Hace años que estoy deseando escribir una novela sobre Ivan Leonidov. Su historia me apasiona, y ya había contado. También conté su muerte en Necrotectónicas.
Hay una pequeña pega, y es que los datos ciertos que conozco por ahora sobre su biografía se pueden escribir (con letra pequeña) en el reverso de un sello de correos (más bien grande). Pero para eso está la fase de documentación.
Tengo pocas fuentes. Hay bastante más sobre el ambiente, sobre la OSA, la ASNOVA, la VOPRA, etc, y muchísima literatura que nos muestra de una manera muy vívida la vida en la Unión Soviética en aquella época.
El caso es que me apetece ponerme a ello.
Para empezar, se me ha ocurrido un título (provisional, por supuesto): Cortadle las alas. Me gusta (ahora diré por qué), pero me frenaba su dificultad fonética: esa d fastidiosa y pedante que quiere manifestarse y le quita fluidez al resto.
Lleno de dudas, pedí opiniones en Facebook: Qué pensarían mis amigos, así, a bote pronto y como primera impresión, de una novela cuyo título fuera Cortadle las alas. Incluso pregunté si alguien lo vería mejor con signos de exclamación:
¡Cortadle las alas!
que a mí me parecen excesivos, al menos para el título, pero expresivos.
No expliqué el porqué de ese título, ni de qué iba la novela, ya que sólo quería saber cuál podría ser su primera impresión (de agrado o de desagrado) ante la fonética y los posibles significados de un título algo arriesgado: Cortadle las alas.
Las respuestas se han desencadenado con una rapidez y una profusión tales que me han desbordado. Vaya amigos que tengo en Facebook: Virtuales y todo lo que queráis, pero amabilísimos y muy entregados siempre a la causa. (Dejémoslo así: «La causa»). Muchísimas gracias a todos.
En vez de responderles uno a uno, o de abrir un nuevo hilo largo en Facebook, respondo aquí y de paso les explico el por qué del título.
Leonidov fue el más brillante alumno de arquitectura de su generación. Su proyecto de fin de carrera es famoso, y su maestro, el gran Alexander Vesnin, le puso inmediatamente a dar clases y le llevó a trabajar a su estudio.
Leonidov era tan bueno que incluso antes de haber construido nada ya se hizo famoso. Las revistas publicaban sus proyectos teóricos, sus presentaciones a concursos, sus artículos.
Le Corbusier, admirado por el joven ruso, a su vez se interesaba por él.
Pero todo se rompió antes de empezar, antes de despegar.
El realismo socialista, el neoclasicismo, la supuesta ideología proletaria en la arquitectura, se hartaron del talento y de la brillantez del joven. Eso era individualismo, antisocialismo, formalismo burgués y caprichoso, pensamiento contrarrevolucionario, etcétera.
Lo curioso es que Leonidov era un comunista convencido, y lo demostró con su vida, y en sus proyectos había un profundo interés por el programa, por la renovación y mejora de las formas de vida y de utilización y funcionalismo de los edificios. Pero, lamentablemente, el talento, el genio, la brillantez personal, son siempre vistos con recelo por las mentes burocráticas, rutinarias y cobardes, que creen en un igualitarismo mal entendido que consiste en cortarle las alas a quien destaca.
Total, que la revista juvenil Smena (Nueva Generación) publicó en 1931 un artículo titulado «Cortadle las alas», que decía que los leonidovistas estaban en las nubes, y que esa fantasía creativa era frustrante y precipitaba a los jóvenes al abismo. Es curioso, pero Leonidov había terminado la carrera en 1927. En sólo cuatro años se había convertido en un mal ejemplo y en una perversa influencia, y en un líder de una corriente peligrosa. El artículo decía:
«Declaremos la guerra a toda esa fantasía creativa. ¡Cortémosle las alas!»
Y vaya si se las cortaron.
Alexander Vesnin, su maestro y jefe, lloró con ese artículo, y Leonidov se emborrachó por primera vez en su vida. Todo se había acabado.
Leonidov aún no había construido nada. Y no le dejaron construir nada nunca en su vida. (Bueno: Al final hizo, en grupo con más arquitectos, una ridícula escalinata con una fuentecita y un balconcito. Qué horror. Qué tremenda injusticia).
Por lo que acabo de decir creo que se entiende que para la historia que quiero contar Cortadle las alas me parezca un buen título.
Mis amigos de Facebook me han dado muchas opiniones interesantes:
Una de ellas es que el título tiene aliteración: ADLE LAS ALAS, ALELASALAS… que va desde la cacofonía al buscado fonetismo. Incluso un amigo dice que le suena a título de un poemario por esa aliteración digamos «musical». Esto es completamente involuntario. Se trata de una traducción del título del artículo en ruso. Claro, que al ser una traducción yo podría emplear otras palabras, pero creo que, ahora que caigo en ella, sí me gusta esa aliteración.
En general, lo prefieren sin signos de exclamación. Un amigo me hace una referencia a Danzad, danzad, malditos. Varios se acuerdan de la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas:
«¡Que le corten la cabeza!»
(Claro, que en este caso ganan quienes prefieren signos de exclamación).
Varios me dicen que suena a bruto, a mafioso, a imperativo contenido, a crueldad… Es justo eso lo que quiero que parezca. Ahora ya sí os he explicado el contexto.
Otros me dicen que preferirían otras formas verbales y/u otros sujetos: Córtale las alas, Que le corten las alas, Córtenle las alas, Cortando las alas… E incluso hay aportaciones verdaderamente creativas (por no decir delirantes), como No hay alitas, no hay vuelito, en clara alusión a No hay manitas, no hay galletas. (Eso dice este amigo, aunque confieso que lo de las manitas y las galletas no lo conozco).
José Ramón Hernández Correa · Doctor Arquitecto
Toledo · Diciembre 2015
Nota:
A estos amigos (a quienes agradezco mucho sus aportaciones) les pedí opinión sin dejarles saber de qué iba la historia. Quería saber qué les parecía ese título sin más: Cortadle las alas. Ahora vosotros ya sabéis qué pretendo, y os pido que me dejéis vuestros comentarios.
Muchas gracias a todos.
Doy las gracias, por orden de intervención, a quienes han comentado hasta ahora en Facebook (algunos varias veces): David García-Asenjo Llana, Juan Mosquera Lorenzo, Carolina Chica, Álvaro Finat Urgel, Rafael Otero González, Fernando Sánchez, Kike García, Javier Molowny González, José Balbino González Redondo, Miquel Àngel Julià Hierro, Óscar J. García, Rodrigo Almonacid Canseco, Miguel Morea, Javier Ibarrola, Eduardo Almalé, Raquel Sebast, Carlos Blanco Gutiérrez, Luis Díaz Feria, Ignacio Vicente-Sandoval González, Antonio Esteban Hernando y Alberto Alonso Oro, al único que lo ha hecho en twitter: Fernando Jiménez, y también os las doy a quienes sigáis opinando en Facebook y twitter y a quienes lo hagáis aquí. Muchas gracias de antemano por vuestros comentarios.