa han ido cambiando a lo largo de los tiempos hasta llegar al discurso medioambiental actual, homogéneo, legitimado por prácticamente todo el mundo global y, aún así, descafeinado.
2 El edificio, inaugurado el 1 de mayo de 1851, albergaría una representación de los avances de la industria de todas las naciones, estimando un total de cien mil muestras. Los datos aquí recogidos proceden del libro La Ingeniería es Humana, Henry Petroski, Madrid, Cinter 2007, capítulo 12 “Interludio: La historia del éxito del Palacio de Cristal”, págs. 183-210.
3 Alejandro de la Sota “Arquitectura y Naturaleza”, conferencia pronunciada en el curso de Jardinería y Paisaje, ETSAM 1956.
3 Sou Fujimoto, “Futuro primitivo”, El Croquis 151, Sou Fujimoto 2003-2010, “El sentido del Bosque”, pág.201.
4 Ocupar significa invadir o instalarse sobre un lugar o territorio, pero también poner consideración en un asunto, asumir responsabilidad sobre él. Diccionario de la Lengua Española, RAE. En ambos sentidos podemos decir que la naturaleza también se ocupa de la arquitectura.
5 Algunos árboles pueden vivir miles de años; se considera el árbol vivo más antiguo del mundo a una pícea de 9.550 años de antigüedad encontrada en Dalarna, Suecia.