Colombia ha diseñado y construido centros educativos para infancia y juventud de gran calidad en los últimos treinta años. Esta buena arquitectura suele estar en grandes ciudades como Bogotá o Medellín, pero también la encontramos en territorios rurales. Sin embargo, sorprende ver cómo algunas iniciativas actuales olvidan lo bueno que estos diseños enseñan.
1.Colegios de Colombia
Las nuevas construcciones o reformas de centros educativos del Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa -FFIE- del Ministerio de Educación de Colombia parecen un viaje al pasado. Ya sucedía antes de la actual legislatura del Presidente Petro. Observen las obras que muestran en sus catálogos. Comprobamos que llegan a lugares remotos del país, somos conscientes de la dificultad y sobrecosto que ello implica, no dudamos que cumplen con las normativas anti-sísmicas y de calidad constructiva. Pero la arquitectura no es un montón de piedras, ladrillos o concreto amontonados.
La arquitectura también está hecha de «intención».
¿Cuál es la «intención» de los colegios y los jardines infantiles?
Son la puerta de entrada de la infancia y juventud en la sociedad que los acoge. Entonces,
¿cómo tienen que ser esos espacios educativos?
Sí, tienen que cumplir normas constructivas, pero también tienen que adecuarse a la climatología local, adaptarse a los hábitos de ciudadanos específicos y, sobre todo, responder a las necesidades pedagógicas de la comunidad donde se asienta.
El elemento esencial de un buen espacio educativo es el diálogo entre la pedagogía y la arquitectura. Como digo en «La mano y el guante. Pedagogía e infraestructura», el proyecto pedagógico del centro escolar es la mano. El diseño arquitectónico -en todas sus escalas desde la implantación y la estructura al pequeño mobiliario- es el guante que se ajusta a esa mano. El proyecto pedagógico del centro debería encajar en un proyecto pedagógico más amplio del territorio y, en última instancia, del país. Si no sabemos cuál es la mano es imposible acertar con el guante.
Observen de nuevo las obras inauguradas recientemente por el FFIE. ¿Creen que ha existido ese diálogo? Yo diría que no. Tal vez porque
«no hay tiempo ni dinero para ese diálogo»
o
«no hay comunidad educativa con la que hablar».
No lo sé, pero está claro que ese diálogo es imperceptible. Por ejemplo, fíjense en los colegios de Barranquilla. Yo he visitado colegios de esa ciudad inaugurados años atrás muy parecidos a los del catálogo.
¿Alguien se planteó una intención pedagógica para ellos? ¿Los arquitectos pensaron en las mejores soluciones de confort ambiental y anímico para sus estudiantes y maestras? ¿Hablaron con la comunidad docente en el proceso de diseño?
Los colegios que visité trasmitían una sensación opresiva. En cambio, los centros educativos deberían transmitir la celebración del conocimiento en una sociedad que se supera a sí misma mediante el esfuerzo colectivo. Estoy seguro que los arquitectos, técnicos y políticos que diseñaron esos espacios educativos no llevarán a sus hijos a ellos.
Me pregunto por qué los edificios educativos construidos por el FFIE, en su generalidad salvo alguna excepción, se parecen tanto entre sí sin importar la zona climática donde están o sin atender las particularidades culturales de sus comunidades. Escuchamos a los sucesivos gobiernos cantar alabanzas a la diversidad cultural de Colombia.
¿Por qué bastantes de los centros educativos para la infancia y juventud que el Estado construye no responden a esa diversidad?
A continuación les muestro dos centros para la educación y el cuidado de la infancia en La Guajira, territorio mayoritariamente semi-desértico en el norte Colombia. Uno es el Centro de Desarrollo Infantil -CDI- Shipia Touliwoü en Uribia realizado por el Plan Padrino de la Oficina de la Consejería Presidencial para la Primera Infancia antes de 2015.
Los responsables del Plan Padrino en esos años eran los arquitectos Daniel Feldman e Iván Quiñones y la economista Sandra Pineda. El otro edificio es la ampliación del Centro Etnoeducativo Rural nº3 Nazareth en Manaure, departamento de La Guajira, llevada a cabo por el FFIE antes de 2023 y que ustedes encontrarán en el catálogo citado, página 115. No sé quién es el arquitecto responsable de su diseño.
Estoy seguro que la población y docentes de Manaure exprimen hasta el último centímetro cúbico las posibilidades educativas del nuevo espacio. Sin embargo, el diseño y construcción del CDS de Uribia ofrece más posibilidades de uso y despierta mayor sentido de pertenencia a un espacio, una comunidad y un país. Por favor, estudien las imágenes y discurran por sí mismos cuál es la «intención» que transmite cada centro.
