El lugar de trabajo habitual de Desiderio Pernas Martínez (Vigo, 1930 – 1996) formaba parte de su vivienda en la Gran Vía de Vigo. Conocido familiarmente como el estudio o el cuarto de música, era el espacio de encuentro de sus actividades creativas. Allí convivían la música, la pintura y la arquitectura, reconocibles en los instrumentos y equipos musicales, los óleos que llenaban las paredes y el tablero con las herramientas de dibujo, además de la gran biblioteca que reunía las tres disciplinas.
El cuarto es, ante todo un lugar de confluencia, reconocible en el legado del arquitecto, en los materiales que evocan su persona, en lo que pervive colocado sobre las mesas.
«¿Cuánto habrá de nosotros, arquitectos, en nuestras mesas? ¿Son nuestros deseos y querencias, nuestras ilusiones y ambiciones, los que modelan esos planos? ¿O serán ellos, con sus admisiones, reservas y favoritismos, los que, por el contrario, determinan lo que acabamos pensando?»,
se preguntaba Ricardo Sánchez Lampreave en el catálogo de la exposición «Lápices, ratones, brújulas».
Poner sobre la mesa implica ese reconocimiento. El cuarto se va llenando de objetos a través de la vida. La mesa se va atiborrando de papeles cuando el trabajo es más intenso. Por eso resulta tan relevante lo que está sobre ella, aquello que se puede ver y situar en relación a todo lo demás. Cuando comencé esta serie de textos para veredes, quise poner sobre la mesa un conjunto de nombres que habían estado al margen en el discurso de la modernidad. José Varela Alén los denominó «maestros en la sombra», y en su tesis doctoral, quiso centrarse en uno de ellos, colocándolo también a la vista. En la justificación del estudio expresó la necesidad de recuperar y poner en valor a estos autores, pues las investigaciones sobre la historia de la arquitectura
«suelen obviar algunos trabajos que pasan desapercibidos, periféricos ante la precisa mirada, a veces absorta, a grandes obras y nombres. Este trabajo reclama la atención a historias menores que influyen en un contexto determinado, como es el caso de la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX en Galicia, que han sido excluidas de los foros académicos y, por lo tanto, del conocimiento, eclipsando el talento de una generación de arquitectos que contribuyeron al crecimiento y desarrollo de un lugar geográfico alejado de los polos generadores de formación como eran las escuelas de Madrid y Barcelona».
Gracias a trabajos como los de Varela Alén podemos conocer en detalle esas otras historias dentro de la Historia. Por ese motivo resulta tan valiosa su tesis Desiderio Pernas Martínez. La fidelidad al tipo, una exhaustiva investigación que nos permite descubrir el contexto personal del arquitecto, acompañarle en sus viajes al extranjero como ampliación de su formación, pero también en el viaje interior que nos conduce al ambiente privado de su cuarto de música, en el semisótano de su vivienda viguesa. Su obra se analiza e interpreta a través del tamiz del tipo, profundizando sobre su empleo sistemático en los distintos proyectos. Mediante el empleo de la estructura formal como estrategia proyectual,
«se reconocen una serie de aspectos que repite y perfecciona en su trayectoria, conformando el utillaje de su caja de herramientas con los que entreteje un modo de interpretar y crear arquitectura y que confirman la convicción y fidelidad al tipo»,
presentándonos así la caja de herramientas proyectual del arquitecto, el instrumento mental que se suma a las piezas tangibles que ocupan el cuarto.
Además, la tesis nos ofrece, por primera vez, la recopilación y el catálogo razonado de su archivo personal, poniendo sobre la mesa todo su trabajo y permitiendo que miradas futuras puedan acercarse a contemplarlo y seguir investigando. Una invitación que, el entonces doctorando, quiso hacer desde un lugar simbólico, cuando al tener que leer la tesis de manera online, en septiembre de 2020, debido a las restricciones de movilidad por la pandemia, escogió como sala de presentación el cuarto de música de Desiderio Pernas Martínez.