2. Colegios de Colombia, Bogotá
Como ya señalé en «Colegios de Bogotá. Todo es mejorable», observo cierto letargo en la Secretaría de Educación de Bogotá. Desde hace casi treinta años la capital colombiana da ejemplo con la ampliación de su cobertura escolar gracias a edificios que han subido los estándares de calidad de diseño y construcción. He visitado bastantes de ellos y doy fe. No obstante, me pregunto si hacen evaluaciones post-ocupacionales para entender si los diseños responden a los usos requeridos por la pedagogía y la psicología ambiental, para saber si el equipo docente saca el mayor partido a esos espacios, etc.
Intuyo que dentro de Secretaría de Educación no existe un diálogo entre los expertos en construcción de infraestructura y los expertos en pedagogía. Dialogar no es cuestión de dinero, sino de voluntad política.
¿Por qué la Alcaldía aún construye megacolegios de tan difícil gestión humana?
La excusa «no hay lotes» no sirve: si la Alcaldía ha expropiado cientos de lotes para construir el metro también puede expropiar -a precio de mercado- lotes para construir colegios de proximidad con un máximo de 700 alumnos.
Un buen ejemplo de estas características es el nuevo Colegio Ciudad Chengdú IED en la localidad de Usme, diseñado por Felipe González-Pacheco. Tiene unos 500 estudiantes, con diseño funcional y acogedor, bien construido, ofrece una imagen institucional amable y ayuda a «crear» barrio. La deseada Bogotá de los 15 o 30 minutos.
Por el contrario, observemos el nuevo Colegio Esmeralda Arboleda Cadavid IED en la localidad de Bosa, diseño de David Delgado, para más de 3000 estudiantes en tres turnos diarios. El edificio recoge las enseñanzas de décadas pasadas: metros cuadrados por estudiante según edad, calidad constructiva en sus estructuras, cerramientos e instalaciones, un esfuerzo en su diseño como objeto urbano, etc.
Entonces,
¿por qué el edificio ofrece una imagen exterior e interior de máquina que simplemente «cumple su función»? ¿por qué muchas de sus aulas invitan poco al estudio y a la concentración? ¿por qué el desértico patio central es un espacio residual entre los tres grandes cuerpos que constituyen el colegio?
Percibo un edificio institucional con una «intención» poco clara:
¿quiere educar o certificar? ¿es la puerta de entrada en la sociedad o es un nudo gordiano donde «tanto monta cortar como desatar»?
La Alcaldía Mayor de Bogotá tiene que dar un paso adelante en su ambición pedagógica.
Epílogo: sugerencias de textos y videos
Cito algunas fuentes para no olvidar el buen trabajo hecho en arquitectura escolar colombiana. Cualquier nuevo proyecto arquitectónico para la educación de la infancia y juventud tiene que estudiarlos para no cometer errores «de siempre», sino al contrario, ampliar el diálogo entre la pedagogía y la arquitectura, entre ciudadanía e institución, entre la sociedad presente y su futuro deseado.
Equidad para la Primera infancia. Espacios de Paz de Cero a Siempre. 2015. Plan Padrino de la Oficina de la Consejería Presidencial para la Primera Infancia.
Hábitat escolar más allá de la infraestructura educativa. Evolución de la arquitectura escolar en Bogotá, referencias nacionales e internacionales. Carlos Benavides. Premiado en la XXI Bienal Colombiana de Arquitectura.
Collage de algunos de los libros colombianos que explican los diseños de espacios educativos para infancia en los últimos veinte años.
Artículos de referencia
- «Espacios de transición en la arquitectura escolar pública colombiana. 2000-2020», de Silvia Arango en la revista I2 Investigación E Innovación En Arquitectura Y Territorio, 2024.
- «Arquitectura para la pedagogía», artículo de Carlos Benavides en la revista Escuela y Pedagogía de secretaría de Educación de Bogotá.
- Conversación ANIDAR con Carlos Benavides, 2020.
- Conferencia de Carlos Benavides en «Ludantia. i Bienal Internacional de Educación en Arquitectura para la Infancia y Juventud», 2018.
- Entrevista con Carlos Benavides, 2016.
- Conversación ANIDAR con María Elvira Madriñán.
- Conversación ANIDAR con Iván Forgioni y José Puentes.
- Conversación ANIDAR con Giancarlo Mazzanti
Añado Conversaciones ANIDAR con arquitectos que diseñan centros educativos para infancia en otros países de América del Sur:
- Conversación ANIDAR con Pedro Barrán (Uruguay)
- Conversación ANIDAR con Margarita Trlin (Argentina)
- Conversación ANIDAR con Francisco Candiotti (Argentina)
- Conversación ANIDAR con Verónica Fader (Argentina)
- Conversación ANIDAR con Beatriz Goulart (Brasil)
- Conversación ANIDAR con Marta Maccaglia (Perú)